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y salarios dignos
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Algunas reflexiones a partir de
K-insultos
Rolando ASTARITA [Blog] La publicación de la nota “Estatismo burgués y clase obrera” (en postaporteña anterior 1459) ha despertado la ira de un defensor del kirchnerismo, que firmó JS. Sin negar la existencia de las prácticas que señalo en la nota, ni discutir con argumentos, JS se despachó con una catarata de insultos hacia mi persona. De acuerdo a las reglas establecidas en este blog, (el de ASTARITA) los insultos del fanático fueron a parar a la papelera. En principio, hasta aquí no habría novedad con respecto a lo que nos tienen acostumbrados estos K-personajes que abundan en las web. Sin embargo, no por habitual el asunto deja de dar pie para algunas reflexiones acerca de la naturaleza y el sentido político e ideológico de este método basado en el improperio y la descalificación personal. Como he afirmado en otra nota, referida a muchos debates en la izquierda, las formas de discusión traducen contenidos, concepciones programáticas e idearios (ver aquí). Y en el caso de las K-descalificaciones, lo cierto es que se apela a cualquier bajeza con tal de destruir al oponente. Se trata, en última instancia, de un método stalinista, puesto al servicio de la defensa del orden establecido (y esta ha sido la naturaleza última del stalinismo) En el caso que nos ocupa, lo que ha alterado los nervios del K-insultador ha sido la invitación a pensar sobre las formas en que el Estado burgués es utilizado para dividir, corromper y desmoralizar a la clase trabajadora. Semejante sugerencia al fanático se le representó intolerable, y reaccionó. Aunque se trata de un blog marginal, la simple idea de abrir un debate sobre la cuestión, debe ser atacada de raíz. Ni siquiera puede admitir los hechos (clientelismo, represalia a los trabajadores que no se someten, etcétera) que dispararon el tema. Menos todavía, reflexionar sobre ellos (sobre el “atrévete a pensar”, aquí). Para ahondar sobre el significado de esta cuestión, amplío con ideas que han sido desarrolladas por Kenneth Westph al en Hegel’s Epistemology (para una referencia más completa, ver aquí). “Escrutinio público y externalismo” Empiezo con lo elemental: los juicios que realizamos, para que lleguen a ser juicios maduros, deben basarse en un análisis racional, en evidencia y argumento. Sin embargo, debido a nuestra falibilidad, solo podemos ejercer un juicio maduro de forma colectiva, o sea, en el marco de algún grupo que provea educación crítica y escrutinio público. La razón es que somos lo que somos como individuos humanos que piensan, y tenemos las habilidades cognitivas que tenemos, solo a través de nuestros compromisos y nexos con nuestros contextos naturales y sociales. En otros términos, no existe el pensador individual sin contexto social. Por eso, siempre surgen tensiones entre el razonamiento individual y las prácticas establecidas; y a través de estas tensiones e interacciones nuestras teorías, ideas, preconceptos, son corregidos. Por eso, esa corrección es también un fenómeno social. De todo esto surge entonces un realismo epistemológico social e históricamente fundado. Esto es, nuestros conceptos tienen una base natural, histórica y social; y a través de ellos comprendemos el mundo y nos comprendemos a nosotros mismos. Como puede advertirse, en esta concepción es clave el externalismo del contenido mental: la noción de externalismo hace referencia a que algunos contenidos de nuestros estados mentales solo pueden ser plenamente especificados en relación a objetos o eventos de nuestro entorno que son “externos” a nuestras mentes o cuerpos. Si no existieran esos eventos, que se reproducen con cierta regularidad, no podríamos hacer juicios ni identificar eventos y objetos, ni podríamos distinguirnos de ellos, o ser autoconscientes. Por eso se trata, en definitiva, de una condición de autoconciencia. Bajado a la tierra del tutelaje bonapartista Lo anterior, que está planteado a un cierto nivel de abstracción filosófica, es sencillo de bajar a tierra en referencia a la nota sobre el Estado burgués y su control-injerencia en la clase obrera. El punto de partida del planteo que hice es una práctica sistemática: la del puntero político-burócrata-funcionario público que utiliza el poder del Estado para controlar, dividir, corromper al movimiento obrero e inculcar la colaboración de clase. Una práctica verificada a través de múltiples datos, que son suministrados a nivel social. Una práctica social que es externa a nuestra mente, esto es, que puede registrarse de manera objetiva (a X lo echaron del obrador público Y por negarse a ir a la manifestación gubernamental, etcétera). Es entonces con este punto de partida que pensamos estos hechos y eventos, y revisamos y reelaboramos, o elaboramos nuevas concepciones. Pero lo hacemos utilizando habilidades y recursos conceptuales y lingüísticos desarrollados y enseñados. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa, algunos activaremos nociones como clase obrera y capital, Estado y bonapartismo, burocracia y capitalismo, independencia de clase y colaboración de clase, etcétera. Otros pensarán en base a otras categorías (se me ocurre, del tipo unidad nacional e imperio, grupos económicos, ser nacional, patria, antipatria, etcétera). En cualquier caso, siempre la manera en que formulamos o justificamos nuestros juicios cognitivos estará condicionada por factores contextuales, incluyendo los recursos conceptuales y la información disponible, las evidencias y técnicas, tanto al nivel de la visión general del mundo como al nivel del tipo de investigación en curso. La necesidad de debates argumentados y de evidencia Apuntamos entonces a poner en primer plano la necesidad del debate, de la crítica y de la autocrítica (entendida esta última como la revisión crítica de nuestra experiencia del conocimiento; remito de nuevo aquí). Tanto la crítica mutua como la autocrítica –Hegel, destacado por Westphal- están destinadas a iluminar y facilitar nuestras capacidades para comprender los tipos de factores contextuales bajo los que razonamos, y a establecer, lo mejor que podamos, en qué medida son apropiados, o si son superiores a otras alternativas. Todo esto bajo el supuesto de que existe alguna realidad, por lo menos, que es externa a nosotros, y que intentamos entender. Por eso, tanto la atención a los datos externos –en nuestro caso, existe clientelismo obrero para con el Es tado- como la crítica mutua –los que defienden el clientelismo, los que lo criticamos- permiten evaluar y justificar nuestras afirmaciones, de manera que no hay por qué quedar atrapados en nuestros esquemas “mentales”. El rol político e ideológico del insulto Lo desarrollado hasta aquí busca enfatizar la relevancia de la crítica mutua, del cruce de razones, para la autoconciencia de la clase explotada, así como del registro y análisis de lo que existe. Partir del desarrollo real y empíricamente registrable, que siempre es captado a través de nociones, en constante elaboración. Es la base para proponerse el norte a lograr, una democracia razonada y deliberativa al interior del movimiento obrero. Así, llamar a reflexionar a los trabajadores sobre el significado que tiene, por ejemplo, el hecho de que en la estatizada Aerolíneas Argentinas los punteros de la Cámpora ataquen a delegados de izquierda (que venían de luchar contra el grupo Marsans), es “poner el dedo en la llaga” del estatismo. Es pedir que se piense este acontecimiento singular hasta el final, hasta su contenido general, hasta la última de sus consecuencias y vinculaciones, a la luz de categorías, visiones políticas y teorías e ideologías en disputa. Pero esto es precisamente lo que no quieren los que quieren que todo siga como hasta ahora. Es lo que no desean los adoradores del Estado y, en última instancia, del capital. Por eso, por todos los medios, tienen que impedir que los hechos sean puestos en la picota de la argumentación. Ni siquiera pueden registrarlos (el apologista mira para otro lado cuando se le presentan pruebas de clientelismo estatista o de discriminación de movimientos sociales; el burócrata-funcionario ni siquiera registra la pobreza, o la gente que padece hambre). Es el idealismo y la negación del debate puestos al servicio de una visión de derecha y reaccionaria. Pero todo esto obedece a que deben anular la posibilidad misma de que la gente examine por su cuenta los argumentos de los "díscolos", de los que parten de lo que existe, lo registran y lo someten a la crítica. Por eso también, los apologistas y los amanuenses de todos los colores, están casi obligados a decir que un marxista, que es crítico de lo que todos los "progresistas biempensantes" ven pero ninguno mira, no puede no ser funcional a la derecha. Es la vía para ahogar en embrión cualquier luz, por pequeña que sea, que apunte a poner sobre la mesa, y desde una perspectiva crítica del capital, las relaciones de fondo del clientelismo bonapartista. Por eso, la ausencia de democracia en los sindicatos juega su rol funcional a la dominación de clase establecida. Y lo mismo cabe decir del insulto y la descalificación personal del apologista K. Hay que obnubilar las mentes, hay que sacar de quicio las razones, hay que enlodar todo lo que no sea santificación de lo establecido por “la razón de Estado” (o de la revolución, o del Movimiento, o del dios que se haya entronizado para la ocasión) Todo apunta a lo mismo. Y embarcados en esta dinámica, las mediocridades, condenadas a la apología infinita, se deslizan a la cloaca de la bestialidad, cruda y descarnada. Por eso, los insultos que envía el apologista a este blog, son parte de esa misma sustancia espiritual. En el fondo, todos ellos detestan aquel llamado de Marx a “que broten flores vivas” para que cada cual sea movido a pensar, a obrar y organizarse, y someta todo a la crítica, libre de cadenas y “líderes” que le dicten qué pensar, cómo obrar, y cómo organizarse
rolando - postaporteñ@ 1460 - 2015-09-01
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¿Y si Maduro tiene razón?
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postalinas
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martes, 1 de septiembre de 2015
1460* ATRÉVETE A PENSAR es lo que no quieren los que quieren que todo siga como hasta ahora
Número
1460 | SET. 1 2015 | Año X
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