ALFREDO GRANDE tuvo otro ACV Aunque la noticia aún no ha trascendido a la prensa, eso se deduce clínicamente de su texto “La discreta impunidad del voto”*,pues los desvaríos e incoherencias en que incurre son propios del desbarajuste en las ideas que precede a los síntomas más graves del ACV. Y digo “otro”, porque los tiene recurrentes: ¿se acuerda, por ejemplo, de lo que dijo de Mujica el año pasado? Bueno, vamos al grano, veamos qué dice ahora: “Resulta poco digerible o directamente vomitivo que los tres vices del kirchnerismo sean de derechas”. Sí, leyó bien: “vomitivo”, que “los tres vices” sean de derechas ¿Y los titulares? ¿Filmus, Scioli, Cristina Fernández, qué son? ¿Y los diputados, los gobernadores, los ministros, los intendentes? Para no hacerla larga, hablemos solo de la zarina: ¿Puede ser de izquierda alguien que se enriqueció ejecutando deudores hipotecarios, mientras otros argentinos pagaban con su vida enfrentar a la dictadura? ¿Puede no ser de derecha quien desde la presidencia malversa los recursos del Estado mediante los más torpes negociados (como los de los terrenos de El Calafate) y quien ha llevado al extremo la entrega del país a la voracidad de las multinacionales, en desmedro de la salud y el futuro de sus habitantes? Y Grande remata así ese párrafo: “Me encantaría ser peronista para hacer tronar el escarmiento ante tanta burla al legado de Evita” El legado de Evita (más allá de su fortuna, motivo de interminables disputas judiciales en tribunales de la Argentina y de Europa) es el peronismo Es lo que el peronismo ha hecho y hace y el “manual de procedimientos” de que se vale para perpetrarlo: es un legado tangible, material, verificable Es de mala fe hacer el cambiazo de ese legado cierto, operante, por otro que solo existe en el deseo o en la bruma del ensueño. Grande dice aún algo más pernicioso: “Queda claro que el peronismo ya no será revolucionario, pero el dilema es qué será”. No, eso no es un misterio (ni mucho menos un “dilema”): “lo que será” no es algo que nos “sucederá”, como si se tratara de una lluvia de material volcánico o un invierno crudo: está aún por construirse; será lo que le dejemos ser, lo cual depende de nuestra conciencia, de lo que sepamos acerca del pasado y el presente reales del peronismo Pero nada podremos cambiar si se nos sacraliza el “legado de Evita”, el cual no es ni más ni menos que la presente perversión de todas las prácticas políticas y la descomposición de los modos de convivencia social (al menos en el área metropolitana, que es lo que conozco bien): Salga usted a la calle y verá en el cotidiano desprecio por el otro el reflejo de lo que los ciudadanos perciben como usos consagrados por nuestros gobernantes. El daño que Grande produce con estas tergiversaciones de la realidad es más grave que lo que puedan tener de bueno sus aciertos puntuales o algún retruécano ingenioso, porque al respaldar la ideología, la mitología, la cultura y la metodología que el legado de Evita fusiona, nos condena a que en el futuro otros, colgándose de lo mismo, prosigan haciendo lo que hacen estos y lo que han hecho los anteriores: [así] es seguro que habrá más penas y olvido
Juan del Sur
* http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5810:la-discreta-impunidad-del-voto&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106 FITO PÁEZ, Caso De Estreñimiento Cerebral Crónico
Sucedió que “Perfil” acaba de exhumar un reportaje de Página/12 a Fito Páez luego de que Menem fuera reelecto, en octubre de 1999. Eso reavivó mi interés por su nota de esta semana en el mismo diario, y por eso conversé con él (o, quizá, soñé que conversaba). Esto es lo que recuerdo: —Fito, hace doce años dijiste que “si tenés que sentarte en el sillón de Rivadavia, tenés que negociar con la mafia”. ¿Te acordás? —No. Sí. No. Puede ser, ¿y qué tiene? —Nada, Fito. Nada. Además te preguntaron tu opinión sobre la visita de Charly García a Menem. Dijiste: “¿Qué político invita a Charly a su casa, hoy? Eso no quita que tenga en claro que el tipo firmó el indulto, que vendió el país. Pero, por otro lado, también lo invitó a la casa”. Como si dijeras “sí, es un genocida, pero hay que ver qué ricos ravioles hace”. — ¿Quién dijo que Menem hace ricos ravioles? —Es solo una comparación. — ¿Y qué tiene que haga ricos ravioles, si vendió el país? — ¡Ay, mi madre! Bueno, a eso iba, pero no importa. Ahora, en tu nota de esta semana decís que “lo que esa mitad [la que da asco]está siendo o en lo que se está transformando, cada vez con más vehemencia desde hace unas décadas, repugna”. ¿Sabías, Fito, que de las últimas dos décadas, dieciocho años gobernó el peronismo? — ¿Y con eso, qué? —Y…, que… Dejalo. “A la mitad de los porteños le gusta tener el bolsillo lleno, a costa de qué, no importa”: ¿eso lo dijiste, Fito? — ¡Claro que lo dije! Y por eso Buenos Aires quiere un gobierno de derechas. —La familia presidencial multiplica su fortuna todos los años: ¿no querrán, ellos también, un gobierno de derechas? —Yo no hable de la presidenta; hablé, textualmente, “de las fuerzas ocultas inmanentes de la Argentina, que no van a entregar tan fácilmente lo que siempre tuvieron: las riendas del dolor, la ignorancia y la hipocresía de este país”. —“Siempre”, es mucho decir. Pero desde hace sesenta y ocho años eso que llamás riendas —y que otros llaman hegemonía— las tiene el peronismo. —Yo no estoy hablando del peronismo; hablo de los votantes de Macri. — ¿Y los votantes de Filmus no viven en el mismo país, donde imperan las fuerzas ocultas… —Bueno, me tengo que ir. Chau. Así fue: breve. Pero me dio la impresión de que Páez tiene mucho en la cabeza Mucho pelo JUAN DEL SUR - postaporteñ@ nº 587 - 2011-07-15
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Aportes para el 3er Congreso de la TCC 16 17 y 18 de julio en el local de Artes Gráficas Yaguarón 1114 casi Maldonado
La necesidad de una alternativa independiente y anticapitalista para la clase trabajadora
...“El mundo de trabajo hoy tiene un movimiento pendular. Cada vez menos hombres y mujeres trabajan menos, encuentran menos trabajo estable y necesitan de muchos trabajos –dos, tres, hasta cuatro– para sobrevivir Y, cada vez más, hombres y mujeres no encuentran trabajo y viven disputando la búsqueda de cualquier labor. Por ejemplo, los cartoneros: ¿cómo empezó este trabajo? Empezó yendo a la basura para buscar restos para su comida y para sus casas. Y, poco a poco, además de hacer de la basura su sobrevivencia, empezaron a hacerse de los materiales rescatados para venderlo para el reciclado: plástico, lata, aluminio, vidrio Este es el cuadro del trabajo en los inicios del siglo XXI: cada vez menos hombres y mujeres tienen un trabajo fijo y estable y cada vez más hombres y mujeres viven la precariedad del desempleo estructural. Vivencian la condición de una precarización estructural del trabajo, que actúa hoy como condición de nuestro mundo.”........ ........“Romper la barrera, impuesta por el capital, entre acción sindical y acción parlamentaria, entre lucha económica y lucha política, articulando y fundiendo las luchas sociales, extra-parlamentarias, autónomas, que dan vida a las acciones de clase, se vuelve crucial Como el capital ejerce un dominio fundamentalmente extra-parlamentario (Istvan Mészaros), es un gran error querer derrotarlo con acciones que se reduzcan o privilegien el ámbito de la institucionalidad. Un sindicalismo de clase debe, por tanto, articular íntimamente lucha social y lucha política.” Ricardo Antúnez
El fin del sindicalismo “de clase” El sexenio 2005-2010 fue el de mayor crecimiento de la afiliación en la historia del movimiento sindical (sin tomar en cuenta el de re-sindicalización del fin de la dictadura cívico militar), habiéndose llegado en la actualidad al récord histórico de 340000 cotizantes sindicales, 200000 más que a fines de 2004. Sintomáticamente fue de los de menos combatividad y, sobre todo, el de mayor retroceso estructural, democrático, orgánico y programático. Ambos fenómenos, desarrollo cuantitativo y retroceso cualitativo, son efectos de la misma causa, la convergencia de la institucionalización burocrática y sistémica del movimiento sindical (país productivo y privilegio de la negociación colectiva) impuesta por una dirección que no esconde su disposición a conciliar con la clase dominante y la des-estructuración de la clase trabajadora gestada en las nuevas formas de súper explotación del trabajo que imponen gobiernos y patronales para atender las necesidades de la burguesía. Se trata, a nuestro entender, del mayor fenómeno de cooptación sindical (y social) en los últimos 120 años de historia nacional y es parte de un fenómeno global. Si la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, como particularmente entendemos, es crucial superar el verdadero sitio de clase que ha impuesto la burguesía con el auxilio del sindicalismo institucional “de contención”. Los sindicatos son hoy proveedores de cuadros para todas las instituciones burocrático burguesas del mundo. Ministros, secretarios, parlamentarios, asesores, directores, gerentes, consultores, delegados y hasta presidentes “democráticamente electos” pasan definitivamente del sindicato a los aparatos y empresas del estado capitalista, paraestatales, ex - estatales, público-privadas e incluso privadas. En este Uruguay “progresista” el fenómeno asume proporciones desvergonzadas. Abundan además en leyes, reglamentaciones y aún convenios colectivos, que imponen condiciones y formatos a las organizaciones sindicales, que regulan y determinan los alcances de los fueros, establecen espacios y formatos de “negociación colectiva obligatoria” y reglamentan los conflictos, las huelgas, los paros y demás medidas de lucha; que limitan los asuntos de demanda, los plazos de los reclamos y hasta determinan la “paz sindical”. En nuestro país este “retroceso” (largamente programado) tiene su fruto más vil y expresivo en la destrucción de los contenidos clasistas del programa, las plataformas, demandas y métodos del movimiento sindical y una herramienta muy poderosa en la explotación totalitaria de la unidad como un dogma excluyente Sin entrar en el debate de si los sindicatos pueden ser revolucionarios o no, o de si serán algún día, muerto el capitalismo, los contenedores del poder popular; el clasismo, los militantes de intención revolucionaria, consideramos a los sindicatos como “herramientas” para la formación de conciencia a partir de principios éticos de clase para regir nuestras metodologías e impulsando programas, plataformas y luchas con contenidos anticapitalistas. Hoy, este movimiento sindical hegemonizado, sin necesidad de ningún debate ni prueba más que la evidencia de la “confesión de parte”, es un agente de cultura anti-revolucionaria que sirve mansamente a los intereses de la burguesía. La estructura sindical ha girado al “progresismo capitalista” (ni siquiera un capitalismo de estado) tanto como la fuerza política del gobierno... sin retorno posible. Tal vez convenga refrescar un par de evidencias en este sentido: 1) Deuda externa, reforma agraria, estatización o siquiera nacionalización de la banca, no sólo no figuran ya en casi ningún programa sindical sino que se ataca con fiereza cualquier intento de replantearlas En si mismas, estas ausencias y acciones, no pasarían de ser graves errores tácticos si no definiesen la imposición de elementos absolutamente contrarios a esos objetivos en las políticas del movimiento. Así se impusieron los apoyos (masivos entre los militantes organizados y, por reflejo, en gran parte de la “población activa”) al IRPF y a BOTNIA y demás emprendimientos forestal-celulósicos, se sostienen las AFAP, se apoyó el salvataje de varias instituciones financieras privadas en distintas crisis, se negocian las condiciones para permitir la absorción de otras con pérdida de puestos de trabajo, se impuso el “rescate del mutualismo” para garantizar el “negocio de la salud” a través del FONASA, se defiende el secreto bancario que ampara grandes negociados y el lavado de dinero, se pone la sede al servicio de la DGI y centenares de etcéteras posibles 2) La destrucción de las demandas históricas de la clase tiene su correlato en la imposición de una plataforma “utilitaria”, conciliadora y posibilista, en las cuestiones básicas del salario, condiciones de trabajo, presupuesto, etc.; a la vez que, asociado a la cultura de la “negociación responsable” sepultó definitivamente toda posibilidad de desarrollar luchas efectivas por conquistas importantes y forjadoras de conciencia Otra vez, podríamos estar nada mas que frente a un grave error táctico, sin embargo, esta nueva “cultura sindical” determina, entre otros retrocesos, cuestiones tan brutales como el “atar” los aumentos salariales a la suba de la producción y la renta, garantizando el enriquecimiento del capital; o la reacción de masas en contra de las luchas de real confrontación, por demandas con contenido de soluciones verdaderas, como, a modo de ejemplos recientes, en contra de ADEOM, los paros de transporte, o los paros de Banca Oficial de AEBU en el clearing bancario. Están imponiendo quela mayoría de la clase trabajadora “entienda la economía” tal y como la define el capital, asumiendo salarios algo más dignos o el empleo más seguro como un “privilegio de acomodados” (incluso dentro de los propios trabajadores de esos sectores) y las demandas históricas de clase como “de ultraizquierda trasnochada”. No es ninguna coincidencia que, en el mismo período en que la afiliación sindical creció como nunca en la historia, lo hizo de igual manera la rentabilidad y la riqueza concreta de la burguesía nacional, mientras los trabajadores reciben unas pocas migajas que, encima, porque les permite comer un poco mejor, genera un alza de la inflación especialmente en los productos de primera necesidad (mayor especulación y rentabilidad para el capital). Ha habido, para este fin, una profunda alianza entre gobierno y dirección sindical para “dejar hacer” en el sentido de los cambios necesarios para favorecer el desarrollo del capital, los capitalistas y “el empleo” mal remunerado e inseguro Capitalización, profesionalización y ética sindical, un modelo a combatir Por otra parte, los sindicatos, perciben grandes sumas de dinero por distintos conceptos, además de la cuota compulsiva de sus afiliados, con el que se consolidan en su “competencia” administrativa como dignos adversarios para las patronales. Sobran los ejemplos en el mundo de “capitales sindicales” invertidos en importantes segmentos del mercado financiero, de servicios y comercial (fondos de pensión y de salud, bonos de deuda, valores y acciones de bolsa, capitalización de empresas de créditos, cooperativas de ahorro, crédito y producción, hotelería, construcción, turismo, etc.) Aquí el fenómeno se encuentra en una etapa de desarrollo, pero también se invierten capitales sindicales importantes en actividades financieras, otros actúan sin disimulo como “tercerizadores” o aún, “productores”, y todos o casi todos disponen de “personal” rentado, ya no solo entre sus cuadros militantes “más importantes”, asalariados que llevan a cabo distintas tareas de servicio, asesorías, administración, seguridad, secretarías, portería, vigilancia, mantenimiento, transporte, etc., en no pocos casos prestados por personal “en negro” o de empresas tercerizadoras y, en muchos, por otros afiliados al sindicato en carácter de “ingreso extra” muchas veces por un salario mayor al que percibe del patrón “capitalista” Es decir entonces que existe también aquí una interacción entre el sindicato “de clase” y el “sindicato patrón” que refuerza la orientación pro-capitalista del sindicalismo institucional. Por otra parte el sindicalismo adquiere cada vez más el formato de “carrera profesional” Y no desde los contenidos del conocimiento académico que hacen apto al universitario para la especificidad; mucho menos en el concepto leninista del cuadro destacado de dedicación exclusiva; casi por el contrario, en el sentido del profesional que ha impuesto el capitalismo en todas las ramas de actividad, ya sea política, empresarial, artística, deportiva, etc., y que exige de una renta determinada y sustanciosa porque puede llevar adelante una tarea especialmente provechosa para quien cuenta con sus servicios, tanto como puede realizarla mañana en su contra si es contratado por “la competencia” o debe asumir “otro rol”, (de lo que sobran los ejemplos entre los actuales ministros, directores de empresas públicas, intendentes y directores municipales, etc.) Impuestos en sus cargos, los dirigentes pasan así a manejarse con una realidad muy diferente del “sindicalismo”, disponen de dinero para sus “viáticos” (entiéndase desayunos, prensa, almuerzos, locomoción, etc.), no pagan su teléfono móvil, en muchos casos tienen oficina, computadora, teléfono fijo, fax y hasta coche propio o compartido, no pocos disponen de secretaria/o particular o administrativa, participan de giras, congresos y encuentros con viajes al exterior que de otro modo no podrían haber siquiera soñado De inmediato, en su gran mayoría, abandonan sus puestos de trabajo total o parcialmente, al amparo del “fuero sindical”, para dedicarse “de lleno” a las tareas sindicales y disfrutar de su nuevo “status” sindical y social, cuando no para “capitalizarse” a través de fuertes ingresos de dinero “extra”. Es una profunda crisis ética y “moral” en que se encuentra sumergido el movimiento sindical, y no sólo para nosotros, el “fenómeno” es claramente reconocido por todos los trabajadores en todos los ámbitos, sin correlato de confrontación pero arrasando con la credibilidad de la herramienta En este cuadro la relación es inversamente proporcional entre “nuevos afiliados” y participación, formación y desarrollo del “sujeto” sindical,los trabajadores y trabajadoras de base, en general jóvenes, que sufren, además, las consecuencias de la embestida sistémico-progresista en lo cultural-educativo, familiar y social Tal gravedad tiene el fenómeno que los locales sindicales son “clubes sociales” en lugar de centros de formación de cultura anti capitalista. Convenios con servicios de todo tipo, deportes, ocio, recreación, fiestas, parrilladas, salones de juego con grandes TV de plasma y campeonatos varios, lejos de utilizarse en su justa medida para promover la socialización, se utilizan en sobre abundancia para atraer un mínimo de “colaboradores” para las tareas “no rentables” de las organizaciones y para evitar su vaciamiento definitivo. Estructural y súper estructural, la crisis del movimiento sindical exige, a nuestro entender, la conformación de un polo que se haga cargo de promover una alternativa verdaderamente democrática, clasista y combativa que confronte en todos los frentes y levante, urgentemente, las banderas de la clase obrera en oposición al capital y al capitalismo en una construcción plural y absolutamente independiente. Ninguna estructura es reparable si sus cimientos están tan podridos como los de la (en los hechos) central sindical y la mayoría de los sindicatos que la componen. Mucho menos si dispone de todo el poder del aparato estatal-parlamentario y las corporaciones patronales para garantizarla como una institución más del estado capitalista. La necesidad de una ruptura de conciencia acumuladora El récord de afiliación sindical que suponen estos 340000 afiliados al PIT-CNT determina, a partir de aquella “unidad excluyente”, que más de 1200000 trabajadores no integran el “movimiento sindical”. Menos de la cuarte parte de la clase trabajadora activa lo compone. No podemos determinar cuántos de esos trabajadores no sindicalizados lo están porque perciben la inutilidad de su pertenencia de maneras diferentes. Estamos convencidos que, con mayor o menor grado de conciencia de ello, son muchos miles. Nuestra experiencia concreta nos da una pista para fundamentar nuestra convicción. Sin haberlo organizado ni discutido previamente, a modo de explosión, ante la embestida burocrática de ECMA, el 20 por ciento de los trabajadores de la empresa, se retiró del sindicato de base y de rama, por tanto del PIT-CNT. Habiendo resuelto acompañar el proceso, la agrupación clasista convoca a los desafiliados para realizar un planteo de reorganización sobre nuevas bases, clasistas, democráticas, participativas y se logra, de inmediato la conformación de una nueva organización con el 80 por ciento de los que se retiraron No faltaron tampoco los temores y la necesidad, planteada por una minoría de compañeros, de “hacer el intento” de reconocimiento por parte del PIT “para no aislarnos del resto de los trabajadores”, a los que la mayoría, sabedores de la respuesta que sobrevendría, accedimos. Hoy, a menos de dos años de conformada, podemos decir que ECOS es una organización totalmente crítica del PIT-CNT y muy mayoritariamente conciente y partícipe de la necesidad de conformar una alternativa opositora, dispuesta por ejemplo, sin oposición interna, a colaborar con la TCC y con todas las acciones y solicitudes de contenidos combativos o solidarios, Por lo demás, no sólo no han logrado aislarla, sino que se mantiene como una referencia insoslayable para todo el colectivo de trabajadores de COMAG y la patronal. Ahora bien, no es la evaluación positiva del “fenómeno” de ECOS lo que determina nuestra convicción de la necesidad de la alternativa. Por el contrario, es la experiencia acumulada de los últimos 30 años de militancia dentro de esta forma de sindicalismo la que lo hace. Habiendo logrado siempre conformar agrupaciones clasistas opositoras, jamás logramos desprendernos de las dinámicas institucionalizantes y burocratizadoras que imponen las direcciones Corriendo detrás de los “problemas” individuales que “la herramienta” era incapaz de solucionar, o tras los programas de actividades que imponían, cuando los evaluábamos positivamente, en el cuadro general de plataformas cada vez más economicistas y menos solidarias, para garantizarlos mínimamente, cuándo no, para dar batallas entre cuatro paredes para intentar frenarlos, en un marco siempre de militancia de base desestimulada, discutiendo “por arriba” y con “plateas” generalmente aparateadas Por otra parte, no pocas veces logramos en comisiones de trabajo, asambleas, plenarios, congresos e incluso elecciones, ganar posiciones importantes. Sin embargo la gran mayoría de las veces, fueron posteriormente barridas por la imposición de “reconsideraciones” o bien impunemente desconocidas al amparo de la hegemonía política. A pesar de esto, analizando desde la nueva perspectiva, desde afuera, la mayor imposibilidad de lograr alternativas por dentro, esta determinada por la desconfianza que entre muchos trabajadores no politizados, inexperientes, pero independientes por multiplicidad de razones convergentes, genera nuestra “pertenencia” a la “clase sindical”. Mantenernos integrados a esta estructura supone participar de sus organismos, electos con sus métodos, organizados con sus criterios, determinados por sus tiempos, atados a la dinámica que imponen para confrontarla y en definitiva, asumiendo sus mismos roles y prerrogativas, lo que no deja otra cosa que una visión de conjunto para los trabajadores “no militantes”. A nuestro entender no es posible construir un nuevo movimiento sindical “desde adentro” y dar, desde el pié, una gran batalla para reimplantar las concepciones clasistas. En ese sentido, creemos que, incluso la desafiliación individual tiene sentido si es para hacer oír una voz opositora e integrarse a una orgánica “extra-central única” que sostenga a los militantes clasistas con ese fin. Pero existe un argumento al que le damos el mayor peso en este debate: debemos romper definitivamente con la concepción de la unidad regimentadora, romper orgánicamente es casi una necesidad táctica para empezar a dar una batalla franca en su contra Queda claro que ella se impuso (más allá de cuánto acordemos con el acierto de aquella determinación) bajo la premisa defensiva en contra de la violencia totalitaria que se desataba a comienzos de los sesenta, condición que hoy no existe (por ahora y por suerte agregaríamos, porque en las nuevas condiciones seríamos carne de cañón exclusiva y a precio módico) Hoy es la herramienta por excelencia de la burocracia conciliadora para maniatar al clasismo generando una adhesión sin compromiso, vacía y vaciadora. No tenemos dudas que se debe levantar la unidad como herramienta, la unidad de lo unificable, de aquello que coincide en una misma dirección y más allá de las distancias a recorrer, pero debemos confrontar, oponernos prácticamente, a la concepción hegemonizadora, esencialmente antidemocrática, de “una clase, un solo movimiento sindical”. Volvamos finalmente a ECOS, es claro que se pueden abandonar las estructuras de este movimiento sindical sin aislarse de quienes importa si sostenemos una línea de acción coherente Nuestra fractura produjo sin embargo otro efecto, digno de analizar: el sindicato mayoritario debió retroceder posiciones y “girar” relativamente a la izquierda. Necesariamente, para evitar dejarnos espacio entre las bases. Porque los dirigentes son burócratas y dirigen, forman contra-cultura y logran arrancar de entre los trabajadores nuevos “cuadros” para la burocracia y la conciliación, pero la clase como tal mantiene fuertes raíces en una cultura sindical forjada en el devenir de 120 años de historia de sindicalismo, de los cuáles, más de 90, tuvieron una fuerte connotación clasista, gracias a lo cuál nos ha respetado siempre como luchadores honestos, radicales y combativos” Nuestro alejamiento, de por sí, genera dudas y cuestionamientos importantes y válidos que generan debates y cuestionamientos que propician el diálogo fluido e interesado con los compañeros. Dejar que se pierdan esas raíces es la peor consecuencia de no lograr conformar una oposición clasista organizada, autónoma y totalmente independiente en la perspectiva de “otro movimiento sindical”. Una estructura que se haga cargo de “lo nuevo” No una nueva central, un nuevo movimiento para la clase que contemple la nueva realidad de la lucha de clases y de la clase. Las nuevas formas del trabajo y de su relación con el capital determinan necesariamente que debamos replantearnos “la forma” que debe tener un “movimiento clasista”. Ya no sólo “sindical-orgánico”, o caeremos en los mismos errores de toda la historia. Sin duda que con los trabajadores “estables”, de mayor experiencia y formación teórica, organizados al frente, pero para contener a “los otros”, la mayoría más débil y necesaria. Debe disponerse a contener a todos los otros, “inestables”, jubilados, no afiliados, no organizados, informales, cuentapropistas, no empleados y marginalizados. Más aun deben ser éstos la prioridad de aquellos. No por que nos consideremos privilegiados, si porque debemos levantar en primer lugar la solidaridad de clase y porque esa “conciencia” mayoritaria es la que necesitamos para generar las convicciones políticas necesarias para matar al capitalismo. Un nuevo movimiento sindical no puede pensarse desde la premisa de llevar adelante la lucha por aumento de salarios, una lucha fútil si no es el marco de un programa anticapitalista Es nuestra responsabilidad generar una estructura que imponga la expectativa de un nuevo modelo de sociedad. La lucha por salario fue una lucha “de experiencia”, generadora de conciencia, durante el siglo veinte, en el marco de plataformas de contenido anticapitalista, hoy, en este cuadro de aceptación de la ley de mercado y la competencia empresarial y personal que se le ha impuesto a los trabajadores, inmersa en plataformas de profundo contenido conciliador, es una lucha que confunde, que sigue sumando para las concepciones capital-reformistas. Un nuevo movimiento sindical para pelear por un “seguro (salario) social” que garantice condiciones de vida digna para todos, con o sin trabajo; vivienda adecuada a las necesidades del núcleo familiar con servicios gratuitos en función de topes de ingresos razonables; eliminación del IVA y cualquier impuesto directo sobre los productos de la canasta básica para los salarios menores a la canasta básica familiar; educación, transporte y salud de primer nivel gratuito para los ingresos menores a una canasta básica, y tantas otras demandas de verdadera confrontación con el capital. Por lo mismo, debe ser un movimiento sindical que involucre a todos los trabajadores, empleados o no, los que están en la fábrica y los que están en el barrio, en las esquinas y en las veredas, a los jubilados, las amas de casa y los trabajadores futuros, estudiantes de la enseñanza pública, con el fin primero de promover la auto organización en cada área del trabajo. Lo nuevo no puede ser sólo contenido, aún si se lograse que en verdad lo fuera, sin modificar la forma no será más que un nuevo proyecto de fracaso, un nuevo germen de experiencias de frustración y mayor retroceso. Formas de composición como expresamos, tanto como formas de participación y decisión cargadas de ética y democracia obreras, cada militante una voz y un voto, la primera tan obligatoria, libre y respetada como el segundo, formando para eso mujeres y hombres nuevos en una escuela que también deberá ser con todos como alumnos y todos como maestros. Reconociendo, antes que nada, que nuestros niveles de “contaminación” son apenas algo menores de los de quienes ya se han pasado “al otro bando”. Una organización solidaria, humanista, internacionalista, en combate permanente contra toda forma de penetración cultural Un plan de acción de cara al pueblo trabajador Un nuevo movimiento sindical que busque interactuar permanentemente en el seno del pueblo, generando organización y nuevas expectativas, para impulsar nuevas luchas, con nuevos contenidos y nuevas formas. Bajando de nuestras “alturas” organizadas y asalariadas al territorio de los que dependen de lo que le toque cada día, convocando para formar y formándose para compartir los espacios y la suerte de todos los compañeros. Que se vea en la puerta de las medias y grandes fábricas o empresas, pero que también esté en las puertas del comercio minorista, del pequeño taller de grandes explotadores, en las avenidas junto a los ambulantes súper explotados o los jóvenes niños de las esquinas. Organizando charlas en los barrios, con las amas de casa, los desempleados, los jóvenes sin perspectivas y los jubilados o con los trabajadores, mano a mano, explicando, promoviendo, acercando solidaridad y demandando compromisos. Escuelas y talleres entre todos y para todos, confrontando con los planes de enseñanza capitalista tanto como con el asistencialismo extorsivo. Un nuevo movimiento sindical generando las confianzas y promoviendo los cambios que nutran de nuevas fuerzas a la esperanza MariO (Agrupación 1 ° de mayo de ECOS)
TENDENCIA CLASISTA COMBATIVA - postaporteñ@ nº 587 - 2011-07-15
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SORDO GONZALEZ = MUJICA SEGUIRÁ CON EL ZIGZAG
Una “fractura” en el Frente Amplio,
aunque sea con los comunistas, le “puede costar” las elecciones evaluó Luis Eduardo González
“Hasta el 2014 el presidente Mujica practicará el zigzag como regla”, pronosticó
El presidente José Mujica aplicará una política del “zigzag” hasta el 2014, con la que buscará contemplar a la “militancia” más activa del Frente Amplio por un lado, y al electorado considerado clave para definir una elección por el otro, evaluó el politólogo Luis Eduardo González. “Es un equilibrio muy difícil, pero probablemente de la capacidad de mantener ese equilibrio depende la fortuna electoral del Frente en el 2014”, dijo González durante una charla organizada ayer miércoles 13 por el estudio CPA Ferrere. Según González, director de la consultora Cifra, la “dirección” que ha tomado el gobierno para atender las distintas visiones es ir “caso a caso”, por lo que “cada lío que se venga encima habrá que resolverlo en función de sus propios términos”. “Como te digo una cosa, te digo la otra”, afirmó González parafraseando al presidente Mujica. “Lo que tenemos de aquí al 2014 es el zigzag como regla”, comentó. “Si hay tantas para acá, va a haber otras tantas para allá; si la militancia gana diez, va a haber diez con un ojo tomado para la reacción del electorado, aunque eso cueste que la militancia y el activismo se moleste”, explicó. González reiteró que esto pone en una “difícil” situación al gobierno. Señaló que si Mujica le hace “caso todo el tiempo a la militancia” se va a “calentar demasiada gente”, y que eso lo llevará a tener que, “por lo menos”, disputar una segunda vuelta en 2015. “Ahora, si la decisión va en el sentido opuesto, eso quiere decir que voy a tirar demasiado de la piola atada al cuello de la militancia, del activismo, y se me van a calentar demasiado. Y puede llegar un momento en el que digan: ‘no muchachos, yo llegué hasta acá y ahora andá que te cure Lola’. Y si hay una fractura, aunque sean los comunistas, eso le puede costar la elección al Frente”, advirtió. “Paradójicamente, por cualquiera de las dos maneras extremas de decidir el resultado es el mismo. Lo que hacen es aumentar el peligro de perder las próximas elecciones”, añadió. Más adelante indicó que las “demandas de la militancia no necesariamente son compartidas por el electorado”, lo que genera una “tensión” entre ambas partes. Además señaló que “muy probablemente” el “discurso” histórico de la izquierda hoy “no es compartido por la dirigencia del primer plano, pero esa mayoría nunca le explicó a la militancia en qué aspectos y por qué razón su pensamiento había cambiado”. El experto señaló que si las decisiones se toman en “función de este esquema” entonces “no hay firmeza” en la conducción, lo que genera “incertidumbre”. La “firmeza”, dijo, es la “capacidad de mantener un cierto rumbo estable”. “Si es estable el rumbo, los distintos actores saben a qué atenerse”, afirmó. Por su parte, el politólogo Adolfo Garcé también analizó la situación de la interna del Frente Amplio. En una columna que se publicó ayer miércoles en el diario “El Observador”, señaló que la “crisis” del Frente Amplio “no se deriva de un berrinche de los comunistas”. “Se podrá decir, y hasta criticar, que el PCU no haya cambiado, pero no hay que olvidar que el FA experimentó una transformación asombrosa”, consideró. “Cambió sus ideas” y también su “criterio para manejar las diferencias internas: del consensualismo (que respeta la diversidad) al mayoritarismo (que suele agraviarla)”. Encuesta. En la reunión, en tanto, González evaluó la aprobación de la gestión de Mujica. El mandatario, según Cifra, arrancó la Presidencia con 66% de aprobación, a los nueves meses descendió a 58% y ahora cayó a 39%. “La caída es más abrupta que la de (Tabaré) Vázquez”, indicó. Vázquez, a los nueve meses de gestión tenía 68% de respaldo y cayó a 54% al año y medio Además, González apuntó que la caída de la aprobación de Mujica se da cuando sigue aumentando la visión optimista sobre la economía. Según la última medición, 63% de la población tiene una visión positiva, un número “nunca visto”, dijo González. “La caída no tiene nada que ver con la percepción de la situación de la economía”, dijo, y añadió que hay “otras cosas” que pueden explicar ese descenso, por ejemplo la discusión de la anulación de la “ley de caducidad” búsqueda 14/7 - postaporteñ@ nº 587 - 2011-07-15
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