Número 507 | febrero 28 de 2011 | Año 6º |
"¡FUERZA ELSA!" La recuperación de la compañera uruguaya Elsa Rodríguez está en marcha, gracias ante todo, a su mas que inmensa voluntad; con muchas secuelas pero ya está en su casa; seguimos pensando que esto sucede en las mas desinformación y que la inmensa solidaridad que la rodeó desde el primer momento, fue primero la de la firme presencia familiar y la de sus compañeros del partido, y del Polo Obrero. Por ahí le erramos ya que también caemos en esa gran falta de noticias y aislamiento que hay sobre Elsa, pero nos volvemos a preguntar ¿y los uruguayos de Buenos Aires que? , ¿Se pronunciaron, se acercaron? Por ahí si y no nos enteramos, ¿y el Embajador Pomi, y los cónsules? Todos “compañeros” de la primera hora, de fierro, imaginamos que sí ¿no? Es descabellado pensar que presidente Mujica con la cantidad de veces que viene a la Argentina, y con las balas que tiene en el lomo podía haber ido a ver a su compatriota, baleada por la patota de la burocracia afin alos K; como si lo hizo con China Zorrilla ¿verdad? Bueno si alguien sabe algo que lo diga por favor mientras los dejamos con esta nota que salió el domingo -Posta- El drama de la militante del PO que sobrevivióa la balacera que mató a Mariano Ferreyra Tras el tiroteo, Elsa Rodríguez, de 56 años,perdió el habla y la movilidad del lado derecho de su cuerpoQué dijeron sobre su recuperación a Perfil.com. 25.02.2011 El 20 de octubre de 2010, una patota de la Unión Ferroviaria se alistó para despejar a los tiros las vías del Ferrocarril Roca, a la altura del barrio de Barracas. Militantes del Partido Obrero y empleados tercerizados reclamaban la incorporación de trabajadores despedidos. Los incidentes terminaron con la vida del militante Mariano Ferreyra, pero también hirieron gravemente a Elsa Rodríguez, de 56 años, de la que hasta ahora no se conocían datos de su evolución. Desde hace un mes la mujer se recupera con sesiones en el porteño Instituto de Rehabilitación Psicofísica (IREP).Pero el balazo dejósecuelas brutales: "Perdió el habla y la movilidad del lado derecho (de su cuerpo) pero tiene una recuperación interesante”, contó a Perfil.com Néstor Pitrola, dirigente del PO. Aunque está consciente, todavía no sabe de la muerte de su compañero Ferreyra y su familia por ahora no quiere hablar con la prensa. "Tanto sus compañeros como toda su familia, seguimos apuntalando a Elsa en estos pasos fundamentales de su recuperación, que continúa sin pausa. Como desde el primer día siguen llegando muestras de afecto y de deseos de recuperación de todas partes que fortalecen su espíritu indomable", agrega el boletín del PO. Perfil - postaporteña - - POSTA - 2011-02-28 |
LOS CAMBIOS EN CUBA, MÁS ALLÁ DE LAS INTENCIONES En el Nro. 505 de Posta, el compañero Jorge Maiki en un artículo llamado "Los retos de Cuba Hoy" se refiere de nuevo al problema de los cambios en marcha en la organización económica en Cuba, y menciona algunas cosas que yo dije en un artículo anterior. Agradezco esta oportunidad de intercambio de ideas, y no dejo de invitar a los demás compañeros a sumarse a la misma, desde la posición que sea. · En primer lugar, es un error de mi parte el haber planteado las cosas en términos de INTENCIONALIDADES, y lo debo corregir porque sería muy difícil mantener un debate realmente serio y productivo en esos términos. Eso es lo que intentaré en esta nota, tratando de centrarme en los HECHOS y no abrir opinión sobre ese aspecto subjetivo de las cosas. Eso es lo primero. · En segundo lugar, vemos que hay varios compañeros preocupados por la posibilidad de que Cuba siga "el camino chino". Nos gustaría precisar de qué se trata esto. Resulta absolutamente obvio que Cuba jamás podría seguir el camino chino en el sentido de transformarse en una potencia capitalista de primer orden y tal vez disputar la preeminencia mundial capitalista con los EEUU. Hay determinados aspectos del "modelo chino" que son absolutamente intrasladables a Cuba. ¿Estaríamos hablando entonces del aspecto CUALITATIVO de introducción abierta de las relaciones capitalistas de producción, más allá del aspecto CUANTITIVO de la escala o dimensión económica? El cubano se trataría tal vez de un "modelo" en que estaría descartada al menos la presencia de grandes empresas capitalistas nacionales, grandes en cuanto a la escala mundial del capitalismo. Esto merece algunas precisiones. o El "éxito" de China en la economía capitalista es absolutamente inseparable de su escala. Si no tuviese esa escala, China jamás hubiese podido despegar como potencia capitalista. Podemos confirmar eso si prestamos atención al otro país que le anda detrás de los talones. India es otra economía capitalista emergente que comparte con China algunas características: una población enorme, un atraso y pobreza extrema de gran parte de esa población, alguna forma de disciplinamiento riguroso de la misma, un cierto grado autosuficiencia en su economía básica, una economía relativamente abierta al capital extranjero pero que sigue siendo auto-responsable y no entregada, y el haber superado un umbral mínimo de desarrollo endógeno como para que sea una plataforma de lanzamiento para un ensayo capitalista de escala gigante. A eso hay que agregar un Estado centralizado que pueda tomar decisiones cruciales e imponerlas (y en esto China le lleva ventaja a la India). Esas son las condiciones que hacen que esos países sean atractivos para las inversiones gigantescas de capital. Se podría pensar en estas características como propias de una posible nueva etapa de acumulación capitalista mundial. Tal vez Lo cierto es que sin esas condiciones no habría "modelo chino". o Esto no quiere decir que en el aspecto IDEOLÓGICO el modelo chino no pueda ser usado como una zanahoria para justificar la introducción de relaciones capitalistas en un país totalmente diferente a China, diferente hasta el punto de que la simple comparación es ridícula. Porque la ideología no se detiene en las fronteras del ridículo. Los políticos gobernantes del cualquier país hacen el ridículo todo el tiempo proponiendo "modelos" inaplicables, pero eso no importa demasiado cuando su función principal es ideológica. Aquí en Uruguay Mujica nos habla del "modelo neo-zelandés. Es ridículo, pero es una zanahoria y nada más. O sea: si un dirigente cubano nos habla de China eso no quiere decir que quiera ir a China, es solamente una zanahoria. Pero ¿a dónde quiere ir? · En tercer lugar, hay algo que queremos decir sobre el tema de los grandes dirigentes. o Fidel se va a morir. "Morir es una costumbre que sabe tener la gente", dijo el poeta. o Para algunos que rechazan los cambios ocurridos en la URSS, el problema comenzó cuando murió Stalin y la camarilla de Jrushov adoptó el camino capitalista. Para otros más radicales que rechazan también el estalinismo, la génesis del problema estaría más atrás, en los años de la muerte de Lenin. Cuando mueran Fidel, Raúl y los otros, vez algunos pongan allí la fecha del fin de la revolución. Ya es de por sí inconcebible que una corriente de pensamiento que dice tomar como sujeto de la Historia a las clases sociales y a las masas busque las causas de los fenómenos históricos en los dirigentes, pero más inconcebible aún es suponer que nuestros proyectos revolucionarios dependerían de que no se mueran los dirigentes, sería el colmo del pensamiento mágico. Entonces, el temor ante lo que pueda pasar tras la muerte de los dirigentes solo puede estar indicando -nos parece- una cierta conciencia de que es el proyecto mismo el que muere. · Aclarados esos puntos vayamos a lo principal. Dejemos de lado las intenciones y los discursos ideológicos, y vayamos al proyecto concreto del gobierno cubano de crear un amplio sector de pequeña producción capitalista. Supongamos -para partir aunque sea de una hipótesis de trabajo- que un gobierno capitalista como los que conocemos se proponga fomentar un amplio sector de pequeños emprendimientos que en conjunto podría tener un gran peso dentro de la economía, que su fracaso podría tener consecuencias negativas, pero se apuesta a que sea un sector dinamizador del mercado y la producción. No hay mucho misterio con eso, son las llamadas Pymes ¿Qué es lo que se hace en estos casos? o Líneas de crédito. Los bancos establecen planes preferenciales con tasas blandas de interés. o Políticas definidas y prioridades. Se privilegia lo que sea de interés, ya sean jóvenes, mujeres, energías renovables, agricultura orgánica, pesca artesanal, recuperación de espacios urbanos, innovación tecnológica o lo que sea. Las políticas muestran lo que es importante para el interés social de ese gobierno. o Capacitación. Todo plan de envergadura de estas características está apoyado por planes educativos focalizados. o Evaluación caso a caso, y lo mismo la aprobación y el seguimiento. Para eso se instrumentan dispositivos institucionales, por ejemplo fondos concursables. o Incubadoras. El pequeño emprendimiento puede tener un período inicial en que se construye y da los primeros pasos dentro de una estructura institucional que lo sostiene y orienta. No estamos hablando de cosas de otro planeta. Este tipo de instrumentos son ampliamente conocidos. Dos cosas podríamos suponer: Que si se usan no ya para promover el capitalismo sino para intentar reformular una economía al menos de intención socialista la presencia del Estado debería ser mucho más importante todavía; y que si trata de no de un sector secundario de la economía sino de uno cuyo fracaso podría tener consecuencias muy graves, lo mismo y con mayor razón. No atribuiré intenciones al gobierno cubano, pero ¿qué debo suponer? FERNANDO MOYANO - postaporteñ@ - - 2011-02-28 |
CHE 1964, CUBA 2011 Cuba está ante desafíos trascendentes. ¿Cuándo no? Los Nuevos Lineamientos Económicos y Sociales, propuestos en Noviembre, fueron el eje del discurso de Raúl Castro del 18 de diciembre pasado y serán el centro de los debates del VI Congreso del Partido el próximo abril y de las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en mayo. Ante cada nuevo desafío Cuba piensa en el Che. Las razones de la evocación son obvias. El revolucionario que sacrificó salud y ratos familiares por su entrega a la causa, el impulsor del trabajo voluntario, el tribuno incorruptible, no sólo fue médico, combatiente y teórico comunista. En plena guerra revolucionaria ya estudiaba a fondo la industria azucarera y luego asumió con ejemplar dedicación creativa su puesto de Ministro de Industrias Ya alejado de compromisos gubernamentales, después de su pasaje por el Congo y antes de viajar a Bolivia, el Che vivió con otro nombre en Praga. Allí profundizó sus ideas sobre la construcción económica del Socialismo y el Comunismo. Hizo una crítica minuciosa de los manuales de Economía Política soviéticos de la época y analizó los procesos económicos de los países socialistas. Sus “cuadernos de Praga” fueron recibidos discretamente en Cuba por el compañero Borrego, que los examina en su libro “El camino del fuego”, y fueron publicados en el siglo XXI con el título “Apuntes críticos a la Economía Política”. El Che examinaba constantemente y con audacia transgresora los temas candentes de la revolución mundial. Escribió con preocupación sobre el conflicto chino soviético y sobre el revisionismo yugoslavo. Revisando las décadas anteriores también se preguntó sobre el papel de Trotsky “Yo creo que las cosas fundamentales en las que Trotsky se basaba estaban erróneas y que su actuación posterior fue una actuación errónea e incluso oscura en su última época”, escribe el Che; pero aún así intenta entender el puntos de vista de Trotsky sobre los sindicatos en el Socialismo (el Che en este punto no coincide con Lenin) y plantea que cuando no hay argumentos serios contra una idea, venga de donde venga, esta idea no debe desestimarse. Con la misma dureza se pregunta sobre los estímulos materiales que se otorgan en la URSS a los trabajadores destacados: ¿Cómo vamos a alentar a los trabajadores a esforzarse por lograr el mayor ingreso material posible y al mismo tiempo pedirles que trabajen por el interés público o que hagan sacrificios por el Congo….? Por eso él ve el estímulo material como un mal a superar, ve en cambio el estímulo moral como base de la educación comunista y ve el “desestimulo material” (la sanción) como una coacción necesaria en las primeras fases de la edificación socialista. El Che advierte que Marx pensaba al Socialismo como primera etapa del Comunismo, pero que la vida plantea una etapa aún previa. Inmediatamente después de la toma del poder debe emprenderse la construcción del Socialismo, que no llega automáticamente. Para los soviéticos, en este período de transición aún rige allí la Ley del Valor de las mercancías; en cambio para el Che, la ley ya debe ser la Planificación, que no es una ley “ciega” sino establecida por el poder obrero. Según el Che, la Ley del Valor puede ser violada en lo concreto, a condición de que subsidios y recargos se equilibren en términos generales. La propuesta actual de Cuba 2011 está impregnada del espíritu revolucionario del Che, de su ejemplo como constructor abnegado y como crítico audaz de todo lo que existe. Y hay aspectos del pensamiento económico del Che que coinciden plenamente con lo que se apresta a enmendar Cuba en el 2011. Como ministro el Che había dicho: “Debemos pensar sin miedo en la productividad; todo obrero que está de más en una fábrica es un desocupado social; si va a estudiar a su casa eso es en términos económicos absolutamente igual”. Otra vez había advertido contra la injerencia del Partido en temas netamente administrativos. Había dicho: El Partido para ser supervisor debe estar desligado de toda tarea administrativa Pero su crítica al estímulo material como “palanca” se vuelve absoluta. A mi juicio, confunde a veces el nefasto proceso hacia el revisionismo que empieza en la URSS en 1956, con las políticas de repliegue económico de Lenin en 1922. Recordemos que en aquellos años, hace ya 90 años, liquidada la intervención extranjera y la guerra civil, Lenin advierte que no hay capacidad técnica para dirigir las fábricas, hace convenios temporales con capitalistas extranjeros y permite la libre venta de productos del campo con el consiguiente enriquecimiento de algunos campesinos. Este período se conoce como “la NEP”. Sobre esto escribe el Che, con irreverencia y cariño: “Creo que Lenin cometió dos equivocaciones: la primera fue ceder demasiado en la formas sin explicar correctamente el porqué; la segunda fue morirse. El Che reconoce que Stalin, cuando ello fue posible, retomó el rumbo de la socialización y la colectivización, pero ya no tocó la Ley de Valor (todo siguió siendo considerado como mercancía) sustituyendo así la educación por el estímulo material; Stalin partía (según el Che) de la creencia dogmática en que la conciencia comunista llegaría casi automáticamente. A partir de estas reflexiones el Che va más adelante aún: “El socialismo no admite la existencia de ingresos que no provengan del trabajo socializado, condenando así a todos los trabajadores por cuenta propia. Porque, él mismo aclara que hasta ahora hemos tomado para luchar contra el capitalismo las armas del capitalismo, en un campo donde necesariamente tienen que estar melladas. Pero donde la confrontación con el actual proceso cubano puede entenderse como más fuerte es en los siguientes párrafos: Las relaciones entre el pequeño campesino “que genera capitalismo a cada minuto” y la clase obrera son antagónicas; la clarividencia política y la fuerza del poder proletario pueden atemperar éstas y convertirlas en no antagónicas, pero eso es trabajo político. Aquí el Che se enfrenta a Lenin y al propio Makárenko, quien sostenía que la comuna rural educativa era una “colectividad primaria” que preparaba al joven para la sociedad colectivista. En textos en los que insiste sobre el mismo tema el Che cuestiona no sólo a las cooperativas; cuestiona también el papel de los sindicatos obreros en la construcción del socialismo; Lenin en cambio llamaba a los sindicatos “escuelas de comunismo”. El manual soviético definía dos tipos de propiedad socialista: la propiedad estatal y la cooperativa rural (koljosiana). El Che, nuevamente cuestiona el manual, pues en él: No hay una negación convincente de que la cooperativa no engendra capitalismo. Aunque tiene tendencias colectivas es una colectividad con contradicciones frente a la gran colectividad. Desde luego el Che hablaba desde un contexto mucho más favorable y su propio rigor conceptual lo hubiera hecho revisar muchas de sus ideas en las disyuntivas del siglo XXI. No era lo mismo construir el Socialismo en la gigantesca URSS nacida en 1922, o en la pequeña Cuba apoyada por la URSS de 1964, que hacerlo en el duro contexto del siglo XXI, donde algunos repliegues están mucho más justificados si no se abandonan los principios socialistas.. Pero de todos modos, nuestro mejor homenaje al Che, cuando Cuba necesita tanto de su ejemplo, cuando todos lo necesitamos tanto, es aprender de él, tratar de ser como él, sin idealizarlo. Debemos asumirlo como una de las estrellas más luminosas de aquella Generación Histórica que hoy tiene ochenta años, aquella generación de dirigentes que veía amanecer los días feriados debatiendo, tomando un café y partiendo hacia el trabajo voluntario. La vida no se detiene. Raúl Castro analiza el impacto económico que tuvo en el año 2010 la decisión de entregar tierra en usufructo familiar a los campesinos y dobla la apuesta proponiendo “la asignación de áreas adicionales por encima de los límites del decreto…a aquellos productores agropecuarios con resultados destacados en la utilización intensiva de los suelos bajo su responsabilidad. Ni siquiera exige Raúl aquí el uso “ecológicamente sustentable” de la tierra, aunque eso está sin duda en la preocupación del Gobierno. El énfasis está dado en resolver volúmenes mayores de producción apelando a una mayor creatividad y autonomía desde abajo, sin perder de vista que la planificación, no el mercado, sigue siendo la brújula central. Lo que sí recuerda Raúl en otro párrafo es que la tierra cedida en concesión temporal y bajo condición de su uso productivo, en parcelas que no se pueden enajenar, sigue siendo propiedad del Estado, y que éste la reclamará para un uso social cuando sea necesario... Pero lo que importa es el contexto político en que se libran estos debates. Dice Raúl. “El VI congreso del Partido debe ser por ley de la vida, el último para la mayoría de los que integramos la Generación Histórica… El tiempo que nos queda es corto y la tarea gigantesca…Tenemos el elemental deber de corregir los errores que hemos cometido en estas cinco décadas de construcción del Socialismo en Cuba Al Sexto Congreso llegará Guevara para escuchar y debatir. Y su espíritu estará presente en los documentos emergentes, aún en lo que no coincidan totalmente con sus ideas, documentos por los que saldrá a trabajar y a combatir tan disciplinadamente como siempre. GONZALO ABELLA -postaporteñ@ - 2011-02-28 |
Eric Hobsbawm:"Marx fue un profeta sin armas" Entrevista: POR Tristram HuntCon la crisis global, el pensamiento de Eric Hobsbawm ha vuelto a estar en boga Nacido en 1917 en Alejandría de padre británico, y madre austriaca. Descubrió el marxismo en Berlín en los años 30 y nunca se alejo de su filosofía. Su militancia en el PC británico, se mantuvo más allá de sus críticas al stalinismo. Estudió en profundidad el siglo XX, la clase obrera (“La era del capital”, “Trabajadores”) los movimientos latinoamericanos (“Rebeldes primitivos “) y las tradiciones” (“La invención de la tradición). Entre sus obras figuran “Historia del siglo XX”, “Guerra y Paz en el siglo XXI” y su biografía “Años interesantes” “Cómo cambiar El mundo” será publicado próximamente La crisis neoliberal Las cosas cambiaron desde entonces. La crisis global del capitalismo, que causa estragos en la economía mundial desde 2007, transformó los términos del debate. De pronto, resurgió la crítica que hace Marx acerca de la inestabilidad del capitalismo. “Ha vuelto”, proclamó el London Times en el otoño de 2008 cuando las bolsas se desplomaban, los bancos eran nacionalizados en forma sumaria y Sarkozy, el presidente de Francia, era fotografiado hojeando Das Kapital (cuyas ventas aumentaron al punto de llegar a las listas alemanas de libros más vendidos). Hasta el papa Benedicto XVI se vio obligado a elogiar la “gran habilidad analítica” de Marx. Karl Marx, el gran ogro del siglo XX, había sido resucitado en las universidades, los encuentros de debate y las oficinas editoriales. Parecería ser, pues, el momento ideal para que Eric Hobsbawm reúna sus ensayos más celebrados sobre Marx en un solo volumen, junto con material nuevo sobre el marxismo a la luz del colapso económico. Para Hobsbawm, el deber continuo de abordar a Marx y sus múltiples legados –entre otras cosas, en este libro, algunos nuevos capítulos excelentes sobre el significado de Gramsci– sigue siendo fuerte. El propio Eric, empero, cambió. Sufrió una fea caída en Navidad y ya no puede eludir las limitaciones físicas de sus 93 años. El humor y la hospitalidad tanto suyos como de su esposa, Marlene, así como su intelecto, su agudeza política y su amplitud de visión, continúan no obstante maravillosamente intactos. Con un Financial Times sobre la mesa de café, Eric pasó sin contratiempos de los sondeos sobre Lula, el presidente saliente de Brasil, a las dificultades ideológicas que afronta el Partido Comunista en Bengala Occidental o las convulsiones en Indonesia que siguieron a la caída económica global de 1857. La sensibilidad global y la ausencia total de provincianismo, siempre tan sólidas en su obra, siguen configurando su política y su historia. Y después de una hora hablando sobre Marx, el materialismo y la lucha continua por la dignidad humana frente a los chubascos del libre mercado, uno se va de la terraza de Hobsbawm en Hampstead –cerca de los senderos por los que solían caminar Karl y Friedrich– con el sentimiento de haber pasado por un seminario vertiginoso con una de las grandes mentes del siglo XX. Una mente resuelta, además, a mantener una mirada crítica sobre el XXI. ¿En el núcleo de este libro hay una idea de reivindicación? ¿De que aun cuando las ideas propuestas en su momento por Karl Marx no sean ya relevantes, él hacía las preguntas correctas sobre la naturaleza del capitalismo y que el capitalismo que surgió en los últimos 20 años se parecía mucho a lo que Marx pensaba allá por el año 1840? Sí, sin duda. El redescubrimiento de Marx en esta época de crisis capitalista se debe a que en 1848 predijo más que ningún otro el mundo moderno. Es, creo, lo que ha atraído hacia su obra la atención de una serie de nuevos observadores, paradójicamente, en primer lugar gente de negocios y comentaristas de negocios más que de la izquierda. Recuerdo haberlo observado justamente en la época del 150° aniversario de la publicación de El manifiesto comunista, cuando en la izquierda no se estaban haciendo muchos planes para celebrar. Descubrí para mi gran asombro que los editores de la revista que daban en el avión de United Airlines decían que querían publicar algo sobre El Manifiesto. Al poco tiempo, estuve almorzando con el financista George Soros que me preguntó: “¿Qué piensa usted de Marx?” Aunque no coincidíamos en muchas cosas, me dijo: “Ese tipo definitivamente algo tenía”. ¿Tiene la sensación de que lo que le gusta, en parte, de Marx a gente como Soros es cómo describe de manera brillante la energía, el carácter iconoclasta y el potencial del capitalismo? ¿Era esa la parte que atraía a los altos ejecutivos que volaban por United Airlines? Creo que es la globalización, los impresionaba el hecho de que predijera la globalización, como quien dice, una globalización universal, que incluye la globalización de los gustos y todo lo que trae aparejado. Pero pienso que los más inteligentes también veían una teoría que permitía una especie de desarrollo recortado de la crisis. Porque la teoría oficial en esa época (fines de los años 1990) teóricamente rechazaba la posibilidad de una crisis. ¿Y ese discurso de “un fin de la expansión y contracción” y salir del ciclo económico? Exactamente. Lo que pasó a partir de los años 1970, primero en las universidades, en Chicago y el resto, y finalmente, desde 1980 con Thatcher y Reagan fue, supongo, una deformación patológica del principio de libre mercado que propicia el capitalismo: la economía de mercado pura y el rechazo del Estado y de la acción pública que no creo que ninguna economía del siglo XIX haya puesto en práctica realmente, ni siquiera los Estados Unidos. Y estaba en conflicto, entre otras cosas, con la forma en que el capitalismo había funcionado en su época más exitosa, entre 1945 y comienzos de los 70. Cuando dice “exitosa”, ¿es en cuanto a elevar los niveles de vida en los años de la posguerra? Exitosa porque dio ganancias y aseguró algo como una población políticamente estable y relativamente satisfecha a nivel social. No era ideal pero era, digamos, un capitalismo con rostro humano. Y usted considera que el renovado interés por Marx también se debió al fin de los Estados marxistas/leninistas. ¿La sombra leninista desapareció y usted pudo volver a la naturaleza original de la escritura de Marx? Con la caída de la Unión Soviética, los capitalistas dejaron de tener miedo y en ese sentido tanto ellos como nosotros pudimos analizar el problema de una manera mucho más equilibrada, menos distorsionada por la pasión que antes. No obstante, yo creo que fue más la inestabilidad de esta economía neoliberal globalizada la que empezó a ser muy notable al final del siglo. Mire, en cierto modo, la economía globalizada fue dirigida en forma efectiva por lo que podríamos llamar el Noroeste [Europa occidental y Norteamérica] global y ellos impulsaron ese fundamentalismo de mercado ultra-extremo. Al principio, pareció funcionar muy bien –al menos en el viejo noroeste– aunque desde el comienzo se podía ver en la periferia de la economía global que creaba terremotos, grandes terremotos. En América Latina hubo una enorme crisis financiera a comienzos de los 80. A comienzos de los 90, en Rusia hubo una catástrofe económica. Y después hacia finales del siglo, se produjo ese colapso enorme, casi global, que fue de Rusia a Corea (del Sur), Indonesia y Argentina. Esto hizo que la gente empezara a pensar, me parece, que había en el sistema una inestabilidad de base que antes se había pasado por alto. Se ha llegado a sugerir que la crisis que vemos desde 2008 en relación con Estados Unidos, Europa y Gran Bretaña no es tanto una crisis del capitalismo en sí, sino del capitalismo financiero moderno de Occidente. Mientras tanto, Brasil, Rusia, India y China –BRIC– están desarrollando sus economías al mismo tiempo sobre modelos cada vez más capitalistas. ¿O es simplemente que ahora nos toca sufrir a nosotros las crisis que ellos tuvieron hace 10 años? El verdadero avance de los países BRIC es algo que se produjo en los últimos 10 años, 15 como máximo. O sea que en ese sentido se puede decir que fue una crisis del capitalismo. Por otro lado, creo que es riesgoso asumir, como hacen los neoliberales y los defensores del libre mercado, que hay un solo tipo de capitalismo. El capitalismo es, si se quiere, una familia, con una variedad de posibilidades, desde el capitalismo dirigido por el Estado de Francia hasta el libre mercado de Estados Unidos. Por lo tanto es un error creer que el avance de los países BRIC es simplemente lo mismo, como la generalización del capitalismo occidental. No lo es: la única vez que se intentó importar el fundamentalismo del libre mercado al por mayor fue en Rusia y resultó un fracaso absolutamente trágico. Usted planteó el tema de las consecuencias políticas del colapso. En su libro, habla de una insistencia en analizar los textos clásicos de Marx como si aportaran un programa político coherente para hoy, pero ¿adónde cree que va en la actualidad el marxismo como proyecto político? No creo que Marx haya tenido nunca un proyecto político, por así decirlo. Políticamente hablando, el programa específico de Marx era que la clase trabajadora se formara como un cuerpo consciente de clase y actuara políticamente para adquirir poder. Fuera de eso, Marx de manera muy deliberada fue vago en razón de su aversión hacia las cosas utópicas. Paradójicamente, yo diría incluso que a los nuevos partidos se les permitía improvisar, hacer lo que pudieran sin instrucciones efectivas. Lo que Marx había escrito equivalía apenas un poco más que a las ideas estilo Cláusula IV sobre la propiedad privada, en ninguna parte cercano siquiera a brindar una orientación a los partidos o ministerios. Mi opinión es que el principal modelo que los socialistas y los comunistas del siglo XX tuvieron en mente fueron las economías de guerra dirigidas por el Estado de la Primera Guerra Mundial, que no eran particularmente socialistas pero que sí aportaban alguna suerte de orientación acerca de cómo podía llegar a funcionar la socialización. ¿No le sorprende la incapacidad, ya sea de la izquierda marxista o socialdemócrata, de aprovechar la crisis de estos últimos años políticamente? Aquí estamos sentados a 20 años de la muerte de uno de los partidos que usted más admira, el Partido Comunista de Italia. ¿Lo deprime el estado de la izquierda en este momento en Europa y en otras partes? Sí, por supuesto. De hecho, una de las cosas que estoy tratando de mostrar en el libro es que la crisis del marxismo no es sólo la crisis de la rama revolucionaria del marxismo sino de la rama social demócrata también. La nueva situación en la nueva economía globalizada finalmente aniquiló no sólo al leninismo marxista sino también al reformismo social demócrata, que fue esencialmente la clase trabajadora ejerciendo presión sobre sus Estados-nación. Con la globalización, no obstante, la capacidad de los Estados para responder a esta presión disminuyó efectivamente. Y entonces la izquierda retrocedió dando a entender: “Miren, los capitalistas están haciendo las cosas bien, lo único que debemos hacer es dejarlos ganar y asegurarnos de recibir nuestra parte”. Eso funcionó mientras esa parte se tradujo en crear Estados de bienestar, pero a partir de los años 1970, dejó de funcionar y entonces hubo que hacer, efectivamente, lo que hicieron Blair y Brown: dejarlos ganar todo el dinero posible y tener la esperanza de que se derramara la cantidad suficiente como para que nuestro pueblo estuviera mejor. Entonces, ¿hubo un pacto faustiano para que en los buenos tiempos, en tanto las ganancias fueran saludables y se pudiera garantizar la inversión en educación y salud, no hiciéramos demasiadas preguntas? Sí, mientras mejoró el nivel de vida. Y ahora al caer las ganancias ¿luchamos por encontrar respuestas? Ahora que con los países occidentales estamos yendo para el otro lado, con el crecimiento económico relativamente estático, declinando incluso, la cuestión de las reformas vuelve a tornarse urgente una vez más. ¿Usted ve como parte del problema, en lo que a la izquierda se refiere, el final de una clase trabajadora masiva consciente e identificable, algo que fue tradicionalmente esencial para la política socialdemócrata? Históricamente es cierto. Los gobiernos socialdemócratas y las reformas cristalizaron en torno de partidos de clase obrera. Estos partidos nunca fueron, o sólo rara vez, totalmente de clase trabajadora. Siempre fueron hasta cierto punto alianzas: alianzas con ciertos tipos de intelectuales progresistas y de izquierda, con minorías, minorías religiosas y culturales, posiblemente muchos países con distintos tipos de pobres trabajadores, obreros. Con la excepción de los Estados Unidos, la clase trabajadora fue un bloque masivo reconocible durante mucho tiempo, ciertamente hasta bien entrada la década de 1970. Creo que la rapidez de la desindustrialización en este país alteró muchísimo no sólo la magnitud sino también, si se quiere, la conciencia de la clase trabajadora. Y no hay ningún país en la actualidad donde la clase trabajadora industrial pura en sí sea suficientemente fuerte. Lo que todavía es posible es que la clase trabajadora forme, por así decirlo, el esqueleto de movimientos más amplios de cambio social. Un buen ejemplo de esto, en la izquierda, es Brasil, que presenta un caso clásico de partido laborista de fines del siglo XIX basado en una alianza de sindicatos, trabajadores, los pobres en general, intelectuales, ideólogos y distintos tipos de izquierdistas, que ha producido una coalición gobernante asombrosa. Y no se puede decir que no sea exitosa después de ocho años de gobierno con un presidente saliente que cuenta con niveles de aprobación del 80%. En este momento, ideológicamente, me siento más en casa en América Latina porque sigue siendo el lugar en el mundo donde la gente todavía habla y dirige la política con el viejo lenguaje, el lenguaje del siglo XIX y el XX de socialismo, comunismo y marxismo. En términos de partidos marxistas, algo que se desprende con mucha fuerza de su trabajo es el rol de los intelectuales. Hoy, vemos un entusiasmo enorme en universidades como la suya en Birkbeck, con reuniones y actos. Y si miramos los trabajos de Naomi Klein o David Harvey o las presentaciones de Slavoj Zizek, hay un verdadero entusiasmo. ¿Lo entusiasman estos intelectuales públicos del marxismo en este momento? No sé si ha habido un gran cambio pero es indudable: con los actuales recortes del Gobierno habrá una radicalización de los estudiantes. Eso es algo del lado positivo. Del lado negativo... si analizamos la última oportunidad de una radicalización masiva de estudiantes en el 68, no significó demasiado. No obstante, como pensaba entonces y sigo pensando aún hoy, es preferible que los jóvenes, hombres y mujeres, piensen que están en la izquierda a que los jóvenes, hombres y mujeres, sientan que lo único por hacer es conseguir un trabajo en la bolsa. ¿Y cree que hombres como Harvey y Zizek desempeñan un papel útil en eso? Supongo que la descripción de presentador se ajusta a Zizek. Tiene ese elemento de provocación que es muy característico y que ayuda a generar el interés de la gente, pero no estoy seguro de que quienes leen a Zizek se sientan mucho más cerca de repensar los problemas de la izquierda. Permítame pasar de Occidente a Oriente. Uno de los interrogantes más urgentes que usted se plantea en el libro es si el Partido Comunista chino puede desarrollar su nuevo lugar en la escena global y responder a ésta. Es un gran misterio. El comunismo desapareció pero subsiste un elemento importante del comunismo, ciertamente en Asia, que es el Partido Comunista estatal que dirige a la sociedad. ¿Cómo trabaja? En China me parece que hay un grado más alto de conciencia de la inestabilidad potencial de la situación. Probablemente haya una tendencia a crear más espacio de maniobra para una clase media intelectual creciente y para sectores educados de la población, que, después de todo, se medirán en decenas, posiblemente cientos de millones. También es cierto que el Partido Comunista en China parece estar reclutando un liderazgo tecnocrático. Cómo se une todo eso, no lo sé. Lo que sí me parece posible con esta rápida industrialización es el crecimiento de movimientos laboristas, y no queda claro hasta qué punto el Partido Comunista chino puede encontrar lugar para las organizaciones del trabajo o si las consideraría inaceptables, a la manera en que [consideró inaceptables] las protestas de la Plaza Tianannmen. El título de su nuevo libro es Cómo cambiar el mundo. Usted escribe, en el último párrafo, “todavía sigue pareciéndome plausible el reemplazo del capitalismo”. ¿Es una esperanza intacta y es lo que lo mantiene trabajando, escribiendo y pensando en este momento? No existe ninguna esperanza intacta en esta época. Cómo cambiar el mundo es un relato de lo que hizo fundamentalmente el marxismo en el siglo XX, en parte a través de los partidos socialdemócratas que no derivaron directamente de Marx y de otros partidos –los partidos laboristas, los partidos de los trabajadores, etc.– que subsisten como gobierno y como partidos potenciales en el gobierno en todas partes. Y segundo, a través de la Revolución rusa y todas sus consecuencias. El precedente de Karl Marx, un profeta sin armas, inspirador de grandes cambios, es innegable. De manera muy deliberada, no digo que haya perspectivas equivalentes en este momento. Lo que digo ahora es que los problemas básicos del siglo XXI requerirían soluciones que ni el mercado puro, ni la democracia progresista pura pueden resolver adecuadamente. Y en ese sentido, habría que pensar una combinación diferente, una mezcla diferente de público y privado, de acción y control del Estado y libertad. Cómo se llamará eso, no lo sé. Pero podría perfectamente no ser capitalismo, ciertamente no en el sentido en el que lo hemos conocido en este país y en los Estados Unidos. Traducción: Cristina Sardoy (c) The Guardian, 2011- Revista de cultura Ñ (387) - postaporteñ@ - 2011-02-28 |
Una historia llena de mentiras Uruguay inicio este domingo festejospor Bicentenario de su independenciaYa se sienten tensados los arcos de la memoria ancestral. Las boleadoras cortando el aire de impunidad. Rebrota la fortaleza charrúa, que acompaño a Artigas contra el invasor. Surge desde los tiempos su horizontalidad, los cacique fueron una necesidad de organizarse para enfrentar la agresión. Hoy sus descendientes, mantienen la importancia de la palabra, del honor de cada palabra. De sentir la energía atravesando el tiempo, de negarnos a creer la falsa historia que nos contaron. De repudiar, que nos impongan falsos héroes, homenajeando con sus asesinos nombres de calles y parques. Todos los gobiernos, durante 180 años contando una "historia oficial" que mantuvo hasta hoy la impunidad de aquel acto, terriblemente violador de los Derechos Humanos como fue, la matanza de indígenas en los campos de Salsipuedes el 11 de abril de 1831. Considerado ya en la época como un "crimen de lesa humanidad", fue ocultado al Parlamento, a la prensa y a la historia, en una suerte de "pacto de silencio", implícito u ordenado por el gobierno de Fructuoso Rivera. Así fue el comienzo del Uruguay “democrático” que nos quisieron vender, donde los derechos fueron pisoteados, donde no se respeto la vida, y se habla de festejos del bicentenario. Que carajo quieren festejar. Que en el parque Rivera, esta el estadio Charrúa. Insensibles, inhumanos, y cómplices. Si claro que si cómplices, desde aquel gobierno del asesino de Rivera hasta el gobierno de hoy de José Mujica. Todos cómplices, responsables de la educación, de las mentiras históricas. Y todavía reafirman el Uruguay de la impunidad histórica, con la ley de caducidad, en estos 26 años. Cada mañana aplaudo al sol, y lo despido al atardecer. Amo esta tierra que extranjerizan, que la lastiman con el monocultivo. Que la envenenan a ella y a nosotros con los transgénicos. Que la matan con la minería a cielo abierto. Que la venden por monedas a las multinacionales, sin importarles su pueblo. Del otro lado de los Ríos de la Plata y Uruguay, también viven Charrúas. Hermanos de la historia. Su sabiduría por siglos despreciada, por asesinos de la Humanidad, consideraban a estas tierras, como su madre, la pachamama. Si esos salvajes que pretendieron exterminar, para el “progreso” de estos países, tenían y por suerte tienen, la capacidad, de la sensibilidad, de la armonía, y del respeto. Como Charrúa que soy desde la energía que me da vida, seguiré luchando por la defensa de los Derechos Humanos, junto a mis Hermanos. Viva los Pueblos Originarios, los verdaderosy merecedores dueños de estas tierras Marquemos un Norte Ricardo Silva (Caio) - postaporteñ@ - - 2011-02-28 |
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martes, 1 de marzo de 2011
Los viajes no fueron al PP,no mas trabas!!, vuelve La Pasiva a BsAs
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