Número 682 | diciembre 16/12/11 | Año 6º |
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EL PROBLEMA DE LA INSEGURIDADLa inseguridad en sí no es un problema, es una sensación, un estado del espíritu, es la falta de paz, la inquietud que nos provoca no poder prever qué pasará mañana. En este lugar, la inseguridad toma diferentes caras, una de ellas, la más conocida, es la que se presenta en la mente de aquellxs, que a fuerza de informativos, están a cada momento esperando ser víctimas de la próxima rapiña, y que enfermos de esta paranoia gastan fortunas en el gran negocio de la (in)seguridad (rejas, alarmas, circuitos cerrados, etc.) y hasta son capaces de matar a su propia hija. Pero no hablemos de esta enfermedad mental, que ya hay muchxs que hablan de ella. Vamos a hablar de una inseguridad más vital, aunque menos conocida: la que padecen aquellxs que no tienen un lugar dónde vivir. Familias enteras viven día a día en la calle, expulsadxs del campo, gente que perdió su trabajo y no llega a pagar el alquiler, nuevas familias que necesitan un espacio dónde desarrollarse, entre otras situaciones. Muchxs, cansadxs de aguantar esta situación, deciden poner manos a la obra y solucionar este problema por sí mismxs... son muchas las casas vacías y mucha la gente sin casa, es tan absurdo como real. Ocupar una casa abandonada o un terreno baldío, individual o colectivamente, con el deseo y la necesidad de tener un hogar, sin pedir nada a nadie, es una solución válida. ¿Qué tiene esto de malo? Pero hay cierta gente que no padece estas inseguridades, pero que gana plata con la gente que sí las padece. Empresarixs del negocio inmobiliario, políticxs que pagan favores con terrenos, sociedades anónimas allegadas a círculos de poder, promueven desalojos a familias de sus hogares, como pasó en Nuevo Capra, en el Remanso de Neptunia y como está pasando ahora en MARINDIA. Estas personas manejan grandes Capitales y el Estado está a su servicio. Así se han hecho leyes que penan la ocupación de un terreno para vivir en él como si fuera un delito (Ley votada en el 2007 por legisladorxs de todos los partidos), por otro lado como pasó en Neptunia, el Estado perdonó deudas a sociedades anónimas por décadas sin razón que lo justifique. Queda en claro que la okupación es un mal ejemplo y hay que detenerlo, porque el pobre sino, puede saber que la vida no siempre tiene que ser sufrida, y que las leyes que cuidan el absurdo no merecen ser respetadas. Reivindicamos la okupación de tierras, porque reivindicamos el derecho de cada ser vivo de desarrollarse en un lugar de este planeta y no admitimos que unxs puedan tener de sobra y otrxs no tener nada, mientras la naturaleza nos ha hecho a todxs iguales. Aborrecemos a aquellxs que ocupan terrenos para luego venderlos, perpetuando la lógica colonialista de apropiarse de la tierra como de una mercancía. A esto oponemos la convivencia en una convivencia con la tierra que nos permita vivir en ella sin arruinarla y sin sentirnos sus dueños, sino parte de ella. No podemos esperar nada del Estado, ya que él siempre actúa del lado de lxs ricxs y ante los constantes ataques que recibimos lxs okupantes de parte de privados o públicos, tenemos en claro que sólo la auto-organización horizontal (sin jefes ni representantes) y el apoyo mutuo podrán ejercer una fuerza capaz de defender los proyectos de vida que se ponen en marcha en cada okupación, como en la experiencia del Remanso donde la lucha colectiva frenó los procesos de desalojo. Fortalecer vínculos y demostrar al vecinx no-okupante que la okupación no es un acto en su contra sino de reivindicación de un derecho natural de todo ser. Hoy en día, familias en Marindia Norte padecen la inseguridad de no saber si podrán seguir viviendo en las casas que hace 11 años ellxs mismxs construyeron, porque tienen un juicio de desalojo pendiendo sobre sus cabezas. En estos momentos es que la solidaridad se hace más urgente. Activar las redes de información y apoyo mutuo es vital, somos muchxs (800.000 personas okupan en Uruguay) en esta situación y vidas enteras se ponen en juego en cada desalojo. Porque hay muchas tierras en pocas manos y que exista gente sin casa es un atentado a la inteligencia. RESISTENCIA A LOS DESALOJOS Y SOLIDARIDAD ENTRE LXS VECINXS S.R.O.A (Sociedad de Resistencia de Okupantes y Afines) S.R.O.A - postaporteñ@ nº682 - 2011-12-16 |
MANDEN A JULIO CASTROEra una tarde de calor, en la casa de mis padres. Tocó el timbre el negro Bogado. Secretario del Partido en la localidad y uno de los fundadores del FA en Young, además el primer preso comunista que llegó al Penal de Libertad. Tenía el Nº 1638. Delito: haber pintado los muros pidiendo la Libertad del General Seregni y porque le encontraron en su casa un material clandestino de la CNT. Lo torturaron y el “negro” les dijo a los milicos que se lo habían dado debajo de un puente, una persona que él no conocía. Por supuesto que estaba mintiendo . Un héroe; hasta hoy para muchos, anónimo. Había sido obrero remolachero, no había terminado la escuela, pero a mi me daba clase entre otras cosas de marxismo. Vivía en un rancho con piso de tierra. Nunca le negó a nadie un plato de comida y un colchón para dormir. Ganaba poco. Era funcionario del Partido. Y no se quejaba, nunca se quejaba. Era amigo de mi viejo, además de compañero. Mi padre era socialista, fundador del FA. En nuestra casa se hizo la primera reunión. Era el secretario “implacable” de finanzas del Comité. Al otro día de la “derrota” de la elección de noviembre de 1971, el negro Bogado tocó timbre. ¿Qué hacemos Alsina con el Comité?, preguntó adivinado la respuesta. Mañana mismo salimos hacer la cobranza, le dijo mi padre. Trajo el tablero de ajedrez y siguieron hablando. A lo largo de diciembre algunos compañeros del Frente, decepcionados con el 18% sacado en noviembre, plantean cerrar el comité y formar una cooperativa para darle trabajo a la gente, entre otras consideraciones. No recuerdo la fecha precisa, pero de nuevo Bogado toca timbre (aunque la puerta de casa siempre estaba abierta) y me toca ser testigo de una nueva conversación entre los dos. El tema fue o comité o cooperativa. No recuerdo bien los detalles de lo hablado, pero si lo que resolvieron. Hacer dos reuniones. En una que viniera el candidato a intendente del FA por Río Negro (Dorrego). Recuerdo que planteó que no veía viable de acuerdo a las fuerzas que se tenían en Young hacer las dos cosas y que él se inclinaba por concentrar las fuerzas, en seguir con el trabajo del Comité. ¿Y la otra reunión? Mi padre llamó al FA central (Bogado no tenía teléfono) y pidió quien podía venir a dar una charla a Young. Le nombraron los que podían venir, en pleno verano. Y mi viejo dijo sin titubear: manden a Julio Castro. Yo con 15 años recién cumplidos no tenía la menor idea de quién era Julio Castro. Nunca lo hablé con mi padre, por qué lo eligió. Supongo porque era maestro. Supongo porque sabía que era fundador del FA y porque además era un hombre independiente. Supongo porque leía el semanario Marcha. Por lo de su conocimiento de los temas del campo, tal vez. O por todas esas cosas juntas. El maestro nació en 1908. Mi padre en 1919. Lo más probable haya sido más simple. Castro había sido su maestro en la escuela Sanguinetti. (Esto se lo dijo mi padre a mi hermano Marcelo, el día que se vieron en Young). Ramón Alsina le dijo a Marcelo, él es Julio Castro y fue mi maestro. Hacía mucho calor; no puedo precisar la fecha. Mi viejo me dice dale, acompañame a la ONDA, que llega el maestro Julio Castro. Fuimos y me quedó gravada para siempre su cara. La reunión era de noche. Quedaban un par de horas. Y alumno y maestro en el living de mi casa conversaban como si ni hubiera pasado el tiempo. Julio ni sabía cuál era el tema que tenía que disertar. Mi padre le explicó como venía la mano. Se llenó el Comité. No recuerdo los argumentos que utilizó. Pero todo el mundo se retiró contento y con ganas de seguir. Nadie se retiró de la militancia. Mi padre fue por muchos años más su secretario de finanzas. En 1974 Bogado fue preso. Pero siempre si hicieron cosas. Salió el negro y siguió haciendo cosas, como tantos militantes. Eran muchos los que colaboraban con los paquetes de los presos. Desde Montevideo llegaba la prensa clandestina a Young. Muchos leían y la repartían. Julio Castro fue un maestro y pedagogo excepcional. Un periodista extraordinario; pero por sobre todas las cosas un militante. En medio de la peor represión, seguía militando dentro del país. Representa también a los miles y miles de militantes que se quedaron a luchar contra la dictadura. Andaba desarmado, pero para los que eran partidarios de la Doctrina de la Seguridad Nacional, era demasiado peligroso. Y los fascistas vestidos de militar lo torturaron y lo fusilaron. Se olvidaron de un detalle: ¡Las ideas no se matan! 5 de diciembre de 2011 POSTA - postaporteñ@ nº682 - 2011-12-16 |
A 200 años del Éxodo Oriental
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JURAMENTO
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viernes, 16 de diciembre de 2011
LOS PÁJAROS COMEN EN UNA ORILLA Y ANIDAN EN LA OTRA
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