martes, 18 de abril de 2017

1756* UN SENTIDO HUMANISTA NO ES UN DETALLE, SINO PARTE SUSTANTIVA DEL PROYECTO DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL


Número 1756  | 17ABR2017| Año 12


Venezuela, HAMBRE y PROGRESISMO


Rolando Astarita [Blog]



Mucha gente de izquierda considera al régimen chavista  como altamente progresista. Así, por ejemplo, Michele Kiintz y Frank Gaudichaud sostienen que el chavismo se cuenta entre los gobiernos latinoamericanos cuyo “balance en el plano de los avances sociales y de reconstrucción de un Estado social... es claramente positivo comparado con el período neoliberal anterior” (“América Latina entre el reflujo de los progresismos y experiencias alternativas”, 5/04/17; 
http://contrahegemoniaweb.com.ar/america-latina-reflujo-los-progresismos-experiencias-alternativas/). 

Afirmaciones semejantes las encontramos en muchos otros sitios web de corte nacional-populista.

En oposición a esa postura, sostengo que el hambre y la desesperación generalizadas en que se ha sumergido al pueblo de Venezuela no solo no tienen contenido socialista alguno, sino siquiera contenido “capitalista-progresista”. Para argumentar mi posición, empiezo con algunos datos y testimonios, escritos y gráficos.

Según un estudio realizado entre octubre y diciembre de 2016 por Cáritas Venezuela, con la colaboración de Cáritas Francia, la Comisión Europea y la Confederación Suiza, en Venezuela hay claros indicios de desnutrición crónica entre los niños. En algunas zonas, esta alcanza niveles cercanos a lo que, de acuerdo a los estándares internacionales, es una crisis. 

El informe dice: “Se están registrando estrategias de sobrevivencia inseguras e irreversibles desde el punto de vista económico, social y biológico, siendo especialmente preocupantes el consumo de alimentos rebuscados en las calles”
“Según una encuesta realizada en junio de 2016 en el estado de Miranda, un 86% de los niños temía quedarse sin comida. Un 50% dijo haberse acostado con hambre por falta de alimento en sus hogares”

Por su parte, Erika Guevara, directora de la Oficina Regional para las Américas de Amnistía Internacional, en junio de 2016 escribía:

“El Hospital de Niños J.M. de los Ríos en Caracas, que en otro tiempo fue motivo de orgullo como modelo de asistencia pediátrica en Venezuela, hoy es un trágico símbolo de la crisis que está arrasando este país de América del Sur.
La mitad del gigantesco edificio se está derrumbando, las paredes se tambalean, los suelos se inundan y las habitaciones están tan deterioradas que ya no se utilizan.
En la mitad que continúa en funcionamiento, cientos de niños reciben tratamiento. Pero escasean tanto los medicamentos como las provisiones médicas básicas, y las madres de los niños ya han renunciado a pedirlos. (…)
La escasez de suministros médicos es sólo un aspecto de la profunda crisis humanitaria que devora Venezuela desde hace tres años.

La tragedia podría haberse evitado. El país suramericano disfrutó durante años de la prosperidad que conllevaba tener una de las mayores reservas de petróleo del mundo.

Pero la súbita caída del precio del petróleo puso al descubierto una realidad escalofriante: el gobierno venezolano había olvidado invertir en infraestructura. Un país que antes importaba de todo, desde alimentos hasta medicamentos, ahora no tenía para comprar antibióticos.

Las consecuencias han sido catastróficas. Según la empresa encuestadora venezolana Datanalisis, el país carece del 80% de los alimentos y medicamentos que necesita (…)


Venezuela presenta, además, una de las tasas de homicidios más altas de mundo. Los médicos, ante tal escasez, tienen que improvisar para salvar vidas, como si trabajaran en una zona de guerra. Los hospitales privados tienen las mismas dificultades para conseguir medicamentos y provisiones esenciales.
El personal directivo de la Maternidad Concepción Palacios, la mayor de Venezuela, nos contó que, en el primer trimestre de 2016 murieron 101 recién nacidos, el doble que en el mismo periodo de 2015. En el mismo hospital habían muerto unas 100 parturientas en lo que iba de 2016.


La ausencia de datos estadísticos oficiales sobre muertes en hospitales muestra que el gobierno del presidente Nicolás Maduro está rechazando la ayuda internacional mientras que culpa a sus enemigos de esta terrorífica realidad doméstica.

 (http://aristeguinoticias.com/2206/mundo/venezuela-en-cuidados-
intensivos-articulo-de-erika-guevara-rosas/)

Las Voces del Hambre, un reportaje hecho por la cadena Telemundo y conducido por el periodista venezolano Fernando Girón, muestra cómo los niños venezolanos se pelean con las aves de rapiña por unos huesos desechados por carnicerías (El Nacional, 28/02/17

 http://www.el-nacional.com/noticias/crisis-humanitaria/las-voces-del-
hambre-reportaje-que-muestra-crisis-venezolana_83027)


“El hambre en Venezuela no es cosa de juegos. La escasez de alimentos básicos ha llegado a límites impensables y los ciudadanos son capaces de caerse a golpes con tal de llevar algo de comida a la mesa

Compradores que hacían cola en el Makro de Valle de la Pascua, en Guárico, entraron por la fuerza al establecimiento luego que les indicaran que había culminado la venta de pasta y harina, pues se había agotado la existencia de ambos productos”


(http://www.maduradas.com/hay-hambre-turba-enfurecida-entro-a-makro
-a-la-fuerza-para-conseguir-comida-video/)

El hambre y la descomposición social no 

tienen nada de progresista


Como vimos al inicio de la nota, para muchos intelectuales y militantes de izquierda, o “progres”, el hambre y los padecimientos del pueblo venezolano parecieran ser una cosa secundaria, al momento del balance


En oposición a esta postura, sostengo que no hay “construcción del socialismo”, sea del siglo que sea, que pueda llevarse a cabo sobre la base de la miseria y la postración.

Recordemos el punto de partida: “… la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen, ‘para hacer historia’, en condiciones de vivir. Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más. 

El primer hecho histórico es, por consiguiente, la producción de los medios indispensables para la satisfacción de las necesidades, es decir, la producción de la vida material misma, y no cabe duda de que es este un hecho histórico, una condición fundamental de toda historia, lo mismo hoy que hace miles de años, necesita cumplirse todos los días y a todas horas, simplemente para asegurar la vida de los hombres” (Marx y Engels, La ideología alemana, p. 28).


Sencillamente, el hambre socava incluso toda potencialidad del cuerpo, y por lo tanto de pensar y obrar críticamente. Dice Spinoza en la Ética: “… todo cuanto aumenta o disminuye, favorece o reprime la potencia de obrar de nuestro cuerpo, a su vez aumenta o disminuye, favorece o reprime, la potencia de pensar de nuestra alma” (proposición 11, L. 3). En Spinoza la potencia es constitutiva del ser mismo. Como observa un comentarista, “ser algo es precisamente tener la potencia de ser ese algo, o más precisamente, de afirmarse como dicha potencia” (Salazar Carrión, El síndrome de Platón ¿Hobbes o Spinoza?, México 1997, p. 193).


Pero no hay afirmación de la potencia -y por lo tanto, no hay potencialidad transformadora- donde los seres humanos están al borde de la inanición, donde su vida se reduce a la amarga lucha diaria por sobrevivir. Más aún, la necesidad de luchar por condiciones elementales de trabajo y de vida bajo el capitalismo tiene que ver con la posibilidad misma de la liberación de los asalariados. En este respecto, en Salario, precio y ganancia, Marx califica el pedido de Owen de acortar la jornada laboral como “el primer paso preparatorio para la emancipación de la clase obrera”.

 Y plantea que si esta no defendiera sus condiciones de vida “se vería degradada en una masa informe de hombres desgraciados y quebrantados, sin salvación posible” (énfasis agregado).


Además, si al hambre se le suman la ausencia de perspectiva, el descreimiento y la frustración, existe el peligro de desembocar en la impotencia generalizada, en un sálvese quien pueda, del que solo se saldrá a un altísimo costo.


Por otra parte, no es posible que se justifiquen estos increíbles padecimientos en nombre de algún “objetivo socialista” (que ni siquiera es el caso del chavismo). Hace muchos años, la revolucionaria rusa Alejandra Kollontai decía que los métodos de construcción del socialismo de Stalin evidenciaban una falta de verdadera humanidad comunista (ver aquí). 

Su denuncia conserva plena vigencia. 
Es imperioso recuperar el ideal del humanismo socialista, que ha sido enterrado por las numerosas capas geológicas de estalinismos de todo tipo, que se siguen agregando hasta el presente. Un sentido humanista no es un detalle, sino parte sustantiva del proyecto de transformación social


En este sentido, quisiera terminar esta nota recordando a Sánchez Vázquez cuando, comentando la posición humanista del joven Marx, escribía:

 “La reducción de las necesidades y la nivelación de estas a un mínimo general, lejos de desarrollar la sociedad a través de sus expresiones más elevadas (el talento, la cultura, la civilización), implica un retroceso por lo que toca a la dominación de la naturaleza que expresa justamente la cultura (...)


El joven Marx no entiende el comunismo como una renuncia a los bienes materiales y espirituales alcanzados por la humanidad. 

No se trata de un empobrecimiento o ascetismo mediante la anulación de las necesidades o de abolir la propiedad privada retornando a un estado que está incluso por debajo de ella” (El joven Marx: los manuscritos de 1844, México, UNAM, Itaca, p, 135)




De cómo un presidente somete a tratos degradante a personas detenidas y se subroga funciones exclusivas de los jueces



Carmen Alicia Hernández Rodríguez |
 -Aporrea



Durante una alocución presentada por el presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, éste presentó supuestas pruebas que vinculan a la dirigencia opositora venezolana con los recientes actos de violencia contra infraestructuras de organismos oficiales y locales comerciales. Dichas pruebas consistieron en las confesiones (presentadas mediante un video la cadena televisiva) que rindieron dos detenidos (Guido Rodríguez y uno de los hermanos morochos de apellido Sánchez), en las cuales se confiesan culpables de estar supuestamente implicados en los actos de violencia durante las  recientes manifestaciones opositoras, y acusan a dirigentes de partidos opositores de ser sus financistas

Ahora bien, nuestra carta magna consagra en su articulado principios de obligatorio cumplimiento para todos los ciudadanos, instituciones del Estado y funcionarios públicos de cualquier rango en materia de Derechos Humanos y Civiles, seamos culpables o inocentes, por los cuales toda persona privada de libertad por las causas que sean, deberá ser tratada con dignidad. Está prohibido en nuestra constitución atentar contra la integridad de las personas, mediante torturas, humillaciones e irrespeto (Art. 46 CRBV)

En este sentido, la presentación de la supuesta confesión de dos detenidos, mediante un video, durante una alocución televisiva por parte del presidente de la república, en la cual pudimos ver a uno de los detenidos sentado en el suelo, con el torso desnudo, en un cuarto oscuro y con paredes sin pintar, sin la presencia de un Fiscal del Ministerio Publico, Defensor Público de Presos o abogado defensor, constituye un hecho público y notorio de abuso de poder, al someter al escarnio público a dos personas que sólo mediante un debido proceso y respetando el sagrado principio constitucional del derecho a la defensa podrán ser juzgados por sus jueces naturales; tal cual lo contempla el  Art. 49  de la CRBV y no el presidente de la república en una alocución televisiva nacional; subrogándose funciones que solo corresponden a los jueces del poder judicial.


El presidente ya los condenó sin garantías judiciales y administrativas, violando los derechos de esos detenidos al debido proceso y a no ser sometidos a tratos  crueles, inhumanos o degradantes.   

En este contexto, los principios constitucionales en resguardo de la integridad física, psíquica y moral de las personas, sean inocentes o culpables, están establecidas en casi todas las constituciones del mundo. Surgieron como consecuencia de todos aquellos regímenes que privaban de las garantías de defensa a los acusados por cualquier delito y además  se consideraba ajustado a derecho. Es por ello, que desde nuestros espacios de trabajo, exigimos a las autoridades de mayores responsabilidades en este país a someterse a los principios consagrados en nuestra constitución en materia de Derechos Humanos y Civiles  y no ponerse al margen del ordenamiento jurídico vigente utilizando la máxima de los estados forajidos: 
“Ojo por ojo y diente por diente”
Debemos tener presente que los gobiernos modelan conductas a los ciudadanos y lo que presenciamos anoche por televisión está muy  lejos de ser una conducta digna y ejemplar de un mandatario nacional en un estado democrático y con supuestas intenciones de construir el socialismo
Finalmente, la bochornosa actuación del presidente Maduro en la alocución de anoche (16/04/2017)  simboliza una violación e involución en materia de Derechos Humanos. Introduce prácticas realizadas  en épocas pasadas por regímenes  fascistas que plagaron de horror a la América Latina,  utilizando la justicia militar como instrumento de represión de los pueblos


Debemos ser vigilantes en el fiel cumplimiento de los Derechos Humanos por parte de los entes y funcionarios del poder público, los cuales deben ser respetados seamos personas culpables o inocentes; con posiciones ideológicas de izquierda o de derecha; opositores u oficialistas; blancos, negros o indígenas; católicos o ateos; nacionales o extranjeros; heterosexuales o sexo diversos; jóvenes o adultos mayores; pobres o ricos. 

Todos somos seres humanos y tenemos derechos civiles que deben ser respetados por cualquier gobierno de este planeta y sobre todo del nuestro con una de las constituciones más avanzadas del mundo la cual recoge un legado histórico de lucha por los principios democráticos

Maracaibo, abril de 2017


- postaporteñ@ 1756 - 2017-04-17 






DÁNDOLE RAZONES A QUIENES NO LAS ENCUENTRAN

 

Sobre el desalojo y la represión a La Solidaria




¿Y qué esperaban? ¿Que se comenzara una huelga de hambre? 
Que se encadenaran en el ministerio de vivienda?
 ¿Que se presentaran en los fondos concursables para que el estado financie un centro social?

 ¿Que realicen denuncias, que no llegan a nada, en un organismo estatal de derechos humanos? 
¿Qué confiaran en que el estado les iba a dejar salir pacíficamente del lugar para después reventarlos a palos, como paso en el CODICEN? 

Ahora todos se horrorizan, “Que tendrá que ver el partido comunista, ABITAB, las empresas constructoras o los milicos retirados?”, se pregunta el ciudadano responsable y demócrata... Cambia de canal y empieza otro programa de esos que premian la ignorancia e insultan la inteligencia.

 Pero en la calle siguen pasando cosas. La pasta base sigue consumiendo cabezas, hay gente que duerme en la calle, los ves mangueando una moneda, rescatándose juntando envases, cuidando coches o saliendo a ganar cuando pinta.

 Miles de personas viven amontonadas en cantes rodeadas de violencia, sin laburo, sin remedios, compartiendo una canilla entre varias familias, soportando veranos sofocantes e inviernos fríos como el corazón de un banquero, cayendo en el narcotráfico, la prostitución o el robo para zafar de la miseria, sin la capacidad de entender porque las cosas son como son y con una bronca acumulada, sumada a la de miles de presos hacinados, que espera el momento oportuno de explotar como una bomba de tiempo (cuidado! dijimos la palabra prohibida, no vaya a ser cosa de que ahora seamos terroristas).


La clase laburante sigue cansada de vender su tiempo, fuerza, creatividad, ganas de vivir a un ortiva que les da órdenes y los maneja como quiere a cambio de un salario mísero que apenas alcanza para pagar el alquiler, las facturas, la comida, los gastos de los gurises y algún que otro gustito como un paseo en el shopping, la entrada para ir a ver el partido, unos tragos y porros el fin de semana, alguna ropa nueva o un electrodoméstico horrible que te facilita una vida rutinaria y repetitiva. 

Les repiten constantemente “trabajá, viví con lo que hay, consumí y morí, cansate y aburrite de la rutina alienante y ni se te ocurra romper con la normalidad y salir a buscar la belleza de una vida más placentera",  es esto o terminar como la gente de la calle o de los cantegriles.


Los centros educativos funcionan como centros de disciplinamiento, con docentes y espacios físicos en condiciones precarias, el deprimente de la salud pública se mantiene con una sobredemanda de pacientes, producto de una sociedad enferma, escaso personal, escasos medicamentos y con una atención menos que elemental.


La policía sigue disparando y matando gurises en los barrios como sucedió con Nelson Tourrelles, Álvaro Nicolás Sosa, Sergio Lemos y Nicolás Cuña, mientras se sigue encubriendo a los milicos que secuestraron, torturaron, violaron, mataron y desaparecieron.


Se echa al pobrerío del centro de Montevideo, se corre a vendedores ambulantes y artesanos, se interna forzosamente a la gente que vive en la calle, aumenta el costo de vida en las zonas céntrica y se construyen departamentos caros, bancos, restaurantes, concesionarias, shopping, McDonald y tiendas de moda sobre los viejos barrios obreros.


Y como siempre son las mujeres las que se llevan la peor parte, son las que menos posibilidades tienen de salir adelante en medio de la pobreza con varios hijos que criar y maridos golpeadores que soportar, las que menos tiempo tienen para poder estudiar, las que “deben mantener la casa mientras el hombre sale a trabajar”, las soportan la violencia sexista en la calle, y en el caso que salgan a trabajar, las que son explotadas en condiciones más precarias y con los peores salarios.


Hay algunos pocos que ni se tocan, que no se enteran de nada, tienen sus autos nuevos, una casa cómoda, buena comida, colegios caros, hospitales privados, vacaciones y viajes por el mundo gracias a la plata que ganan sus familias mediante la explotación del gil trabajador y la marginación de miles de familias


Mientras todo se pudre silenciosamente los mismos de siempre la siguen levantando en pala, los latifundistas del negocio ganadero y agroindustrial, los empresarios industriales y los dedicados a las importaciones y exportaciones, la alta burocracia estatal y empresarial, los banqueros, las multinacionales, todos juntos siguen dándole a la maquinita hasta que explote y desborde mierda que ya no se pueda disimular como sucedió en los casos de los Peiranos, Pluna, FRIPUR o ANCAP. 

Aun así van a contar con el apoyo del gobierno de turno que financio su última campaña electoral con plata de estos empresarios.


Un cascotazo en un vidrio comparado con toda esta violencia estructural parece una simple travesura.

¿Pero qué pasa si hay gente que no piensa fumarse mas esta situación?¿Que decide plantarse y no mirar para el costado?


Enseguida aparece algún burócrata sindicalista o pichón de gobernante diciendo que “tengas paciencia compañero, las condiciones objetivas no son favorables para la lucha frontal contra el capitalismo”, entonces te piden que vuelvas a trabajar y que te quedes tranquilo que ellos ya se van a encargar de negociar mejoras con la patronal.


Mucha de esa gente es miembro de Partido Comunista, la caja de resonancia social de las políticas del gobierno, son los mismos que se acomodaron dentro del ministerio de trabajo, como Juan Castillo, decretando la esencialidad en la educación, criminalizando la lucha estudiantil y docente, que no dudaron en ponerse del lado de los empresarios al apoyar Megaproyectos como la megaminería y la regasificadora y las leyes neoliberales que promueven la inversión. 

Si observamos el rol que ha asumido esta fuerza política en los últimos años, debilitando a los movimientos sociales desde adentro, si vemos la función policíaca y patotera de la seguridad del PC-PIT-CNT en las marchas de los mártires estudiantiles y el primero de mayo oficial, sabremos cual ha sido y será la función que desempeña la burocracia de izquierda en la historia de las grandes luchas sociales: colaborar con los de arriba para aplastarlas.


También está la limosna oficial del Estado, que brinda algún plan de asistencia social a través del MIDES para que te quedes en el molde y no molestes buscando una salida autogestionada a tus problemas.


Pero si todo esto falla siempre están prontas las botas, los palos y las balas de goma, la Guardia Republicana, las cámaras, el espionaje fichando militantes, los megaoperativos y decretos de esencialidad o antipiquetes para que la bronca no se contagie. Pero la bronca estalla


 Hay momentos en que la gente dice ¡basta!. 

Es un grito desesperado de dignidad rebelde, una declaración firme contra los abusos del poder, contra el avance de la explotación, el despojo y la represión.

 Como vecinos de la costa últimamente somos testigos de situaciones extremas que llevan a la gente a escrachar públicamente a jueces, alcaldes y policías que intentan desalojar ocupantes, a atacar y desarmar achicaderos de rastrillos y bocas de pasta base o a cortar la ruta con gomas por la muerte de gurises atropellados por no tener un puente de mierda para cruzar la ruta Interbalnearia.


La prensa apunta y la policía dispara. Inventan noticias para crear pánico, crean organizaciones ficticias que conspiran contra el sistema en lugares públicos (?!), la ultraizquierda organizada por la comandante Irma Leites y las milicias anarquistas de Plenaria Memoria y Justicia vinculadas con el terrorismo islámico que atacan a la gente que va pasando por ahí, Lluvia de bolazos, mienten a cara de perro incansablemente hasta que el cuento se termina creyendo, mientras el Ministerio del Interior y el Departamento de Operaciones Especiales mueven los hilos de una guerra psicológica por detrás.


Todo por el billete, todo para que nos enviciemos con la tarjeta y nos compremos el paraíso consumista pagando por el auto, el plasma, la moto y el celular en cómodas cuotas, todo para que contemos con la plata de préstamos bancarios hasta que ya no podamos pagar, quedando endeudados de por vida, rodeados de porquerías que ya no nos hacen felices.


El aburguesamiento de las ciudades es un proceso en curso que necesita que proyectos como La Solidaria se borren


La Solidaria fue un centro social autónomo ocupado en pleno centro de Montevideo, en el cual funcionaba una biblioteca, un café para financiar el espacio, un grupo de defensa personal, un espacio de cine, un grupo de teatro, talleres artísticos, ferias del libro autogestionadas, un taller de serigrafía y se le brindo un lugar para las reuniones de coordinadoras contra Monsanto, por el cierre del zoológico de Villa Dolores, contra la represión y por el apoyo a presos políticos. 

Por todo esto sus miembros fueron investigados por los servicios de inteligencia y recibieron el acoso constante y las agresiones de la policía y de grupos fascistas.


Al día de hoy muchos de sus integrantes y personas vinculadas a ellos sufren la represión preparada para aquellos que no se resignan a esperar soluciones mágicas del Estado. La Casa de la Filosofía, otro espacio autónomo dedicado al pensamiento crítico, también ha sido investigada mediante un allanamiento en el que se robaron diversas herramientas de estudio de sus integrantes como computadoras, cámaras de foto y celulares. 


No creemos ser los más indicados para dar consejos o indicar que es lo que hay que hacer en momentos como estos. Lo que si creemos y estamos seguros es que no debemos abandonar nunca el camino de la dignidad.


Amar la vida, defenderla rabiosamente, no permitir que la pisoteen con las botas de su prepotencia. 
Amar la libertad, defenderla siempre, aunque a veces nos de miedo. 
No traicionar, no señalar, no buchonear, no alcahuetear nunca


Hacemos un llamado para que la solidaridad se sienta y se demuestre de todas las formas posibles. 

Fuerza gente, porque aun hoy seguimos creyendo que llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones.

Espacio Autónomo Cúlmine

Abril de 2017
 Costa de Oro, Canelones


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 CONCENTRACIÓN EN APOYO A LOS 7 COMPASINDAGADOS POR EL DESALOJO DE LA SOLIDARIA


Jueves 20 /4 - 14 hs  Juan Carlos Gómez y Reconquista 

- postaporteñ@ 1756 - 2017-04-17 









Uruguay: 45 años del asesinato de los ocho comunistas de la 20

 

Este lunes se conmemora un nuevo aniversario, el 45º, del asesinato de los ocho militantes en el Seccional 20 del Partido Comunista

 

MONTEVIDEO (UyPress) — 17/4/17


"En la madrugada del domingo 16 se suceden casi simultáneamente, entre las 4.00 y las 4.30, once atentados con explosivos y ametrallamientos. Fueron atacadas las fincas de los Dres. Juan José Crottogini, Carlos Quijano, Carlos Martínez Moreno y otras personalidades políticas y culturales, además de una iglesia y el local del Seccional 18 y 24 del PCU", señalaba una crónica del diario El Popular de la época.


A la madrugada siguiente, un operativo militar acabó con la vida de Luis Alberto Mendiola, Raúl Gancio, Elman Fernández, Justo Sena, Ricardo González, José Abreu, Rubén López y Héctor Cervelli, los ocho comunistas de la 20.


El ataque al local comunista fue interpretado por muchos como un intento del gobierno de provocar una respuesta armada por parte de los comunistas, lo que hubiera justificado un baño de sangre sin precedentes y el aislamiento de la organización de las luchas que llevaba adelante en el movimiento de masas y el Frente Amplio.


"Primero fue una sensación de aturdimiento. Como si nos costara un siglo comprender lo ocurrido. En una operación que comenzó en la madrugada del 14 de abril los tupamaros ametrallaron a dos policías, un oficial naval y un ex subsecretario del Ministerio del Interior. Cuando logramos sobreponernos del shock inicial supimos que varios legisladores recibieron actas con las declaraciones de Bardesio, su foto y un casete grabado con su voz. 

Ahí acusaba a los ajusticiados de haber creado al Escuadrón de la Muerte.

 Ese mismo día las Fuerzas Conjuntas localizaron diversos locales clandestinos del MLN, los allanaron a sangre y fuego, y ultimaron a ocho guerrilleros." (Del libro José D'Elía: Memorias de la esperanza Tomo II pag. 87, 88, de Jorge Chagas y Gustavo Trullen).


El ataque a la seccional 20, fue precedido del asalto por parte de efectivos policiales y militares sin uniformes, identificados por brazaletes amarillos al local del Comité Central del PCU, en la calle Sierra 1720, donde se desarrollaba una actividad de los estudiantes universitarios comunistas, con 500 personas.

Los agresores entraron armados y disparando, tiraron al piso a los centenares de personas, la cantidad de gente que encontraron fue notoriamente una sorpresa. Mientras revisaban el amplio local, llegaron el presidente de la Cámara de Diputados Héctor Gutiérrez Ruíz del Partido Nacional y el diputado comunista Jaime Pérez, que tuvieron una dura conversación con los atacantes.

Los agresores ya habían seleccionado a una veintena de personas y las habían apartado del conjunto. Todos los consultados en ese momento coinciden que ese grupo estaba destinado a ser fusilado, como posteriormente sucedió en el Seccional 20.


Rodney Arismendi, secretario general del PCU y diputado por el Frente Amplio, dijo en la Asamblea General: "Han caído ocho obreros sin armas, siendo asesinados con tiros en la nuca, ejecutados, y, más todavía: algunos murieron desangrándose en la calle, donde los dejaron estar largo rato sin llevarlos al hospital y sin auxiliarlos, a pesar de que tenían las ambulancias a disposición".


Este lunes 17 de abril se cumplen 45 años del salvaje asesinato




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El viernes pasado, durante el Día de los Caídos en Defensa de las Instituciones, el general retirado Raúl Mermot dijo que (varios de) los procesamientos de militares acusados de violaciones a los derechos humanos en la última dictadura están motivados por un sentimiento de “venganza”


Mermot cuestionó que la Justicia impute a ex militares en base a un solo testimonio y en particular se mostró molesto por el procesamiento con prisión de Rodolfo Gregorio Álvarez Nieto, sobrino del exdictador Gregorio Álvarez, quien fue acusado de participar en una sesión de torturas al dirigente del Sunca, Gerardo Riet Bustamante.


Según Mermot, Álvarez Nieto está preso “infamemente” porque “solamente le cupo la actuación de juez sumariante de un interrogatorio que no hizo él”
El general retirado reconoció que durante la dictadura hubo “excesos” con detenidos, pero dijo que él jamás participó en una sesión de torturas ni las presenció.


“Hubieron excesos, sin duda. Pero me consta en lo personal de jamás haber estado en una sesión de tortura a nadie. No confundir tortura con apremio físico. Se puede dejar a una persona detenida un tiempo prudencial hasta que se canse y pueda hablar, pero eso es apremio físico. Torturas no hay” señaló Mermot.





El teniente general (r) Raúl Mermot dijo que en dictadura hubo “apremio físico” y no “tortura”


la diaria 17/4/17


“No confundir tortura con apremio físico. Se puede dejar a una persona detenida un tiempo prudencial hasta que se canse y pueda hablar, pero eso es apremio físico”, dijo el viernes el presidente del Círculo Militar, teniente general (r) Raúl Mermot (quien fuera comandante en Jefe de 1996 a 1998), en el marco del tradicional acto en homenaje a “los caídos en defensa de las instituciones democráticas”. 

Mermot realizó declaraciones en una rueda de prensa, luego de finalizado el acto. Entre otras cosas, sobre las torturas infligidas por militares durante la dictadura, dijo: “Evidentemente que hubo excesos, pero me consta en lo personal de jamás haber estado en una sesión de tortura a nadie”, y subrayó que no vio torturas ni las cometió.


Además, se refirió al procesamiento del militar retirado Rodolfo Gregorio Álvarez Nieto, por “coautoría del delito de Torturas”: “Recordamos al personal nuestro que está detenido injustamente, muchos ya fallecidos en prisión. Ahora, en estos días, acaban de reflotar algo y procesaron con prisión a Rodolfo Álvarez, que es sobrino del ex comandante en Jefe Gregorio Álvarez, pero además es hijo de su hermano Artigas, a quien los tupamaros mataron cobardemente en la puerta de su casa frente a su pequeña hija, en el 72”.


El militar retirado expresó que recuerda esos hechos “tratando de que alguien lo escuche”, porque es “muy sintomático” que se procese con prisión a un hombre al “que le cupo sólo la actuación de juez sumariamente durante un interrogatorio”, y señaló que la jueza lo procesó por complicidad “infamemente”. 

“Tendrá que verse la forma de que esto no siga siendo así. Un hombre que hace un acta para hacer constar lo que dice un detenido no puede ser cómplice, coautor ni nada”, expresó Mermot, y aseguró que tiene varios antecedentes de “compañeros” procesados “por un solo testimonio” que al final tuvieron que ser liberados “porque era falso”.

 Además, dijo, como ejemplo, que no se puede creer que un juez procese “a un coronel de 80 años porque uno lo vio o dijo haberlo visto en tal lugar”.
Mermot consideró que en esos procesamientos hay “algo de venganza por los años que pasaron por el quiebre institucional”: 

“No olvidemos quién tiró el primer disparo, quién incitó las acciones en un gobierno democrático: los tupamaros, muchos de los cuales están dirigiendo al país”, señaló


Por otro lado, a propósito de las declaraciones del militar, Gastón Grisoni, presidente de la Asociación de ex presos políticos del Uruguay (CRYSOL), dijo a la diaria que está claro que en Uruguay la tortura fue la metodología “deliberadamente seleccionada” por las Fuerzas Armadas para mantenerse en el gobierno:
 “Él [Mermot] niega lo que en su momento reconoció el general [Hugo] Medina, que se enorgullecía de declarar que las Fuerzas Armadas habían torturado solamente lo indispensable”.


Grisoni señaló que en Uruguay hubo más de 7.000 condenados en dictadura, a los que no se podía llamar “procesados”, porque eso daría lugar a pensar que hubo un procedimiento jurídico, que no existió. “Fueron condenados por tribunales militares”, afirmó.

En cuanto a “dejar a una persona detenida un tiempo prudencial”, el presidente de CRYSOL subrayó que, por ley, una persona tiene que ser procesada dentro de las primeras 48 horas luego de su detención, y, según una investigación del Servicio Paz y Justicia de 1989, “las personas que fueron sometidas a la justicia militar demoraron 100 días, en promedio, en ser sometidas ante un juez sumariante”.

“Eso es lo significativo del procesamiento del coronel Rodolfo Álvarez, porque lo condenaron no solamente por torturas, sino también por complicidad en torturas, por ser juez sumariante; es decir, parte de la justicia militar, que no es justicia, porque es una fuerza auxiliar del Ejército en operaciones, o sea que de imparcial no tiene absolutamente nada”, concluyó Grisoni, quien agregó que le parece “asombroso” que se precisen más de 30 años de democracia para que un oficial del Ejército sea procesado por torturas.

Además, Grisoni señaló que el sábado se cumplieron 45 años de que el Parlamento estableciera el “estado de guerra interno”, eliminando así “la separación de poderes” y “transfiriendo al Ejército las potestades propias del Poder Judicial, que simplemente pasó a ser un órgano decorativo de una institucionalidad que ya tambaleaba”. 

Para el militante, la fecha no se suele recordar cómo se debería porque significa “asumir públicamente la participación que tuvieron en darle alimento a las Fuerzas Armadas para que actuaran fuera de la ley”: “Fue un acto soberano del Parlamento presionado por el Poder Ejecutivo liderado por [Juan María] Bordaberry, y salió con los votos del Partido Nacional y del Partido Colorado; el único que hizo autocrítica y pidió disculpas fue Wilson Ferreira Aldunate”, concluyó



Casi Solo Frente A Los Militares, Astori Corre A Mujica Por Izquierda


Leonardo Pereyra - Observador Abril 17, 2017

El Ministro de Economía quiere apurar 

la reforma de la caja

pero en el FA apenas lo escuchan



Danilo Astori, el economista liberal del que desconfían los sectores más radicales del Frente Amplio, el "tecnócrata" al que muchos de sus compañeros le achacan una sospechosa sensibilidad con el sistema bancario, el más moderado de los moderados de la coalición gobernante. Ese mismo Astori, está corriendo por izquierda al MPP mujiquista y a otros sectores del FA que se oponen, con diferentes argumentos, a la propuesta del ministro para terminar con el privilegio de las jubilaciones militares que le cuestan US$ 450 millones de dólares por año al Estado.

El freno a esta sangría de recursos es impulsado mayormente por el Movimiento de Participación Popular (MPP), un sector en el que la antigua convivencia cuartelera entre verdugos y verdugueados parece haber cultivado una ambigua relación amistosa y de confianza mutua.

Resulta extraño escuchar al moderado Astori tratando de explicarle a sus compañeros más radicales que las prerrogativas aprobadas para los jubilados durante la dictadura son injustas. Y que la plata que se llevan los uniformados podría ser repartida en salud y en educación.

El régimen jubilatorio vigente desde 1974 –pensado para amparar a los combatientes contra la por entonces ya extinguida guerrilla tupamara- permite a los uniformados pasar a retiro con 20 años de servicio y menos de 50 años de edad.

Además, cada año de trabajo en el exterior de los uniformados se les computa doble, cobran como jubilación el 100% de su sueldo, reciben aguinaldo y, cuando mueren, buena parte del cobro de sus haberes es heredado por su familia. También pueden jubilarse con un grado mayor al que ostentan en el momento de su retiro.



Pero pasaron 13 años de gobierno frenteamplista y nadie se animó a meterle mano a la caja militar. Ahora, el moderado Astori, el ministro al que la "izquierda-izquierda" le ha cobrado cada gesto conservador, se puso a la cabeza de esa pelea.Pero pasaron 13 años de gobierno frenteamplista y nadie se animó a meterle mano a la caja militar.


 Ahora, el moderado Astori, el ministro al que la "izquierda-izquierda" le ha cobrado cada gesto conservador, se puso a la cabeza de esa pelea.

Los de mayor rango, incluso aquellos presos por graves violaciones a los derechos humanos, se llevan más de $100 mil pesos cada mes. Con tantos beneficios, la caja es deficitaria y, por tanto, cada año los civiles tienen que compensarla con US$ 450 millones de dólares.

Los antecedentes ideológicos de las partes en pugna hacían presuponer que el Frente Amplio reaccionaría rápidamente ante los privilegios de un grupo de poder que se cebó con la izquierda en la violenta década de los 70.

Resulta extraño escuchar al moderado Astori tratando de explicarle a sus compañeros más radicales que las prerrogativas aprobadas para los jubilados durante la dictadura son injustas. Y que la plata que se llevan los uniformados podría ser repartida en salud y en educación.


Resulta extraño escuchar al moderado Astori tratando de explicarle a sus compañeros más radicales que las prerrogativas aprobadas para los jubilados durante la dictadura son injustas. Y que la plata que se llevan los uniformados podría ser repartida en salud y en educación.

Pero pasaron 13 años de gobierno frenteamplista y nadie se animó a meterle mano a la caja militar. Ahora, el moderado Astori, el ministro al que la "izquierda-izquierda" le ha cobrado cada gesto conservador, se puso a la cabeza de esa pelea.

Los que, cada vez que pueden, proclaman que lo político está por encima de los jurídico dicen que la reforma puede tener visos de inconstitucionalidad. Aquellos a los que le costó muy poco aprobar un aumento del IRPF para los trabajadores que ganan $35 mil pesos, dicen que está mal meterse con los derechos jubilatorios que se están generando dentro de los cuarteles.

Se estima en unos 23 mil los uniformados que revisten en las Fuerzas Armadas. Los que perciben jubilaciones rondan los 49 mil. Las cifras, además de exhibir el motivo del déficit, revelan que la familiar militar es un botín electoral nada desdeñable.

Cuando la "izquierda-izquierda" se le venga arriba para exigirle impuestos al patrimonio, a las herencias o a las inversiones, Astori les podrá señalar el cofre de recursos que, por motivos que suenan a excusa, no se están animando a abrir



 

CIUDAD EN CRISIS LABORAL

Juan Lacaze no ve nuevas opciones


Los trabajadores de FANAPEL

 firman mañana las liquidaciones y cobrarán los despidos



JUAN PABLO CORREA El País abr. 2017



Los alrededor de 300 trabajadores de la cerrada FANAPEL firmarán el próximo martes sus liquidaciones y el 22 de mayo comenzará a correr el cronograma para el cobro de las cuotas de sus despidos que terminará el 22 de agosto. 

El grupo argentino propietario de FANAPEL ya retiró miles de kilos de papel que habían quedado adentro de la fábrica y se llevará la maquinaria una vez que termine el pago de los despidos. Las máquinas son mantenidas con personal jerárquico. Los trabajadores dicen que nada hace pensar que FANAPEL no vaya a cumplir sus obligaciones con los ex obreros. Los trabajadores percibirán en promedio US$10.000 cada uno.


Luego de esa fecha, y más allá de que el gobierno anunció distintas iniciativas para Juan Lacaze, todo es incertidumbre ya que no aparecen opciones laborales para la deprimida localidad coloniense, que es un bastión electoral del Frente Amplio y que tenía en 2011, cuando se hizo el último censo, 12.816 habitantes.
Marcelo Olaverry, quien presidió el sindicato de la emblemática papelera fundada en 1898, lo resume así: "medidas de laburo inmediatas poco y nada". "Vos mirás para adelante y viene complicada la mano", dice.


El próximo 26 de abril comenzarán en Juan Lacaze los cursos de capacitación del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop). Olaverry y otras treinta personas ya realizaron cursos en instituciones privadas.

 Además, él, al igual que otros 60 lacazinos, se anotaron para hacer trabajos mecánicos durante el par de semanas de mayo durante las cuales se realizará el mantenimiento de la planta de celulosa Montes del Plata, en Conchillas, a unos 110 kilómetros de Juan Lacaze. Luego volverán a percibir el seguro especial por un año que el Poder Ejecutivo dispuso para los trabajadores de FANAPEL.
"Se nota en el consumo que la gente se retrajo mucho. 

Es un efecto contagioso. En invierno siempre hay más gastos. Algunos se han ido a vivir con los padres para no pagar alquiler", contó Olaverry.
El también ex trabajador papelero Alberto Grimoldi contó que algunos ex trabajadores de FANAPEL se fueron a Maldonado y Montevideo y varios consiguieron trabajos en el frigorífico Tarariras aunque con sueldos más bajos que los que percibían en la papelera. 

"Hay mucha gente tirando currículum", dijo.
Ya se realizaron dos reuniones en Montevideo de la comisión que busca soluciones para Juan Lacaze y próximamente se hará otra en la ciudad pero Grimoldi reconoce que todo lo que se planifica "es de largo aliento".
Un proyecto que el gobierno planea impulsar con una inversión de US$2 millones es la extensión y repavimentación del muelle del puerto de Juan Lacaze para que pueda recibir un ferry con unos 70 camiones que llegaría desde Argentina como hace años hizo la embarcación "Platense". 

Un grupo inversor busca financiamiento del Banco República para construir la embarcación en China. Juan Domínguez, vicepresidente de la Administración Nacional de Puertos, dijo a El País que el proyecto no será de rápida concreción porque debe licitarse. 

A menos que aparezca la posibilidad de que Juan Lacaze capte alguna carga granelera funcionaría con los 5 metros de calado que tiene en la actualidad, señaló. La posibilidad de captar más cargas no parece demasiado viable en la medida en que está cerca Nueva Palmira, puerto granelero por excelencia.


Un puerto casi paralizado



Las obras del puerto de Juan Lacaze ya están presupuestadas por la ANP. El puerto no tiene casi actividad y solamente recibe al buque "Ancap IX" que transporta combustible. Su muelle tiene 100 metros y es considerado corto. 

En 2008 el puerto movilizó 340.000 toneladas y en 2016 solamente 150.0000. Para captar cargas más importantes necesitaría ser dragado.


La textil continúa como puede

La principal fuente de trabajo que le queda a Juan Lacaze es Granja Pocha que fabrica el dulce de leche Colonial y que emplea a unas 100 personas
Con intermitencia, sigue funcionando la cooperativa textil Puerto Sauce, que es la sucesora de Agolan, cerrada en 2013. La cooperativa recibió recursos del Fondo de Desarrollo (FONDES) y están vinculadas a ella 114 personas. Johnny Solahegui, directivo de la cooperativa, reconoció a El País que "tenemos problemas financieros enormes para cubrir los costos nuestros". 

Los trabajadores de la cooperativa estarán este mes y el próximo en el seguro de desempleo porque es la temporada baja pero en junio volverían a producir
"Para prender la luz ya tenemos $34.000 de gastos diarios, $700.000 por mes. Por eso queremos cambiar de franja tarifaria", señaló. 

Según Solahegui, hay demanda por los productos de lana y cáñamo de la cooperativa en particular en Brasil. " Pero los productos demoran tres o cuatro meses en fabricarse y dos para cobrarse y tenemos pagos fijos por mes Los precios subieron porque Brasil está mejor. Puede haber márgenes buenos ", asegura



uruposta - postaporteñ@ 1756 - 2017-04-17 








POSTALINAS

 

 

ARG | El decano y el vicedecano de la Facultad Humanidades y 

Ciencias Sociales

repudian la represión


Estimados  miembros de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy
  (docentes, no docentes, graduados y estudiantes)



Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó porque yo no lo era; enseguida se llevaron a unos obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco lo era, después detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó porque yo no soy sindicalista; luego apresaron a unos curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó; ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde. Bertolt Brecht, poeta y dramaturgo alemán (1898-1956)


Frente a los hechos conocidos,  acontecidos en la Facultad de Ciencias Agrarias de nuestra Universidad, consideramos oportuno compartir algunas reflexiones, luego de que los principales actores expresaran públicamente sus puntos de vista.


Como autoridades hemos expresado, conjuntamente con los otros Decanos y el Rector e l repudio institucional y la exigencia de esclarecimiento y justicia frente al atropello policial. Sin embargo, creemos que es necesario avanzar en la interpretación de los hechos para  evitar una lectura ingenua  y poder asumir un compromiso fundado sobre lo que nos está sucediendo.


El primer paso, es ponerle el nombre, que efectivamente tienen, a los acontecimientos, y sin eufemismos: el hecho grave no es sólo que se haya producido un allanamiento de la Universidad burlando la Ley de Educación Superior, sino que las fuerzas policiales, sabiendo lo que hacían, concretaron un secuestro seguido de tortura que felizmente no terminó en muerte o desaparición de personas, aunque por los relatos –el no reconocimiento por parte de autoridades  policiales de la existencia de un segundo detenido-, pareciera que cuanto menos existió la tentación.


Esto nos retrotrae a la triste constatación de la existencia de un modus operandi protocolizado cercano al terrorismo de Estado, corroborado por la conferencia de prensa ofrecida por las autoridades policiales, con el consentimiento –es dable suponer- de por lo menos los responsables del área de seguridad del Gobierno de la Provincia. De no ser así, denotaría un descontrol que nos remite a la imagen aún más grave de la existencia de grupos de tarea con autonomía relativa.


Esta heurística es interpretable desde un contexto internacional, nacional y local que señalan un avance de formas autoritarias sobre los derechos ciudadanos, encubiertas  detrás de un discurso acerca de la seguridad pública y la necesidad de combatir a la delincuencia, cuando los datos indican que es el zorro quien está custodiando al gallinero.


A nivel internacional, es claro el avance explícito del racismo y la xenofobia producto del fenómeno de las migraciones  masivas como consecuencia de las hambrunas y las guerras genocidas.


A nivel nacional, los intentos de criminalización de la protesta, la juventud y los pueblos originarios, la estigmatización de la pobreza,  conducen hacia la militarización de la represión y a la imposición de políticas de control que se encuentran en el límite de la supresión de los derechos civiles, y que son un síntoma de la impericia del gobierno actual para desactivar  los conflictos realmente existente por la vía del diálogo. 

Curiosamente, esta situación se asocia a un ataque a la educación pública, laica y gratuita, desmedido y sin fundamentos, que cuestiona una de las características casi idiosincráticas construidas como política de Estado por la sociedad nacional durante más de un siglo.

 Esta denostacion de la educación pública se encubre detrás de un discurso sobre la necesidad de mejoramiento de la calidad educativa, pero sin enunciar cual es el “sacrificio” al que está dispuesto a realizar el gobierno  para lograr esta meta.


A nivel local, el incremento de la pobreza  pretende paliarse con mayor control policial, sin que se vislumbren proyectos estratégicos para el desarrollo integral de la provincia y el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes.
En este marco, entendemos que lo sucedido  en la Facultad de Ciencias Agrarias no es azaroso ni un exceso de algún funcionario policial descarriado, sino que esta estructuralmente relacionado a una forma de concebir la realidad, las relaciones sociales y la resolución de los conflictos, que supone que los problemas generados por la desigualdad y la injusticia, no se curan con más “democracia”, como eligiera el pueblo argentino en 1983, sino con represión, intolerancia y arbitrariedad. 

Un camino que conduce necesariamente a la degradación del ser humano a través del terror.


Por ese motivo, los invitamos a participar masivamente a la Sesión extraordinaria del Consejo Superior que se realizará el martes 18 de abril.
  • Ricardo Slavutsky , Decano  FHYCS                                                            
  • Benito Carlos Aramayo,  Vicedecano  FHYCS
  • Julio César Arrueta ,  Secretario de Asuntos Académicos UNJU
  • Elena Belli, Secretaria de Extensión Universitaria UNJU

 

 

Debate sobre inundaciones, sequías e incendios


Maristella Svampa( Socióloga, investigadora del Conicet) y  
Enrique Viale (Presidente de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas



¿Por qué la política socio-ambiental ha sido y es subestimada sistemáticamente por todos los gobiernos? 

¿Es que los gobernantes de turno, más allá del color ideológico, no toman en cuenta las nefastas consecuencias que tiene la ausencia de una auténtica política socio-ambiental, incluso en su relación con los costos económicos? ¿Creerán que es una mera cuestión de cosmética, de sólo un par de slogans efectistas tras un discurso de marketing?


Se impone que la Argentina ponga en su verdadero lugar la problemática ecológica. Que ésta no sea pensada como “un aspecto” o “una dimensión más”, sino a partir de una perspectiva integral. Ni siquiera se trata de cambiar de Ministro de Ambiente y de reemplazarlo por uno más idóneo. 

En realidad, deben debatirse las consecuencias, ya inocultables, del modelo productivo/extractivista consolidado en nuestro país 


Cualquier política ambiental que quiera llevarse a cabo sin debatir las múltiples implicancias del modelo de desarrollo hoy vigentes, será un parche, un recorte parcial, incluso un “ambientalismo superficial” (como dice la Encíclica Laudato Si), más que a una propuesta de discusión integral sobre sus consecuencias socio-ambientales, socio-sanitarias, económicas, culturales y políticas.


Las causas de la emergencia socio-ambiental que hoy golpean a la Argentina son de carácter complejo y pluridimensional, pero está lejos de aparecer como una “tragedia inevitable”. Existen dos factores mayores, íntimamente ligados, que explican la magnitud de estos eventos: uno es de carácter global, el Cambio climático, que profundiza y multiplica los fenómenos climáticos extremos; otra es de carácter nacional, vinculada a la expansión de un modelo de (mal) desarrollo, incompatible con los ciclos de la Naturaleza.


El cambio climático no es una excusa y mucho menos una abstracción.
En realidad, es lo menos “natural” que existe, pues es de origen antrópico y nos recuerda que en la era del Antropoceno, el ser humano se ha convertido en una fuerza geológica de alcance global. 

Dicho carácter global no diluye ni tampoco atenúa la responsabilidad de los funcionarios y políticos, sino todo lo contrario, la acentúa y la pone en valor, a la hora de tomar decisiones acerca de las políticas públicas territoriales o de gestar programas de control y prevención ante los impactos que éstas políticas han generado.


Dicho de otro modo: los incendios, inundaciones, sequías y demás eventos extremos no son parte de una “profecía apocalíptica”, sino de un fenómeno extendido en el planeta, que las políticas de gobierno potencian a través de medidas en favor del agronegocio, la megaminería, la fractura hidráulica (fracking) y los mega emprendimientos inmobiliarios, entre otros. 

Más allá de sus diferencias internas, dichos modelos presentan una lógica común; gran escala, ocupación intensiva del territorio, amplificación de impactos ambientales y socio-sanitarios, preeminencia de grandes actores corporativos y democracia de baja intensidad. 

Ahora bien, ¿qué país puede estar preparado para el Cambio Climático, o generar verdaderas estrategias de adaptación, si cuenta con políticas públicas que promueven ciegamente la deforestación, la destrucción de humedales, el incremento de la producción de combustibles fósiles, entre otros?


El corazón del modelo sojero totalmente inundado no es sólo consecuencia de altas precipitaciones, sino de un suelo que ya no absorbe los excesos hídricos, producto de un capitalismo agrario que necesita arrasar con bosques nativos y humedales en su avance por los territorios. Un modelo que es necesario replantear, porque si bien trae riqueza para un sector de la población argentina, genera enormes impactos negativos que paga el resto de la sociedad y la naturaleza.


¿Acaso no cuentan ni siquiera los costos económicos que generan los daños producidos por las inundaciones y los incendios?

¿O los costos en salud, cuando no de vidas humanas?

Lamentablemente, gran parte de la clase política no puede -ni quiere- relacionar las causas de las inundaciones y de los voraces incendios con el modelo de desarrollo y los desastres ecológicos que éste genera. Es hora de hacerlo, no hay más excusas.


Fuente: Clarín (info y Datas)



Un hilo desde Trump hasta el hincha muerto


La “pasión más pura” y la muerte del hincha



Examinemos "la pasión más pura", según la llamaba Discépolo (Enrique Santos).

En un templo donde se rinde culto a esa pasión la víctima sufrió fractura de cráneo con paro cardiorrespiratorio y múltiples golpes en todo el cuerpo, causados por otros hinchas de su misma divisa.

Pero, ¡aclaremos!: los hinchas de Belgrano se los propinaron de buena fe, creyendo que era un hincha de Talleres ("Taieres", para que nos entendamos todos).

No solo eso sufrió: también el robo de sus zapatillas mientras estaba inconsciente, caído en las escaleras del nivel inferior.

En efecto, en las fotos de cuando lo arrojan las tiene colocadas, y ya exánime en el suelo se lo ve sin calzado. Le robaron las zapatillas cuando estaba moribundo.

Eso, ante la mirada de cientos de personas (¿personas, dije?) que observaban "desde el pullman" el resultado de su hazaña.
En gran parte, el mundo está como está a causa de que el fútbol (el espectáculo de competiciones entre hiperprofesionales) escamotea el tiempo, la pasión y la ética de las masas. Pasión, inteligencia, energías que deberían estar aplicadas al beneficio de la humanidad. Más en este momento crucial en el cual está en riesgo la supervivencia de la especie.

Pero, pongámosle que exagero, que “¡mirá si...!”, etcétera. Igual el tema a mí me inquieta: esos hinchas son mis compatriotas; conviven conmigo y... votan en las elecciones. ¿Cómo quieren ustedes que nos vaya a los argentinos?


@juandelsur2

Juan del Sur

Odebrecht, ¿la punta del iceberg?


 La Jornada16 de abril de 2017


El fenómeno de la corrupción en los ámbitos de gobierno tiene vieja historia en casi todos los países del mundo, aunque ha sido a lo largo del reciente cuarto de siglo cuando ha alcanzado proporciones de escándalo. Es raro el día en que no se den a conocer, tanto en naciones llamadas desarrolladas como en aquellas que todavía se encuentran lejos de esa condición, casos en los que multitud de medidas políticas y económicas se adoptan no en función del interés colectivo, sino de funcionarios que aprovechan sus cargos para ingresar, al término de su mandato, en el exclusivo mundo de los millonarios.

En América Latina, donde las prácticas corruptas a escala gubernamental se han convertido en moneda corriente, los turbios manejos de la constructora brasileña Odebrecht y su vinculación con distintos gobiernos de la zona están demostrando –desde 2014, cuando se dieron a conocer las primeras irregularidades– la extensión y la profundidad que la corrupción tiene en la esfera de la gestión oficial. Pero a la vez está poniendo en evidencia un hecho que los ciudadanos, con la mirada puesta en sus autoridades, a menudo tienden a olvidar: que la corrupción pública se alimenta en gran parte de fondos privados.


La corrupción tradicional se manifiesta mediante el saqueo de los fondos del Estado, que en su origen pertenecen a los contribuyentes; la variante en esta ocasión encarnada por Odebrecht, en cambio, tiene lugar por medio de recursos que pasan de manos de particulares a las de personajes que ocupan un estratégico puesto público, en lo que constituye una especie de inversión que producirá jugosos réditos mediante la adjudicación de licitaciones, exenciones fiscales, permisos de operación o algún otro beneficio disfrazado de concurso bien ganado


Así las cosas, no es casual que esta forma de corrupción se haya intensificado en años recientes, cuando el modelo que privilegia la libre empresa y la asunción por la iniciativa privada de las funciones propias del Estado llevó a cabo su consolidación


Si la columna vertebral del modelo pasa por el empleo irrestricto del capital –es el razonamiento subyacente–, ¿qué impide usar éste para comprar el derecho a operar bienes y servicios o a obtener ventajas competitivas? En un sistema en el que desregularizar es la norma, convertir las regulaciones en un producto de mercado no parece demasiado censurable, aunque haya que hacerlo furtivamente.


Una pregunta se impone: ¿es Odebrecht un caso único, un episodio excepcional o, por el contrario, se trata sólo de la clásica punta del iceberg que esconde bajo el agua la mayor parte de su volumen? Por lo pronto, con presencia en 27 países, según investigaciones recientes, la empresa con sede en Salvador de Bahía, Brasil, ha entregado aportes a intermediarios (elegante eufemismo por sobornos) a funcionarios en Argentina, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, México, Perú y Venezuela, más algunos países de África.


Y probablemente sea una ingenuidad pensar que ahí se agota su caudal de operaciones.



- postaporteñ@ 1756 - 2017-04-17 








Populismos Latinoamericanos en el fin del ciclo progresista



Maristella Svampa [1]


Infrapolitical Deconstruction, 11-4-2017



En esta charla propongo reflexionar desde una óptica comprensiva crítica sobre los populismos latinoamericanos del siglo XXI. Un tema que ha vuelto a estar en el centro de la agenda política, y sobre el cual además existe una enorme bibliografía así como controversias teórico-ideológicas


Para ello, voy a hacer una presentación en tres bloques.


>  En primer lugar, voy a hacer referencia al concepto de progresismo como lingua franca, ligado al cambio de época que se produce en América Latina hacia el año 2000


> En segundo lugar, voy a introducir el concepto de populismo, cuya discusión no aparece asociado al inicio del cambio de época, sino sobre todo a la consolidación de los gobiernos progresistas y el final del ciclo. Voy a sintetizar las diferentes posiciones para finalmente presentar mi propia lectura vinculada a los populismos latinoamericanos


>  En tercer lugar, haré algunas reflexiones sobre el agotamiento y el fin del ciclo progresista y el nuevo escenario político.



1-El progresismo como “lingua franca”


A partir del año 2000, América Latina ingresó a un cambio de época, esto es, un nuevo ciclo político y económico marcado por el protagonismo creciente de los movimientos sociales, por la crisis de los partidos políticos tradicionales y de sus formas de representación, en fin, por el cuestionamiento al neoliberalimo y la relegitimación de discursos políticamente radicales
Este cambio de época tomó un nuevo giro a partir de la emergencia de diferentes gobiernos que, apoyándose en políticas económicas heterodoxas, se propusieron articular las demandas promovidas desde abajo, al tiempo que valorizaron la construcción de un espacio regional latinoamericano. Frente a tal escenario, muchos escribieron con optimismo acerca del “giro a la izquierda”, la “nueva izquierda latinoamericana”, el “posneoliberalismo”, entre otros.

Para designar a estos nuevos gobiernos se impuso como lugar común la denominación genérica de progresismo. Originariamente remite a la Revolución Francesa y hace referencia a aquellas corrientes ideológicas que abogaban por las libertades individuales y el cambio social (el “progreso” leído como horizonte de cambio). Pese a ser una categoría demasiado amplia, ésta permitía abarcar una diversidad de corrientes ideológicas y experiencias políticas gubernamentales, desde aquellas más institucionalistas hasta las más radicales, vinculadas a procesos constituyentes.


En una América Latina diezmada por décadas de neoliberalismo, el progresismo fue emergiendo como una suerte de lingua franca, más allá de la diversidad de experiencias políticas, lo cual rápidamente fue generando un nuevo espacio regional. Dicho arco abarcaba desde el Chile de Patricio Lagos y Michele Bachelet, el Brasil del PT, con Lula Da Silva y Dilma Rousseff, el Uruguay bajo el Frente Amplio, la Argentina de Néstor y Cristina Kirchner, el Ecuador de Rafael Correa, la Bolivia de Evo Morales, la Venezuela de Chávez-Maduro, hasta el fallido gobierno de Fernando Lugo en Paraguay y incluso el sandinista Daniel Ortega, en Nicaragua.


Esta apertura fue expresada de modo paradigmático por los nuevos gobiernos de Bolivia y Ecuador, países donde las nuevas Constituciones tuvieron un fuerte contenido descolonizador y contaron con gran participación popular, cuyo corolario fue la ampliación de las fronteras de derechos. Alentadas por los gobiernos emergentes, categorías tales como “Estado Plurinacional”, “Autonomías Indígenas”, “Buen Vivir”, “Derechos de la Naturaleza”, pasaron a formar parte de la nueva gramática política, impulsadas por diferentes movimientos sociales y organizaciones indígenas.


Sin embargo, desde el inicio, podía advertirse la existencia de un campo de tensión en el cual coexistían con dificultad matrices políticas y narrativas descolonizadoras diferentes: por un lado, la populista y desarrollista, marcada por una dimensión reguladora y centralista, que apuntaba a recrear el Estado nacional y a reducir la pobreza; por otro lado, la indianista e incipientemente ecologista, que apostaba a la creación de un Estado Plurinacional y al reconocimiento de las autonomías indígenas, así como al respeto y cuidado del Ambiente. 
 Con el correr de la década los progresismos fueron consolidándose, de la mano de una narrativa populista-desarrollista y de un proceso de personalización del poder, desplazando otras narrativas de corte descolonizador, fueran indianistas, ecologistas o de izquierda


2- El regreso de los populismos infinitos


Es sabido que el concepto de populismo cuenta con una larga historia y una carga política negativa. Esto sucede tanto en la tradición interpretativa latinoamericana como, muy especialmente, en Europa y Estados Unidos.
El caso es que en América Latina, hacia fines de la primera década del siglo XXI, con gobiernos progresistas consolidados y varios de ellos atravesando segundos y hasta terceros mandatos, la categoría de populismo fue ganando más terreno, hasta tornarse rápidamente un lugar común. 

Así, una vez más, el populismo como categoría devino un campo de batalla político e interpretativo. Pero a diferencia de otras épocas en las cuales la visión descalificadora era la dominante, el actual retorno se inserta en escenarios políticos e intelectuales más complejos y disputados


En esta línea podemos destacar tres posiciones interpretativas diferentes:
Por un lado, están aquellas visiones peyorativas o condenatorias, que recorren el campo académico y muy especialmente el mediático. Desde la academia, suele afirmarse la recurrencia del populismo como mito, describiéndolo como un fenómeno instalado entre la religión y la política, contrapuesto al ethos democrático. Por ejemplo, para el historiador italiano Loris Zanata, no habría grandes diferencias entre el populismo de C. Fernández de Kirchner, el de Chávez y ahora el de Donald Trump. 

Desde los medios de comunicación, las lecturas suelen ser más reduccionistas, pues se asocia el populismo a una matriz de corrupción, en la cual convergen una política macroeconómica ligada al derroche y el gasto social, con el autoritarismo y el clientelismo político


En segundo lugar, en un sentido completamente inverso, una lectura que tuvo gran repercusión en la última década fue la del argentino Ernesto Laclau, cuyos trabajos en favor del populismo, derivaron en posicionamientos políticos en apoyo al conjunto de los gobiernos progresistas, muy especialmente, a los gobiernos de Nestor y Cristina Kirchner. En 2005, Laclau publicó el libro La razón Populista, en el cual desarrollaba la premisa de que el populismo constituye una lógica inherente a lo político y, como tal, éste se erigiría en una plataforma privilegiada para observar el espacio político. Lejos de la condena ética impulsada por la visión primera, Laclau proponía pensar el populismo como ruptura, a partir de la dicotomización del espacio político (dos bloques opuestos), y de una articulación de las demandas populares (por la vía del la lógica de la equivalencia).


Por último, una tercera línea de interpretación subraya el carácter bicéfalo del populismo. Si bien esta lectura se destaca por su aspiración crítico-comprensiva, existen dentro de ella énfasis muy diferentes.

Así el politólogo paraguayo Benjamin Arditti define el populismo como un rasgo recurrente de la política moderna, pasible de ser encontrado en contextos democráticos y no democráticos (2009:104)

En sus trabajos más relevantes dialoga con la inglesa Margareth Canovan y retoma a Jacques Derrida, para pensar el populismo como un “espectro”, antes que como la sombra de la democracia, sugiriendo la idea de “un retorno inquietante”, que “remite a la indecidibilidad estructural del populismo, pues éste puede ser algo que acompaña o bien, que acosa a la democracia” (Cito a Arditi, 2004).


En el otro extremo, de cero empatías con el fenómeno populista, se insertan las lecturas del ecuatoriano Carlos De La Torre y la venezolana Margarita López Maya, quienes sin embargo subrayan también los aspectos bivalentes del populismo. López Maya analiza el populismo rentista en Venezuela, y retoma ciertos elementos de Laclau (por ejemplo, el populismo como forma de articulación de necesidades insatisfechas a través de significantes vacíos) y se centra en el pasaje hacia formas más directas de relación entre las masas y el líder.


Desde mi punto de vista, esta tercera posición, que ya en los `90 desarrollamos en “La plaza vacía. Las transformaciones del peronismo” con un colega francoperuano, Danilo Martuccelli, tiene el mérito de captar lo propio del populismo, su ambivalencia, desde una óptica crítico-comprensiva, que cuestiona los reduccionismos propios de las anteriores interpretaciones. 
Hoy, veinte años después de aquel texto, quisiera agregar nuevos elementos interpretativos a esta lectura de aquellos años.


Recordemos que a principios de los `90, con el ingreso al Consenso de Washington, corrieron ríos de tinta que buscaban describir un nuevo populismo latinoamericano, asociado a Carlos Menem, en Argentina, Alberto Fujimori en el Perú, o el malogrado Fernando Collor de Melo en Brasil. Usos y abusos hicieron que la categoría se tornara más resbalosa y ambigua, al borde mismo de la distorsión y el vaciamiento conceptual. 

De manera acertada, en 1993 el colega argentino Aníbal Viguera propuso un tipo ideal, distinguiendo dos dimensiones; una, según el tipo de participación; la otra, según las políticas sociales y económicas. Así, desde su perspectiva, el neopopulismo de los ´90 presentaba un estilo político populista, pero –a diferencia de los populismos clásicos- estaba desligado de un determinado programa económico (nacionalista o vinculado a una matriz estado céntrica). Retomando esta distinción analítica propongo llamar a tal fenómeno populismos de baja intensidad, dado el carácter unidimensional del mismo (estilo político y liderazgo).


En contraste con ello, los populismos latinoamericanos del nuevo siglo señalan similitudes con los populismos clásicos del siglo XX (aquel de los años 40 y 50). Ciertamente, los gobiernos de Hugo Chávez Néstor y Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa y Evo Morales; todos ellos países con una notoria y persistente tradición populista, habilitaron el retorno de un uso del concepto en sentido fuerte, esto es, de un populismo de alta intensidad, a partir de la reivindicación del Estado como constructor de la nación, luego del pasaje del neoliberalismo; del ejercicio de la política como permanente contradicción entre dos polos antagónicos y, por último, de la centralidad de la figura del líder.


Cinco precisiones se hacen necesarias en esta aproximación a los populismos de alta intensidad, típicos de la época actual


1- Entiendo al populismo como un fenómeno político complejo y contradictorio que presenta una tensión constitutiva entre elementos democráticos y elementos no democráticos. Como ya dije, dicha definición se aparta del tradicional uso peyorativo y descalificador del concepto, que predomina en el ámbito político-mediático, que deja de lado, interesadamente, otros componentes del mismo.


2- De modo recurrente, el populismo comprende la política en términos de polarización y de esquemas binarios, lo cual tiene varias consecuencias: por un lado, esto implica la constitución de un espacio dicotómico, a través de la división en dos bloques antagónicos (el nuevo bloque popular versus sectores de la oligarquía regional y/o medios de comunicación dominante); por otro lado, esta división del campo político implica la selección y jerarquización de determinados antagonismos, en detrimento de otros. Más claro; se procede al ocultamiento y obturación de otros conflictos, los cuales tienden a ser denegados o minimizados en su relevancia y/o validez, en fin, en gran medida, expulsados de la agenda política


3- La tensión constitutiva propia de los populismos hace que éstos traigan a la palestra, tarde o temprano, una perturbadora pregunta; en realidad, la pregunta fundamental de la política: ¿Qué tipo de hegemonía se está construyendo, en esa tensión peligrosa e insoslayable entre lo democrático y lo no democrático, entre una concepción plural y otra organicista de la democracia; entre la inclusión de las demandas y la cancelación de las diferencias?


4-  Existen diferentes tipos de populismos, tal como lo muestra la abundante literatura sobre el tema (Laclau, Di Tella, Ianni, entre otros). En esa línea, para el caso latinoamericano, propongo establecer la distinción entre, por un lado, aquellos populismos plebeyos, que han venido desarrollando políticas de contenido más innovador y radical, desembocando en procesos de redistribución del poder social hacia abajo (Bolivia, Venezuela); y, por otro lado, populismos de clases medias, visibles en el empoderamiento –e incluso una fragmentación intra-clase- de los sectores medios (Argentina, Ecuador). 
Aún si estos gobiernos se montaron en sus inicios sobre movilizaciones plebeyas, tanto el caso argentino como el ecuatoriano están lejos de haber producido un cambio en la distribución del poder social. Tampoco fueron populismos de carácter antielitista, impugnadores de la llamada cultura legítima. En realidad convalidaron valores de las clases medias, fueran ésta clases medias progresistas o tecnocráticas-meritocráticas. Tampoco buscaron impulsar un paradigma de la participación, como si sucedió –al menos en parte- en Venezuela y Bolivia.


5- Más allá del lenguaje de guerra, lo propio de populismo es la consolidación de un esquema de gobernanza, en el cual conviven –aun de manera contradictoria- la tendencia a la inclusión social con el pacto con el gran capital. 
En esa línea, y más allá del proceso de nacionalizaciones, hay que resaltar las alianzas económicas de los progresismos con las grandes corporaciones transnacionales (agronegocios, industria, sectores extractivos como la minería y el petróleo), lo que aumentó el peso de éstas en la economía nacional

. Ejemplos de ello son Ecuador, donde las empresas más importantes incrementaron sus ganancias respecto del período anterior y la Argentina, que durante el ciclo kirchnerista mostró una mayor concentración y extranjerización de la cúpula empresarial
Así, tensión constitutiva, polarización y grilla de lectura; construcción de hegemonía y existencia de tipos diferentes, inclusión social y pacto con el gran capital, son aspectos que, interconectados, a mi juicio, constituyen el punto de partida ineludible para leer los populismos latinoamericanos del siglo XXI
Por otro lado, la hegemonía del progresismo populista-desarrollista estuvo ligado al nuevo boom de los commodities, ligada a los altos precios internacionales de los productos primarios (soja, metales y minerales, hidrocarburos, entre otros).

 En este período de rentabilidad extraordinaria, América Latina comenzó a vivir un crecimiento económico sin precedentes. 
En todos los países, independientemente del signo político-ideológico de los gobiernos, el boom de los commodities y sus ventajas comparativas, permitió la ampliación del gasto social -por la vía de políticas sociales o bonos- y una reducción importante de la pobreza respecto del período neoliberal. 
 En todos los países, el proceso estuvo marcado por la tendencia a la reprimarización de las economías, a partir de la acentuación de las actividades económicas hacia actividades primario-extractivas, con escaso valor agregado. En todos los países, también independientemente de los discursos políticos-ideológicos, lo que he llamado el Consenso de los Commodities, trajo como consecuencia la explosión de conflictos socio-ambientales y el inicio de un nuevo ciclo de violación de derechos humanos.

La dimensión de disputa y de conflicto introducida por el ingreso a una nueva fase de acumulación del capital trazó así una primera línea de división interna e instaló dilemas y fracturas dentro del ancho campo del progresismo, en torno a la discusión sobre las estrategias de desarrollo y la relación sociedad-naturaleza; sobre el vínculo entre izquierdas, los lenguajes emancipatorios, as prácticas productivistas y los imaginarios hegemónicos. 

Más simple, el carácter del progresismo como nueva lingua franca sería cuestionado primeramente por las corrientes indianistas y ecologistas de izquierda, generando con los años un conflicto cada vez más profundo al interior de los movimientos sociales y del pensamiento de izquierdas

Por otro lado, los nuevos populismos reeditaron formas históricas de dominación, como el modelo de la participación social controlada, esto es, la subordinación de los actores colectivos al líder y bajo el tutelaje estatal.
 En ese marco de hegemonía populista, los gobiernos consolidaron esquemas de resubalternización hacia las organizaciones sociales, a través de diversos dispositivos, entre ellos, el de la estatalización. No por casualidad en algunos países, como en Bolivia, el doble proceso (institucionalización y estatalización), suele leerse en términos de “expropiación”, por parte de del gobierno de Evo Morales, de aquella energía social colectiva acumulada, cuya movilización y lucha hicieron posible el cambio de época (la guerra del Agua -2000- y la guerra del gas -2003- ).

Los diferentes gobiernos progresistas aumentaron el gasto público social, lograron disminuir la pobreza a través de políticas sociales y mejoraron la situación de los sectores con menos ingresos, a partir de una política de aumento salarial y del consumo. 
Sin embargo, no tocaron los intereses de los sectores más poderosos: las desigualdades persistieron, al compás de la concentración económica y del acaparamiento de tierras. 
En esta línea, los progresismos realizaron pactos de gobernabilidad con el gran capital, más allá de las confrontaciones sectoriales que marcaron la agenda. Asimismo, sólo realizaron tímidas reformas del sistema tributario, cuando no inexistentes, aprovechando el contexto de captación de renta extraordinaria.

Con el correr de los años, los progresismos realmente existentes no sólo serian cuestionados por las políticas de neodesarrollollistas de carácter extractivista y por el avance de la criminalización de las luchas socioambientales, sino también por la disociación creciente entre la narrativa de izquierda y las políticas públicas, visibles en diferentes campos (la ausencia de transformación en la matriz productiva, en la salud, en la educación, respecto de los objetivos de la integración latinoamericana, entre otros tópicos). Como dijera en una oportunidad un sindicalista argentino, Julio Fuentes, “entre el relato y la realidad hubo mucha diferencia: todos queríamos vivir en el país del otro, porque lo que estábamos viendo era el relato“.  “Todos queríamos vivir en el país del otro”

El tono cuasi humorístico de la frase no puede ocultar la incomodidad que los progresismos populistas generaron al interior del campo de las izquierdas, instalando brechas profundas y debates acerca de lo que se entiende por izquierda. No por casualidad, con el paso de los años, hacia el final del ciclo, el ya evidente desacoplamiento entre progresismos e izquierdas habilitaría la reintroducción de categorías recurrentes como las de Populismo y Transformismo, las cuales irían permeando una parte importante de los análisis críticos contemporáneos.

Ahora bien, quien dice populismo, dice también polarización de la política. Y advierte que los progresismos no se convirtieron de modo automático en populismos.

 Mientras que el proceso venezolano se instaló rápidamente en un escenario de polarización social y política (con el golpe de Estado de 2002), en Argentina la dicotomización del espacio político aparece recién a comienzos en 2008, a raíz del conflicto del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner con las patronales agrarias, por la distribución de la renta sojera, y se exacerbaría a límites insoportables en los años siguientes. En Bolivia, la polarización signó los comienzos del Gobierno del MAS, en la confrontación con las oligarquías regionales; sin embargo, esta etapa de “empate catastrófico” se clausura hacia 2009, para abrir luego a un período de consolidación de la hegemonía del partido de gobierno. En este segundo período se rompen las alianzas con diferentes movimientos y organizaciones sociales contestatarias, sobre todo, a raíz del conflicto del TIPNIS (Territorio Indígena Parque Nacional Isidoro Secure), en 2011. Esto es, la inflexión populista se operó en un contexto de ruptura con importantes sectores indigenistas rurales.


Para la misma época, Rafael Correa inserta su mandato en un marco de polarización ascendente que involucra tanto a sectores de la derecha política, como —de modo creciente— a los movimientos indigenistas y sectores de izquierda. El afianzamiento de la autoridad presidencial y la creciente implantación territorial de Alianza País tuvieron como contrapartida el alejamiento del Gobierno respecto de las orientaciones marcadas por la Asamblea Constituyente y su confrontación directa con las organizaciones indígenas de mayor protagonismo (CONAIE) y los movimientos y organizaciones socioambientales, que habían acompañado su ascenso.


Así, entre 2000 y 2015, mucha agua corrió bajo el puente. Frente a ello vale la pena preguntarse si la tensión entre transformación y restauración en este cambio de época no fue desembocando en un fin de ciclo, que bien podría caracterizarse como Revolución Pasiva, una categoría de análisis histórico que pertenece a Gramsci, asociada al transformismo y el cesarismo democrático, que expresa la reconstitución de las relaciones sociales en un nuevo orden de dominación jerárquico. La modernización conservadora habría apuntado a desmovilizar y subalternizar a los actores que fueron protagonistas del ciclo de lucha anterior, incorporando parte de sus demandas y asimilando parte de sus grupos dirigentes


3- Entre el agotamiento y fin de ciclo



Desde el punto político, estamos frente a populismos de alta intensidad, en el cual coexisten la crítica al neoliberalismo con el pacto con el gran capital; los efectos de democratización con la subordinación de los actores sociales al líder; la apertura a nuevos derechos con la reducción del espacio del pluralismo y la tendencia a la cancelación de las diferencias.

Sin embargo, promediando la segunda década del nuevo siglo, el escenario político latinoamericano fue cambiando. La región comienza a vivir un periodo de alternancia político-electoral, que va marcando con un filo dramático el fin de ciclo y el progresivo giro hacia gobiernos de carácter abiertamente conservador. A excepción de los casos uruguayos y chilenos, muy probablemente debido a sus contornos más institucionalistas, en otros países, la sola posibilidad del fin de ciclo y la alternancia electoral se vive con hondo dramatismo: sucedió en la Argentina, cuando el kirchnerismo fue desplazado de modo inesperado por la vía electoral, en 2015; sucede actualmente con el gobierno de Nicolás Maduro en la Venezuela chavista, que perdió la mayoría parlamentaria y atraviesa una crisis generalizada.

Pese al innegable frente de tormenta y de los efectivos cuestionamientos provenientes por derecha y por izquierda, uno de los grandes problemas de los populismos progresistas es la cuestión de los liderazgos, frente a la imposibilidad constitucional de renovar indefinidamente los mandatos presidenciales.
En efecto, con los años y a medida en que los regímenes se fueron consolidando, la concentración y personalización de poder político impidieron la emergencia y renovación de otros liderazgos dentro del campo progresista, al tiempo que alentaron formas de disciplinamiento y de obsecuencia que socavaron cualquier posibilidad de pluralismo político al interior de los diferentes oficialismos, lo cual incluye desde organizaciones y movimientos sociales -que otrora tenían agenda propia y se caracterizaban por su accionar contestatario- hasta intelectuales, académicos y periodistas –antes defensores del derecho a la disidencia y del pensamiento crítico-

El tema no es menor y nos confronta a un tema recurrente en la historia política latinoamericana, que marca a fuego el fin del ciclo progresista; a saber, el hiperliderazgo y, a través de ello, la tendencia de los gobernantes a perpetuarse en el poder o, por lo menos, a buscar permanecer longevamente en él. Así, en los últimos años el debate sobre las “re-reelecciones” fueron motivo de polarización social. En 2013 la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, que transitaba su segundo mandato, tanteó a través de sus voceros más leales la posibilidad de una reforma constitucional, pero se encontró con que la sociedad ponía un límite a sus aspiraciones, primero en la calle y luego en las urnas. 

Evo Morales sufrió en carne propia la derrota y el golpe del “no” que la sociedad boliviana le propinó a sus aspiraciones re-reeleccionistas, a través del referéndum de febrero de 2016, lo cual le impide legalmente presentarse para un cuarto mandato consecutivo, a partir de 2019. Pese a ello, Morales no se resigna a no ser candidato presidencial por cuarta vez consecutiva, y todo indica que buscará –mediante diversos artilugios- transgredir el marco constitucional vigente.

Desde Ecuador, luego de un 2015 atravesado por una crisis económica ligada al precio del petróleo, y diferentes conflictos que enfrentaron al partido gobernante tanto con la clásica derecha como con organizaciones indigenistas y la izquierda, Rafael Correa logró que se votara una enmienda constitucional que habilita la reelección indefinida, pero ésta no aplicó en las elecciones de febrero de 2017, con lo cual Correa se vio obligado a buscar un sucesor cercano, su entonces vicepresidente Lenin Moreno. Solo Chávez, en 2009, en lo que fuera su segundo intento, logró hacer aprobar vía referéndum la reelección indefinida para todos los cargos, seguido luego, en 2013 por un Daniel Ortega, en Nicaragua, quien obtuvo que la Asamblea legislativa votara a favor de las reformas constitucionales que legalizaban la misma.

Por otro lado, el modelo extractivista tampoco condujo a un salto de la matriz productiva, sino a una mayor reprimarización de la economía, lo cual se vio agravado por el ingreso de China, potencia que de modo acelerado se va imponiendo como socio desigual en el conjunto de la región latinoamericana. 

Esto echó por tierra la tesis de las “ventajas comparativas” que alentó el crecimiento económico de la región entre 2003 y 2013, al tiempo que inserta a la región en un nuevo ciclo de crisis económica, que ilustra la consolidación de un patrón primario-exportador dependiente. La creciente baja del precio de las materias primas genera un déficit de la balanza comercial que impulsa a los gobiernos a contraer mayor endeudamiento y a multiplicar los proyectos extractivos, por lo cual se suele entrar en una espiral perversa, que conlleva también una mayor criminalización de la protesta socioambiental.


En términos regionales, las promesas de creación de un regionalismo autónomo desafiante (la expresión de J. Preciado Coronado) quedaron truncas. Pese a la abundante retórica latinoamericanista, los vínculos con China, estuvieron lejos de concretar la emergencia de un bloque regional común que buscara a negociar mejores condiciones a nivel regional. Al contrario, esto impulsó la competencia entre los países, a través de acuerdos bilaterales con China, los cuales se han multiplicado en los últimos años.

 En consecuencia, las negociaciones bilaterales acentuaron los intercambios asimétricos con el gigante asiático, y fueron instalando a los diferentes países en el marco de una nueva dependencia, cuyos contornos apenas están emergiendo.

Asimismo, el pasaje a un UNASUR de baja intensidad, posteriormente la crisis del Mercosur, el descalabro económico y social en Venezuela, en fin, el surgimiento de nuevos alineamientos regionales, como la Alianza del Pacífico (2011), dejan entrever una política más aperturista, en concordancia con el TTP (Tratado TransPacífico), una suerte de nueva versión del TLC (Tratado de Libre Comercio) que la región rechazara en bloque en 2005, al inicio del ciclo progresista. 

En fin, los cambios de orden geopolítico, luego del triunfo de Trump, indican el ingreso a un escenario de mayor incertidumbre, máxime si consideramos la salida del TPP por parte de Estados Unidos y la acentuación de la puja interhegemónica con China. Así, el fin de ciclo y el eventual giro político se inserta en un escenario mundial muy perturbador, marcado por el avance de las derechas más xenofóbicas y nacionalistas en Europa, así como por el inesperado triunfo de Trump en Estados Unidos. Todo ello augura importantes cambios geopolíticos que además de producir un empeoramiento del clima ideológico internacional, en el cual las demandas antisistemas de la población más vulnerada se articulan con los discursos más racistas y proteccionistas, impactarán de modo negativo en la región latinoamericana, en un contexto global de mayor desigualdad.


Por último, en el marco del boom de los commodities, los populismos mostraron también una creciente tendencia al desdibujamiento de la frontera entre lo público y lo privado, al abuso de poder y los hechos de corrupción; lo cual los fue despojando de su aura redentora, relativizando aquella narrativa inicial sobre la relación entre transparencia, justicia social e inclusión. No obstante, sería injusto reducir los progresismos realmente existentes (sean populistas o en términos mas gramscianos, transformistas) a una pura matriz de corrupción, como quieren hacer de modo interesado muchos de sus detractores, desde posiciones de derecha.


El caso es que en la actualidad los progresismos realmente existentes entraron en una fase de agotamiento y de crisis, lo cual es ilustrado por el giro conservador que adoptaron dos de los países más importantes de la región, Argentina y Brasil. Cabe aclarar que este agotamiento no se debe sólo a factores externos (como el fin del superciclo de los commodities y el deterioro de los índices económicos), sino también a factores internos (el aumento de la polarización ideológica, la concentración de poder político, el incremento de la corrupción)


El giro conservador está vinculado, en gran parte, a las limitaciones, mutaciones y desmesuras de los gobiernos progresistas, aunque también existen otras cuestiones. Para decirlo de otro modo: no todo es ilusión conspirativa. 

En América Latina los procesos de polarización política habilitaron la vía del golpe parlamentario, posibilitando la expulsión de Zelaya, en Honduras (2009), la destitución de Fernando Lugo, en Paraguay (2012) y, la más resonante de todas, el escandaloso  impeachment a la presidenta del Brasil, Dilma Rousseff (2016), acelerando en estos países el retorno a un escenario abiertamente conservador.

Desde el punto de vista político, la crisis de los progresismos gubernamentales asestó un golpe duro al conjunto de las izquierdas. 

Pues más allá de los debates acerca de que se entiende por izquierda, el caso es que en el juego de las oposiciones binarias, gran parte de los gobiernos progresistas lograron monopolizar el espacio de la centroizquierda/izquierda, según los casos, neutralizando otras narrativas de cambio y obturando la posibilidad de la emergencia de posiciones políticas más radicales, con lo cual su crisis y debilitamiento impacta en gran parte del espacio.


Por último, en América Latina la emergencia de una nueva derecha parece ser todavía la excepción, no la regla. Tanto en Argentina como en Brasil, se trata de gobiernos no consolidados, que han profundizado la crisis económica en un contexto de creciente protesta social. 

Se trataría, en principio, de gobiernos más o menos débiles, obligados a la negociación permanente. 

Todavía no se perciben los contornos de un (nuevo) esquema de estabilidad política, que necesariamente debe estar orientado a generar un modelo de resubalternización con el fin de contener tanto a las clases medias (que sufren la reducción del consumo) como a los sectores populares (golpeados por el empobrecimiento y la amenaza de la exclusión a gran escala)
Por añadidura, existen claras diferencias entre los dos gobiernos citados, pues mientras el de Michel Temer es, además de impopular, un gobierno ilegítimo; el de Mauricio Macri es un gobierno que cuenta con una legitimidad de origen, basada en el voto popular. 

Sin embargo, hay un innegable aire de familia entre los dos: sin que signifique volver de modo lineal al neoliberalismo, ambos recrean y alientan núcleos básicos del mismo, a través, entre otras cosas, de políticas aperturista y de ajuste que favorecen abiertamente a los sectores económicos más concentrados, así como el endurecimiento del contexto represivo.
En esta línea, el agotamiento y fin del ciclo progresista no es algo que pueda festejarse; tampoco algo que pueda reivindicarse sin más; antes bien nos lleva a pensar sobre la disociación elocuente entre progresismos e izquierdas, pese a las expectativas políticas iniciales, y a su identificación última con modelos de dominación más tradicional. Lo que queda claro es que el fin de ciclo marca importantes inflexiones, no sólo en lo económico sino también en lo político, pues no es lo mismo hablar de nueva izquierda latinoamericana que de populismos del siglo XXI.  En el pasaje de una caracterización a otra, algo importante se perdió, algo que evoca el abandono, la pérdida de la dimensión emancipatoria de la política y la evolución hacia modelos de dominación de corte más tradicional, basados en el culto al líder, su identificación con el Estado, y la búsqueda o aspiración de perpetuarse en el poder.

El nuevo período nos confronta con otro escenario, cada vez más desprovisto de un lenguaje común. 

Por un lado, la emergencia de una “nueva derecha” es todavía la excepción, antes que la regla.


Ahí donde hubo alternancia en el poder, se perciben continuidades y rupturas; continuidades ligadas a la profundización de los extractivismos vigentes; rupturas, vinculadas a la política de despojo de derechos sociales conquistados. Estas continuidades y rupturas se dan en un marco que coloca cada vez más en un tembladeral el respeto de libertades y derechos básicos de las poblaciones más vulnerables.

 Se abre así un nuevo escenario a nivel global y regional, más atomizado e imprevisible, que marca el final de ciclo del progresismo como “lingua franca”; pero siempre atravesado por múltiples protestas sociales; todo lo cual seguramente será el punto de partida para pensar el posprogresismo que se viene



[1] Esta es una versión corta de un texto más largo, presentado en la Jornada sobre Populismos, organizada por la Universidad de Princeton, 07/4/217. El mismo retoma aspectos ya desarrollados en Debates Latinoamericanos. Indianismo, Desarrollo, Dependencia y Populismo (Edhasa, 216) y Del cambio de Epoca al fin de ciclo. Gobiernos progresistas, extractivismo y movimientos sociales”, Buenos Aires, Edhasa, en prensa (junio de 2017)



Fuente  –Ernesto Herrera - Correspondencia de Prensa -



postaporteñ@ 1756 - 2017-04-17 






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