LA MALA EDUCACIÓN PROGRESISTA (Parte 2)
Aclarando decía el tambero…
Autor: William Yohai
2 de mayo de 2013
Hace pocos días escribimos un
artículo con el mismo título. En
él incluimos una gráfica que muestra la evolución en el tiempo de la relación
(ratio acostumbran decir ahora los economistas) entre “Producto Bruto
Interno-enseñanza”, tal cual lo llama el BCU en las cuentas nacionales y el
Producto Bruto Interno en pesos constantes. La
intención de ese trabajo era mostrar la evolución en el tiempo de la variable.
Y cómo, a pesar de la alharaca oficial al respecto, la sociedad uruguaya
invierte cada vez menos en educación.
Como se constata el resultado del cociente
para 2013 es de 2,9%.
Esta cifra suscitó confusiones
entre compañeros militantes que están al tanto de estos temas. En efecto,
sabido es que desde hace muchos años la izquierda (incluyendo en sentido amplio
hasta la gente que integra el FA) plantea la necesidad de que la educación
participe en más del 4,5% en el PBI. Sindicatos como la Federación Nacional
de Profesores de Enseñanza Secundaria (FENAPES) exigen que dicho porcentaje
alcance (incluyendo sólo a ANEP y UDELAR en la cuenta: el 6%). Es bastante conocido que aún no
llegamos a ninguna de ambas cifras.
Debemos aclarar aquí que
estamos tratando de dos conceptos completamente distintos. El “producto bruto”
de algo mide (o pretende hacerlo) la creación de valor nuevo en un sector de la
economía. En el caso del“PBI
enseñanza” se mide la suma de los gastos (salarios y demás) sumados a las
ganancias (institutos privados con fines de lucro) menos los insumos utilizados
en el total. Se restan o no son
tomados en cuenta, por tanto, construcciones y reparaciones de locales, gastos
de energía eléctrica, teléfono, etc.
El resultado es que el PBI
enseñanza, que incluye el sector público y el privado es notoriamente inferior
(como parte del PBI) al gasto
público en educación. Son cosas distintas aunque refieren al mismo asunto.**
Para graficar el PBI-enseñanza en relación
a PBI utilizamos una de las planillas (PBI por industrias a precios constantes)
que aparecen en (1) e hicimos una cuenta muy simple
dividiendo aquel por el PBI total y multiplicándolo por 100.
Corresponde ahora ver la
evolución del gasto en educación pública en relación
al PBI. Para ello utilizamos el criterio de sumar de acuerdo a (2) la
ejecución presupuestal (“comprometido”) de Administración Nacional de Educación
Pública (ANEP) sumada a la de la Universidad de la República (UDELAR).
El resultado lo sintetizamos en
la siguiente gráfica.
Aclaremos que el punto de
partida es distinto debido a que la Contaduría General de la Nación (CGN) sólo publica
los datos desde 1999.
En efecto; el gasto público en
educación crece marcadamente entre 2005-06 y 2009.
A partir de allí se estabiliza. No llega al “famoso” 4,5% aunque las
autoridades lo acercan más a esa cifra por vía de incluir el gasto de los
institutos militares, el plan ceibal y alguna otra cosa, en la suma. De todas formas hace 4 años que el
gasto no aumenta. Y de acuerdo al
Ministro Lorenzo (3) no parece que vaya a hacerlo durante
este gobierno: “En una charla convocada por las redes frenteaplistas, el
ministro Fernando Lorenzo planteó la posición del gobierno al respecto.
“Nuestro plan de gobierno no tiene
un solo artículo que dice 'prioricen la educación'.
Si se pensara en algún
guarismo como estos que se plantean públicamente
para la educación, se llevaría varias veces todo el espacio fiscal disponible del país
para el próximo quinquenio”, explicó. “Esa cifra de la que se habla, está fuera
del alcance de lo que son los compromisos políticos asumidos por el gobierno;
que no incluyen, insisto, aumento de impuestos”.
Es
que, como cualquiera sabe, subir impuestos va contra los más caros y preciados principios
de la economía neoclásica o neoliberal en curso. Ni siquiera para intentar
mejorar el desempeño del país en un tema clave tanto para la tan manida
“equidad” (otro gran “principio” que nada tiene que ver con la “igualdad”
concepto antagónico del de sociedad de clases) cuanto para el crecimiento
económico y el desarrollo.
En
la búsqueda por mejorar la calidad del análisis e información para nuestros
lectores encontramos un trabajo muy importante (4) de
Rossana Patron y Marcel Vaillant. Extraemos de él los planteos finales que
resumen su esencia. Recomendamos asimismo la lectura completa a las interesadas
en el tema. Las negritas son nuestras.
“Falacia 1:
No se
obtienen progresos en la educación. En realidad, la afirmación refleja la
impresión extendida de que no se están obteniendo resultados acordes a los
niveles históricamente altos de gasto dirigido a la educación. Pero en términos reales, los
incrementos han sido modestos, por lo que las expectativas de cambio que
prevalecen tienden a ser desproporcionadas.
Falacia 2:
La
participación del gasto educativo en el PBI ha logrado su meta o “reclamo
histórico” (4,5%) y por tanto el desempeño “óptimo” del sistema ya debería
haberse alcanzado. Esto tampoco es exacto, porque en términos reales la
participación del gasto educativo en el PBI ha sido decreciente, al contrario
de lo que ocurre cuando es medido en términos corrientes como se hace
habitualmente, por lo que se estaría más lejos y no más cerca de la meta.
Falacia 3:
Los aumentos
salariales recibidos en el sector educativo han sido inefectivos en la mejora
del desempeño del sistema, lo que quitaría sustento a la política. Esta idea no reconoce que el
aumento salarial en educación (sector público y privado) corresponde a una
recuperación en términos reales de apenas 14% respecto a los niveles previos a
la crisis de 2002. Como se mencionó anteriormente, en 2011 la remuneración
promedio del sector, que tiene el porcentaje más alto de empleo calificado,
está en el 20º lugar del ranking de las remuneraciones sectoriales.
Falacia 4:
El sistema
educativo debe poder responder a todos los desafíos que le presenta una
sociedad heterogénea que cambia con rapidez, y el no poder hacerlo está
marcando la ineficiencia/ineficacia o el fracaso del sistema.
Pero, por un
lado, pedirle a la educación resultados en términos de integración social puede
estar en contradicción con alcanzar niveles de excelencia; por otro lado, para avanzar en el
sentido de “excelencia para todos” se requieren políticas diferenciales que son
altamente demandantes de recursos humanos y materiales.
Las innovaciones educativas son
costosas y destinadas a grupos relativamente reducidos de alto requerimiento de
recursos, por lo tanto el resultado de estas políticas potencialmente no es ni
extendido en alcance ni elevado en nivel; olvidar el objetivo de equidad
también distorsiona las expectativas de la relación recursos económicos
aplicados al sistema y los logros del mismo.
Falacia 5:
Existe la
percepción de que la producción de conocimiento es similar a cualquier otro
proceso productivo, donde la vinculación de recursos a resultados es más o
menos inmediata. Sin embargo, las innovaciones y mejoras en los procesos
educativos son más lentas de implementar y asimilar, y tratándose de procesos
de carácter acumulativo, requieren de un tiempo de maduración que hace
imposible obtener resultados inmediatos o rápidos. Es necesario desarrollar metodologías
de evaluación permanentes adaptadas a las características del proceso que
permitan generar información que luego se incorpore en el diseño de las
políticas educativas, las que tienen que registrar un proceso continuo de
cambio y adaptación.Existe una masa crítica de acumulación en el Uruguay, con estudios
enfocados a dar elementos sobre la evaluación del sistema, sin embargo se
registra una gran dificultad para lograr institucionalizar la absorción de
estos resultados en el diseño de nuevas políticas educativas.”
Las conclusiones de estos
especialistas convalidan la impresión inicial que surgió al ejecutar la gráfica
de la primera parte de nuestro trabajo. Y, de paso, también el título.
Desde la terrible crisis
económica que culmina en 2002 el país ha experimentado un crecimiento económico
sostenido sin paralelo en su historia. Pero esa bonanza no se ha aprovechado
para sentar las bases educativas y culturales para un proceso de desarrollo
económico aún capitalista. Esta tarea histórica queda pendiente para un
desarrollo político futuro que no puede ser otro que el Socialismo.
**Aquí se impone otra
aclaración metodológica: Si lo que se calcula en base a la planilla del BCU es
la participación del PBI-enseñanza en el global, pero a precios corrientes, el resultado será diferente. En
este caso el promedio entre 1997 y 2007 (ambos inclusive) será de 3,54%. Entre
2008 y 2013 el mismo será de 4,29%. La explicación de la discrepancia es que el
deflactor (factor para calcular los precios de la economía y llevarlos a
precios constantes) es distinto para los “factores” de la enseñanza (casi todo
salarios) y el resto de la aquella. Es nuestra opinión, y la de los
especialistas citados, que el cálculo a precios constantes refleja mejor la
realidad, ya que refiere básicamente a número de horas trabajadas en la
educación. Más abajo va la gráfica que representa esto.
* Entre muchos ejemplos, el Diario El País (15/07/2012) titula:
“Gasto histórico no mejora educación, salud y policía”.
4) Revista Uruguaya de Ciencia Política -
Vol. 21 N°1 - ICP – Montevideo
El trabajo puede encontrarse
completo en www.resonandoenfenix.blogspot. com
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