Las
asombrosas confesiones
de un ministro
Autor: William Yohai
06 de mayo de
2013
Desde hace tiempo venimos
denunciando la mentira que representa la “pesificación” de la deuda pública*. Y
los brutales perjuicios que dicha política entraña para el erario nacional.
Poco a poco la verdad se ha ido
haciendo camino. Ya casi nadie aún desde la academia oficialista (que por
supuesto incluye escribas del partido de gobierno y también de la “oposición”)
defiende este escandaloso proceder. El tiempo pasa y los hechos fríos, el
principal de los cuales es el crecimiento acelerado de la deuda pública en un
contexto de bajísimas tasas de interés internacionales y crecimiento acelerado
de la economía, demuestran que el camino emprendido es groseramente erróneo.
Hoy leímos en (1) unas afirmaciones del mismísimo
Ministro de Economía Lorenzo y de su asesor Masoller que literalmente nos
dejaron pasmados. No porque digan algo nuevo, sino por la crudeza con la cual
desnudan la situación.
“En su disertación,
afirmó que elevar los niveles de liquidez (es decir la "caja" del
gobierno) asumiendo un costo fiscal fue una decisión deliberada. "En un
contexto de fuerte entrada de capitales, fuertes presiones sobre la apreciación
de la moneda, no tuvimos otra posibilidad que acrecentar nuestros niveles de
liquidez y divisas. Era la mejor política que podíamos aplicar, porque si no lo
hubiéramos hecho otros gallos cantarían y bien distintos de los que estamos
viviendo en este momento", dijo.
En lo que va del año, las compras de dólares del Banco Central
(en parte para contrarrestar las ventas que genera el ingreso de capitales) ya
suman US$ 691,32 millones y superaron la semana pasada las hechas en todo 2012.”
El ministro, autor de las
declaraciones de más arriba nos aplica el ya viejo y neoliberal “TINA” (no
hay alternativa,en inglés) que hizo famoso la tristemente célebre Margaret
Thatcher.
“no
tuvimos otra posibilidad que acrecentar nuestros niveles de liquidez y
divisas”. Falso:
si tuvieron otras posibilidades. En primer lugar porque la economía no es una
ciencia exacta. Muy por el contrario es una Ciencia
Social. No existen las
“verdades reveladas”. La afirmación del Ministro sólo es cierta si se entiende
que la economía de un país debe ponerse al servicio de los bancos y más en
general de un sector financiero especulador, nacional y extranjero. Porque si
hay algo que sí es cierto en esta historia es que así como hay perdedores,
también hay ganadores. Sin precisar el Ministro insinúa:
“Era la mejor
política que podíamos aplicar, porque si no lo hubiéramos hecho otros gallos
cantarían y bien distintos de los que estamos viviendo en este momento"
No, señor Ministro, si se
podría haber hecho algo completamente distinto. Más adelante ampliaremos sobre
el punto.
“Masoller indicó que
"al día de hoy se considera que con las acciones ya tomadas por el Banco
Central y el gobierno se ha logrado revertir o amortiguar parcialmente el
fenómeno de las entradas de capital". Entre las medidas que adoptó el BCU,
se incorporó en agosto una especie de encaje por el que las instituciones que
custodien títulos (Letras de Regulación Monetaria) para no residentes deben
inmovilizar el 40%. Masoller descartó que esté en los planes aplicar lo mismo
para los títulos de deuda del gobierno.”
Otra falsedad, o media verdad,
según que parte de la contradictoria frase se tome; porque no es lo mismo
afirmar “se ha logrado revertir” que,
como se dice a continuación “amortiguar parcialmente el fenómeno de las
entradas de capital".
Ni
lo uno ni lo otro. El fenómeno continúa y la única medida (la inmovilización
del 40%) se aplica sólo a ciertos títulos del BCU.
“No está en los planes”
hacer lo mismo con los títulos del gobierno. Lo cual, dado además que sólo rige
para los no residentes, es completamente irrelevante a la hora de “revertir” o
“amortiguar parcialmente” el fenómeno.
Preguntamos:
¿Por qué no aplicar esta
especie de encaje del 40% a todos los títulos públicos?
No nos queda otra
interpretación posible: se cortaría un negocio muy rentable a puro costo del
Estado Nacional para ciertos intereses financieros internacionales.
Pero hay más:
“El
gobierno central tiene 2,8% del Producto Interno Bruto (PIB) de
"caja" para atender las necesidades financieras y la gestión fiscal, a
lo que se suman algo más de 4% del PIB por créditos contingentes aprobados por
organismos internacionales. En total son unos US$ 3.700 millones que
"aseguran una base muy sólida para enfrentar cualquier problema",
afirmó el ministro de Economía.
Lorenzo señaló que "protegerse en un contexto de bajas
tasas de interés (en el mundo desarrollado) implica aceptar un costo fiscal que
el año pasado fue de más de 1,1 punto del Producto (PIB)", debido a que el
interés con el que se endeuda el gobierno en pesos es mayor al que recibe por
sus reservas. Agregó que de acuerdo a lo ocurrido en la primera mitad del año,
se prevé que en 2013 ese costo "se va a acrecentar en 0,25 puntos del
PIB" (a 1,35%).
Eso "representa una erogación que se contabiliza en el
resultado fiscal equivalente a US$ 700 millones o US$ 750 millones
anuales", añadió.
Ese es el costo de proteger a la economía de su "fragilidad
más importante", que ha sido "no encontrar financiamiento para
sostener las políticas", aseguró Lorenzo.
El ministro señaló que los ajustes fiscales en nuestro país no
ocurrieron solo porque los déficits fueran altos, sino porque "además no
había quien nos prestara para financiar el déficit y hacer la renovación de
nuestra deuda".
"Este es un cambio radical. Que tengamos liquidez y acceso
a financiamiento para generar márgenes de maniobra es una de las
transformaciones más importantes que hacen que todo el análisis de la política
fiscal deba hacerse de un modo diferente a como lo hemos hecho hasta este
momento", espetó Lorenzo en dirección a los analistas”
O sea:
para prevenir la
posibilidad de que el gobierno en un futuro más cercano o más lejano no tenga
acceso a financiamiento externo se gastan 700
a 750 millones de dólares anuales
en pagar intereses que, dadas las bajas tasas existentes en el mundo son
exorbitantes. Coloquemos las cifras en contexto: Con 700 millones de dólaresanuales llevamos, por ejemplo, el
ferrocarril a un nivel de operatividad
eficiente en un año. Y, dada la previsible escasez y
encarecimiento acelerado de los combustibles fósiles, el ferrocarril será una
necesidad vital para el país. Ya lo es.
O, también a modo de ejemplo, la
inflación que tanto preocupa al gobierno y que tanto incide, precisamente, en
estos costos financieros (la unidad indexada evoluciona exactamente con el
índice de precios al consumo) tiene dos componentes clave: alimentos y
vivienda.
Dentro de este último rubro los alquileres son el componente mayor.
Pues bien, con 700 millones de dólares se construyen, aproximadamente, 10 mil viviendas
por año. No sólo se mejora la calidad de vida de miles de compatriotas, también
se baja significativamente la inflación.
Más adelante el Ministro coloca la frutilla de la torta:
“Por
otra parte, dijo que si el gobierno hubiera decidido mantener el nivel de
dolarización de la deuda pública del año 2000, hoy el monto de la deuda
representaría menos de 20% del PIB. Pero se optó por mitigar el riesgo
cambiario, lo que hace asumir más deuda hoy, pero menos en el futuro si el
dólar pega un salto.”
Suponiendo que el Ministro
establezca la comparación con la deuda neta y aceptando sus cálculos ésta
asciende al 26% del PBI.
O sea, el Ministro reconoce que si se hubiera seguido
emitiendo deuda en dólares esta sería más de un 23% menor de lo que es ahora.
Si se está refiriendo a la deuda bruta entonces la deuda pública sería la
tercera parte de la que es ahora.
Tomando la versión más “benigna” del costo
del cambio de deuda en dólares a deuda en unidades indexadas, el mismo asciende
a unos 6.000 millones de dólares aproximadamente.
O sea, deberíamos 20.000
millones en lugar de los 26.000 que debemos.
La emisión de deuda en unidades
indexadas está en el fondo de todo este desastre. Porque, precisamente, la
existencia de esta deuda es el principal atractivo para los capitales
especulativos.
Si la deuda estuviera nominada en dólares no existiría el
beneficio extra que representa la traducción a dólares de la inflación para el
comprador de títulos en unidades indexadas.
Más aún, al caer el influjo de
capital especulativo hubiera sido ciertamente menor el atraso del tipo de
cambio.
Lo cual hubiera derivado adicionalmente en menos impulso al ingreso de
dichos capitales.
El argumento oficial para
emitir deuda en unidades indexadas es que se trata de un “seguro”. O sea, ante
una situación de devaluación brusca de la moneda nacional y mientras la
inflación exacerbada que suele acompañar las devaluaciones en una economía tan
pequeña y abierta como la uruguaya no se “coma” el salto cambiario, la deuda en
unidades indexadas implicaría menor monto total de deuda y menores pagos de
intereses expresados en dólares.
La historia demuestra que tanto
en 1982 como en 2002 (las dos devaluaciones bruscas) el período en que hubiera
sido, para el erario nacional, “buen negocio” tener mucha deuda en unidades
indexadas fue breve.
Después de 1982 se demoraron 10 años en alcanzar la
paridad promedio entre devaluación e inflación vigente en los 9 años anteriores
(entre 1973 y 1982). Pero en el último episodio devaluatorio, el de 2002, dicha
paridad se alcanzó ya en 2003. O sea, el eventual “alivio” obtenido de tener
mucha deuda nominada en unidades indexadas hubiera desaparecido en ese lapso.
PRIMERA ALTERNATIVA A LA
POLÍTICA OFICIAL:
No emitir
más deuda en unidades indexadas.
Pero,
con esto solamente no resolvemos el problema del ingreso de capital
especulativo, una posible solución sería: SEGUNDA ALTERNATIVA:
Gravar fuertemente dicho ingreso.
TERCERA ALTERNATIVA:
Pagar la
deuda a medida que vaya venciendo. En este caso la deuda nominada en pesos-unidades
indexadas debería pagarse con emisión monetaria.
Nos dirán: “pero eso sería
inflacionario porque esos pesos aumentarían la masa monetaria”. Eso es falso:
los pesos que recibirían los especuladores al cobrar sus títulos no irían al
supermercado o la feria.
En todo caso se utilizarían mayoritariamente para
comprar dólares.
Producirían así una apreciación del tipo de cambio, efecto que
busca el Gobierno cuando compra dólares para evitar su caída. Se cortaría de
esta forma el círculo vicioso en el que el país está metido
Por más que así lo proclame el
gobierno no está un una posición cómoda. Como demostramos en el trabajo
anterior sobre el tema (“Actualización…”) los vencimientos de 2013 suman 7.500
millones de dólares.
Hemos entrado en una calesita
en la cual se necesita emitir deuda para cubrir los vencimientos de la deuda
anterior. Ya no estamos en condiciones de pagar ni siquiera los intereses.
Tal
lo que surge de la comparativa (y volvemos a referirnos al mismo trabajo) entre
la situación al 30 de junio de 2012 y la vigente al 31 de diciembre de ese año.
Tal vez, si el gobierno dejara de emitir deuda en pesos (o unidades indexadas)
para “esterilizar” las compras de dólares que realiza con el fin de no dejar
caer más aún el tipo de cambio cortaría el círculo vicioso en el que estamos
metidos.
No se generaría más inflación (como demuestra cualquier estudio
objetivo la inflación que tenemos no obedece al aumento de la masa monetaria) y
caería la presión sobre el tipo de cambio, con lo cual no habría necesidad de
salir a comprar más dólares.
El beneficio colateral que el
gobierno ve a esta política (tener mucha “caja” para hacer frente a una
eventual reversión del flujo de capitales) es irrisorio. Con vencimientos
anuales por 7.500 millones de dólares y sumando la “caja” del gobierno con las
reservas sin contrapartida del Banco Central, tenemos para apenas más de un
año. Al 31 de diciembre de 2012
el BCU contaba con “activos de reserva sin contrapartida con el sector
financiero” (o sea que no son encajes bancarios) por 6.500 millones de dólares.
Sumados a los 3.700 millones que
afirma Lorenzo tiene la “caja” del Gobierno da un total de 10.200 millones de
dólares. Algo así como 16 meses de vencimientos de deuda. Lo
más grave es que esta contabilidad empeora rápidamente. A medida que crecen las
reservas crece, pero mucho más rápido, el costo de este mecanismo.
Resumiendo:
el actual esquema de
administración del tipo de cambio, la deuda pública y las reservas se ha
constituido en un circuito
de retroalimentación positiva por el cual deuda pública, atraso cambiario,
emisión de aquella controlar éste, ingreso de capitales y otra vez mayor deuda
pública se retroalimenta.
Los diagramas de flujo que
presentamos al final describen las dos fases del fenómeno; la “virtuosa” en la
que estamos ahora y la “viciosa” en la que entraremos en algún momento futuro.
El tránsito de una a otra es, si la historia es alguna guía, rápido. Entre
ambas fases del ciclo se producen gravísimas crisis económicas y financieras.
PARA TERMINAR REPETIMOS: ESTE
TRABAJO, Y LOS ANTERIORES NO HACEN SINO REAFIRMAR QUE LA MAYOR PARTE DE LA
DEUDA PÚBLICA, EMITIDA EN EXCLUSIVO BENEFICIO DEL SECTOR FINANCIERO “DEUDA
ODIOSA” Y ES POR TANTO ILEGÍTIMA.
ESTÉN ATENTOS SEÑORES
ACREEDORES. MÁS TEMPRANO QUE TARDE EL PUEBLO SABRÁ ROMPER CON ESTA
SERVIDUMBRE QUE CONDICIONA TODA LA POLÍTICA ECONÓMICA.
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