Testigos de la dictadura mostraron la ruta del dictador genocida Goyo Álvarez del secuestro y traslado de uruguayos en Argentina, en Nueva Palmira
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(Viernes, 4 de Enero del 2008 (elEcosemanrio.com.uy)
Testigos del secuestro y traslado de uruguayos en Argentina mostraron ayer al mundo dónde las dictaduras
se juntaban para cambiar prisioneros.
Hoy es una playa top de un balneario privado.
Dos de los testigos directos de los secuestros de compatriotas uruguayos en Argentina recorrieron ayer la zona de
costa en el oeste de Colonia donde el camino del Cóndor unía la historia de coordinación del horror de la dictaduras en ambas márgenes del Rio de la Plata.
Ángel Gallero vio en La Tablada a uruguayos secuestrados en Argentina. Rubi "Ruda" Veliz era marinero cuando su patrulla chocó con un operativo de traslado en un punto entre Carmelo y Nueva Palmira. Ambos se juntaron en un club deportivo de Nueva Palmira y luego de recorrer la infame geografía donde se concretaba el traslado de uruguayos capturados en el país vecino, contaron sus experiencias al público presente. El silencio en el auditorio mientras el dolor del recuerdo desgranaba sus historias, selló el pacto de respeto con estos uruguayos que aportaron su granito de arena para que hoy esté tras las rejas el ex dictador Gregorio Álvarez.
Paradojas del destino. En el lugar que hoy toman sol las modelos top y personajes de la farándula argentina que trae el empresario Eduardo Pacha Cantón para promocionar su club de campo, allí mismo, en esa playa poblada antes de sarandíes, le tocó al entonces marinero Rubi Veliz ser testigo de una página de horror ocurrida durante la dictadura.
Hubo mucho desmonte y mucho relleno, pero igual, la modificación del paisaje que detonó el menemismo fashion y que llegó a estas costas como "inversiones generadoras de trabajo" a partir de la década del 90, no logró sepultar el sufrimiento de los uruguayos que pisaban esa arena cuando se concretaban los traslados de compatriotas en las madrugadas lúgubres de la dictadura. Seis periodistas intentaron ayer recorrer la zona desde una lancha de pescadores –no se puede llegar por la carretera porque hoy es todo propiedad de argentinos que cuelgan sobre los alambrados carteles con la frese
"No Pasar- propiedad privada"- pero no pudieron desembarcar por el intenso oleaje y el viento que soplaba ayer sobre la naciente misma del Río de la Plata. Igual el recorrido visual sobre los barrancos de Punta Gorda, nos permitió reconocer el callejón entre las islas Juncal y "el Matón" o Juncalito, callejón que permitía llegar desde la vecina orilla, directamente a la tranquila y entonces despoblada zona de pescadores entre Nueva Palmira y Carmelo, en la desembocadura del Arroyo Víboras, dónde en aquella época se concretaban los traslados.
En efecto, el ex marinero Rubí "Ruda" Véliz fue testigo del traslado de uruguayos secuestrados en argentina durante las dictaduras en ambas márgenes del río. Cuatro compatriotas traían los secuestradores uruguayos que comandaba el temible Gregorio Álvarez, entre ellos una mujer "nunca me voy a olvidar del llanto de esa mujer" contó Véliz una y otra vez a los medios de comunicación que ayer estuvimos presentes en la recorrida por el temible lugar hoy dedicado al bronceado de vedetongas y figurones porteños en este lado del río.
La frivolidad de los reconvertidos ex menemistas de hoy, sobre el dolor causado por el fascismo de antaño.
No deja de ser una imagen.
"Debía este testimonio a esas cuatro personas"
Convocados por el escritor Hernán López Echagüe, camarógrafos y colegas de Canal 7 de la vecina orilla junto a un puñado de periodistas uruguayos que llegamos puntualmente a las 10 de la mañana al Club Palmirense, pudimos luego compartir la experiencia vivida por Véliz en 1978. La importancia del testimonio radica en que el mismo confirma la existencia de una coordinación represiva entre las dos dictaduras del Rio de la Plata y confirma además que muchos compatriotas que se creían desaparecidos en Argentina porque estaban viviendo allí, en realidad fueron secuestrados por operativos uruguayos, traídos a Uruguay y asesinados.
Véliz contó que su ex jefe era proclive a perseguir bagayeros y aunque cuando "venía la orden de arriba" no se podía salir, una noche salieron en busca de unos bagayeros en la zona de Camacho "íbamos llegando al fondo, a la desembocadura de Camacho (NdeR ): zona con que se conoce a la desembocadura del Arroyo Víboras) cuando encontramos una embarcación tipo Cacciola, entre los sarandises (sic).
Seguimos caminando y escuché un llanto de mujer y vimos cuatro encapuchados. Ahí salió un oficial del monte y nos dijo que nos retiráramos que estaban haciendo un procedimiento.
Yo iba al mando del Prefecto Heber Martínez, al que le dijo que se fuera e hiciera el informe correspondiente".
Eso es lo que tiene para contar "yo era un simple marinero pero me alegré cuando el Goyo fue preso.
Creo que se lo debía a esas cuatro personas" y agregó que "ahora vivo mejor, puedo mirar a mis nietos a la cara y contarles que pasó". Véliz estuvo integrando las fuerzas de la prefectura local entre 1975 y 1993 cuando se retiró. Otro testimonio también de un ex marinero de Nueva Palmira pero que prefirió mantenerse en el anonimato, señaló que había visto 9 encapuchados.
Sobre que piensan sus ex compañeros "parte de los mandos me estará tildando como un militar traidor. Otra parte de los mandos sabrá entender pero yo no puedo comprender porque se tuvo tanta saña con otros seres humanos. Si querer una patria mejor y contar lo que viví es ser traidor, bueno, que me tilden de traidor" dijo.
Gallero: el procesamiento del Goyo es el inicio del camino.
Aquí, en este lugar es dónde los uruguayos secuestrados en Argentina comenzaban el camino hacia su ejecución, afirmó ayer Ángel Gallero señalando el lugar de costa en el que el ex marinero Véliz se encontró con cuatro compatriotas encapuchados cuando eran traídos desde el país vecino.
Ángel Gallero fue detenido en Mercedes el 15 de enero cuando fue a la casa de Ricardo Blanco a ver si le había pasado algo. Pasó por la casona del SID en calle Millán y terminó en La Tablada donde fue torturado.
Allí desaparecieron a su amigo. Permanece detenido hasta el 25 de febrero de 1978, es interrogado por militares de Mercedes "en una de las subidas que nos hacían al segundo piso veo colgado de las escaleras a Carlos Cabezudo, un profesor de matemáticas oriundo de Mercedes que estaba refugiado en Argentina y a quién había visto hacía un mes en Buenos Aires" señaló.
El testimonio confirma el traslado de uruguayos desde el vecino país y el canje de prisioneros "veo también a la bióloga argentina Carolina Barrientos, casada con un uruguayo y junto a mi celda estaba Célica Gómez, empleada de la agencia Télam en Argentina".
Muchos de ellos habrían pasado por la costa coloniense.
Gallero permaneció detenido por dos años en el batallón 13 "estuve encerrado en un calabozo sin recreo sin visita sin nada. Recién después me llevaron al penal de Libertad" cuenta.
Gallero señaló que el procesamiento del "Goyo" Álvarez no marca el final del camino sino que marca el principio,
"no se ganó un partido sino que se hizo un gol" dijo "somos un grupo de viejos militantes pisando los 60 años, somos gente independiente, políticamente, económicamente y todas las cosas que hemos logrado es por el aporte de la gente no de ningún gobierno. Por eso pienso que de esas acciones van a surgir nuevos elementos" explicó.
Esta historia de la zona es una historia "que debe ser blanqueada, aquí se han hecho cosas muy feas.
Aquí fue donde los uruguayos traídos desde Argentina comenzaron el camino a su ejecución.
Es el lugar donde también muchos argentinos eran llevados desde Uruguay a Argentina.
Hay decenas de argentinos que desaparecieron en Uruguay y ni siquiera sabemos sus nombres.
Por eso creo que en la gente está que esto siga" dijo.
Testimonio nuevo.
Un hombre delgado, peinando unas canas que le delataban la edad se acercó a la mesa en la que Véliz y Gallero acababan de dar su testimonio.
Allí, con un micrófono que de a ratos andaba y de a ratos no, Juan Carlos Pérez Quiñones contó que fue cooptado por el ejército, específicamente en el batallón de Mercedes cuando era joven porque jugaba bien al fútbol.
Asencio es el cuadro que los militares tienen en esa ciudad y allí haciendo tareas de albañilería le tocó ver a compañeros de la infancia caer detenidos. Así los trató de ayudar, dándoles comida, aliviando sus dolores o avisándoles a la familia.
Hasta que los militares lo descubrieron y logró salirse del ejército escapando a Buenos Aires antes que lo detuvieran.
Allí se enteró de la desaparición de su hermano a quién hoy todavía sigue buscando.
Su familia lo culpó por esa desaparición y él cree que lo mataron como represalia a lo que él hizo ayudando a los detenidos. Desde el 24 de junio de 1977 busca a su hermano desaparecido.
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