Bolivia/Ecuador:
Termina la era de las
promesas andinas
Maristella
Svampa *
Revista Ñ, Buenos
Aires, 25-8-2015
América del Sur vive un
momento político-social muy inquietante, de fuerte polarización en diferentes
países y de crisis del pluralismo político. Aunque el espectro regional es
amplio, quiero referirme aquí a aquellos dos países que más expectativas
políticas transformadoras concitaron desde las llamadas izquierdas
progresistas latinoamericanas en la última década:
Bolivia y Ecuador. La razón de ello es que en el último
mes asistimos a dos hechos elocuentes que ponen de relieve la amenaza y
cercenamiento de libertades políticas en ambos países
Bolivia y Ecuador (y, en
menor medida, por su carácter siempre controversial, Venezuela) lideraron el
ranking de los gobiernos de izquierda en la región, cuyo correlato fue un
proceso de innovación social e institucional, protagonizados por
organizaciones indígenas y movimientos sociales. Así, a través de la Asamblea
Constituyente el gobierno de Evo Morales estableció el reconocimiento de los
derechos colectivos y la creación del Estado Plurinacional y las Autonomías
indígenas. Por su parte, Ecuador constitucionalizó los Derechos de la
Naturaleza y estableció un Plan del Buen Vivir que apuntaba a la salida del
modelo primario-exportador, acompañando esto con la propuesta innovadora como
la de dejar parte del petróleo bajo tierra (Iniciativa Yasuní).
En 2015, las promesas de
generar “otros modelos
de desarrollo” parecen ya muy lejanas
Así, en Bolivia, el 9 de
agosto pasado, el vicepresidente Álvaro García Linera, connotado intelectual
y sociólogo, fustigó con una retórica virulenta a cuatro ONG nacionales, a
las cuales trató de mentirosas, amenazándolas con expulsarlas del país (sic),
debido a que sus informes contradicen el discurso oficial (pues muestran el avance del
agronegocio), o bien porque defienden las comunidades
indígeno-campesinas frente a la expansión del extractivismo (así, acusó a una
de estas ONG de hacer “trotskismo verde”)
Días más tarde, con un
conjunto de intelectuales, entre ellos Boaventura de Sousa Santos, Leonardo
Boff, el ecuatoriano Alberto Acosta y la expareja del vicepresidente, la mexicana
Raquel Gutiérrez, y varios argentinos (Beatriz Sarlo, Roberto Gargarella,
Rubén Lo Vuolo y la autora de esta nota, entre otros), enviamos una carta
abierta a García Linera rechazando las descalificaciones y amenazas, las que
de concretarse, implicarían una violación de los derechos civiles y, por
consiguiente, un enorme retroceso para la democracia boliviana. En dicha
carta, de gran circulación en Bolivia, subrayamos también que “la disidencia o la crítica
intelectual no se combate a fuerza de censura y efecto de amenazas y
descalificaciones, sino con más debate, más apertura a la discusión política
e intelectual; esto es, con más democracia”.
García Linera
conte stó con otra carta, la cual si bien abre a una discusión pendiente
sobre extractivismo y modelos de desarrollo, insiste en que las ONG en el
banquillo mienten y que no fueron amenazadas de expulsión, sino de defender
“los intereses de la derecha política internacional”
La posición de García
Linera tiene antecedentes. Así, en 2011, cuando el gobierno de Evo Morales
generó el conflicto en el Tipnis (Territorio Indígena Parque Nacional Isidoro
Secure), por la construcción de una carretera, García Linera escribió un
libro, Geopolítica de la Amazonía (2012) donde criticaba el “ambientalismo
colonial” y demonizaba las ONG y las agencias de cooperación (situándolas en
el mismo plano) así como a diversas organizaciones indígenas históricas que
se habían opuesto a dicha carretera.
En Ecuador, la situación
es de mayor gravedad, pues los dichos y amenazas suelen convertirse en
hechos. Así, el pasado 13 de agosto tuvo lugar una importante marcha liderada
por la Confederación Nacional de Pueblos Originarios del Ecuador (CONAIE), la que
terminó –como sucede en los últimos tiempos en ese país– en represión. En la
misma fue golpeada la periodista franco-brasileña Manuela Picq, residente
desde hace 8 años en el país, donde es profesora universitaria y pareja de un
líder indígena. Mientras estaba en el hospital, Manuela Picq se enteró de que
su visa había sido cancelada y que estaba obligada a abandonar el país.
Finalmente, gracias a la solidaridad nacional e internacional, Picq no fue
deportada.
Tampoco es la primera vez
que el gobierno de Rafael Correa lleva a cabo este tipo de acciones, que lo
colocan muy lejos de la idealización política e intelectual que se ha venido
haciendo de los gobiernos progresistas, por ejemplo, en la Argentina. En
2009, Correa despojó de su personería jurídica a la reconocida ONG Acción
ecológica, pero tuvo que retroceder frente al rechazo internacional. En
diciembre de 2013 expulsó del país a la Fundación Pachamama, y en 2014,
canceló súbitamente la visa de Oliver Utne, consultor de origen
estadounidense (yerno de Alberto Acosta, reconocido economista y político
opositor) que debió abandonar el país. Por otro lado, el carácter autoritario
del gobierno de Correa tiene su correlato en la creciente criminalización de
estudiantes y organizaciones indígenas-campesinas que luchan contra el
extractivismo, hay
m&aacu te;s de 200 personas procesadas (varias de ellas,
bajo la figura de terrorismo).
¿A qué se debe el
corrimiento político en estos países, impensable unos pocos años atrás? Desde
mi perspectiva, hay dos inflexiones mayores que ayudan a explicarlo: por un
lado, la acentuación
del extractivismo; por otro lado, el retorno del populismo.
En primer lugar, asistimos al fin de las llamadas “tensiones creativas”
propias del comienzo de ambos gobiernos y a la consolidación de una política
netamente EXTRACTIVISTA que colisiona con los derechos consagrados por las
constituciones, reclamados por las organizaciones indígenas y ecologistas.
Con ello, Bolivia y Ecuador traicionaron sus promesas políticas originales
de Buen Vivir y respeto a la Naturaleza y lejos de alentar cualquier
escenario de transición y salida del extractivismo, hoy proceden como
cualquier otro gobierno latinoamericano, promoviendo la expansión de las
fronteras del capital y la exportación masiva de commodities, a través de la
multiplicación de megaproyectos extractivos (minería, expansión de la
frontera petrolera, soja, entre otros).
En segundo lugar, este
proceso significó una estigmatización creciente de la narrativa indigenista y
ecologista, desplazada por la narrativa populista, donde convergen visión
estatalista y culto al líder, bajo esquemas hiperpresidencialistas.
Asistimos así al retorno de un populismo de alta intensidad, asociado al
ejercicio de la política como permanente confrontación entre dos polos
antagónicos (el nuevo bloque popular versus oligarquía, medios de comunicación
dominantes y el “ambientalismo colonial” o el “ecoterrorismo”). La inflexión
no es menor, pues el populismo, como fenómeno político complejo y
contradictorio, presenta una tensión constitutiva entre elementos
democráticos y no democráticos. Tarde o temprano, ello hace que nos
preguntemos sobre el tipo de hegemonía que se va construyendo en esa tensión
peligrosa entre una concepción plural y otra organicista de la democracia;
entre la inclusión de las demandas y la cancelación de las diferencias. Los
dos hechos reseñados, aunque revisten una gravedad diferente (Ecuador está
varios pasos adelante), forman parte de esta tentación de corrimiento de las
fronteras.
Por último, no es
lo mismo hablar de nueva izquierda latinoamericana que de populismos del
siglo XXI. En
el pasaje de una caracterización a otra algo importante se perdió, algo que
evoca el abandono, sino la pérdida de la dimensión emancipatoria de la
política y la evolución hacia modelos de dominación de corte tradicional,
basados en el culto al líder y su identificación con el Estado.
* Socióloga y
escritora, es miembro de Plataforma 2012
Correspondencia
de Prensa-Ernesto Herrera
EH - postaporteñ@ 1470 - 2015-09-18
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Golpe Blanco En Vez De
Guarimba Uruguaya
Pido al lector que le tenga un poco de paciencia a mi inclinación a pensar
con categorías. Podrá ser medio pesado pero creo que es la que sirve. Con
esta nota me ha pasado algo raro, por una vez la tortuga uruguaya es una
liebre que no me da ni tiempo a escribir; la veo venir, quiero sacarle una
foto antes de que llegue, pero cuando tengo la foto lista ya pasó.
En el contexto de este
trabajo decimos golpe
blanco en sentido de autogolpe por vía blanda, cambio de
alineación y de anclaje del gobierno promovido desde arriba, rompiendo su
base. Como Alexis Tsiripas. Esto tiene un costo político partidario y
parlamentario, un quiebre y pérdida de sustentación que se compensa
recurriendo a la “oposición”
Guarimba, en un sentido genérico, quiere
decir acá la presión extra-institucional por acciones de masas hechas contra
un gobierno “de izquierda” por una oposición de derecha tradicional que
recurre a métodos de movilización típicos de la izquierda.
Más allá de un cierto punto, la guarimba podría ser “Maidan”, violenta y
derrocamiento del gobierno como en Ucrania en febrero de 2014. No ha sido el
caso de América Latina.
Nuestro continente vive hoy
un ciclo de gobiernos socialdemócratas
que se abre al finalizar el Siglo XX por el agotamiento social, económico,
político, partidario e ideológico que ocasionaron los gobiernos neoliberales
previos desgastando las formas políticas tradicionales de la derecha, antes que la
conciencia de clase los explotados y sus formas orgánicas estuviesen en
condiciones de una ruptura revolucionaria anti-capitalista.
Ese hiato crea una situación
ambigua, una especie de bonapartismo:
lo viejo ya no está en condiciones de continuar pero lo nuevo aún no está en
condiciones de remplazarlo. Esto explica también esta mezcla de cosas
parecidas pero diferentes, doble disfraz o travestismo cruzado. Son variantes
dependientes de cada correlación de fuerzas concreta.
Lo general en los gobiernos
socialdemócratas es su ciclo. La socialdemocracia apuesta a una conciliación
provisora de fuerzas sociales antagónica, propia de una coyuntura de
debilidades mutuas.
Muy esclarecedor sobre lo
que es una socialdemocracia, en particular por sus categorías conceptuales,
es el discurso de Rosa Luxemburgo en el Congreso Fundacional del KPD (Partido
Comunista Alemán) el último día de 1918, un diagnóstico y pronóstico negativo
sobre la República de Weimar en la Alemania revolucionaria que apenas estaba
naciendo y ni tenía aún ese nombre. Rosa fue asesinada quince días después.
La degradación inevitable de la socialdemocracia y su capitulación en
escalada que lleva al acceso del nazismo, llevó quince años.
Hoy un proceso similar en
América Latina. Aunque no sepamos de qué lado se inclinará la balanza al
final, quién ganará de los dos bandos sociales antagónicos, sabemos quién
perderá. No hay posibilidad de resolver la contradicción social básica por la
vía de la conciliación de clases, el estrechamiento de la base de la
socialdemocracia es inevitable.
Este ciclo tuvo por base una expansión en la
retención del excedente económico, permitiendo algunas formas parciales de
redistribución. Pero esa coyuntura fue posibilitada por turbulencias en la
economía capitalista mundial, y ahora esas mismas turbulencias tienen
consecuencias contrarias para América Latina, el ciclo se termina y el tiempo
de la socialdemocracia también.
No vamos ahora profundizar
en todos los aspectos de esto, solamente estamos repasando el concepto
general. Pero señalamos que esa redistribución ha sido en parte económica y
en parte meramente política; en parte material, en parte simbólica, y en
parte prometida y postergada.
Recordamos lo que decía Marx sobre la mercancía, “cosa que merced a sus propiedades satisface
necesidades humanas del tipo que fueran. La naturaleza de esas necesidades,
el que se originen, por ejemplo, en el estómago o en la fantasía, en nada
modifica el problema”. Si no lo modifica, al menos crea un nuevo
problema cuando la fantasía se cae y el estómago sigue chillando. Es el final
de este ciclo socialdemócrata en el continente.
Veamos algunas
variaciones.
Panamá y Honduras no llegaron a empezar. Paraguay terminó muy pronto. Son
casos de debilidad histórica de las fuerzas sociales en que podría apoyarse
un proceso de socialdemocracia. La derecha no ha tenido, por las mismas
razones, que recurrir allí a dispositivos de protesta tipo “guarimbas”
o similar, ni tampoco podría hacerlo. En Paraguay, a la inversa, la
protesta social ha sido atisbo de una verdadera rebelión popular, el gobierno
Lugo recurrió a la represión (como todos estos gobiernos según los casos) y
la derecha aprovechó esa puerta abierta para quitárselo del medio.
En el otro extremo Bolivia,
el caso en que la socialdemocracia latinoamericana actual ha podido avanzar
más, en todo el continente. El gobierno Evo muestra pocos signos de desgaste,
lo que contradice la versión de que todo
gobierno de base popular se desgasta por el ejercicio del poder, se desgastan
si no cumplen. Podemos entrar en la particularidad de Bolivia, pero no hoy.
Venezuela, Brasil, Ecuador,
en parte Argentina, son gobiernos en desgaste, asediados (y Chile, pero del
otro lado), que enfrentan protestas sociales masivas. No tiene sentido
pretender distinguir en ellos entre “verdaderas” y “falsas “izquierdas. Son
socialdemocracias, y sus variaciones se explican por la forma distinta que
asumen los antagonismos sociales que tratan de sortear, sin resolver.
Las protestas sociales que
enfrentan tienen distinto signo. Hay protestas populares verdaderas, pero
también están las que en su FORMA recurren a los procedimientos históricos
del movimiento popular pero su CONTENIDO responde a contenidos sociales
diferentes. El desgaste ha habilitado la rebelión de contenido burgués con
formas de movilización de masas, la “guarimba”
Todo esto ha sido solamente
el marco para venir a Uruguay.
1.
El límite de las posibilidades de la breve y superficial expansión de la
actividad económica ya se está alcanzando. Ya es noticia pública la
retracción económica del último trimestre. William Yohai adelantó el
diagnóstico un par de semanas, creo. No es poca cosa
2.
No habrá guarimbas en Uruguay. No hay condiciones para eso, pese a que algún
trasnochado lo proponga. (El economista Ignacio Munyo, de la Universidad de
Montevideo, en “Código País”, por ejemplo). Salvo alguna protesta espontánea
por “inseguridad” que no tiene alcance social, la calle es terreno exclusivo
del movimiento popular. Las movilizaciones de masas son luchas
sindicales reivindicativas, y las tradicionales movilizaciones masivas por
derechos humanos
3.
Muy diferente es lo que pasa con la otra estrategia alternativa de la derecha
que hemos señalado: el “golpe blanco”. Vamos a detenernos en este
punto
4.
En una nota pasada, contestando a Adolfo Garcé, escribí:
“Garcé no nos da una
solución explícita, pero resulta obvia. Tabaré debe ser remplazado por un
líder de verdad. Los líderes son la solución, los partidos son un lastre. Las
tensiones internas del FA son producto de la debilidad del liderazgo. Con un
fuerte liderazgo, el gobierno podrá realmente resolver los problemas de
nuestra sociedad, los distintos sectores sociales moderarán sus pretensiones,
la economía volverá a crecer”
ver Política y
pseudociencia:
El asunto Tabaré FERNANDO
MOYANO-postaporteña 1468 -09-14 http://postaportenia.blogspot.com.ar/
2015/09/1468-algunos-estan-destinados-razonar.html
Yo creí estar haciendo una
caricatura, pero me equivoqué. Resultó ser una pintura realista
de la propuesta que levanta hoy explícitamente la derecha. Y cuando mi nota
fue publicada, la noticia del día en la prensa de derecha era, por ejemplo: “FA pretende dar nueva concesión a
docentes en contra del planteo oficial. Bancada oficialista quiere eliminar
artículo que estableció el gobierno”. (El Observador, 15 de
setiembre).
En el programa “Código
País” ya citado (mismo día) el llamado abierto al “golpe blanco” era el
planteo del politólogo Daniel Chasquetti. Que Tabaré Vázquez deje de
someterse a las resoluciones orgánicas del FA y pase a gobernar sobre la base
de un acuerdo entre el ala astorista (minoría en el FA) y los partidos
Nacional, Colorado, e Independiente, partidos que están ya haciendo ese mismo
llamado. Como ya dijimos, es el modelo Alexis Tsiripas. Varios temas se usan
para proponer este giro, como ha sido el caso del intento de declaración en
el Senado sobre la prisión del venezolano Leopoldo López.
Chasquetti aclara que en su
opinión, su llamado quedará en saco roto, y estoy de acuerdo.
No va a ocurrir
semejante giro en forma abierta. Lo que sí ocurrirá, por ahora, es lo
siguiente:
a.
La oposición burguesa tradicional (blancos, colorados, “independientes”)
seguirá haciendo llamamientos y quejas sobre la “dictadura del FA”
b.
Las contradicciones políticas dentro del FA seguirán aflorando. Hemos visto
(también, de nuevo, precipitándose los hechos sin que este pobre comentarista
tenga tiempo de terminar de escribir sobre lo que pasa, por esta maldita manía
de pensar en categorías) la polémica abierta dentro del Partido Socialista
entre Daniel Olesker y Álvaro García. No es raro, porque ese partido siempre
fue un “partido
partido”, o sea compuesto por fracciones diferentes y
contradictorias que actúan en política cada una por su cuenta
c.
En vez de romper el FA, la cúpula “vazquista” usará esa posibilidad
como elemento de presión para “correr a los ponchazos”, aun siendo minoría, a
la disidencia dentro del FA con la amenaza. Como lo dijimos también en una
nota previa con una cita del maestro ajedrecista Aarón Nimzovich: “La amenaza es más fuerte que la
ejecución de la amenaza”
(ver El Rey Pelado http://postaportenia.blogspot.com.ar/2015/09/1465-me-pregunto-si-las-estrellas-se.html)
d.
La ventaja con la que cuenta para eso es que el “ala izquierda” del FA
no es como el ala izquierda de Syriza, han tardado DIEZ AÑOS en
empezar a rebelarse.
e.
¿Por qué? Porque recién ahora la realidad empieza a acuciar. Si no fuese así
seguirían, salvo honrosas excepciones, de soldados tranquilos. La “bonanza”
les permitió hacer la plancha esos diez años, y, como también lo señalamos en
una nota anterior citando al antropólogo del materialismo cultural Marvin
Harris, fueron soldados tranquilos porque “los
almacenes... estaban pensados para tener contenta a la gente y asegurar su
lealtad: Así como la rata no abandonará la despensa, la gente no abandonará
al rey mientras crea en la existencia de la comida en su almacén”.
(Perdone de nuevo el lector esto de andar repitiendo lo que dije antes, pero
podrían no creerme que ya había comenzado a decir esto antes de que pasase).
Ahora están presos de esa cobardía, y al mismo tiempo la realidad los
acorrala.
La bomba ya está haciendo
tic-tac....
FERNANDO MOYANO
postaporteñ@
1470 - 2015-09-18
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Venezuela -
Entrevista a Edgardo Lander
El sociólogo asegura
que el proceso
de transformación
en Venezuela
“fracasó”
Edgardo Lander: El tejido solidario devino en un bachaqueo
individualista y competitivo
Hugo Prieto
/ Contrapunto,
Caracas, 9-8-2015
No hay democracia
participativa, si el mundo popular se organiza siguiendo la lógica leninista
de la verticalidad, si se profundiza el modelo rentista. No hubo una
transformación cultural profunda que cambiara la lógica de riqueza
infinita
Ante una fotografía sería
muy difícil hacerse una idea de quién es Edgardo Lander. Su mirada es fría,
reflexiva, pero se deshiela apenas sonríe. Su sentido del humor es una
herramienta eficaz para rebajar las tensiones que necesariamente trae consigo
el hecho de interpelar a la sociedad venezolana. Sus lentes son un señuelo
que desvían miradas curiosas, pero no del obturador de la cámara fotográfica.
Cada vez que suena el clic reacciona con un gesto casi imperceptible de
incomodidad. Apostaría a que nunca lo veremos de traje y corbata, porque
Lander, sociólogo por la UCV y con un doctorado en Harvard, contertulio de
los pequeños grupos de la izquierda ecologista y oponente acérrimo del
neoliberalismo es, ante todo, un libertario.
Su postura es desde la
izquierda y sus grandes cuestionamientos pasan por el intento de legitimar al
proceso bolivariano sobre la base de lo ya existente, profundizando, además,
el modelo rentista petrolero. Al declarar el carácter socialista de la
llamada revolución bolivariana, en 2005, se inicia una organización vertical
y leninista de las comunas y los consejos comunales que lo pinta todo de
rojo, rojito, acaba con la noción de autonomía y liquida la democracia
participativa.
El autoritarismo, el
espíritu de cuerpo y la opacidad de los militares difícilmente se encuentren
con un modelo democrático.
En el discurso había un tejido social promovido por las misiones, pero ante
la crisis económica y sus dos pivotes, la inflación y la escasez, la
respuesta del mundo popular no fue precisamente solidaria, sino
individualista y competitiva.
La lógica electoral asfixia las posibilidades políticas
–Varias
generaciones de venezolanos nos hemos diluido en el rentismo petrolero. Sin
embargo, hubo en la IV República y también en la V, un discurso para superar
esa trampa, ¿Por qué ha resultado tan difícil deshacerse de ese lastre?
–Creo que son muchas las
razones. La primera es que tenemos un siglo en esto, un siglo en la
construcción de un tipo de modelo político, de un tipo de Estado, de una
subjetividad y de una expectativa, incluso, de una noción de qué es Venezuela
y de quiénes somos los venezolanos, esta noción de país rico. Tenemos
petróleo, tenemos derecho al petróleo.
Esa idea está profundamente
instalada en la realidad y forma parte del ADN de los venezolanos. Allí está
la cancha en la cual se han dado los debates políticos y las confrontaciones
durante todo este tiempo. El reconocimiento de asuntos como la sobrevaluación
de la moneda, la enfermedad holandesa y el rentismo, son cosas bien sabidas.
Está en la academia y en el discurso político es una especie de obligación
reiterada, de vez en cuando los políticos tienen que hablar del tema.
Hay una formalidad de que
se tiene conciencia de eso. Pero de hecho, en el corto plazo, la forma en las
cuales se definen los intereses de los grupos empresariales y del partido de
gobierno, pasan por profundizar el rentismo.
–Los políticos,
cuando invocan el tema, dicen que si realmente intentan cambiar el modelo,
los tumban
–Hay una dimensión
estructural y cultural de todo esto, pero también hay una dimensión en el
plano electoral. En la dimensión estructural, es muy difícil ir en contra del
sentido común instalado en una sociedad. En Venezuela se tiene una visión muy
amplia de lo que son los derechos, pero una noción muy limitada de que esos
derechos sólo son sostenibles sobre la base del trabajo colectivo, del
esfuerzo común, pero aquí hay petróleo y muy pocas responsabilidades.
Afectar, en términos
efectivos, lo que es este sentido común es muy a contracorriente,
difícilmente puede ejecutarse sin una transformación cultural profunda. Pero
vayamos a algo mucho más concreto. Las políticas públicas están sobre
determinadas por las coyunturas electorales y eso pasa por desarrollar, a su
vez, programas electorales atractivos. Cualquier decisión importante,
incluida el aumento de la gasolina, se toma midiendo su impacto en las
próximas elecciones.
Hay una especie de sobre
determinación del cálculo electoral que borra toda posibilidad de
transformación, de ir más allá, de imaginarse un país diferente, porque se
está operando sobre la base de lo existente. En ese sentido, la competencia
electoral tiene una función extraordinariamente conservadora en los sistemas
políticos, porque es la reafirmación de los sentidos comunes y quien se sale
de esos límites, le va muy mal.
La inclusión no es sostenible con gasto público
–Hay quienes
afirman que se ha creado un ambiente propicio para que funcione el voto
castigo, justamente porque no hay nada que repartir con la caída de los
precios del petróleo, ¿Sería eso suficiente o influyen otras cosas, por
ejemplo, las expectativas y un pensamiento político distinto Usted qué cree?
–No, obviamente el voto
castigo en modo alguno es suficiente, entre otras cosas porque en el debate
político y en la conciencia colectiva venezolana todavía no hay un
reconocimiento de qué es lo que está en crisis. Se atribuye la crisis, tanto
política como económica, a la caída de los precios del petróleo, como que
si con precios de 100 dólares el barril, estaríamos boyantes
Pero, como bien lo dice
Asdrúbal Baptista, el ingreso petrolero per cápita en Venezuela viene
descendiendo desde los años 80. Es decir, atravesamos una prolongada crisis
que, simplemente, es la constatación de la inviabilidad de un modelo
productivo sustentando en cobrar renta y repartirla… cobrar renta y
repartirla y así sucesivamente, que es lo que hemos venido haciendo desde…
–… hace 100 años,
ya lo dijo
–Desde hace tanto tiempo.
Uno hubiese podido pensar que en estos años se abrió la oportunidad, sobre la
base del reconocimiento de que la renta petrolera había creado el tipo de
Estado, el tipo de política y el tipo de sentido común que había que superar;
cuando Venezuela contó con abundantes recursos y había un gobierno
extraordinariamente legítimo, porque en algún momento el gobierno de Chávez
lo fue, y hubiese tenido capacidad para empujar a la sociedad en contra de
los sentidos comunes instalados, pero lo que se hizo fue reforzar la
legitimidad a partir de lo existente.
En lugar de buscar
transformaciones en el modelo productivo y en los imaginarios de qué tipo de
sociedad queremos, hacia dónde queremos ir, se reforzó la lógica de
distribución y la idea de que la democracia y la inclusión son posibles
mediante el gasto público. Y eso, obviamente, es imposible
– ¿No lo es porque
el gasto es insuficiente?
–El gasto público como
respuesta a la exclusión, como respuesta a los niveles de deterioro de las
condiciones de vida que venía produciendo el neoliberalismo, obviamente está
justificado, pero lo está como respuesta a una situación de dificultades en
transición hacia otra cosa. Obviamente, es mucho mejor una transferencia
hacia la mayoría de la población, que una transferencia para seguir
concentrando el capital, como venía operando antes.
Pero desde el punto de
vista de la sostenibilidad en el tiempo, esto no es posible. No lo es desde
el punto de vista político-cultural, porque refuerza la lógica de la
mentalidad rentista, del país rico del que hablamos, pero tampoco es posible,
porque por más que crezca la renta petrolera, nunca será suficiente para
satisfacer expectativas crecientes que se van generando en la población.
Tenemos un largo trecho de
camino en esta vertiente de crisis terminal del modelo rentista y el problema
es que no sabemos qué características va a tener ese aterrizaje,
necesariamente forzoso, que no se resuelve por la vía de que el gobierno
pierda las elecciones parlamentarias o de que haya un referéndum revocatorio
el siguiente año.
No hay un pronunciamiento
de dónde estamos, ni en los debates políticos, ni en los programas de
gobierno. Las dos opciones de poder se diferencian absolutamente en todo,
menos en un pequeño detalle: ambas ofrecían, al menos en la última elección
de Chávez, una producción petrolera de 6 millones de barriles diarios para el
final de este período constitucional. En todo lo demás desacuerdo, excepto en
la idea de reforzar el modelo rentista petrolero. En eso hay coincidencia,
pero eso es lo que hay que discutir. El problema del rentismo en Venezuela es
que aquí hay consenso nacional rentista
La polarización reduce todo a la inmediatez
–Usted afirma que
en Venezuela no hay conciencia de lo que está en crisis. ¿A qué atribuye eso?
–Hay un elemento de la
coyuntura que no se puede obviar. Aquí ha venido operado la polarización
política de tal forma que ha empobrecido extraordinariamente la capacidad de
reflexión. Todo se convierte en blanco y negro, hay una especie de filtro que
todo lo transforma en gobierno u oposición. Hay una incapacidad para escarbar
más allá de la coyuntura, para ver qué es lo que nos está pasando como
sociedad.
– ¿Cree que nos
hemos embrutecido con la polarización?
–No sé si lo llamaría
embrutecimiento, pero con toda seguridad hay un empobrecimiento de la
reflexión intelectual porque la polarización también hace que la reflexión
sea muy de la coyuntura, muy de la inmediatez. No hay espacios, ni ha habido
espacios en la sociedad venezolana, para una reflexión que vaya más allá, que
se distancie del día a día, que se pregunte ¿qué nos está pasando como país?,
¿de dónde venimos?, ¿adónde queremos ir?, ¿cómo estas propuestas que se ponen
sobre la mesa dan cuenta de unas cosas, pero obviamente no dan cuenta de
otras?
En las universidades, el
asunto es dramático.
En la Bolivariana, en lugar de haber una discusión sobre cómo cambiar la
sociedad y cuáles son los retos, lo
que hay es una tendencia hacia la oficialización dogmática de un discurso,
pero igualmente pasa en las universidades autónomas, en donde se ha instalado
un sentido común de oposición. Entonces, ¿dónde está el debate? Si lo vas a
buscar en los medios impresos o en la televisión, lo que vas a encontrar es
tremendamente limitado.
–Recientemente, la
UCAB hizo una serie de propuestas al país, digamos como algo excepcional,
pero lo que priva es un medio en el que unos y otros se han apoltronado en la
trinchera ideológica donde se siente más a gusto. ¿No cree que sea una
conducta tremendamente irresponsable?
–Dramáticamente
irresponsable, porque no es un asunto que concierne solamente a Venezuela.
Actualmente nos enfrentamos en el planeta con condiciones que son
extraordinariamente diferentes con las cuales se construyó la política hasta
hace muy poco. En primer lugar tenemos que confrontar el hecho de que el
patrón civilizatorio de crecimiento de la sociedad está destruyendo las
condiciones que hacen posible la vida en esta tierra y nos estamos acercando
peligrosamente a un límite en el cual, con toda seguridad, se producirían
cambios de naturalezas catastróficas e irreversibles. Ni siquiera está
garantizada la sobrevivencia de la especie humana, si se sigue en este
proceso de destrucción, de deforestación, de emanación de gases de efecto
invernadero, de calentamiento global, de sobrepesca en los mares, etc., etc.
Es necesario reconocer que
estamos ante la crisis de un patrón civilizatorio que ha sido muy
hegemonizado por el capitalismo y que forma parte de la subjetividad de cada
uno de nosotros. Ha logrado instalarse como deseo, como expectativa, como
noción… Entendemos y vivimos la vida como bienestar material, como abundancia
creciente. Estamos montados sobre una locura colectiva, pero no sobre la base
de la ignorancia, sino a pesar del saber, a pesar de conocer, a pesar de
tener toda evidencia de que lo que hacemos es una locura, es destructivo y no
es sostenible. Sin embargo, seguimos adelante.
El fantasma de la violencia y la guerra civil
—El resultado de
las elecciones parlamentarias o un referéndum revocatorio no son el
componente de la ecuación que resolverá el tema del “aterrizaje forzoso”. En
el siglo XIX de la historia de Venezuela eran las montoneras y en el siglo XX
los golpes de Estado. ¿Estamos a las puertas de una salida violenta?
—A mí lo que me preocupa, y
lo que más me ha preocupado, es que en Venezuela se instale un estado de
violencia política. La sociedad venezolana es extraordinariamente violenta.
Basta ver la estadística de homicidios. Pero a pesar de eso, desde el punto
de vista de la confrontación política, aparte de episodios como La Salida, en
2014, esa violencia extendida no se ha traducido en violencia política en una
escala importante.
Pero no hay nada que nos
diga en qué momento ese quiebre puede darse. En esta sociedad hay una
distribución de armas muy extendida, muy “democrática”, uno no puede prever
acciones y reacciones, en el plano de la violencia, que una vez que se
desaten sean muy difíciles de controlar. Y eso va más allá, obviamente, de la
voluntad de la dirigencia del gobierno o de la dirigencia de la oposición.
Esa es una amenaza real.
—Así como el
planeta avanza en la locura de la destrucción de la vida humana, nosotros
avanzamos en nuestra propia locura política. ¿Por qué seguimos avanzando?
—Creo que eso tiene que
ver, nuevamente,
con el cortoplacismo y la lectura polarizada de todo. O
sea, los culpables son los otros, los que están del otro lado. Nosotros somos
pacíficos, tranquilos y el gobierno es represivo y dictador o, por el
contrario, los otros son agentes de la CIA.
La dimensión epistemológica de la polarización, es el bloqueo del
conocimiento de lo que está más allá de la lectura inmediata y a veces la
lectura de cosas que pudieran ser obvias, pero que están más allá de lo
inmediato, aunque sean medianamente reconocidas, son apartadas o dejadas
a un lado, porque la mirada de la coyuntura de la polarización determina todo
lo demás y eso genera una ceguera colectiva.
Y en esa ceguera se pueden dar casos o situaciones en la dirección que nadie
quiere. Pero aún se siguen dando los pasos. No estoy diciendo que estamos
caminando hacia la violencia política o a una guerra civil. No quiero que se
entienda que lo estoy pronosticando. Pero no estamos tomando las medidas que
garanticen que eso no pase.
–Se acabó el
espacio para la confrontación electoral entre dos modelos contrapuestos.
Diría que eso se extinguió. ¿Qué es lo que hay que hacer? ¿Cuáles son las
alternativas que tiene esta sociedad para enfrentar los grandes problemas que
tiene?
–Yo diría, en primer lugar,
que habría que reconocer la situación en la cual nos encontramos. Reconocer
más allá de la coyuntura, más allá de si gano o pierdo las elecciones, que
como sociedad estamos montados sobre una lógica que tiene una extraordinaria
inercia, que lleva a que los problemas fundamentales no estén siendo
debatidos, sino más bien a que sean enunciados, pongamos el caso del rentismo
petrolero, tal como se mencionó, pero eso no deja de ser una letanía y como
toda letanía es inútil.
Aquí hay responsabilidades,
posibilidades y opciones en todos los ámbitos. Me referí a la necesidad de
recuperar el espacio universitario, por ejemplo, como un lugar idóneo para la
reflexión colectiva sobre la contraposición de posibilidades de país, pero
eso en Venezuela, en lo fundamental, está perdido, hay un empobrecimiento
radical de la producción académica, que es extraordinariamente lamentable,
porque la producción intelectual mono ideológica, no va para ninguna parte.
La lógica leninista contra el tejido social solidario
– ¿No se supone que
las universidades son esclavas del libre pensamiento?
–Se supone. Pero por otra
parte, también hay otro terreno en el cual están pasando cosas de
organización y de búsqueda. Me refiero al mundo popular organizado.
La apuesta política más importante de transformación que se planteó el
chavismo es esto que se denomina poder popular, comuna, consejos comunales,
mesas técnicas de agua. El problema es que este proyecto de organización
popular en Venezuela ha estado atravesado, desde sus inicios, por una
profunda contradicción
Por una parte, la noción de
autogobierno, la noción de políticas sociales orientadas a fomentar el tejido
social orgánico de los sectores populares —el mejor ejemplo es el inicio de
Barrio Adentro, si la comunidad no hace el censo, si no sabe quiénes son las
mujeres embarazadas, si no hace el enlace con las instituciones para
conseguir los medicamentos, ¿qué puede hacer un médico cubano?, pues no funciona,
no pasa nada, y eso estuvo pensado así desde sus inicios—, pero desde que el
proceso venezolano se declara socialista, en 2005, comienza a
institucionalizarse una organización más rígida y la noción de que el Estado
dirige, controla. Digamos, la instalación de una lógica leninista en la
relación del Estado con la sociedad.
— ¿Mucho más
burocrática?
—Sí, pero yo me refiero a
la lógica leninista de verticalidad.
—Que ya sabemos
adónde conduce
–Sí, claro, no es que
estamos empezando de cero como si no hubiera pasado nada en el mundo.
Conocemos la Historia. Entonces, ¿qué ha pasado? En la relación de este
proceso de construcción de tejido social —comunas, consejos comunales, poder
popular— hay una contradicción permanente entre el impulso organizativo, que ha
sido real y que efectivamente impactó a una sociedad relativamente poco
organizada y sometida a la lógica de la partidización de los tiempos
anteriores, generando experiencias variadas y diversas, algunas de gran
riqueza, pero a la vez envueltos en la contradicción de depender de los
recursos públicos y sometidos a la lógica leninista, cuya caricatura son los
consejos comunales rojos rojitos.
Si te planteas otro patrón
de democracia, desde las bases, desde el autogobierno y la pluralidad de las
comunidades, eso pasa necesariamente por formas de organización popular que
reflejen la diversidad de la existencia del pueblo.
–Si ha sido el
caso, se liquida la democracia participativa
–Claro. En la medida en que
esta lógica se impone, obviamente, aplasta la democracia participativa. Lo
que quiero destacar es que en Venezuela esta relación ha llevado a resultados
diferentes en distintos lugares del país.
Hay experiencias donde uno advierte una organización popular real y eso tiene
que ver con muchas cosas, tiene que ver con las particularidades concretas de
la gente que vive allí, si la gente tuvo o no una experiencia política
previa, si tenía capacidad para mirar el chavismo desde una experiencia
diferente o, por el contrario, si esa es la primera vez que nos reunimos en
asamblea para hablar de los problemas colectivos, o si es la primera vez que
hacemos un censo para identificar prioridades, en donde alguien podría
preguntar “¿qué es eso de autonomía?” “¿a qué viene ese cuento?”.
Creo que con el tiempo se
fue instalando más la lógica de control vertical y una caricatura de consejos
comunales rojos rojitos. Pero de todas maneras ha habido una experiencia
popular extendida, que en muchos lugares sigue activa, sigue vigente, sigue
reaccionado.
Sin embargo, cuando uno
advierte cómo ha reaccionado el mundo popular venezolano ante la crisis de
los últimos dos años, a la inflación y a la escasez fundamentalmente, uno
puede preguntarse ¿Y
el tejido social solidario que se venía construyendo en estos años, qué paso?
Resulta que encontramos que este tejido social tenía unos niveles de
fragilidad mucho mayores de los que parecía hasta hace unos tres años y
la respuesta a la crisis no ha sido precisamente solidaria, sino individual y
competitiva.
De acuerdo a Datanalsis, el
70% de la gente que hace cola son bachaqueros
Uno pudiera pensar que esas
experiencias populares tal vez sirvan para contener una salida autoritaria,
pero si la relación ha sido francamente leninista y, además, la respuesta
ante la crisis ha sido individual y competitiva, tal vez no haya una
respuesta política y la gente opte por quedarse en sus casas.
– ¿Tú estás
planteando una salida autoritaria dirigida por quién?
–Por factores políticos
distintos al gobierno o por el hecho de que se profundice la línea leninista,
que no sería otra cosa que la instauración de un Estado totalitario.
Creo que las posibilidades
de una salida autoritaria, ya sea por la vía de una ruptura constitucional
por el propio gobierno, si ve que va a perder las elecciones o una salida extra
constitucional, por el otro lado, como obviamente se planteó el año pasado y
que no era precisamente una “salida” para la recuperación de la democracia ni
nada por el estilo, no las veo como cosas probables que ocurran.
Después de tiempos
de una extraordinaria politización, actualmente hay en la población
venezolana una especie de cansancio y descreimiento. Yo no encuentro grandes pasiones
que estén operando ni a favor del gobierno, ni a favor de una movilización
amplia de una alternativa distinta. Creo que si se cumplen los pronósticos de
las encuestas y la oposición gana las elecciones parlamentarias, esto no va a
ser un acto de gran movilización popular, sino una especie de voto castigo
y de hartazgo ante las dificultades de la vida cotidiana
Repito, a mí lo que más me
preocupa es que más allá de la voluntad del PSUV, más allá de la voluntad de
la mayoría de la MUD, pueden desatarse procesos que generen violencia, que
tengan consecuencias difíciles de controlar. A medida que nos acerquemos a
diciembre, puede haber situaciones de creciente tensión. No veo en ninguno de
los dos lados, repito, el propósito de crear las condiciones para una guerra
civil. Pero las
guerras civiles que conocemos nunca fueron declaradas. Así no
pasan esas cosas
La corrupción ha permeado a amplios sectores
–A mayor crisis,
mayor visibilidad de la corrupción. Sin embargo, hay hechos manifiestos e
inocultables (los 20 mil millones de dólares de los que habló el ex ministro
Giordani), ¿Ese hecho no acelera el hartazgo hacia la política y aumenta el
deseo de darle la vuelta a la tortilla?
–Lo que pasa es que ese
ingrediente es extraordinariamente complejo y está en todas partes. Por
ejemplo, en todo el manejo de las divisas ha habido un componente fundamental
de corrupción del sector privado. No es algo que se le pueda atribuir sólo al
gobierno. A mí me parece creíble que hay una naturalización de la corrupción
en la sociedad venezolana actual, donde los límites de lo aceptable y lo no
aceptable, terminan por desdibujarse.
La corrupción ha permeado
hacia sectores muy amplios de la sociedad. Las formas en que opera el
bachaqueo, al igual que el contrabando de extracción, por ejemplo, son
modalidades de la corrupción; pensar que esas son mafias organizadas en las
ciudades, obviamente, no
es cierto.
Me contaban que en una cola, en Barquisimeto, gente con posturas de oposición
decía: vamos a tener que votar por el gobierno, porque gracias a este
gobierno existen estas colas y con el bachaqueo nos estamos metiendo el
billete que nos estamos metiendo. Hay una descomposición ética que está
operando muy fuerte
–En la corrupción
hay una participación importante del sector militar, pero de eso se habla muy
poco en Venezuela
–Ese es un tema muy
importante para reconocer, en estos años de chavismo, por qué hemos llegado a
donde hemos llegado y eso tiene que ver con el componente militar. La cultura
militar es por definición vertical y autoritaria y por lo tanto es
contradictoria con una noción de democracia pensada en términos igualitarios,
horizontales, participativa. Son dos patrones culturales que muy
difícilmente se pueden encontrar
– ¿No cree en la
alianza cívico militar?
–Yo creo que la forma en
que se ha dado la presencia masiva de militares en la gestión pública ha
bloqueado de forma permanente el ejercicio de la democracia, entre otras
cosas, porque la democracia pasa por la transparencia y la lógica militar
implica lo contrario, la opacidad.
Creo, por ejemplo, que las formas primarias de la corrupción
en estos años, han tenido que ver con el estamento militar, con la
particularidad de que los militares operan con espíritu de cuerpo, lo que
hace mucho más difícil la posibilidad de denunciar, de investigar, de
controlar y, por otra parte, el apoyo militar ha sido demasiado importante
para este gobierno como para que los civiles que gobiernan se atrevan a tocar
demasiado al sector militar. Se ha vuelto algo inasible.
Cuando uno ve lo que ocurre
con el contrabando en la frontera o con la explotación del oro en Guayana
resulta que esas cosas no son controlables, porque en cada uno de los casos está la Guardia
Nacional u otro componente militar que forma parte del negocio.
Los cuentos que llegan del estado Bolívar es que cuando se renueva un grupo
militar las cosas cambian por unas semanas y rápidamente se encuentran los
mecanismos en los que terminan envueltos en las cadenas de corrupción.
El Estado, en esas
condiciones, carece de instrumentos con los cuales regular y controlar estas
actividades ilegales, porque los instrumentos con que cuenta terminan siendo
copartícipes de aquellas cosas que se quieren regular o controlar.
Hay un tema fundamental de recuperación de la democracia que tiene que ver
con sacar de la gestión pública al sector militar
— ¿Hay proceso
bolivariano? ¿O no hay? ¿O simplemente esto se agotó?
—En términos globales de
balance, que ya podemos hacer después de tres lustros, es que esto, como
proceso de transformación de la sociedad venezolana, en lo fundamental fracasó.
Y fracasó porque no
cuestionó el modelo productivo rentista, que era una
condición indispensable para lograr esa transformación. Si eso no se
toca, ninguna otra cosa es posible.
Fracasó porque repitió
la lógica del llamado socialismo real, según la cual la sociedad se puede
cambiar desde el Estado. Una reorganización de arriba para
abajo, mientras la experiencia demuestra que eso es una imposibilidad.
—Más que una
imposibilidad es una tragedia
—Claro, una imposibilidad
trágica, pero que tiene consecuencias. Creo que es absolutamente
indispensable salir de esa trampa maniquea de pensar que es Estado o mercado,
y la posibilidad de reconocimiento de que la sociedad es mucho más que una
cosa o la otra. La sociedad es un conjunto de formas de vida, de tejido
social, de institucionalidades, de prácticas colectivas y cuando la sociedad
es sometida a una lógica de organización vertical desde el Estado o a una
lógica de mercantilización de todo lo que hay en ella, conducen por igual a
situaciones donde no es posible la vida, donde no es posible la democracia
Correspondencia
de Prensa-Ernesto Herrera
EL FPA –
FRENTE PATRIÓTICO ARTIGUISTA, APOYA:
DECLARACIÓN SOBRE EL CONFLICTO ENTRE VENEZUELA Y COLOMBIA
El gobierno de Colombia
acusó a Venezuela por supuesta violación de los derechos humanos de algo más
de un millar de sus ciudadanos que habitaban el estado de Táchira, en la
franja fronteriza entre ambas naciones. Esta acusación se fincó en organismos
internacionales y se amplificó mediante la campaña montada por los grandes medios
de comunicación que responden a los intereses del imperio, transnacionales y
sectores de derecha de los países, lo cual se suma a la sistemática agresión
desestabilizadora contra la revolución bolivariana que comenzó desde que
asumió el presidente Hugo Chávez en 1998, la que incluyó el intento de golpe
de estado de 2002.
El 12 de septiembre Bogotá
sumó a la tensión reinante la denuncia de violación de su espacio aéreo por
aeronaves militares venezolanas, hecho que es negado por el gobierno de
Venezuela?
El primer organismo que
atendió la actual situación fue la OEA, donde el pasado 1° de septiembre el
pleno de representantes no aceptó la petición colombiana de convocar una
Reunión de Consulta de los Ministros de Asuntos Exteriores. En esa sesión
Colombia obtuvo 17 votos a favor, 5 en contra, 11 abstenciones y hubo una
ausencia, por lo que la moción fue derrotada.
El embajador de Venezuela ante el organismo, Roy Chaderton, expresó que el
gobierno de su país ”no es partidario de discutir este tema en la OEA por su
lamentable historial” y sostuvo que lo más indicado sería en la UNASUR, ya
que éste ha sido el adecuado para resolver conflictos en los últimos años. La
reunión se iba a llevar a cabo el 8 de septiembre, pero, lamentablemente, el
gobierno de Colombia se negó a concurrir a esa instancia regional.
Hay que señalar
que llama la atención los votos de El Salvador y Uruguay en la OEA a favor de
Colombia. En el caso de Uruguay recordamos que al inicio del segundo gobierno
de Tabaré Vázquez, el canciller Rodolfo Nin Novoa, desafortunadamente,
comparó el tema de derechos humanos en Venezuela -por la detención de
Leopoldo López y Antonio Ledezma, ambos con antecedentes como partícipes
activos en el fracasado golpe 2002, - con lo acontecido durante la pasada dictadura
en su país, algo que se cuestiona por no equiparable y de distinta naturaleza
Bogotá resolvió presentar
el conflicto como un simple problema de desplazamiento de colombianos, lo que
difiere sustancialmente de la realidad de los hechos. La repatriación de un
número limitado de colombianos se debe a que -de una u otra forma-, se
vinculaban con acciones ilegales, desde diversas escalas de contrabando hasta
la utilización de construcciones y viviendas como refugio y base de
operaciones criminales. Entre los edificios señalados para demolición hay
refugios de secuestradores y sitios en que los ahora repatriados acumulaban
alimentos y bienes a precios reducidos que luego eran vendidos en Colombia
Lo paradójico es que la
repatriación de ese limitado número de colombianos relacionados con la
delincuencia- los que en otros países hubieran sido juzgados y encarcelados-
contrasta con la presencia de cinco millones y medio de sus connacionales
residentes en Venezuela, quienes han sido acogidos con generosidad, poseen
plenos derechos políticos y gozan de todos los programas sociales
bolivarianos, incluyendo educación gratuita, asistencia sanitaria, alimentos
subsidiados, así como vivienda
.
Se estima que un promedio de 150 mil colombianos emigran a Venezuela cada año.
En ese número se contabilizan 110 mil desplazados por el conflicto bélico en
Colombia, según el informe de 2015 del órgano de la ONU para los refugiados
(ACNUR).
Por lo tanto, es evidente
que el conflicto no puede enfocarse en uno de sus efectos, sino que merece
una explicación más profunda basada en causas comprobables por la comunidad
latinoamericana
Debido a la situación, el
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, decretó el Estado de Excepción en
específicos municipios del estado Táchira y el cierre provisional de la
frontera, luego que tres miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana
fueran baleados y heridos
Esta decisión se tomó con
la finalidad de enfrentar la eventual embestida de paramilitares, lograr la
desarticulación de atentados socioeconómicos, frenar el contrabando de
alimentos, medicinas y otros bienes, así como evitar la desestabilización de
la moneda venezolana, ya que los contrabandistas aprovechan ilegalmente su
cotización para la adquisición de bienes esenciales a muy bajo costo
-subvencionados por el gobierno venezolano con el fin de garantizar la
alimentación y el bienestar de su pueblo-.
El caso del contrabando de gasolina a gran escala es un negocio ilegal de lo
más rentable por sus bajísimos precios en Venezuela en relación con los de
Colombia. El argumento del gobierno bolivariano para estas y otras medidas es
la defensa de la soberanía territorial y los derechos humanos de la población
venezolana.
Con base en lo
expuesto, ofrecemos nuestro apoyo al gobierno constitucional de Venezuela, en
una coyuntura que el imperio y la ultraderecha pretenden utilizar el
conflicto para dividir a dos pueblos de Nuestra América, sumando desde aquí
el rechazo al intento de confundir y desplazar el foco de atención por parte
del gobierno de Colombia que procura ocultar su responsabilidad en el
conflicto
Asimismo,
consideramos que la única vía de solución para evitar la confrontación entre
estos países hermanos, es el diálogo que permita acceder a una solución en
los términos que lo ha reiterado el presidente Maduro en Caracas este 9 de
septiembre: “….yo propongo que se trabaje desde las cancillerías, para que el
presidente Santos y yo firmemos un pacto de paz, de convivencia y
coexistencia de modelos políticos, económicos y humanos entre Colombia y
Venezuela..." Esta propuesta estuvo sobre la mesa el 12 de septiembre en
la reunión en Ecuador de las dos cancilleres que declararon que seguirán
tratando de llegar a acuerdos que posibiliten el encuentro de sus
presidentes.
GRUPO DE
FRENTEAMPLISTAS DE URUGUAY EN MÉXICO POR LA IZQUIERDA
FRENTE PARA LA
VICTORIA DE ARGENTINA EN MÉXICO
FPA – FRENTE
PATRIÓTICO ARTIGUISTA – URUGUAY
FPA – FRENTE
PATRIÓTICO ARTIGUISTA – ARGENTINA
Carta abierta a Aporrea a propósito de la campaña xenófoba
y las violaciones de DD.HH.
Por:
Laclase.info 3/9/15
Estamos inmersos en
una tremenda crisis económica y social, ante la cual se viene aplicando un
programa de ajuste y una serie de medidas que restringen las libertades
democráticas
Desde nuestra página, y
ante la grave situación que atraviesa nuestro país, consideramos perentorio
articular esfuerzos para hacerle frente desde la perspectiva de los derechos
de los trabajadores y las mayorías populares.
El presidente Nicolás
Maduro ha optado por aplicar medidas como las devaluaciones monetarias, el
aumento del transporte y los servicios, los aumentos de los alimentos, y el
congelamiento de salarios y contratos colectivos, lo cual aunado a la
impresión desaforada de dinero por parte del BCV, y la amenaza de aumentar el
precio de la gasolina, descargan sobre los hombros del pueblo trabajador las
consecuencias más nefastas de la actual crisis.
A la par de este ajuste
capitalista, se vienen instrumentando medidas como la Operación Liberación y Protección del
Pueblo (OLP), en cuyo marco se despliegan miles de efectivos
policiales y militares, con el saldo de numerosas ejecuciones extrajudiciales
y centenares de detenciones arbitrarias.
Esta orientación
represiva dio un salto con la suspensión de las garantías constitucionales en
el estado Táchira y la deportación de más de mil inmigrantes y refugiados
colombianos, así como la demolición de sus viviendas. Mientras se atenaza al pueblo con
las medidas económicas y la restricción de las libertades democráticas, se da
vuelo a la más retrógrada y salvaje campaña xenofóbica, culpando a los
inmigrantes y refugiados colombianos de la delincuencia y la escasez.
Por ello, no puede
considerarse “democrático” publicar en Aporrea.org notas que alimenten estas
tendencias fascistoides del gobierno, ni mucho menos prestarse a publicar
notas que animen a la realización de acciones de movilización en su apoyo,
como la convocatoria de la CBST a una marcha en Caracas con tal fin. Creemos
que Aporrea.org en honor a su origen, debe realizar un pronunciamiento claro
y contundente frente a estos hechos que recuerdan a los peores tiempos del
puntofijismo.
En la exposición sobre el
origen y propósito de Aporrea.org, se plantea con claridad el repudio a la
xenofobia: “combatimos la discriminación basada en raza, credo, nacionalidad,
género u orientación sexual”
(http://www.aporrea.org/nosotros/).
Sin embargo, vienen
publicándose notas a favor y en contra de las deportaciones masivas,
como si se tratara de brindar iguales condiciones a ambas posiciones en el
debate. Cuando lo correcto es que se establezca una posición editorial de
principios, en consonancia con lo planteado en la Misión y Visión de la
página, sin la menor concesión a la xenofobia.
Aporrea.org es un medio
nacido al calor de la lucha contra el golpismo y como respuesta a la
necesidad de contar con un medio de comunicación que funcionara como
cartelera del movimiento popular.
El giro represivo del gobierno plantea la urgente necesidad, y abre la
posibilidad de que volvamos a coincidir en la unidad de acción en defensa de
las libertades democráticos y contra el ajuste económico que el gobierno
ejecuta en detrimento de los trabajadores y el pueblo. Esperamos que así sea.
Gobierno
extiende Estado de Excepción
a otros siete municipios
del Zulia y a dos de
Apure
16 Sep. 2015
El presidente de la
República, Nicolás Maduro, extendió
el radio de acción de la suspensión de las garantías constitucionales al
dictar un nuevo estado de excepción, esta vez, sobre los
municipios Jesús Enrique Lossada, Rosario de Perijá, Machique de Perijá
y la Cañada de Urdaneta, del estado Zulia; y en los municipios Páez (zona 6),
Rómulo Gallegos y Pedro Camejo (ambos pertenecientes a la zona 7), del estado
Apure.
Maduro anunció la medida la
noche de este martes en la 39 edición de su programa En Contacto con Maduro,
horas antes de que celebrara una reunión para revisar las líneas
maestras sobre la nueva Misión Nueva Frontera de Paz, creada con el propósito
de garantizar la seguridad en las zonas limítrofes con Colombia. Señaló que
en la reunión participaron el vicepresidente Ejecutivo, Jorge Arreaza y el
ministro para la Defensa y comandante del Comando Estratégico Operacional de
la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, general en jefe Vladimir Padrino
López.
Ambas acciones, tanto la
extensión de los estados de excepción como la misión Nueva Frontera de Paz,
son muestra de la creciente
militarización y controles a los que apela el gobierno de
Maduro para restablecer la normalidad de la situación fronteriza, volcar el
debate hacia la ciudadanía con su participación en la delimitación
territorial, y tratar de posicionar positivamente las acciones en la
frontera, de la que además se reportan numerosas violaciones de Derechos
Humanos. (Con información del correo del Caroní)
Colombia/Venezuela
Los
presidentes Santos y Maduro se verán
en Quito, un mes después
de que se iniciase el
cierre de los
pasos fronterizos
Javier Lafuente,
desde Bogotá El País, Madrid, 17-9-2015
El próximo lunes,
cuando se cumpla poco más de un mes desde que el presidente de Venezuela,
Nicolás Maduro, la primera parte de la frontera con Colombia, los mandatarios
de ambos países se verán las caras en Quito, bajo el auspicio de sus
homólogos de Ecuador y Uruguay, Rafael Correa y Tabaré Vázquez
La insistencia de estos dos
líderes, que ocupan la presidencia temporal de CELAC y UNASUR,
respectivamente, ha sido clave para que, finalmente, Santos y Maduro tengan
una primera toma de contacto para buscar una salida negociada a la crisis
fronteriza. "La idea es poder tener una conversación de los cuatro
presidentes y así avanzar en este diálogo con el presidente Maduro", ha
asegurado este miércoles la canciller colombiana, María Ángela Holguín. Desde
el Gobierno colombiano se han cuidado mucho a la hora de mostrarse efusivos
con este encuentro, en vista de los antecedentes desde que empezara la
crisis.
El anuncio de la cita se
produce horas después de que Santos insistiese en su disposición al diálogo en
una alocución al país. "Estoy dispuesto a reunirme para que tomemos
decisiones y soluciones concretas, no solo para la foto", dijo el
presidente colombiano, en respuesta a las declaraciones de Maduro la noche
anterior en las que insinuó que su homólogo "no se quiere reunir".
La crisis se inició el
pasado 19 de agosto cuando Maduro decidió cerrar por 72 horas parte de la
frontera con Colombia, como respuesta a un incidente en el que resultaron
heridos funcionarios venezolanos a manos, según el Gobierno de Caracas, de
paramilitares y contrabandistas colombianos.
La situación se agravó dos días
después al declarar el presidente venezolano el cierre sine die de la
frontera y declarar el estado de excepción en varios municipios,
una
decisión que sorprendió a las autoridades colombianas por considerarla
excesiva. El cierre del paso fronterizo trajo consigo la deportación de
ciudadanos colombianos. Hasta la fecha, cerca de 2.000 han sido expulsados de
Venezuela. Lejos de amainar, la situación derivó en una crisis humanitaria. A
los colombianos deportados se unieron los que decidieron abandonar el país
vecino por voluntad propia. Hasta 20.000 personas se han visto afectadas
hasta la fecha.
Del lado venezolano ya son
23 los municipios fronterizos con Colombia en los que rige el estado de
excepción. El presidente Nicolás Maduro amplió este martes por la noche la
medida a 10 localidades, siete en el Estado Zulia y tres en Apure, que se
unen a otras zonas zulianas y de Táchira, donde ya reinaba esta situación.
Maduro no aclaró si la nueva medida incluía la clausura de los pasos
fronterizos de dichos municipios De ser así, toda la frontera con Colombia
quedaría cerrada a excepción de la que ambos países comparten por el Amazonas
La crisis fronteriza se ha
convertido en un toma y daca entre ambos Gobiernos. El último jarro de agua
fría fue la segunda reunión de cancilleres, celebrada el pasado sábado en
Quito, en donde no se llegó a acuerdo alguno más allá de establecer una
agenda para trabajar en el futuro. Al día siguiente, Colombia denunciaba la
violación del espacio aéreo por aeronaves militares venezolanas. Desde Bogotá
se quiere evitar que una situación así ocurra tras una hipotética reunión
entre ambos presidentes, como la que se celebrará el lunes: la única manera posible,
a tenor de lo vivido, de lograr una salida a esta crisis
-
postaporteñ@ 1470 -
2015-09-18
|
Brasil/Misión Imposible:
articular una mayoría política
La crisis económica
agravó la fragmentación política, que a su vez tiene efectos desastrosos en
la economía, en un remolino vicioso que amenaza ahogar a Brasil
Mario Osava,
desde Río de Janeiro
IPS http://www.ipsnoticias.net/
Constituir una mayoría
legislativa confiable siempre fue difícil en las últimas décadas del llamado
presidencialismo de coalición, régimen vigente desde el fin de la dictadura
militar en 1985.
Ahora se hizo imposible,
con la economía en recesión, alta inflación y fuerte desequilibrio fiscal, en
una crisis a la que se suma un escándalo de corrupción que ya encarceló
decenas de empresarios y políticos.
Además, amenaza con hacerlo
con más de 30 parlamentarios, ministros y gobernadores estaduales, que solo
pueden ser juzgados por el Supremo Tribunal Federal.
Con la presidenta Dilma
Rousseff arrinconada y muy impopular, el gobierno se volvió incapaz de
obtener la aprobación del bicameral Congreso Nacional legislativo de
medidas del ajuste fiscal, multiplicando las incertidumbres económicas y
políticas.
La última encuesta,
realizada por el Instituto Datafolha a comienzos de agosto, le apuntó 71 por
ciento de rechazo a la presidenta, un record histórico.
La pulverización de las
fuerzas políticas en Brasil es visible en la existencia de 28 partidos con
representación legislativa, pero va mucho más allá.
“Los partidos también están
divididos y no tienen hoy líderes fuertes con el poder de orientar los votos
de sus colegas. En la actual coyuntura ciertos frentes presentan más cohesión
que los partidos”, destacó Antonio Augusto de Queiroz, director de
Documentación del Departamento Intersindical de Asesoría Parlamentaria.
El politólogo se refiere a
grupos supra partidarios que, vinculados a sectores sociales o económicos, se
organizan en torno a intereses específicos, pero luego extienden su
influencia en decisiones sobre temas variados.
Los más conocidos son los
de la llamada “bancada
ruralista”, que representa los intereses de los grandes
hacendados, y la “evangélica”,
que reúne principalmente miembros de las nuevas iglesias pentecostales,
con creciente peso en Brasil
Los ruralistas suman unos
180 diputados, según detalló Queiroz a IPS. Eso corresponde a 36 por ciento
de la Cámara de Diputados, casi el triple de la representación de los dos
mayores partidos.
Eso les permite atreverse
incluso a pelear por enmiendas constitucionales, que necesitan de una mayoría
de 60 por ciento en las dos cámaras. Un ejemplo es la que busca interrumpir
la demarcación de tierras indígenas, transfiriendo esa tarea del Poder Ejecutivo
al Legislativo.
El parlamento de Brasil, un
país con 202 millones de personas, cuenta con 513 diputados y 81 senadores.
Los evangélicos son mucho
menos, cerca de 70, “pero
es una bancada más cohesionada y activa, que detenta
posiciones claves, como cargos en la Mesa Directiva de la Cámara, en
comisiones sectoriales y liderazgos de partidos y coaliciones, evaluó
Queiroz.
Su fuerza actual se basa
principalmente en el hecho de que uno de ellos, Eduardo Cunha, fue
elegido como presidente de la Cámara de Diputados en febrero y se rebeló
contra el gobierno, aunque integre la coalición oficial, como miembro del
Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
Rousseff logró su
reelección para un segundo cuatrienio, que comenzó el primer día de este año,
con el soporte de una alianza de nueve fuerzas políticas, encabezada
por el Partido de los Trabajadores (PT).
El activismo de esa
bancada religiosa se traduce en la aprobación de medidas derechistas o de
fondo moral, como
la reducción de la mayoridad penal de 18 a 16 años, aún pendiente de votación
en el Senado, o restricciones, por ejemplo, al matrimonio homosexual, al
derecho al aborto y programas sociales.
El crecimiento de esas
bancadas refleja la elección de un parlamento más conservador en octubre de
2014.
Otra de esas bancadas
transversales que se fortaleció es la de Seguridad, en que se incluye
la tildada “bancada de
la bala”, que defiende la industria de armas en contra del
movimiento de desarme.
Esa tendencia favoreció el
aumento de empresarios en el Congreso, mientras la bancada sindical perdió
casi 40 por ciento del tamaño en relación a la legislatura anterior.
“Todos los parlamentarios
tienen variados vínculos y compromisos, que se acomodan en situaciones
normales, tranquilas. Cuando viene la crisis, habla más alto la necesidad
inmediata”, observó Fernando Lattman-Weltman, profesor de Ciencias Políticas
en la Universidad Estadual de Río de Janeiro.
Se intensifica entonces la
dispersión, porque muchos se vuelcan a los intereses de su grupo económico,
laboral o religioso. “La lógica partidaria orienta los que participan en el
gobierno, donde ocupan cargos”, pero “la inseguridad extremada hace que
pequeños intereses se impongan”, explicó en entrevista con IPS.
“En crisis el gobierno
pierde capacidad de aglutinar fuerzas, tal como los partidos, ante una
situación en que todos presentan demandas y se defienden de las adversidades
económicas”, acotó. Son fenómenos estudiados por el cientista político
George Tsebelis, en su libro “Juegos Ocultos”, apuntó el profesor.
En el Brasil de hoy todo se
complica porque las múltiples fragmentaciones se hacen más caóticas en un
cuadro de inseguridad total generado por la Operación “Lava-jato” (autolavado de
vehículos), ejecutada por la Fiscalía y la Policía Federal, bajo la
orientación del juez Sergio Moro.
La investigación iniciada
en marzo de 2014, sobre corrupción en proyectos de la estatal petrolera
Petrobras en los últimos 12 años, se convirtió en una bola de nieve,
involucrando directores de la empresa, las mayores constructoras brasileñas y
políticos de varios partidos, pero principalmente del gobernante PT.
En consecuencia, están
detenidos varios dirigentes del PT y presidentes de grandes empresas y el
escándalo se extendió a obras del sector eléctrico y sus estatales.
El Congreso tiene sus
actividades trastornadas porque Cunha y su par en el Senado, Renan Calheiros,
figuran entre los
sospechosos de recibir sobornos con los que las constructoras
buscaban obtener multimillonarios contratos petroleros y energéticos.
“Se está abriendo una caja
de Pandora, en un clima de ‘cucaracha vuela (expresión para definir una
situación confusa y sin rumbo)’ que hace más difícil una salida a la crisis”,
resumió Lattman-Weltman.
El gobierno, muy desgastado,
se ve maniatado para reequilibrar sus cuentas, ya que eso exige aumentar
impuestos, lo que enfrenta el rechazo parlamentario, o reducir gastos, otra
casi imposibilidad, por la rigidez del presupuesto y las reacciones que
generarían recortes en los programas sociales.
El intento de reducir sus
39 ministerios tampoco parece factible.
Ese exceso de carteras es otro
reflejo de la fragmentación política, sirve para acomodar los intereses
de los muchos sectores sociales, partidos y grupos políticos en el Poder
Ejecutivo.
Todos los grandes partidos,
que avalan la gobernabilidad, enfrentan divisiones internas, destacó
Lattman-Weltman. El PT, si bien es el partido de Rousseff, es históricamente
contrario al ajuste fiscal y muchos de sus dirigentes y parlamentarios nunca
apoyarían recortes en el área social.
El PMDB, otro componente
determinante de la coalición oficial, está fragmentado en numerosos grupos,
lo que se agrava por los distintos intereses de líderes como los presidentes
de las dos cámaras legislativas y el vicepresidente del gobierno, Michel Temer
Cunha y Calheiros tratan de
sobrevivir a la investigación anticorrupción y Temer juega con la posibilidad
de suceder a la presidenta.
“El sistema político
brasileño solo funciona si el presidente lo controla, con liderazgo. Con una
presidencia débil, el sistema se vuelve anárquico”, sentenció
Lattman-Weltman. “Es la tempestad perfecta, en que distintos factores
conducen a más inseguridad y todos los sectores se sienten en riesgo”,
concluyó.
Correspondencia de
Prensa-Ernesto Herrera
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2015-09-18
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La Posta Porteña
Garcia
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