Ángela Álvarez
MILITANTE REVOLUCIONARIA, NUNCA
OFICIALISTA
La
querida compañera Ángel Álvarez,
falleció a principios de junio del 2012 y fue enterrada en Uppsala Suecia, la mañana 27 del
junio. Algunos compañeros y compañeras han recordado su memoria y
denuncian cómo esta entrañable compañera fue abandonada y traicionada por todos
los que hoy están en el poder. Se han publicado varias notas en este sentido
Eso
es verdad en el sentido de que la lucha de Ángela, como la de muchos
otros, contra el capitalismo y el poder
burgués, fue totalmente contrapuesta a lo que hacen hoy los representantes
oficiales del Frente Amplio y de los Tupamaros. No caben dudas de que estos son los mejores representantes de la
explotación y opresión, del capitalismo y el imperialismo.
Sin
embargo, esa única información no rinde suficiente homenaje a la vida y a la
lucha de nuestra compañera. No es que
los del actual gobierno, la olvidaron ahora, como escriben los compañeros, en
realidad nunca fueron verdaderos
compañeros de ella.
En
efecto, la contraposición entre Ángela y el Frente Amplio y el oficialismo
Tupamaro es mucho más vieja y no comenzó porque el Frente Amplio se pudrió y
porque el Ñato, el Pepe, la Tronca y los otros se vendieron al capitalismo en
los últimos años o cuando, colaboraron y
pactaron en el 72 con los milicos. Fue mucho antes.
Yo
conocí a Ángela hace más de 40 años y ella ya se oponía a la dirección del
Frente Amplio y su militancia transcurría en oposición a la dirección
oficialista de los Tupamaros. Ya entonces ella explicaba que su militancia
discrepaba totalmente con la impulsada por las direcciones oficiales de ambos
aparatos y por eso había buscado otras vías y había empezado a participar en
otras tentativas de organización y lucha desde abajo. Por decirlo muy
crudamente Ángela nunca aceptó hacer propaganda electoral por el Frente,
siempre consideró a Seregni como, lo que fue, un milico represor y desconfiaba
totalmente de toda la dirección y la línea de los Tupas desde, por lo menos
1970.
¡Ángela
no fue apresada por militante frentista, ni por Tupamara! Aunque si sea cierto
que haya integrado dicha organización en diferentes períodos, no fue por eso
que fue torturada y apresada durante tan largos años.
La
historia oficial ningunea toda práctica que no corresponda a las grandes
organizaciones, por eso es tan difícil reconstituirla. Es una tarea de los
compañeros. El problema es que ese tipo de historia es por naturaleza muy
parcial. Por el hecho mismo de la compartimentación histórica de la militancia
todos conocemos una partecita, nadie la totalidad y es ahí donde nos recagan.
Agradezco
a todos los que han utilizado este medio de Posta Portenia u otros como el Blog
del Muerto, para romper con el monopolio oficial y realmente ha habido
contribuciones buenísimas en los que se denuncia el entreguismo frentista y
tupa desde hace décadas: por lo menos desde el Cuartel Florida. Soy consciente
que sin todas esas contribuciones no sería capaz de escribir esto hoy. Al mismo
tiempo pienso que sin estos escritos a contracorriente, sólo seguiremos de
desilusión en desilusión (como expresan con total honestidad la compañera Lidia
Camacho –Pelusa- o Mary) y resultaría imposible comprender porqué es el Frente
y los Tupas que cierran el ciclo enviando a los milicos uruguayos a reprimir a Haití y abriéndoles el culo a los propios milicos
yanquis para que vengan al Uruguay (¡cosa que ni Pacheco se animó a hacer
oficialmente!).
Con
respecto a la vida y militancia de Ángela, como de muchos otros compañeros,
quedan pocos que puedan reconstituir su historia y pienso que no hacerla y
dejar que su memoria sea confunda con la de una buena y sumisa militante del
Frente y de los Tupas sería justamente traicionar su vida y su lucha.
Por
eso, desde que me enteré de su muerte, me largué al fin a escribir unos
borradores sobre lo que compartí con ella, que quisiera que sirvieran para no
dejarla morir “reformistamente” y que podamos afirmar a nuestra compañera como
lo que fue: una verdadera militante revolucionaria.
Pero
no he avanzado lo que quería, al contrario he constatado que muchos recuerdos y
anécdotas, se me mezclan con historias contadas o escuchadas mucho después y
necesito consultar a otros viejos compañeros. Además no tiene sentido hacer
sólo una contrahistoria de ella, sin hablar de otros compañeros con los que
ella luchó y que también están muertos como MARIO NAVILLAT, FERNANDO O’NEILL (Zapicán),
BERNARDO ARNONE, ARAZATÍ LOPEZ LOPEZ, ALEJANDRO MOSCA… y tantos otros entre los
que merece destacarse al propio RAÚL SENDIC (¡evidentemente padre!).
Ello
evidentemente supera mis capacidades, conocimientos y posibilidades pero junto
con otros compañeros, que todavía están vivos y que desde hace tiempo
reflexionan y han hecho algunos borradores sobre el tema, tengo la esperanza de que se pueda dar a
conocer algo de esas historias personales detrás de la cual se esconde esa gran historia de la lucha revolucionaria,
minoritaria y a contracorriente, que
tanto se ocuparon en ocultar. También hay muchos otros que todavía están y que
no han dicho nada, que no se han
manifestado, que no han contado gran cosa de todo lo que saben, en cuanto a la
lucha de tendencia y las otras tentativas organizativas y que no sé adonde están, ni tengo contacto con
ellos y a quienes llamo a contribuir.
Ricardo
Ángela Álvarez
MILITANTE
REVOLUCIONARIA, NUNCA OFICIALISTA
El
hecho de que haya hecho circular estos borradores, entre algunos compañeros que
tenían posibilidades de criticarlos, ha hecho que los mismos se ampliaran, se
hayan hecho más complejos y sobretodo que haya extendido las pretensiones
iniciales. Ahora ya no son sólo borradores sobre la vida de Ángela, escritos
como homenaje ante su muerte, sino algo más amplio que toca la contraposición
de siempre entre el oficialismo tupa, que hoy está de parabienes en el Gobierno
y los compañeros que buscaron otro camino y que hoy siguen luchando contra el
capitalismo. También por eso he demorado mucho esta entrega que había prometido
hace como 2 meses.
BORRADOR 1 Sobre
el Frente Amplio
Muchos luchadores habrán conocido a la negra Ángela
mucho antes que yo, cuando las marchas cañeras, en las estructuras embrionarias
de los Tupas, junto al Bebe, o en los equipos de sanidad, o compartiendo
espacios en el Ateneo del Cerro o con la Comunidad del Sur. Yo la conocí como una década después, en circunstancias
especiales que he decidido hoy, ante su muerte, darlas a conocer, porque
realmente considero que la pinta entera como militante, porque creo que subraya
mejor que nada su persona. Y porque además me permite introducir de alguna
manera, su tan poco conocida trayectoria, así como la de tantos otros
militantes anónimos que dieron su vida en la lucha contra el capitalismo.
Sería
más o menos el mes de abril del año 1971, luego de una cansada jornada de
militancia y trabajo llego al Comité de Base del Frente Amplio del Parque
Batlle. Ya, era bastante tarde, se respiraba un ambiente burocrático pautado
por peroratas electoreras de los partidos reformistas y de otros dirigentes
independientes. Se habla exclusivamente de hacer campaña y pegar afiches con
las caras de los dirigentes del frente. Casi al final de la larga lista de
oradores, toma la palabra Ángela, a quién yo no conocía físicamente (aunque
después fui consciente que ya tenía referencias de ella por el barrio y también
orgánicas), y dice en forma muy modesta algo así como: “yo vengo al comité de
barrio porque lo considero una buena oportunidad para desarrollar las luchas de
base, pero no para participar en las elecciones”. Y agrega ante las primeras
preguntas que se le hacen: “no participaré ni en afiches electorales, ni saldré
a pegarlos, porque no creo que esa sea la solución”
¡Ni
la dejan terminar! Varios dicen que ese planteo no se puede hacer ahí, otros le
gritan que ¿qué otra cosa viene a hacer al comité?.... ¿de que otra lucha
habla?! Es ahí, que otras voces se levantan, entre ellas la mía, “no, no hay
que hacer campaña electoral, no saldremos a apoyar al General Seregni”, los
comités surgieron para otra cosa, para la lucha.
Para
la Mesa (constituida principalmente por el PC, el PS, una señora que era
secretaria de Villar y que era la Presidenta del comité, más algunos
independientes entre los cuales el delegado del 26 de marzo),lo dicho ya pasaba
lo tolerado: le arrancó la palabra a Ángela, que pedía continuar con su
intervención, y anunció que había que volver al orden del día. En el fondo, era
una terrible maniobra para descalificar a esa compañera, porque a renglón
seguido la misma mesa anunció que había una lista de anotados para responderle.
Hablaron varios, todo en un terreno insultante y descalificatorio: al comité se
venía a preparar las elecciones, los que venían al Comité debían aceptar las
normas del Frente, que era una coalición electoral, el pretender imponer otras
tareas era totalmente divisionista y opuesta a la “unidad del pueblo necesaria
para vencer a la reacción”. Por otra parte que ¿otra cosa se podría venir a
hacer al Frente si no era para contribuir al esfuerzo electoral? Es decir, se
utiliza el legalismo mezclado con el prepotente ¿qué proponés de concreto?
(forma apenas velada de embretar al militante que no puede decir abiertamente
que se trata de una relación de fuerzas, cuya resolución será por la violencia)
para poner entre la espada y la pared a quien cuestiona el electoralismo: o te
denunciás como subversivo y te dejan pegado o metés violín en bolsa. Es un
viejo método represivo de la burocracia.
A
esa altura, era obvio que los de la mesa, no le devolvían la palabra a Ángela
para retrucar y que lo único que buscaban era descalificarla. Luego de cada
intervención alguien de la mesa señalaba al estilo broche de oro, que lo que
había dicho Ángela estaba totalmente
“desubicado”, que “no tiene nada que proponer” y que sólo podía servir
para desunir.
Yo,
luego de haber intentado, a gritos y sin éxito, imponer el derecho de Ángela a
responder, me había resignado a anotarme
en la lista de oradores…Pero como yo ya había estado preso por subversivo, y
alguno de la mesa ya me conocía, me pusieron lo más al final posible. Cuando al
fin me dieron la palabra, ya habían aclarado que no se podía salir del orden
del día y que ese tipo de intervenciones era además de no correcta
políticamente, improcedente.
A
pesar de eso empecé saludando la posición de la compañera, a quien no conocía,
y que valerosamente, contra lo que buscaba el Estado de encerrar al movimiento
social en el modelo electoral y frente populista, iba al Comité a impulsar que
el mismo se transformara en una herramienta de lucha contra el capitalismo y el
Estado. Me interrumpieron varias veces gritando ¿qué era lo que proponía en
concreto? Y de la mesa me amenazaron de que me quitaban la palabra, si no decía
concretamente lo que proponíamos…., porque ya nos habían aclarado que ese tipo
de posiciones era improcedentes.
Si,
compañeros, el Frente Amplio nació así, con mucha burocracia de arriba y una
lucha de los partidos electoreros por imponer a prepo su planteo en los
comités. Y es verdad que muchos de nosotros íbamos a los comités no porque
creyéramos en esos partidos que constituían el Frente, o en el hecho de que el
General que había reprimido, el movimiento social durante años, se hubiera
vuelto ahora nuestro candidato electoral, sino en la búsqueda de un organismo
de unificación de la revuelta para luchar contra el poder del Estado.
Ante
la increpancia de que no teníamos nada concreto que proponer Ángela, algún otro
compañero y yo mismo respondíamos “participar en la lucha concreta”,
“constituirse en comité de apoyo de los gremios en lucha”, hasta que alguno de
nosotros agregó consecuentemente lo que sería el punto central de la discordia:
“luchar por la libertad de los presos políticos”.
Por
si algún joven no lo entiende ahora (¡cuando hice circular el borrador me
pidieron que aclarara esto!), el Gobierno y todos los partidos políticos,
incluido el Frente Amplio consideraban que no había presos políticos, sino que
los subversivos eran presos comunes.
Cuando
en mi intervención yo señalo que era vergonzoso que se reuniera un comité y se
dedicara a pegar la jeta de un general y no se preocupara de los compañeros
nuestros que “están presos por luchar”, la censura se hace total, la Presidenta
del comité me prohíbe seguir hablando. Me corta y dice que esos temas están
totalmente excluidos de la vida del comité, porque son temas que dividen. Si
compañeros, el Frente Amplio prohibía entonces hablar de presos políticos
porque ese tema era considerado divisionista. Como el Estado y el General
Seregni, la Mesa ejecutiva del comité consideraba que en el Uruguay sólo había
presos por delincuentes, subversivos y terroristas. Los únicos presos políticos
que el Frente admitía como tales eran los presos sindicales arrestados en el
marco de las medidas prontas de seguridad; los otros considerados terroristas,
subversivos y conspiradores, por haber asumido la necesidad de la lucha
violenta y armada contra el capitalismo, no eran reconocidos como presos
políticos.
A
esta altura no recuerdo si había un micrófono que circulaba pero evidentemente
me lo habían quitado y yo subí mucho la voz y seguí hablando cada vez más,
grito contra grito, en oposición a toda la mesa ejecutiva del Comité que me
decía que “¡no tenés la palabra!”. De las palabras se pasó a la agresión física
y recuerdo que a mi me agarraron en forma violenta para que no siguiera
hablando, que alguno me golpeó y otro compañero me defendió y separó de los
agresores, no impidiendo sin embargo que pudiera gritarle en la jeta a la
responsable de la represión (la señora presidenta del comité): “Oportunista y
reaccionaria”.
En
la ida a las manos hasta inventaron que “nosotros” habíamos venido juntos, que
estábamos organizados y armados, pero lo cierto es que decidieron disolver la
asamblea general aduciendo que la mesa tenía que deliberar dada la gravedad de
“la situación ocasionada por los insultos proferidos contra la
presidenta”. Luego de más de media hora
de deliberación la Mesa anuncia que ha resuelto:
-
expulsar a los compañeros que vinieron
organizadamente a provocar con temas divisionistas (presos políticos) y que
además insultaban en las Asambleas.
-
Comunicar dicha expulsión a los partidos
y órganos directivos del Frente Amplio para que tomara las medidas correspondientes
contra los responsables.
Se
vuelve a reunir la asamblea, la Mesa lee “la resolución”, así como varios
“considerandos” y quiere imponer que se vote enseguida para aprobar la
resolución de la Mesa… Por supuesto los “expulsados” reclamamos poder defendernos,
por lo que al fin, nos dieron algún minuto para explicarnos. Recuerdo que hasta
me sugerían que yo retirase esos “insultos” sobre la jefa del comité, que así
no expulsarían a nadie. Por supuesto que yo utilicé el minuto que me dieron, no
para disculparme de nada, sino para explicar que la Presidenta era
efectivamente oportunista y reaccionaria.
Reaccionaria
por negar que hubiera presos políticos, oportunista por utilizar su posición de
privilegio para imponer su política reaccionaria; oportunista y reaccionaria
por maniobrar desde el poder contra la expresión de la lucha revolucionaria e
impedir que los que tuvieran otra posición se expresaran.
Pero
por supuesto que esto sólo podían escucharlo alguno que estuviera cerca, el
sabotaje de un verdadero debate político era total y lo imponían a prepo…
Ángela que estaba enojadísima por la negación de la existencia de presos
políticos, por el silencio de casi todas las organizaciones (¡incluida una
lavada de manos nada gloriosa del 26 de marzo!) que luego del cuarto intermedio
resolutivo, había quedado en la otra punta de la Asamblea también gritaba, su
acallada verdad, junto con otros compañeros.
Al
fin, la mesa impone la votación y lo increíble se produce, la Mesa se topa con
el fantasma de una organización que no existía. La Mesa bajo cuerda nos había
acusado de haber montado una especie de complot, para asustar a la gente
dijeron que Ángela estaba armada, que yo también tenía un arma en el portafolio
y que aparecíamos e interveníamos separados pero que en el fondo se trataba de
una verdadera provocación organizada. Nosotros que no lo estábamos, nos
sentimos como parte de una misma cosa, de la lucha real contra la liquidación
electoral, de la lucha por nuestros compañeros presos…contra los oportunistas y
reaccionarios y vimos que poco a poco la mesa quedaba desautorizada. Bueno lo
más increíble fue que por imposición de la Mesa se vota, uno a uno y toda la
asamblea se polariza…a pesar de la abstención de algunos independientes y el
representante oficial del “26 de marzo” siempre jugando el nefasto papel de
centrista, que sólo al final y por la discusión que se da en el intermedio,
aceptan rechazar la moción de la mesa. Se cuentan los votos y estamos casi en
un empate: cuando varias personas que aparecen como más o menos neutrales
(recuerdo algunas señoras muy viejas) dicen que para adoptar posiciones quieren
saber la verdad y solicitan hacernos preguntas a las personas más
cuestionadoras… De hecho esos vecinos quieren saber si somos o no una banda
organizada de provocadores y preguntan:
“¿Están
armados?” Mostramos que no portamos armas. Le preguntan a Ángela sobre si ella
había o no militado con los cañeros, a lo que responde afirmativamente… Por
último como yo había mencionado el comité por los presos me preguntan si yo
concurría y si yo mismo había sido preso político a lo que también respondo
afirmativamente.
Se
reanuda la votación y todo el sector indeciso desaprueba la moción de la Mesa,
por lo que la Asamblea en su conjunto rechaza la propuesta de expulsión que la
Mesa quería imponer… Para nosotros, los inorganizados, los independientes protestarios
fue un verdadero triunfo contra la burocracia del Frente y en general contra el
electoralismo que el Estado necesitaba para separar y reprimir por separado a “los
subversivos, a los guerrilleros”. Para el comité mismo fue una excelente
experiencia: luego hubo otros encontronazos en los que la polarización siguió
siendo la misma.
BORRADOR 2:
SOBRE EL 26 DE MARZO
Luego
de esa confusa y espontánea entrada en escena pública, como era obvio quisimos
conocernos mejor y ver que podíamos hacer juntos. Muchos de los que habían apoyado
a Ángela, en el comité del Frente Amplio, y ella misma se consideraban “independientes”
y como tales, reclamaban que el “26 de marzo” que se suponía que los representaba
lo hiciese realmente, que era absurdo que el “26” fuese tan oficialista y filo
PC.
El
compañero de la mesa del 26, terminó por reconocer que su posición no había
sido la mejor. El propio 26 a nivel nacional, se enteró del lío que se había
armado en el comité y había propuesto que los compañeros independientes, que en
el fondo “tenían razón” fueran a discutir con la dirección nacional para
integrarse al trabajo conjunto.
Es
decir mientras un sector totalmente reformista había definido que la propia
base del frente era casi su enemiga y había que disciplinarla a prepo, el “26”
considera que esos compañeros expresan una posición correcta pero que deben ser
“encuadrados” para que no sigan creando problemas.
La
reunión se lleva a cabo unos días después y en la misma participa por un lado
Ángela y un conjunto de compañeros jóvenes (entre los cuales mi compañera
entonces, Amaya) y por el otro el delegado del 26, respaldado por varios de la
dirección nacional, entre los cuales el propio RUBEN SASSANO.
En
resumen, la dirección nacional del 26 sostiene que no se pueden ir a plantear “esas
cosas” a los comités porque dividen y llevan a grandes polarizaciones, pero que
esos compañeros tienen razón y que para eso deben organizarse en “La Orga” (es
decir en los Tupamaros). “Tienen razón en las posiciones, pero las mismas no se
pueden llevar adelante en los comités”.
Pero
entonces, decían Ángela y el grupo de jóvenes que ella había llevado, “los
comités de base se los regalamos a los bolches”! ¡Eso le hace el juego al
reformismo, a la burguesía! “Nosotros queremos que los comités sean comités de
lucha revolucionaria, que sea la organización del barrio, para apoyar los
gremios en lucha y para la lucha por los presos por luchar”.
La
dirección del 26 argumentaba así: “un frente supone compromisos, nosotros para
mantener la unidad, no podemos declararle la guerra a todos los reformistas
porque eso no es nuestro estilo, nosotros sólo podemos mostrarnos mejores que
ellos en la práctica”. “La verdadera política nuestra no la podemos hacer en el
Frente, sino en organizaciones específicas creadas para ello”…
Ángela
formulaba claramente que el someterse a la disciplina que quería imponer en el
“26” era renunciar al clasismo y a la lucha revolucionaria en nombre de un
Frente policlasista y electorero que terminaría aislando a las organizaciones
armadas.
Y
en realidad era eso lo que se jugaba. Sería más o menos el mes de mayo de 1971,
las grandes luchas sociales de los años anteriores (frigoríficos, cañeros,
bancarios, estudiantes, o las concentradas en tal o tal fábrica –TEM, Seral, FUNSA,
Bao…contra los aumentos de la UTE…) habían sido las mayores en la historia del
país, pero no habían logrado consolidar estructuras territoriales y barriales
propias capaces de imponer una opción de poder. Aunque si había habido
embriones de esas estructuras que surgían para apoyar las luchas proletarias
como sucedió con las venidas de los cañeros a Montevideo, la lucha en el Cerro
y la Teja para la defensa de los 2 kilos de carne,...hasta el desarrollo de
comités para resistir a los aumentos de UTE y el préstamo compulsivo…en donde
se organiza la gente en los barrios para pelear y resistir. Muchos compañeros
ya éramos más o menos conscientes de que para el Estado uruguayo era mucho más
fácil el triunfo si se embretaba al pueblo en el frentismo y en el
electoralismo y se destruía la tendencia revolucionaria que se había ido
haciendo fuerte en los años anteriores.
En
la reunión no hubo acuerdo sobre la perspectiva, porque la contraposición de
fondo era muy importante, pero como la mayoría de los que se decían
independientes, siguieron diciéndose del 26, aunque no ocultaban sus
diferencias con los “oficialatas”, subsistieron más o menos ambas tendencias,
como también subsistieron en todos los niveles y organizaciones incluido en el
seno de los Tupamaros.
Había
algo que nos unificaba, más allá de las posiciones diferentes y era la
solidaridad contra el enemigo común y a pesar de ese desacuerdo entre por un
lado la clásica posición de la Tendencia Revolucionaria y por el otro los
aparatistas (y frenteamplistas del 26). La realidad empujaba siempre a aquella
frase, que también nos llevó a la ruina y la derrota: “los hechos nos unen, las
palabras nos separan”.
Yo
sólo entendí la gravedad de dejar la discusión teórica y programática, como secundaria
y privilegiar la unidad con los “que se estaban jugando las pelotas” mucho
después. En ese momento Ángela, como
muchos otros y yo mismo (sin darle demasiado peso a las consecuencias de las
rupturas que se habían producido entre la tendencia revolucionaria y el
aparatismo y lo que significaba en realidad aquel “estilo tupa”)privilegiábamos
la “unidad” con todos aquellos que habían empuñado las armas, sin darnos cuenta
hasta que punto, esa “unidad” sin principios llevaba al triunfo del frentismo y
del aparatismo, y consecuentemente al plan del enemigo de desarmar la energía
social del proletariado, a través del frentismo, para reprimir a los grupos
guerrilleros por separado.
En
aquel momento, esa solidaridad elemental primaba tanto que hizo posible que, en
cuanto a lo de los presos políticos, se lograse un salto cualitativo. El tema
para nosotros era vital, porque nuestros compañeros más queridos y jugados,
estaban presos o clandestinos y que los comités del Frente no se ocuparan del
tema, era para nosotros insoportable y ninguno de nosotros veíamos ningún
interés en un Comité en que ni siquiera se pudiera luchar por ellos. Hay que recordar que el 26, era todavía más
independiente que lo que después fue, como brazo político de los Tupas, y más
bien guardaba tanto las formas, para que no se pudiera verificar que en
realidad tendía a ser eso, que en el Comité por la libertad de los presos, que
funcionaba desde hacía algún tiempo, no tenía participación oficial como
organización y no la tuvo hasta mucho después. Ángela había introducido el tema
además porque (explicaría después en varias reuniones con otros compañeros), no
tenía ninguna confianza ni en el Frente, ni en el 26, ni en la dirección que
estaba afuera de los Tupas… para pelear enserio por la libertad de nuestros
compañeros presos.
Por
mi parte, yo había concurrido a varias
reuniones y participado en diferentes acciones de propaganda y solidaridad con
los presos y puedo testimoniar que en esas primeras reuniones no tuvieron el
apoyo que merecían ni por parte del 26 (evidentemente los Tupas no podían
aparecer como tales en ese comité) ….En efecto, en esas reuniones participaban
mayoritariamente padres y familiares de los presos (recuerdo a la madre de los
Cabrera como una de las más consecuentes), varios ex presos, el MRO (Ariel Collazo
era su figura más visible), Alba Roballo o algún representante de esa
agrupación, algún delegado del grupo de Erro y del grupo de Michelini,
delegados de diferentes gremios en lucha que tenían compañeros presos,
compañeros estudiantes del FER, principalmente del IAVA o el nocturno, así como
miembros de otros grupos chicos… Pero sobretodo era una actividad muy
minoritaria y marginal y además muy mal vista por los legalistas y reformistas.
Por
eso tuvo importancia que Ángela lograse el compromiso, por parte de la
dirección del 26 de apoyar lo que ellos pudieran hacer en la lucha por los
presos. El mismo compañero que había estado oscilando en la mesa como delegado
del “26”, a partir de esa fecha, asumiría concretamente esa lucha como algo
indispensable. Claro que, eso también obedecía a una línea que se impuso desde
“la Orga”, por la que poco a poco, se empezaron también a ocupar de los presos.
Pero
si exceptuamos ese punto lógico y saludable, esa tendencia política no se
distinguía en gran cosa del reformismo burgués del Frente y por ello no nos
sentíamos en absoluto representados. Ángela como los compañeros que luego me
iría presentando y en general los que seguíamos considerándonos de la Tendencia
considerábamos al Frente como un conglomerado de Partidos burgueses, cuyo
programa era integralmente reformista, que buscaban utilizar y canalizar la
energía revolucionaria de las masas y ponerla al servicio del Estado. Por eso rechazábamos igualmente el apoyo
crítico hecho oficialmente por los Tupas. Si había una cosa que teníamos claro
era que ese frente reformista no nos representaba, porque se necesitaba LA
REVOLUCIÓN.
BORRADOR 3: BARRIO, TUPAMAROS Y DISCREPANCIAS ORGANIZATIVAS
En
realidad Ángela, su compañero Mario y sus tres hijos eran nuestros vecinos
cercanos, en el barrio del Hospital de Clínicas. Mis 2 hijos (un poco más
chicos) jugaban con sus hijos…y nosotros poco a poco nos fuimos conociendo…
También se compartía el cuidado de los niños y hasta el trabajo. Amaya mi
compañera de entonces, se formaba como enfermera y trabajaba en el Clínicas y
con varias otras personas tenían además de esa coincidencia en el trabajo, militancia
gremial y también política con Ángela. Recuerdo también, con mucho cariño, a
Silvia Cuello (y algunas otras cuyos nombre no recuerdo), que era de esas
mujeres aguerridas tanto en su actividad gremial y política pública como
constituyendo grupo de apoyo a compañeros que asumían un trabajo clandestino.
Poco
a poco, por otros compañeros, fui sabiendo que en esa casa, desde hacía muchos
años, había reuniones importantes de la Orga y una militante vieja, aguerrida y
querida del barrio también me contó, que muchos de los que salían en los
diarios como más buscados, habían vivido en esa casa, o pasaban por ella y que
por años, ella los consideró vecinos amables… Que hasta el propio Bebe Sendic
no sólo venía seguido, sino que había sido “vecino” en algún período.
Ángela
y su compañero Mario, me explicaron que como Tupas, estaban muy descontentos
con como se estaba llevando la cosa en los últimos años, que la Orga era una
burocracia infernal. Agregaban: que cómo siempre dice el Bebe “somos un
elefante en el desierto”, demasiado pesado como aparato…y en vez de que cada
vez más gente se una a la lucha, la gente entra y se les da tareas pajeras del
aparato…, incluso se saca gente de los gremios en lucha para ponerlos en
servicios…, en vez de armar a la gente que lucha te piden todos los fierros
para el aparato que luego manipulan sólo algunos tipos”. Con el tiempo también
fui conociendo a otros “amigos” y compañeros, en general bastante mayores que
yo, con mucho más experiencia en las luchas proletarias, que afirmaban lo mismo
y que contaban hechos precisos al respecto. La propia Ángela, por su
experiencia, edad y compromiso militante, era escuchada con mucho respeto por
la banda de jóvenes que éramos nosotros.
La
crítica era a la vez radical, importante y sorprendentemente simple. La misma
hacía eco en varios de nosotros que habíamos llegado a críticas similares por
una vía mucho más intelectual. Todos los que habían sido parte del proceso de
fraccionamiento de los Tupas (que llevan a la división del FER y a la constitución
de otras varias estructuras diferenciadas de la Orga, como el FRT, el 22 de
diciembre….) habían llegado a conclusiones parecidas. Los que veníamos del
sector estudiantil, docente, bancarios…la cosa había pasado por elementos más
teóricos:
-
crítica del foquismo y defensa de la
necesidad de un partido de cuadros
-
lucha de masas y lucha por la
insurrección proletaria como perspectiva
-
crítica de la “liberación nacional” y
del proyecto reformista (veíamos que la falta de crítica a los bolches había llevado
a ser en los hechos una especie de brazo armado del reformismo)
Por
otra parte la participación en gremios en lucha así como la influencia de las
luchas internacionales (contra la guerra de Vietnam, la de los negros en Estado
Unidos, la de los obreros y estudiantes en Francia, Italia, México…) nos habían
impregnado de posiciones revolucionarias y todo lo que venía del PC, del PS y
del sindicalismo oficial lo considerábamos reformista, reaccionario. No sólo
nos enfrentábamos cotidianamente en las luchas con los agentes de los “bolches”
que nos reprimían, sino que rechazábamos totalmente sus consignas reformistas
(nacionalizaciones o reformas agrarias), contraponiéndoles consignas
revolucionarias: abolición de la propiedad privada y del salario, revolución sexual, destrucción del Estado,
lucha contra el trabajo, crítica de la moral burguesa, etc. Cuando ellos
gritaban “unidad” te daban un garrotazo en la cabeza y cerraban las puertas de
la Universidad para que no nos refugiásemos en la misma cuando nos corrían los
milicos. Decían querer preservar la autonomía de la universidad, nosotros en
lucha abierta contra ellos sosteníamos que dicha autonomía no servía para nada
sino la ejercíamos protestando y peleando contra el Estado.
Por
eso los elementos que Ángela y otros compañeros, que fuimos conociendo,
aportaban nos resultaron tan complementarios con lo que mis compañeros más
próximos pensaban. No sólo criticaban la concepción foquista que predominaba en
los Tupas, sino la concesión a los bolches que significaba hacerle el juego a
la alianza electoral frentista. El partido llamado “comunista” estaba para
nosotros del otro lado de la barricada y defendía un proyecto social
reaccionario.
Muchos
de nosotros recibíamos entonces la repugnante propaganda rusa (¡decenas de
revistas por semana casi gratis!) que era una inmunda apología del trabajo y de
la organización de la sociedad en función del mismo, que veíamos como la cara
pública de la militarización del trabajo a nivel nacional y que nos permitía
afirmar que de socialismo en ese país, no había nada. La propaganda de los bolches criollos de que
lo de los campos de concentración era un invento de la reacción nos parecía
sencillamente ridícula y la denunciábamos a menudo. Si bien no sabíamos todavía hasta que
punto era un país abiertamente
capitalista, sosteníamos claramente que no era socialista y en las polémicas
que había se hablaba de un modo de
producción diferente al socialismo (teoría de la burocracia como “nueva clase
social”) y al capitalismo, con una clase explotadora y violentamente opresora.
Por otra parte algunas publicaciones hechas por el MRO y por Abran Guillén
probaban claramente que Rusia funcionaba como una potencia militarista e
imperialista en todo el bloque y el COMECOM (Mercado Común de los países de
Europa del Este). Ángela se decía “libertaria” y compartía con nosotros esa
visión de que los “bolches” representaban una fuerza tan enemiga como el propio
gobierno nacional.
En
base a esas coincidencias básicas, Ángela y sus compañeros próximos , nos
fueron explicando elementos sobre el aparato de los Tupas que desconocíamos.
Así nos dijeron que el Bebe, que desde hace años era clandestino, “varias veces
tuvo que agarrar sus cosas y marcharse”, que incluso “estuvo a monte varios
meses”, que “hasta pasó mal por no tener donde dormir y porque no le daban
medios…y que hasta “estuvo laburando en la construcción como simple peón”.
Así,
sin conocer mayores detalles fuimos sabiendo que ellos, desde que Sendic había
sido apresado (caída de Almería) se habían opuesto al funcionamiento que
querían imponerles, y que habían seguido actuando y haciendo acciones directas
en forma autónoma. Que la Orga les había pedido que entregasen las armas, pero
que no sólo no lo habían hecho, sino que se habían encontrado con otros grupos
de compañeros que pensaban, más o menos lo mismo, y que seguían desarrollando
su propia estructura en forma autónoma en relación a los Tupas. Incluso que
varias veces los Tupas oficialatas loshabían amenazado pero que no aflojaron.
Así fuimos entendiendo que las posiciones de Ángela sobre el Frente tenían una
base más completa y que teóricamente había también una ruptura con el Frentismo
y el aparatismo dominante en los Tupas.
Con
el tiempo, nos pasaron algunos documentos escritos elaborados por compañeros
que “estaban en la misma situación que ellos”.
Luego supimos que su autor era el “comeuñas”, Mario Navillat, otro de
los fundadores de los Tupas, que en base a Los Grundrisse o Elementos fundamentales para la crítica de la economía
política de Marx había elaborado unos borradores, en los que
recuerdo se afirmaba la necesidad del proletariado de llevar adelante la guerra
social al mismo tiempo ocupando y haciendo funcionar la producción.Hablaba de
“autogestión”, pero esa palabra ha sido tan desvirtuada que me parecería desvirtuar
el trabajo mismo, de esos valiosos compañeros, el utilizarla hoy sin otra
explicación. Desconozco si ese documento fue o no conservado, pero recuerdo
vagamente que se explicaba que asumiendo la producción y la distribución
directamente, el proletariado iniciaba la superación del trabajo alienado.
Insistía en que, en ese proceso, el proletariado va viendo y mostrando que
tanto el patrón como el sindicalismo y el sindicato (que, con su burocracia, se
basa en la separación y alienación del trabajo) no son indispensables y que se
muestran como lo que son: una traba en la defensa de sus intereses. Agregaba
que los lugares de trabajo ocupados y produciendo, debía defenderse hasta con las
armas en la mano y extender, dicho proceso, a toda la producción social, para
ir generando la sociedad futura que se concebía como un proceso, y a la vez,
como resultado de la guerra social. Era una concepción estratégica global.
Sin
embargo, el acuerdo que más unificaba a esos compañeros “inorgánicos” y cada
vez más contrapuestos con “la Orga oficialata” (era así que los críticos denominábamos
a los mandamases que entonces rodeaban al “Ñato”) era la convicción de que el
aparatismo centralista iba a la catástrofe, que “ninguna organización
estructurada en forma piramidal puede enfrentar la represión” y quien mejor
había expuesto esto había sido Carlos MARIGHELLA
Algunos
compañeros me han señalado que parece incoherente que Marighella, que pasó a la
historia como el extremo del foquismo y el militarismo (y que por eso su ruptura
con el reformismo burgués sea relativa), haya podido influenciar a compañeros
que en los hechos se afirmaron en rotura con esas concepciones. La respuesta
está en que de Marighella el único documento que realmente era conocido era el
Mini Manual del Guerrillero Urbano, en el cual se critica explícitamente la
estructura tradicional de la organización, inidentificable con el oficialismo
Tupa y se preconiza la acción de los grupos guerrilleros actuando descentralizadamente,
desarrollando infraestructura y actuando con total autonomía con respecto al
centro. En estas afirmaciones los compañeros habían encontrado los mejores
elementos para contraponerse a la centralización burocrática Tupamara.
Sólo
a título de síntesis cito a continuación uno de los pasajes más representativos
de Marighella en la cual queda clara esa concepción:
“…es esencial el evitar cualquier rigidez en la organización para
permitir la mayor cantidad de iniciativa posible por parte del grupo de fuego.
El viejo tipo de jerarquía, el estilo del izquierdista tradicional no existe en
nuestra organización.Esto significa que, a excepción de la prioridad de
objetivos designados por el comando estratégico, cualquier grupo de fuego puede
decidir en asaltar un banco, secuestrar o ejecutar un agente de la dictadura,
una figura, identificada con la reacción, o un espía norteamericano, y puede
llevar acabo cualquier tipo de guerra de propaganda o de nervios en contra de
un enemigo sin la necesidad de consultar con-el comando general. Ningún grupo
de fuego puede permanecer inactivo esperando órdenes de arriba. Su obligación
es de actuar. Cualquier guerrillero urbano que quiere establecer un grupo de
fuego y empezar acción puede hacerlo y de esta forma hacerse parte de la
organización.
Por
eso, explicaba Ángela y los otros compañeros, el modelo tiene que ser el de los
grupos independientes que actúan en base a decisiones del grupo mismo, y en eso
estaban. No había que esperar nada de una estructura central, que además
trababa la acción, sino comenzar a actuar. El
concepto mismo de la organización, como conjunto coordinado de grupos de
acción independientes, era rotundamente
opuesto a “La Orga” de los oficialatas.
Esa
realidad, de los grupos independientes, fue al principio, socialmente mucho más
importante de lo que recoge la historia oficial, como ha pasado en todas partes
del mundo, pero ni los dirigentes de las “orgas” lo consideraron importante (en
la prácticalo despreciaron y fueron sectarios con los compañeros que actuaron
de esa manera), ni los milicos que en todo veían, una estructura militar y
centralizada tal como ellos funcionaban, fueron capaces de entenderlo. Los
mismos medios de comunicación sólo veían las acciones en términos de aparato y
también contribuyeron a ocultar dicho fenómeno y a consolidar la historia tal
como mejor convenía a la represión: como una lucha de aparato contra aparato.
Los
CAT (comando de apoyo Tupamaro), los GAF (grupo de acción en formación), el
fenómeno de los CAT denominados “silvestres”…, fueron también una forma aparatista
de interpretar, canalizar, visualizar y encerrar una realidad mucho más amplia
y compleja, por la cual el proletariado tendía a organizarse para la pelea.
Según dicha visión y canalización todo iba hacia los Tupas o se hacía en su
apoyo; en los hechos el aparatismo fue liquidando o cooptando el accionar
autónomo por diferentes procedimientos.
A
tantos años, de nuestra gran derrota, resulta importante recordar que
justamente, en los años de mayor lucha, el fenómeno de autonomización y de la acción
(mal llamada)“inorgánica” tuvo un gran desarrollo, hasta que falta de una
perspectiva revolucionaria propia, comienza a desgastarse. La fuerza de dicho
fenómeno va decayendo durante todo el año 71, en la misma medida que la
protesta se la va encerrando en el electoralismo y el aparatismo, hasta
liquidarla totalmente en los años siguientes.
Incluso
antes de que se teorizara la autonomía de los grupos de acción, principalmente
en los años 1968 y 69, al mismo ritmo que nadie más creía en que las cosas pudieran
solucionarse por vía electoral, era cosa de todos los días el organizarse para
luchar, en las fábricas, lugares de estudio, barrios, oficinas, en la salud,… La
gente veía que el nivel público de organización era insuficiente y con total
normalidad se creaba un nivel de organización semiclandestino que se compartía
sólo con algunos. En todas partes había varios niveles de organización y pelea,
a veces tres o cuatro en el mismo lugar de trabajo o gremio. Así habían surgido
grupos que hacían acciones (asustar a algún carnero, tirar unas bombas de
alquitrán, alguna molotov con temporizadores, miguelitos…) y que también leían,
discutían y se formaban, en base a alguno con mayor experiencia, en el manejo
elemental de las armas o en las cuestiones teóricas de la revolución…En esos
años ese tipo de agrupación en el medio obrero, en los bancarios o en las
agrupaciones estudiantiles era cosa cotidiana y la autonomía era un hecho.
Fue
después que, ese riquísimo proceso de afirmación de la clase, se fue canalizando
hacia el aparato. Hoy pienso que lo que más contribuyó a ese proceso de
canalización fue la relación de fuerzas entre las clases, el hecho de que a
pesar de todo, las luchas se perdían (en el sentido del resultado inmediato:
los cañeros recibían palo y no tierra, los obreros frigoríficos perdían los 2
kilos de carne, la UTE seguía aumentando y cobrando sus tarifas, los planes de
austeridad pachequistas habían logrado bajar brutalmente el salario real de
todos los asalariados del país) y ello generaba un sentimiento social de que la
represión podía más. El movimiento mismo no sabía como dotarse de una
estrategia ofensiva que llevara al triunfo.
Al
mismo tiempo, como contradiciendo esa serie de derrotas, las acciones centrales
llevadas a cabo por los Tupas, caían siempre como los “muchachitos de la
película”, no sólo eran muy buenas y simpáticas, sino que ganaban y creaban la
impresión de que al final : tenían que ganar.
Con
Ángela y otros compañeros siempre comentábamos que muchos obreros o gente de
barrio decía: “que voy a hacer yo si no sé ni tirar un tiro y me cago todo”, “a
mi no me reclutan porque soy un animal”, “no vamos a andar tirando molotov
cuando la cosa se resuelve con bazucas”, “los Tupas son unos cracks”. Evidentemente que la prensa, la televisión y
las propias fuerzas represivas empujaban a ver las cosas en este sentido, los
responsables siempre eran los “innombrables”, los “subversivos”…, las acciones
era siempre con ingenio e ingeniería y, como además no se podían nombrar, todos
pensaban en “los Tupas” (o a veces en algún otro aparato).
Poco
a poco,la clase misma iba perdiendo
protagonismo frente al mundo de los aparatos y la espectacularización del
accionar armado. Poco a poco la población se fue sintiendo impotente para
actuar y más espectadora de una pelea que la superaba y a la cual sólo podía
asistir como espectadora. Lo cierto fue que ya durante el año 70/71 el
encuadramiento aparatista se iba imponiendo y resultaba cada vez más difícil en
el medio obrero, estudiantil o barrial, mantener estructuras autónomas de
organización proletaria y se fue creando la sensación de que frente a la
represión organizada y centralizada, sólo una organización como los Tupas podía
hacerle frente. Lo que por supuesto llevó a que muchos sólo se sentían capaces
de aplaudir a quien hiciera el mejor gol y que sin que nos diéramos cuenta, se estaba
allanando el terreno, para que la represión pudiese actuar, sin obtener más,
que una reprobación que también, sería pasiva.
Cuando
nos conocimos con Ángela y se dio esa confluencia entre grupos de diferentes
experiencias, aquella actividad real barrial de los grupos de acción
independiente ya tenía menos importancia social, ya se lo estaban comiendo las
polarizaciones tal como estaban planteadas oficialmente y gracias al
espectáculo.
Con
frentismo policlasista y aparatismo ya íbamos al muere. ¡Aunque conocí alguno
que lo dijo, que lo predijo, la mayoría de nosotros creíamos que el partido
recién empezaba y que todavía estaba todo por hacer!
BORRADOR 4:
ACCION AUTONOMA Y CORDINADORA
Justamente,
en 1970, cuando Ángela y su círculo más próximo de compañeros actúa en forma
autónoma con respecto a “la Orga”, ya se encuentran (nos encontramos) a
contracorriente. Si en los años 68/69 los Tupas aparecían como una expresión
más (tal vez la más potente, pero con seguridad la más espectacularizada) de la
resistencia a la dictadura de Pacheco, que se la enfrentaba por doquier,
durante los años 70/71… se fue imponiendo socialmente la idea de que sólo
quedaba la alternativa electoral o la Tupa (y secundariamente las otras
organizaciones armadas). Hasta personajes como Fidel Castro con sus
declaraciones contribuían a ese proceso, por el cual el proletariado mismo se
desdibujaba: ¡o el Frente o los Tupas! Declaraba Fidel desde Chile, suscitando
un gran escándalo.
Pero
es preciso señalarlo que fue un fenómeno que nos superó a todos: socialmente la
visibilidad de la revolución social se fue opacando y sólo aparecía como
alternativa el frentepopulismo y el aparatismo (que estaba de parabienes, ¡es
el apogeo de la Columna 15!).
Las
estructuras de base agrupacionales, de fábrica, de estudiantes (¡incluso el querido
FER!), de barrio, etc. van perdiendo fuerza en relación a las “organizaciones
políticas” (¡cómo si las otras no lo fuesen!), y cuando subsisten los grupos de
acción, luego de la tormenta se plantean de una u otra forma “integrarse” a las
“fuerzas combatientes”, lo que se va haciendo cada vez más sinónimo de ingreso
al aparato. Socialmente aquellas estructuras no conciben el salto de calidad en
lo armado por sí mismas (como por ejemplo sucedió en Rusia con los Soviets o
con las UHP, Uníos Hermanos Proletarios, en España), sino renunciando a su
propio accionar.
Las
armas mismas que circulan son cada vez menos, por la creciente represión,
porque el terrorismo de Estado va imponiendo el monopolio de las mismas, pero
también porque los Tupas piden hacer inventario de poseedores de armas y
lugares de depósito para expropiarlos o poder utilizarlas en un momento dado, y
después porque se pide a todos sus contactos y colaboradores que por las vías
que se puedan, hagan que todas las armas vayan a parar a “La Orga”. Justamente
esta era otra discrepancia general entre los oficialistas y aparatistas y todos
los grupos de acción independientes de cualquier tipo. Pero repito, en esto
quienes iban ganando eran los aparatistas. Tanto es así que esa línea triunfaba
también en los organismos de masa: “aquí no se viene a hacer política”, “en el
sindicato no se puede organizar la violencia, para eso está la organización
política de cada uno” e inclusive: “este que viene con ese discurso incendiario,
no es del sindicato, para hacer la revolución que se haga guerrillero” Sí
además, se filtraba la noticia hacia el aparato que tal o cual estaba
organizando un “grupo armado diferente”, se hacía una campaña contra el mismo y
muchas veces, la Orga misma, se encargaba de enchastrar a los compañeros
concernidos.
Es
decir que por todas partes se reprimía que la clase se constituyera como clase
en fuerza contra la fuerza y represión del Estado.
Los
comités barriales hubiesen podido ser algo diferente. Los partidos del frente
los temieron y trataron de impedir su funcionamiento al principio. Cuando la
realidad los superó y los comités se desarrollaron contra su voluntad, aquellos
partidos, que no los querían ni reconocer, se largaron a imponerles la línea
electoralista y a oponerse a que fueran cualquier otra cosa. Por eso los
comités del Frente fueron electoralistas, algunos desde el principio y otros
poco a poco, la tendencia revolucionaria no tenía cabida dentro de esas
estructuras y fue perdiendo fuerza. Así como la Tendencia Revolucionaria fue
perdiendo peso social (la posición ambigua de los Tupamaros y casi
colaboracionista con el Frente Amplio contribuyó a eso), en los comités mismos
resultó imposible organizar la resistencia a la dictadura de Pacheco. La
estructuración de una fracción que organizara la violencia minoritaria de clase
fue saboteada por todos los partidos políticos del Frente Amplio (a excepción
de grupos minoritarios de militantes
independientes, el MRO, las juventudes de Michelini, Roballo, algún compañero
del grupo de Erro, parte del 26 de marzo, etc.)
Hubo
conflictos de todo tipo entre quienes querían concentrar el armamento y quienes
nos oponíamos… Conocí y viví varias experiencias nefastas en este sentido, y
Ángela, Mario, y varios otros compañeros a los que fui (fuimos porque también
yo fui acercando otros compañeros de otros horizontes) conociendo junto a ellos
ya estaban tan enojados con el tema, que habían decidido actuar abiertamente
contra ese tipo de prepotencia aparatista. Además decían “el Bebe está con
nosotros contra todos estos, más de una vez nos envía mensajes desde Punta
Carreta diciendo que no había que aceptar esa línea”
Es
así que se concibe un proyecto mucho más general que consistió no sólo en
oponerse al desarme de los grupos autónomos para armar el aparato Tupa, sino
por el contrario en armar a “la gente que lucha”. Algunos compañeros lo
expresaban más explícitamente “no hay que aceptar desarmar al proletariado para
armar al aparato, sino al contrario poner la fuerza de todos los aparatos para
armar al proletariado”
Ya
a esa altura había un conocimiento mutuo entre varios grupos que hacían sus
acciones en sus respectivos lugares de militancia y que se reunían para
apoyarse, para asegurar por ejemplo el servicio de sanidad o para prestarse
armas, pero que se reconocían como autónomos de cualquier “organización
política” u “organización centralizada”. En ese contexto Ángela y 3 compañeros
más nos presentan un proyecto de operar juntos, varios grupos autónomos, con el
objetivo declarado, de “armar las luchas”. Explícitamente nos dicen “no se
trata de hacer otra organización, tampoco de conseguir armas para nosotros”,
sino de “contrarrestar la tendencia actual de llevar las armas hacia el
aparato” con un proyecto que consiste en “expropiar
armas para armar a la gente que pelea”. Armar las huelgas, armar los
gremios en lucha, armar las bases que pelean, armar los cantegriles y otros
barrios proletarios.
La
argumentación era bastante más desarrollada y profunda, se sostenía
explícitamente que las armas en los locales tupas, se usaban ahora sólo para
acciones grandes y que el resto del tiempo quedaban paralizadas, que así cuando
caen, caen cada vez más rápido y más juntas…, que se estaba traicionando aquel
principio de base de años anteriores de la descentralización logística…, que
ahora la centralización burocrática y oficialata había degenerado en una
centralización de infraestructura y operativa lo que, decían con razón, es
“directamente liquidacionista, no sólo porque es cada vez más pesado hacer
operaciones si no las aprueba la burocracia, sino porque es a largo plazo
suicida frente a la represión”.Además, se decía, lo que están haciendo los que
mandan ahora en los Tupas, es justo lo contrario. El aparato centralizado
quiere controlar y dirigir todo y eso es suicida, como fue probado en Argelia
(todos habíamos visto la película prohibida en Francia: “La batalla de
Argelia”).
Lo
que se necesita es la independencia de acción y de logística de cada grupo de
compañeros, como lo había defendido Marighella. El diario del Guerrillero que
hacían circular Ángela y otros compañeros discrepantes decía:
“Ningún grupo de fuego puede permanecer
inactivo esperando ordenes de arriba. Su obligación es de actuar. Cualquier
guerrillero urbano que quiere establecer un grupo de fuego y empezar acción
puede hacerlo y de esta forma hacerse parte de la organización. Este método de
acción elimina la necesidad de conocer quien esta llevando acabo que acciones
ya que hay libre iniciativa y el único punto de importancia es aumentar
sustancialmente el volumen de la actividad guerrillera para desgastar al
gobierno y obligarlo hacia la defensiva. El grupo de fuego es el instrumento de
acción organizada. Con él, las operaciones de la guerrilla y las tácticas son
planificadas, lanzadas, y llevadas acabo con éxito… La organización es una red indestructible de grupos de fuego, y de
coordinaciones entre ellos, que funciona simple y prácticamente con el
comando general y que también participan en los ataques; y organización que
existe con el único propósito, simple y puro, de acción revolucionaria”
Nos
proponen concretamente enviar 2 delegados para participar en una acciones de
pertrechamientoy apoyo a los grupos de acción.... Dicha coordinadora asegurará
antes que nada un servicio de sanidad y planificará y llevará a cabo algunas
expropiaciones de dinero para comprar un gran número de armas. Del pequeño
grupo de jóvenes compañeros (del cual yo formaba parte) fuimos a esa
coordinadora Alejandro Mosca (compañero ya muerto) y yo.
La
coordinadora en realidad ya estaba funcionando, así como el aparato de sanidad
con Navillat y otros médicos compañeros y la propia Ángela que tenía gran
experiencia como nurse. Durante años habían constituido equipos de sanidad en
los Tupas y también habían curado a combatientes que no estaban en la Orga.
Ahora veían que cada vez era más difícil para combatientes no centralizados por
la Orga ser recurridos sanitariamente y se habían organizado y actuaban para
ello.
Tal
vez, en ese sentido, la coordinadora haya surgido antes por la necesidad de
organizar un equipo de sanidad con compañeros no aparatistas y sólo luego, haya
impulsado acciones militares de pertrechamiento por las mismas razones.
A
tantos años de lo sucedido me parece importante subrayar esto que fue, a mi ver
la única tentativa de armar al proletariado, en vez de armar a su propia
organización, que hubo en el Uruguay, o si se quiere, de contrarrestar una
tendencia aparatista que nos llevaba a la ruina.
En
realidad ya era muy tarde, ya la cuenta atrás se había iniciado, pero a tantos
años de lo que sería nuestra gran derrota y la liquidación durante décadas de
la lucha revolucionaria del proletariado en nuestro país, me parecía importante
dar a conocer este precedente histórico, por el que muchos compañeros que ya no
están, pelearon y dieron lo mejor de ellos, como la Negra Ángela, Mario Navillat,
Fernando O’Neill, Arazatí López López, Alejandro Mosca, Bernardo Arnone… y
muchos más cuyos nombres no conozco y que tal vez nunca serán conocidos.
Cabe
señalar que entonces yo no conocía los nombres de muchos de estos compañeros
que ahora menciono. Los fui averiguando muchos años después de que hubieran
muerto o hayan sido asesinados como Arazatí Lopez en Chile en 1973, Bernardo
Arnone en 1976 Argentina…y que fueran enterrados como Tupas o militantes de la
FAU.
Borrador 5:
REFORMA O REVOLUCIÓN
Es
así que, aproximadamente entre los meses de abril y julio de 1971, aquella
coordinadora, que Ángela y otros compañeros habían forjado, impulsa varias
tentativas de apropiar armas con el objetivo de “armar la gente que
lucha”. Pero las condiciones eran cada
vez más difíciles y poco a poco los compañeros que coordinaban llegaron a la
conclusión que el control sobre todos los depósitos de armas en el país era
total y que la única forma de dar un salto de calidad era recurrir a importar
varios miles de armas que, en contraposición a lo que se estaba haciendo de
concentrar en los locales de los Tupas, debían ser entregadas a los proletarios
en lucha. Para lo cual comunicaban, los compañeros más veteranos, habían los
contactos necesarios en el exterior, pero teníamos que reunir los fondos
necesarios.
A
tales efectos una parte de los compañeros que coordinaban se pusieron a la obra
y seleccionaron objetivos y comenzaron a hacer algunas acciones. Pero la
heterogeneidad del equipo que se decidió que actuara era terrible. Había
compañeros con una gran experiencia y otros demasiado jóvenes e inexperimentados,
había algunos consecuentes y otros irresponsables…, pero por sobre todas las
cosas muy rápidamente el grupo que operaba, no tenía la coherencia de una
disciplina común. Muchas veces discutí con Ángela y otros compañeros y luego
discutimos con Sendic, de esa otra cara de la autonomía que se revelaba problemática cuando se debía
asumir tareas arriesgadas. Dichas tareas requerían una disciplina estricta, que
era difícil improvisar, en una coordinadora o un grupo que sólo se reunía para
operar.
En
ese período decisivo cada grupo o compañero seguía con sus actividades, con su
militancia en el lugar de trabajo, de estudio o barrial y en algunos casos con
su colaboración con otros grupos y organizaciones “políticas”, porque eso se
consideraba primordial, y al mismo tiempo, se hacían esas tareas,
instrumentadas por esa coordinación de grupos con el objetivo de “armar
masivamente a la gente que pelea”.
En
cuanto a la coordinación misma, si bien alguna de las operaciones efectuadas
fue positiva, en el sentido de que se hizo la expropiación y se obtuvo algo de
dinero, también hubo grandes problemas en las acciones que se intentaron, por
errores, por irresponsabilidades, por falta de coherencia ente los compañeros…y
el proyecto general no se concretó en los plazos establecidos.
También
hubo choques importantes entre compañeros sobre criterios de seguridad,
utilización de los fondos expropiados, etc. Lo cierto es que poco a poco la
coordinadora funcionó cada vez menos, cada uno de los grupos y compañeros continuaron
con su actividad anterior, salvo los compañeros más próximos a Navillat,
O’Neill y Arazatí López que habrían seguido con él, hasta que, habiendo sido
denunciados e identificados (más de una año después) logran salir del país.
Incluso
entre los compañeros del barrio hubo un cierto distanciamientos por un conjunto
de factores diferentes., incluso personales. Tuvimos nuestras diferencias y
distanciamientos con Ángela y sobretodo con su compañero Mario. El hecho
culminante de ese distanciamiento fue el hecho de que ellos comenzaron a
trabajar y le abrieron las puertas a “compañeros” que algunos los veíamos como
un peligro, por lo BOCAMAROS que eran. ¡Como Jovita Silveira que contaba a todo
el barrio sus hazañas Tupamaras!
A
tantos años de lo sucedido, lo que más interesa subrayar, cuando se habla de
aquella tentativa no es tal o cual acción, operativo, o “hazaña” específica de
tal o tal compañero o grupo de compañeros, sino por el contrario la
contraposición total entre dos proyectos, que por otra parte superan nuestras
experiencias particulares: el reformista
y el revolucionario. La derrota logró hacer desaparecer a éste último de la
escena política en Uruguay durante décadas. Descuartizado el movimiento
revolucionario, en el período 71/76 por el terrorismo de Estado, nadie más
cuestionaba el capitalismo. Toda la oposición fue dominada por el frentismo y
el reformismo, hasta los “fraccionalistas” y “anarquistas” fueron destruidos
como organización autónoma y/o cooptados hacia el frentismo (PVP).
Por
eso mismo, hoy que se vuelve a hablar de revolución, de planteo y estrategia,
de volver a poner sobre el tapete los fundamentos revolucionarios, tan
olvidados, me parece esencial decir que era por eso que peleábamos todos
nosotros y no por cambiar algunas jetas en el gobierno por otras. Volvamos
entonces a la Negra Ángela para volver a poner aquellos fundamentos al orden
del día.
¡No
tiene gollete y es insultante, que se pretenda hacer creer que miles de
luchadores sociales que dieron su vida,luchaban para entronar un Seregni, un Vázquez,
un Mujica, un Huidobro…que como era de esperar hacen la misma política que un
Chicotazo o un Pacheco Areco!
Luego
de la fase, en la que participamos en esa coordinación de grupos, los
encuentros con Ángela fueron menos seguidos, en la medida en que no hacíamos
una actividad específica juntos, pero los pocos que hubo no fueron menos
fructíferos, en el plano de comprensión mutua y de acuerdos globales. Fue
entonces que tomamos más tiempo para leer, intercambiar y discutir hasta muy
tarde. También influenciados y contribuyendo con algún compañero del FRT se
hicieron algunas estructuras de, formación e intercambio,en las que algunos
participábamos.
Con
el correr de los meses, nos fuimos dando cuenta que lo que el fenómeno del
frente había aparecido como sustituto y hasta de consolador del conjunto de
estructuras de lucha de masas que había antes. Ya no había proletarios
organizados por sus intereses en la fábrica, el centro de estudio, el barrio,
en todas partes luchando contra el régimen; sino sólo “masas frentistas”. En
esas reuniones más informales y teóricas comprobábamos que al mismo tiempo que
se había ido diluyendo la polarización entre revolución y contrarrevolución se
fue imponiendo una división en términos de derecha e izquierda, que en vez de
unificar a la gente la dividía por ideologías burguesas. Además,constatábamos,
que lo que iba ganando a las masas frentistas era un proyecto ideológico
totalmente democrático burgués,que no nos interesaba para nada. ¡Nadie agarraba
las armas para cambiarle la jeta al régimen como querían los programas del
Frente!
Como
docente en Ciencia Política en Derecho, incluso recibí una propuesta del Frente
de integrar la comisión de redacción del programa del Frente, pero nunca la acepté,
ni pensé que se podía reformar el reformismo.
El
reformismo, para nosotros (es decir todos los que nos sentíamos unificados por
la lucha revolucionaria internacional), no era el menor de los males como nos decían
los aparatistas (los más fierreros no se daban cuenta que eran los más
conciliadores en lo programático con el reformismo), sino bien por el
contrario, la careta más cínica del capitalismo y de la contrarrevolución. No
nos interesaba para nada una lucha para mejorar un poco el capitalismo con
alguna u otra reformita.
Ángela
decía clara, calma y públicamente, que ella se consideraba libertaria y
contraria al reformismo; nosotros seguíamos defendiendo la tendencia
revolucionaria y empujando en todas partes su organización.Las consignas venían
de las manifestaciones mismas por ejemplo del FER “queremos al ministro tal
colgado con las tripas de tal burócrata del Pc”, “no habrá revolución hasta que
el último capitalista no sea colgado con las tripas del sindicalista tal o cual”
(¡en general incluían un bolche!), etc.
El
rechazo de la izquierda y derecha del sistema y de los imperialismos yanqui y
ruso era la tendencia internacional de lo que fue el gran movimiento de los
años 65/68 y con ella nos identificábamos. El proyecto social que
vislumbrábamos se había ido gestando internacionalmente en contraposición al
reformismo y para nosotros estaba expresado en un movimiento mundial del que nos considerábamos parte: las revueltas del
proletariado negro en USA, la lucha contra la guerra de Vietnam en todas partes,
la revolución cultural en China, las revueltas proletarias en Córdoba, México,
Paris, Italia…,la “primavera Checa” y el enfrentamiento a los tanques rusos…
En
todas esas revueltas la izquierda del sistema, socialdemócrata o “bolche” había
mostrado su carácter contrarrevolucionario. Todos queríamos al Che y su lucha,
aunque no nos cerraba mucho que haya confiado nada menos que en los bolches, y
nos decíamos ¡qué otra cosa que la traición podía haber esperado de ellos!
Ninguno de nosotros haría confianza a Monje, ni a Arismendi y nos preguntábamos
desconsolados: ¿cómo el Che había caído en esa trampa?¿cómo era posible que el
Che no supiera que eran sus enemigos?
La
historia oficial ha dividido la cosa como si la única diferencia entre la
izquierda burguesa y los revolucionarios fuera, que la primera estaba por las
reformas sindicales y la salida electoral y los segundos estábamos por la lucha
armada. La diferencia era mucho más profunda y cualitativa. Pero sobre la misma
se ha escrito muy poco. Aunque no se trataba de una estrategia acabada, los que
nos decíamos revolucionarios sabíamos que los caminos eran totalmente
diferentes. A nosotros no nos interesaba reformar, ni nacionalizar nada, y las
consignas de ese corte nos parecían conformistas, cómplices con el capitalismo.
La revolución era para nosotros un cambio total de la vida del ser humano que
comenzaba por la destrucción de la “sociedad mercantil generalizada” (que es
como Marx define el capitalismo).
Sin
gritar estas verdades, no se entendería lo que quiero decir con el título:¡hasta
que punto la lucha de Ángela al ser revolucionaria, no podía ser nunca
oficialista Tupa!
La
lucha contracorriente fue, en aquellos años, muy común en muchísimos compañeros
tanto adentro como afuera de los Tupas. Fue una verdadera Tendencia
Revolucionaria del proletariado en este rincón del mundo, que se levantaba
junto con esa misma tendencia a la destrucción del capitalismo que conmovió al
planeta desde Córdoba a Pekín, desde
Praga a Paris...
Con
el lavado de cerebro a la población, con la desaparición de compañeros, con la
tortura y masacre, el Estado hizo también lo posible por hacer desaparecer la
memoria hasta del “porqué luchábamos”. El Museo de la Memoria en Uruguay es una
burla sobre todo eso y podríamos llamarlo “museo de la organización del
olvido” o de la distorsión histórica.
La
derrota hizo que después hasta se olvidara socialmente el por que luchaba toda
una “generación” de luchadores sociales: en la que había veteranos octogenarios
y botijas que recién entraban al liceo. Durante años, a los pocos locos que
siguieron luchando contracorriente se los ninguneó y marginó, diciendo que todo
eso era utópico y predominaba la política de lo posible, el Frente Amplio, el “hay que ser realista” y el “mal menor”.
Hoy
a tantos años está quedando en evidencia que lo utópico no es la revolución, sino al contrario imaginarse que el
capitalismo se puede mejorar y que esa política de “lo posible”, del
“realismo oportunista, del mal menor, que ya entonces defendían los Tupas
oficialatas, termina adonde debía terminar:
en contrarrevolución; en los basurales
de la historia.
Vuelvo
al 71. Es paradójico que fuera en ese período, que hacíamos menos cosas juntos,
que nos fuimos dando cuenta de lo importante que eran los acuerdos globales,
que ligaban a los compañeros que luchaban por la revolución, en contraposición
con quienes defendían el reformismo. Tal vez porque ya nos sentíamos más
minoritarios y a contracorriente que antes, cuando nos veíamos luchando junto a
todos en la calle. En el 68/69, nos sentíamos capaces de todo por la fuerza que
imponía el movimiento social; a fines del 71, ya teníamos ese sentimiento de aislamiento,
que nos llevaba al matadero físico y también a nuestra liquidación como opción
social revolucionaria.
Organizativamente
Ángela, Mario y el puñado de compañeros más próximos a ellos siguieron siendo,
durante esos meses, un grupo militante relativamente autónomo, hasta luego del
Abuso y la discusión con Sendic. A pesar de ello fue durante esos meses que
actuaron bastante coordinadamente con la organización “22 de diciembre”, aunque
también sé que, como siempre, también colaboraban con estructuras de los Tupas.
BORRADOR 6.
TUPAS, FILO BOLCHES Y SECTARISMO
Cuando
se produjo Estrella, la fuga de las presas de la cárcel de Cabildo, hubo un
pedido general de ayuda para contribuir de muchas formas a la “nueva fase” de
la vida de las compañeras fugadas. Ángela me vino a buscar y a pedir apoyo y de
mi parte largamos por todas las vías posibles el pedido, se necesitaban ropas,
abrigos, vehículos y sobretodo locales o al menos lugares adonde las presas
pudieran pasar el peor momento. Independientemente de lo que cada uno estaba
haciendo ese tipo de apoyo y solidaridad era para nosotros indispensable y
contribuir a la necesaria clandestinidad de las compañeras era para nosotros
elemental. Sé que Ángela hizo de todo para dar apoyo en los días más
necesarios, juntó varios compañeros para ello y puso un vehículo que tenían a
disposición. En ese entonces a nadie le importaba “su fraccionalismo”, que ella
siguiera reivindicando divergencias con los aparatistas, que siguiera incluso
contribuyendo a “otra organización” como era entonces el “22 de diciembre”, ni
siquiera que la infraestructura utilizada hubiese sido forjada con aquel
esfuerzo de coordinar “grupos inorgánicos”.
Es
importante subrayar esta contraposición total de actitudes. Los burócratas y
aparatistas consideraban casi como enemigos a la gente que los había criticado,
a quienes no se sometían a su disciplina y especialmente a quienes se habían
opuesto a entregarles las armas. En cambio Ángela y el puñado de compañeros
próximos consideraban, a todos los que estaban en confrontación con el Estado
burgués, como compañeros y actuaban consecuente y solidariamente con ellos.
Dicha contraposición de prácticas fue evidentemente más violenta aún, cuando
después nos encontramos como presos.
Concretamente
la mayoría de la dirección de los Tupas había sido sumamente sectaria y
represiva con todos los discrepantes. Se los descalificaba y se les inventaba
historias y se utilizaba el descalificativo de “microfraccionalista” para todo
compañero crítico.
Se
trataba de una brutal maniobra política porque se aplicaba el descalificativo
que utilizaba Fidel, Raúl Castro, el Gobierno cubano contra la infiltración y
maniobra de Escalante (ex secretario general del PC cubano oficialista) para
poner “la revolución” al servicio de Rusia. Raúl Castro había hecho su informe
sintetizando todas las pruebas del complot proRuso, dirigido por Escalante,
incluso con complicidad de la embajada de ese país (ver Informe Raúl Castro)Para
nosotros era el Ñato y compañía que correspondían más al microfraccionalismo en
Cuba, por servir objetivamente a los bolches, a la línea de Moscú, y él nos
aplicaba ese calificativo a nosotros que no teníamos ninguna simpatía por los
bolches para descalificarnos y falsificar la realidad.
Ya
entonces el factótum de esta maniobra fue Huidobro: el aparato te condenaba en
nombre de lo que ellos realmente estaban haciendo: aceptar la ideología del PC
al someterse a un Frente popular. Ya entonces Huidobro y sus seguidores estaban
en la ideología de lo que sería luego los comunicados 4 y 7, del frente
populismo, posición idéntica a la del PC y acusaban a quienes más denunciaban
al reformismo y al PC, justamente de “microfraccionalismo”, para subirse a la
moda cubana y falsificar la realidad. Unos años después, ese mismo y repugnante
individuo,Huidobro, escribiría su pretendida “autocrítica” usando el mismo
procedimiento de falsificación de todo e inversión de conceptos: según él
siempre fueron los otros, los más “marxistas leninistas” (estalinistas); en los hechos su estalinismo consecuente los llevó a abrazarse con los capitalistas
represores.
Lo
bueno era que con Ángela teníamos fuentes de información muy dispares y lejanas
y podíamos cotejarlas. Mis compañeros más próximos eran justamente de muchos
grupos divergentes, desde el “movimiento becario” a las agrupaciones
estudiantiles radicales, del FER al Nocturno, de los cantegriles a la Juventud
Pregón, de los compañeros de Bellas Artes a compañeros del FRT. Ella se había
reencontrado con compañeras presas al mismo tiempo que renovado contacto con
algún cañero y otros tupas viejos y conocía la militancia radical de todo el
sector de la salud. Además en las luchas coincidíamos con compañeros
anarquistas de diversas tendencias (Roe, Bellas Artes, individualistas…) que
aportaban su visión clasista y consecuentemente muy crítica del frentismo. A
pesar de ese impulso de solidaridad frente a la represión que se produjo a
partir de la fuga de la Cárcel de Cabildo y la concreción de ciertas
posibilidades de acción directa, la polarización entre oficialistas y críticos
se había seguido desarrollando. De todas esas fuentes llovían los cuentos y
anécdotas sobre el sectarismo y el aparatismo: se amenazaba a compañeros por no
entregar las armas y sobretodo por organizarse en forma independiente. En
algunos gremios se denunciaba a tal o cual por crear una estructura armada en
“forma silvestre”… Incluso se había arrestado a compañeros y se los había
dejado encerrados varios días en un local (“cárcel del pueblo”) y en otros se
había llegado a amenazar con la muerte.
Algunos
jefezuelos tupas, además de alcahuetes de los bolches, eran verdaderos
patoteros y amenazaban de muerte a los discrepantes. Si no hay pruebas de que
Rosencof haya sido siempre agente del PC y la URSS, aunque muchos compañeros lo
sostienen,sí hay todavía compañeros que están vivos, y que han denunciado haber
sido amenazados de muerte por este sujeto. A 40 años de esos hechos cualquiera
puede comprobar que esos “valientes” estalinistas,
defensores del “socialismo en un solo país”, son en general los mismos que
colaboraron con los milicos progresistas primero y que luego terminaron como
los mejores agentes del Estado burgués y el imperialismo en el mismísimo
Gobierno del Frente.
El
método estalinista de acusar de agente del enemigo, a los militantes más
consecuentes y discrepantes, fue evidentemente utilizado muchísimo en esos años
en Uruguay, al igual que se había hecho en todas partes del mundo. Pero no sólo
por los bolches criollos,sino también por los estalinistas Tupamaros.
Un
ejemplo importante de ese método fue cuando el PC uruguayo en la FEU acusó
formalmente a Heber Godoy,dirigente del movimiento becario y gran compañero de
agitaciones y manifestaciones, aduciendo que luego presentaría “pruebas
detalladas”, de ser, ni más ni menos que, “agente de la CIA”. El PC enfrentaba
así a un compañero muy querido que se
hubiese podido llevar mucha gente en su ruptura. No fue un hecho pequeño o que
pasara desapercibido, fue una denuncia formal reiterada decenas de veces y que
motivara muchas reuniones del consejo federal de la FEU. Incluso las
agrupaciones estudiantiles se posicionaran públicamente a favor o en contra de
esa acusación durante meses y años. Hasta llegó el caso de que compañeros
fueron interrogados en Jefatura por poseer volantes que decían que Godoy no era
agente de la CIA. Los milicos no entendían gran cosa de esos locos que
defendían a alguien con el argumento de que no trabajaba para ellos.
Lo
peor fue que oficialmente los
Tupamaros respaldaron esa infundada e inmunda acusación con la que persiguieron
a ese valioso compañero durante décadas. Años después, se le pidió cuentas a Sendic
de ese procedimiento estalinista y el mismo reconoció que no sabía explicar el
origen de esa grotesca y mentirosa acusación que contribuyeron a difundir. No caben
dudas de que eso muestra la influencia que tenía el estalinismo, como contenido y como método, dentro del aparato de los
Tupas.
Pienso
que fue, más o menos entonces, que una tarde que nos encontramos por casualidad
en el Comité del Frente Amplio con Ángela (que a esa altura ni ella ni yo
frecuentábamos muy seguido), nos fuimos para afuera a seguirla con un grupo de
frentistas desconformes. Recuerdo que discutimos hasta que punto el programa
del Frente, de los partidos que lo constituían, de los sindicatos era en
realidad un programa reformista de mierda y reafirmamos, con otros compañeros,
que nosotros luchábamos CONTRA eso y por la revolución social. Comprobábamos
que lo mejor que pasaba en el comité, ya no pasaba adentro del mismo, sino en
las discusiones que todavía había afuera. Tal vez no teníamos demasiado claro
todo lo que significaba entonces “revolución” para nosotros, pero si
afirmábamos y dejábamos claro que el asunto no era de reformas, de nacionalizaciones
y otros proyectos progresistas;sino, bien por el contrario de expropiación y
revolución.Nos gustaba afirmar públicamente que estábamos contra toda reforma
incluida la agraria y afirmábamos que sólo la expropiación generalizada de la
tierra y todos los medios de producción podían abrir la puerta a una sociedad
socialista; que todo lo demás eran ilusiones reformistas.
Lo
más importante era el demarcarse del proyecto de los bolches, que no sólo
considerábamos reformista sino contrarrevolucionario. Como ya dijimos, para la
juventud que luchaba contra el gobierno durante esos años, Rusia era todo lo
contrario a un modelo de revolución. Sabíamos que la explotación del hombre por
el hombre seguía existiendo en ese país y que los rusos habían sido los mejores
aliados de los yanquis en la guerra y la represión de la revolución
internacional. Para nosotros el sindicalismo bolche era algo así como gris
sobre fondo gris, como lo era la apología del trabajo que hacían circular los
bolches en centenas de pasquines que venían de Rusia. El socialismo
revolucionario por el que nosotros peleábamos, los tenía a ellos también como
enemigos. Como en muchos países en dichos años, la juventud consideraba con
razón, que el sistema capitalista era mundial, que tenía una derecha y una
izquierda (local e internacional) y se consideraba a si misma como ANTISISTEMA
y en contraposición con todo el capitalismo, con su derecha y su izquierda.
No
sé si fue en ese o en algún otro retorno que hicimos al “comité de base” a “ver
si pasaba algo” que hubo otra gran pelotera entre los oficialistas del Frente y
la base. Lo que recuerdo es que otra vez la mesa decidió funcionar sola y
decidir un cuarto intermedio para deliberar a puertas cerradas. Más importante
de lo que pasaba en el comité, recuerdo que en ese cuarto intermedio
presenciamos una discusión entre dos viejos militantes españoles uno frente
populista y del PC y otro que denunciaba al Frente Popular y el PC español por
contrarrevolucionario y por haber secuestrado, torturado y masacrado a
“anarquistas”. Este último decía que los estalinistas en España tenían todo un
conjunto de casas en donde torturaban a la gente y habían utilizado
sistemáticamente el método de desaparición de personas. Para nosotros esa fue
toda una revelación, luego de eso buscamos información y comprobamos que eso de
la represión de la revolución por parte
del PC había sido también la clave de la contrarrevolución en España. Para
varios compañeros que oímos esa denuncia clave eso fue muy importante para terminar
de entender, hasta que punto el PC y el Frente amplio eran enemigos de la
revolución a escala mundial.
Borrador 7: CON
SENDIC
Durante
esos agitados meses del 71 nos veíamos muy esporádicamente con Ángela y con
compañeras y compañeros que había conocido por ella. Me consta que en esos
meses, hasta el Abuso (el gran escape de la cárcel de Punta Carretas) y el
reencuentro con Sendic, ellos siguieron contribuyendo y aportando todo tipo de
apoyo (incluso económico gracias a las expropiaciones realizadas), a los Tupas,
tanto para preparar “la que se viene” (sin dudas prepararon el Abuso), como
para asegurar la clandestinidad de las fugadas de Cabildo y otros
compañeros. Al mismo tiempo continuaron
su militancia junto con compañeros del “22 de diciembre”. De más está decir que
los equipos de sanidad funcionaban permanentemente y Ángela y otras nurses y
enfermeras, así como un puñado de médicos, seguían pecando por ayudar a compañeros
de todos los grupos y organizaciones.
Que
yo sepa, el propio Navillat seguía, con un puñado de compañeros, su proyecto de
coordinación y expropiaciones con el objetivo de comprar unas 2000 armas para
“armar la clase y no un aparato”, en forma claramente contrapuesta a los
oficialistas Tupas, tanto desde el punto de vista teórico como organizativo. Pero
al mismo tiempo contribuyó, cada vez que se requirió, en la atención medica de
las que acababan de salir así como de otros compañeros clandestinos.
Es
decir se seguía actuando anti sectariamente a pesar de que desde la Orga, cada
vez se le hacía más la guerra a esas alternativas y en general a cualquier otra
estructura de pelea que no fuera la que los aparatistas controlaban. Querían el monopolio de la lucha armada
y algunos así lo reivindicaban. Eso era casi una excepción en el movimiento
social de entonces. No sucedía así con las otras organizaciones o estructuras
de la Tendencia, ni tampoco con los anarcos (de diversos horizontes, desde la
FAU a los de Bellas Artes) que mostraban solidaridad y apertura a todo trabajo
conjunto.
Poco
a poco, en toda la tendencia (“inorgánica”) se iba asimilando el oficialismo
tupa, el aparatismo, como lo más filo bolches y consecuentemente como
liquidadores de la Tendencia revolucionaria en beneficio del FrenteAmplismo
acrítico.
El
“26 de marzo”, a pesar de que en su seno militaron entrañables y queridísimos
compañeros revolucionarios, como organización consolidada, nunca asumió una
práctica clasista y comprometida que se demarcara del reformismo burgués
frenteamplista. No criticaban públicamente a los partidos burgueses del Frente,
ni tampoco apoyaban a quienes hacíamos dicha crítica. Al contrario, repetían
esa ideología del “estilo tupa”, “los hechos nos juntan y las palabras nos separan”,
para llamarte a silencio. Aunque en los hechos se llegaba a una contraposición
general con los sindicatos y estructuras oficiales, se oponían sistemáticamente
a denunciar el carácter contrarrevolucionario de las organizaciones del PC, así
como de la política entreguista de la CNT, la FEUU, la CESU…
Sintetizando:
la política Tupa oficial “antisectaria”, con los reformistas y
contrarrevolucionarios, era en realidad(por su empirismo y silencio
programático),hocicante con ellos.
Simultáneamente era totalmente sectaria con los revolucionarios.
Un
día, Ángela viene a buscarme relativamente temprano a mi casa por algo
“importante” y me lleva a su casa. Estaba ella y un solo compañero más, a quien
no conocía, sin más presentaciones, charlamos de todo, respetando como siempre
los elementos de compartimentación elementales. El compañero no pedía, ni
proponía nada concreto, sino que intercambiamos ideas, propuestas, pareceres,
en un cuadro de confianza que Ángela nos garantizaba mutuamente.
Hablamos
de los problemas suscitados por la centralización de armas en la Orga y
coincidimos en que era jodido y suicida. También de que se contradecía aquel
principio histórico de centralización política y descentralización logística. Hablamos
del barrio, el Clínicas y Parque Batlle que conocía bien, de la polarización
existente socialmente en el mismo. Habían caído muchísimos compañeros y locales
en la zona y al mismo tiempo había en el mismo bastiones de los milicos,
vecinos que colaboraban abiertamente y denunciaban, así como bombas que
explotaban en la noche contra militantes revolucionarios o presumidos tales.
¿Cómo
se podía paralizar la acción facha y colaboracionista de la gente con los
grupos represivos?
Recuerdo
que hablamos del asesinato de Ramos Fillipini que habían secuestrado en su
casa, a unas pocas cuadras de ahí. Le contamos con Ángela que algunos habíamos
ido al comité del Frente, para proponer acciones frente a ello y que habíamos
propuesto que cambiaran el nombre del Comité que se llamaba “18 de mayo” y
pusieran como nombre del Comité “Ramos Fillipini”. Por supuesto nuestra
propuesta fue rechazada por la burocracia. Unas semanas despuésesos de la
burocracia, pasaron vergüenza cuando Alba Roballo cuando visitó el comité dijo
que debieran no tener miedo de ponerle el nombre de un “luchador social” como
Ramos Filippini. La crítica de la Doctora daba en el clavo ardiente, aunque
evidentemente tampoco podía ganar como propuesta. En el Frente sólo pocas voces
asumían esa lucha solidaria, y para el frentismo, los compañeros muertos no
eran más que “sediciosos”.
Ángela
le explicó al compañero los últimos allanamientos y represiones de varios de
nosotros por denuncias de gente del barrio y también de que yo, como expreso
legal, era una víctima potencial del escuadrón de la muerte. Hablamos de la
autodefensa, de la imperiosa necesidad de defenderse a tiros y de estar
armados. Evidentemente que varios compañeros en el barrio estaban armados, pero
que en mi caso no era posible porque me allanaban a menudo y me venían a buscar
bastante seguido (4 veces ese año). Al Bebe, le resultó sumamente positivo el
hecho de que en el barrio algunos vecinos (¡evidentemente que Ángela había
estado en la cosa!) me habían propuesto instalar una red de timbres. Se pondría
un timbre al interior de mi casa que yo tocaba y automáticamente sonaba en la
casa de 4 o 5 vecinos más, que salían de su casa con lo que tenían para
defender y simultáneamente por medio de todo tipo de ruido y música a todo lo
que daba, se despertaban a todo el barrio cosa de que si, a pesar de todo, se
llevaban a alguien haya la máxima cantidad de testigos posibles. Era un lindo
proyecto y todos dijimos que debería impulsarse en todos lados, que era un
ejemplo de lo que podía y debía hacer la gente, para que no te agarraran sólo,
para parar al escuadrón de la muerte e identificar a sus ejecutantes. El
compañero subrayó que era algo que impulsaba la autorganización desde abajo.
Coincidimos en que ese tipo de cosas era lo que más faltaba, que había que
difundir el ejemplo y que la Orga no había realmente impulsado ese tipo de
cosas.
Sin
embargo la aceleración de los acontecimientos sociales hizo que ese, como tantos
otros proyectos, no hubo ni tiempo, ni posibilidades de llevarlo adelante, la
nefasta vorágine aparatista nos seguía deglutiendo.
Ángela
y el compañero siguieron hablando de varios temas, estructuras y compañeros
concretos y quehaceres, pero yo por respeto no escuché mucho y no recuerdo nada
más; salvo que luego me dijeron si podía
disponer de un vehículo para llevar al compañero para que no anduviera en la
calle. Hubo que salir a pedir prestado, pero esa noche se logró solucionar la
cosa y después de dar varias vueltas lo dejé en algún lugar de Montevideo.
Yo
no conocía al Bebe más que las fotos que había en los diarios, por lo que no lo
había reconocido. Si era el mismísimo Bebe…, pero hablamos como si no fuera…, él
no se había puesto ningún cartel y yo no había preguntado…ni cuando lo dejé en
la calle sabía que lo era. Además en toda la conversa había actuado como no
oficialista patrocinando la organización y el armamiento de grupos
independientes y de barrio. No tengo claro ni la fecha aproximada en la que
tuve ese primer encuentro pero supongo que sería a fines del 71.
Luego
supe que inmediatamente después del Abuso, había habido alguna primera
comunicación de Ángela y sus compañeros más próximos con Sendic y que otros
“abusos” habían contactado con ellos. Sin embargo esas conversas no habían
permitido ni clarificar la situación, ni hacer cambios cualitativos en términos
organizativos. Incluso Mario y Ángela habían hecho alguna ida al interior del
país para “aclarar cosas” con viejos compañeros pero vinieron bastante
desilusionados y no sé gran cosa de esas “aclaraciones”.
Desde
el Abuso, pasaron algunos cargadísimos meses antes de que Sendic reapareciera
con cierta regularidad. Sólo entonces y más allá de las divergencias
recomenzamos a laburar juntos con él, contribuyendo, de diversas maneras, a lo
que él llamó “esfuerzo general para asumir las circunstancias más allá de los
problemas anteriores”
Me
cuesta mucho recordar ahora como se fue dando ese proceso, porque se me
confunden bastante los hechos, pero puedo afirmar que Rufo se fue enterando de nuestros
esfuerzos organizativos que se habían desarrollado, durante el año y pico, que
ellos habían estado presos. Me consta que entendió perfectamente ese proceso y
que le pareció totalmente coherente que se luchara por armar las luchas del
pueblo en vez de armar a la Orga. Conociendo los compañeros y las
contradicciones, le pareció correcto que los compañeros siguieran en esa línea
de acción.
De
hecho legitimó la rebeldía contra los oficialatas, de quienes se habían opuesto
al encuadramiento y el desarme que la “Orga” había intentado. Incluso lo
primero que hizo fue preguntarles si necesitaban más armas y también, me consta,
que hubo una mejora en los viejos fierros que tenía Ángela y los compas más próximos.
Simultáneamente y consciente de la gravedad de la situación, que se estaba
preparando, no le resultaba en absoluto contradictorio en llamar a contribuir
con la Orga en ese proceso general que se está preparando y que muchos llaman “la guerra”.
Borrador 8:
HACIA LA SUPUESTA “GUERRA”
Después
de esa primera reunión con Sendic hubo varios encuentros más. Alguna vez él no
venía, pero se mantenía la continuidad con un contacto en la calle o por una
compañera que venía en su nombre; otras veces Ángela lo veía en otras partes.
Discutimos
varias veces con Ángela sobre la necesidad de plantearle más claramente
nuestras divergencias con la Orga en la actualidad, por su reformismo, por su
aparatismo, por sus concesiones a los bolches, pero tuvimos muy pocas
oportunidades de discutirlas con él. Ángela siempre que charlábamos me decía
que yo debía plantearle tal o tal otra cuestión a Sendic, “porque los otros no
saben responder”, “dale planteale, no te achiques”…, “hay muchos compañeros
detrás nuestro que piensan lo mismo y no lo
dicen”, pero a mí no me resultaba fácil y nunca se dieron las
circunstancias ideales.
Alguna
vez expuse muy brevemente (y con
seguridad en forma confusa) nuestra crítica del Frente Amplio, critiqué
al oficialismo en defensa de las fracciones revolucionarias, incluso esbocé la
crítica del foquismo. Si bien había acuerdo en que el Frente en vez de unificar había provocado una gran división, que
lo electorero había liquidado la
unificación real de la gente luchando por su necesidades (que si bien
entiendo, por cosas que me han explicado otros compañeros que lo conocieron
bien, era lo que él llamaba “Frente Grande”),no logré ninguna definición clara
de su parte, ni siquiera oí con mis oídos, lo que los otros compañeros le
atribuían al Bebe, como crítica explícita
del aparatismo y del oficialismo.
Más
bien se callaba, rehuía la discusión, diciendo formulas del tipo “siempre habrá
problemas de personas”, “siempre habrá burócratas”, “no es nuestra línea el
concentrar todas las armas, pero sé que hay compañeros que exigen eso”, “la
Orga no son esos compañeros sino una realidad mucho más rica”…Lo que pasa que
yo no me animaba mucho a cuestionar porque aunque no era para él, lo tomaba un
poco de esa manera. Además yo era demasiado pendejo frente a alguien con tanta
experiencia y hasta mis propias palabras me sonaban un poco “teóricas” frente a
su manera tan terrenal y basada en la experiencia de tratar las cosas.
Era
sin dudas la fuerza de Sendic, su instinto clasista, su consecuencia, su
experiencia, pero era también una debilidad de toda la gente que peleaba en el
momento: el empirismo. El desprecio de
la teoría revolucionaria era la norma de esa generación de luchadores,
incluso de los que fueron más coherentes. La ideología dominante en los Tupas
(“estilo tupa”) fue su mayor expresión. Hoy resulta evidente que eso no sólo
nos llevó a la derrota, sino a la incapacidad de hacer un balance histórico de
la misma y a que fuera el enemigo quien
escribiera la historia.
Nunca
logramos hacer con Sendic una verdadera discusión, ni siquiera cuando venía
explícitamente para ello. Siempre se intercambiaban ideas rápido en medio de
algo que “había que hacer”.Por ejemplo una compañera largaba una gran
afirmación y la discusión desviaba hacia lo que había que hacer de inmediato, o
bien yo le preguntaba sobre la oposición entre el frente electoral y el frente
social, en el auto cuando lo llevaba, y él estaba en otra cosa y respondía con
media frase de fondo entrecortada con el trayecto que había que seguir….”dá
otra vuelta y me dejás después yendo para el lado opuesto de la calle” o “date
otra gran vuelta y volvemos en media hora”
Estaba
notoriamente absorbido por la que se venía, por la “guerra” que se iba
imponiendo. Era frente a una realidad que nos superaban que actuábamos en común.
Poco a poco, casi todos nosotros fuimos contribuyendo en un proceso y un
proyecto que en el fondo no entendíamos
bien. O dicho de otra forma “no la veíamos”, pero seguíamos en la cosa.
Ello abarcó a los Tupas y por extensión a toda estructura armada y también las
condujo a la ruina. Nadie comprendió con total cabalidad que se estaba
provocando una guerra militar y entre aparatos, totalmente perdida de antemano. Claro que habíamos leído algunos documentos
recientes sobre el Plan Tatú y compañía, que nos resultaban bastantes turbios,
pero no había muchas posibilidades, ni aperturas para la discusión. El empirismo generalizado nos continuaba
embretando.
Me
consta que Ángela y Mario le habían informado a Sendic que todos nosotros
habíamos militado en otras estructuras, que seguíamos teniendo varias
militancias que considerábamos imprescindible continuar. Sendic no sólo tuvo
total respeto y consideración con lo que cada uno había realizado y seguía
realizando en otras estructuras, sino que dejó claro que él consideraba eso
como indispensable y que la lucha contra el régimen requería todos esos
niveles. En este sentido Sendic funcionaba contra
la corriente oficial de la Orga; pero agregaba, “con más razón todavía,
debemos unir todas las fuerzas para apoyar la radicalización de la lucha que
esta llevando adelante la Orga” (cito de memoria).
Decía
algo así: si bien la Orga es parte de algo mucho mayor, lo que “estamos
proponiendo ahora debe ser apoyado por todos porque se jugará el futuro de
todos nosotros”. Muy naturalmente varios compañeros que habían participado en
la coordinadora “para armar las luchas” comenzamos también a asumir lo que Sendic iba proponiendo… Se organizaron
entrenamientos, desplazamientos, operativos para infraestructura y se prepara
gente para ir a las tatuceras. Yo nunca participé en una discusión, ni tenía
nada claro lo que implicaba el Plan…pero fue tan natural la implicancia en el
mismo de Ángela, de Mario, de otros compañeros,… que, en la medida que tampoco
exigía exclusivismo, yo también lo asumí como continuidad natural con toda la
militancia anterior.
En
ese cortísimo período la actividad fue frenética. Sin dejar de hacer nada de lo
que cada uno estaba haciendo antes en lo gremial, en lo organizativo, en lo
formativo… se hicieron cada vez más tareas juntos. Yo que como estudiante y
como docente participaba en el comité de movilizaciones y en esos días locos, no
había un solo día en que no hubiera una manifestación…, pero igualdespejaba
tiempo para organizar la ida de compañeros al interior. Los viajes eran
difíciles, había caídas todo el tiempo y controles en todas las rutas. Había
que eludir los controles en las carreteras y pasar por el campo; los compañeros
conocían mal las rutas, y de todas maneras caímos en pinzas y controles que era
muy difícil pasar…Al fin los milicos también conocían lo de las compañeras simulando
embarazos y aunque tuvieran los documentos en regla, las pinzas se ponían muy
pesadas. Muchas veces los vehículos se rompían, las provisiones no daban y
había que abandonar a los compañeros para que siguieran a pie en búsqueda del
contacto, mientras se buscaba como reparar el auto.
Cuando
volví a encontrar a Sendic sólo había tiempo para hablar de lo indispensable.
Ante los hechos decía: “si, cada traslado
es ahora una operación”. Recuerdo que nos daba bastante más dinero que el
inmediatamente necesario para asegurar los traslados, para que los autos
aguantaran el ritmo y el campo y para que a los compañeros no les faltara nada.
Evidentemente que además, una noche sobre dos, había que alojar alguno que
andaba a monte o que no quería dormir en su casa por si lo venían a buscar. Era
paradójico pero uno no podía decirle que no a un compañero de cualquier
estructura so pretexto de que uno también estaba haciendo otra cosa “importante”
para la Orga. Simplemente no se decía y a veces no daban abasto las poquitas
casas de confianza del barrio para alojar a la gente y se tenía que
descompartimentar, en la misma casa, a gente que en principio no se debiera
hacerlo y que hasta eran de “orgas” diferentes.
A
la propia Ángela le había sucedido que le habían pedido como “colaboradora” el
guardar algunas noches a un compañero. Nunca se le ocurrió decir “no puedo
porque estoy haciendo esto que es más pesado”. Claro que la historia oficial de
“La Orga”, la oficialata y aparatista, desconoce y oculta la riqueza de estas
vivencias y de esta real organicidad de
lo que consideraban “inorgánico”.
Al
fin sólo crucé alguna vez más a Sendic. Sólo para que me diera directivas o
cosas materiales (como dinero) o para llevarlo a una zona de Montevideo.
Siempre era más o menos por la misma zona pero nunca hacíamos el mismo
trayecto, me hacía ir para un lado y luego para el otro, , a veces dos veces, a
veces tres…, a veces por olfato no la sentía para bajar del auto…y me pedía que
diera una vuelta más o nos quedábamos paseando media hora más. Recuerdo que me
pareció muy contradictorio que con la imagen de la fuerza de la organización
que se estaba dando, cuando me dijo que usaban cada vez más caños de eternit
para que los clandestinos, y él mismo, pasaran alguna noche.
Todo
se iba haciendo más difícil y no había un cuestionamiento de lo global, se
seguía en lo concreto haciendo las cosas lo mejor que se podía, pero la falta de perspectiva global impregnaba la
realidad. En esos cruces rápidos con Sendic,sólo pude tener algún cambio de
ideas rápido, pero no recuerdo nada más importante.
En
cambio recuerdo, la última vez que
discutimos con presencia de Ángela y otra compañera, que sólo vi pocas veces,
porque esa vez si que me marcó.Con seguridad estábamos ya a fines de marzo o en
abril (¡muy cerca del 14…, porque luego no apareció más!)Y planteamos la
cuestión del peligro de la destrucción total de la Orga. Concretamente la otra
compañera basada en el viejo análisis de que una organización con estructura
piramidal no puede durar frente a la represión, como se había visto en Argelia
y como afirmaba Navillat, criticó el aparatismo y oficialismo que decía y hacía
lo contrario. Ángela secundó ese planteo, recordando otra de las tesis de
Navillat: el Uruguay es tan chico y nos conocemos todos, que una verdadera
compartimentación es además imposible.
Esa
vez Sendic nos hizo una respuesta bastante aparatista. Nos dijo que teníamos ese
temor porque no conocíamos la fuerza y poderío organizativo actual. Cuando
Ángela le respondió con elementos de su pasado anterior, insistiendo en lo poco
consecuente que era la compartimentación, Sendic le dijo “no conocés lo que ha
cambiado en la organización”; “hablás por tu conocimiento anterior, pero todo
eso ha cambiado totalmente, la Orga no es la misma”. E incluso utilizó una
fórmula que no recuerdo bien para afirmar que, ahora sí, podían asegurar que la
organización era indestructible. Ángela quedó chocada y la otra compañera
también porque no se la esperaban.
A
mi reconozco que eso me desilusionó bastante y como enseguida, se mostró como
un total error de apreciación, durante años yo supuse que Sendic había aceptado
esa tesis aparatista que condujo a la derrota. Hoy gracias a otras vivencias y otros
relatos de compañeros que lo conocieron mucho más, pienso que fue un error de
apreciación pero que ello no implicó en absoluto una concesión a los fundamentos
del oficialismo Tupa, porque independientemente de ello Sendic siempre fue un “loco”
para el oficialismo. Cuanto más pasa el tiempo y se conocen pormenores del
oficialismo, más se puede afirmar que la política de Sendic era en los hechos
fraccionalista con respecto a la oficialidad Tupa (la misma que luego se
abrazaría con la oficialidad no Tupa), que nunca hubiese tolerado esas
estructuras paralelas e “inorgánicas” con las que Sendic funcionaba. Había
muchos otros compañeros que conocían dicha práctica, por lo que no era
ignorancia: si no se lo acusaba de fraccionalista era porque hubiese sido
demasiado groso, burdo el acusar a Sendic de eso. Por el contrario, el
oficialismo cultivó su imagen por oportunismo.
También
las actitudes contrapuestas entre la dirección oficial de los Tupas y Sendic
durante la caída y luego de la salida de la cárcel, permiten afirmar que Sendic
siguió siendo un desalineado y un “loco”. Justamente por eso hubo luego, varias
y consecuentes, campañas de los oficialatas, descalificándolo como loco, lo que
permite afirmar que siempre su crítica molestó al oficialismo.
Sean
cuales sean sus errores de apreciación, me parece importante señalar que en lo
realmente importante, Sendic nunca aceptó la colaboración con los milicos y en
general con el Estado y el Imperialismo que el oficialismo, del Ñato y compañía,
inauguraron hace 40 años en el Cuartel Florida y que hoy siguen practicando. Lo
que evidentemente debe hacernos pensar, hasta que punto, así como hay una
unidad programática entre frente populismo y aparatismo, entre electoralismo y
estalinismo, entre militarismo y subordinación a los milicos; la hay entre
organizar lo “inorgánico”, el no sectarismo típico del dirigente cañero y otra
concepción de la unidad de la clase o del frente (“grande”), que nada tiene que
ver con la de los señores que hoy gobiernan.
El
antagonismo no puede ser más grande entre estos y el Bebe. De una forma o de
otra el Bebe siguió con “soy RUFO y no me entrego” y dio así el ejemplo para
una minoría que también siguió y sigue en la lucha consecuente, aunque dicha
minoría siga muy dispersa y careciendo de teoría revolucionaria. Mientras que
Amodio primero y luego la dirección oficial, con el Ñato a la cabeza, pusieron
todo el aparato al servicio de los milicos y el capitalismo. El aparatismo
mismo y el verticalismo facilitaron esa sumisión, de la mayor parte del
aparato, a dicha dirección contrarrevolucionaria.
BORRADOR 9: LA
ENCERRONA
Socialmente
se habían producido cambios que entonces no entendíamos en toda su dimensión.
En
los años 68/69 se había vivido las primeras fases de una guerra social entre la
burguesía atacando y el proletariado resistiendo. Luego de la potentísima
campaña electoral y la consecuente dispersión y reducción de la masa, a mera
espectadora, sumado al triunfo del partido gubernamental en 1971, todo va
convergiendo hacia una guerra de aparato contra aparato. La gente que había
gastado sus energías en lo electoral sólo se asumía como espectadora de un
partido que entraba ahora en su fase decisiva: los penales. El encierro que
había logrado el Estado burgués era tal, que si no aceptabas el papel de
espectador, sólo te quedaba entrar en el aparato y esperar órdenes para
enfrentar al aparato militar de la burguesía. La frase del Che “el deber de
todo revolucionario es hacer la revolución” se interpretaba de forma limitada y
restringida, como la necesidad de entrar al aparato, y contribuía a la
encerrona final. Aunque no nos diéramos cuenta, ya se había cumplido la batalla
decisiva del plan estratégico general del capitalismo, del imperio y de las
Fuerzas Conjuntas, tal como efectivamente se había planificado (ver libro
realizado por las Fuerzas Conjuntas en donde el primer punto de la estrategia
de liquidación era asegurar/imponer el circo electoral). Ahora sólo quedaba
ponerle el punto final, el más fácil para ellos, liquidar el aparato armado.
Las
decenas de miles de proletarios ya no peleaban con su clase contra el poder.Al
contrario como clase sólo esperaban tal o cual acción del aparato contra todo
lo que consideraban injusto, mientras que individualmente, eran solicitados
para tal acción o colaboración en el aparato. Si antes la represión no había
podido acallar a los proletarios en lucha, sino que había incitado a más lucha
aún; ahora luego de la división electoral, luego del festín y carnaval
ciudadano, realizado por el Estado, lo único que quedaba para “oponerse a la
derecha golpista” era el “aparato armado”. Ya la encerrona era total, todo
convergía no hacia una guerra de clases, sino hacia un enfrentamiento entre
aparatos que estaba perdido de antemano. La batalla no podía ser más desigual:
todo el aparato represivo del Estado (¡no sólo nacional sino internacional del
capitalismo!), contra dos o tres pequeños aparatos armados que contaban a lo
sumo con algunas decenas de mujeres y hombres con buena voluntad, pero muy mal
armados y con bajo entrenamiento militar. Hasta los “proletarios con uniforme”
que tantas contradicciones habían tenido (¡en el 68/69 había habido cuerpos
represivos paralizados por el miedo o por sus contradicciones!), se iban
unificando detrás de las órdenes de los represores.
Ya
era “papita para el loro”. Pero además para mejor preparar la guerra, el Estado
hablaba de paz y de perdón y la encerrona resultó total cuando quienes hablaban
de guerra y de solución militar eran los aparatistas, los oficialistas Tupas….,
muchos de los cuales, luego de los primeros golpes represivos, pasarían a
colaborar con el ejército y el Estado uruguayo.
Resulta
sin embargo imprescindible reconocer que en este asunto de la guerra implicaron
a todo el mundo y que nunca hubo claridad contra ello. Tal vez por aquella
creencia, en la indestructibilidad del aparato, tampoco Sendic se opuso y hasta
hubo una declaración formal de guerra acompañando algunas acciones (en
Paysandú), que se presentan como prueba del desencadenamiento de la misma bajo
su responsabilidad directa.
Como
muchos militantes entonces, con Ángela, y otros compañeros (incluyendo a
Sendic) hablamos varias veces de “la guerra”. Hoy pienso que ninguno de nosotros entendía bien de qué guerra se
trataba, o dicho de otra manera, que la guerra que nosotros imaginábamos no
podía desarrollarse, porque el Estado ya había impuesto la guerra entre
aparatos y nosotros no éramos conscientes hasta que punto lo habían logrado. El
mayor triunfo de la burguesía ya había
tenido lugar: ya no había un empate social producido por la respuesta
masiva y clasista a los ataques de la burguesía y el Estado; sino que la gran
mayoría de la población estaba abombada y dispersada por el electoralismo y
sólo se vislumbraba la respuesta a “la dictadura” en base a “los Tupas”.
Antes,
nosotros hablábamos y concebíamosuna guerra social entre los opresores y los
oprimidos, entre explotadores y explotados, entre el poder y la gente; pero
aquella contraposición, poco a poco, había cedido lugar al tira y afloje entre
los milicos y la Orga. E incluso en esta mala postura, en el mismo momento que
quienes estaban con el dedo en el gatillo (preparando submarino y picana),
contra nosotros, hacían discursos de PAZ y concordia nacional, había quienes,desde
los Tupas, seguían cacareando como ganadores. ¡No tenían ni idea de lo que era
una guerra, por eso cacareaban tanto acerca de la misma! ¡La primera de las
leyes de guerra, es precisamente que la gana, quien más habla de paz! ¡Ejemplo:
todas las guerras mundiales!
Otra
cosa que indudablemente hizo el poder, para esa transformación de la guerra
social, en guerra de aparatos, fueron los Escuadrones de la Muerte. Desde el
principio de nuestras charlas y trabajo común con Ángela nos planteamos la
lucha contra esos aparatos, como se lo planteaban entonces todos los
compañeros. Nos sentíamos personalmente amenazados. Evidentemente que entonces
no sabíamos que era un método general de la contrarrevolución que había sido
utilizado en todas partes tanto por los Estalinistas, como por las potencias
occidentales (Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Israel…) y que ya
estaban operando en Uruguay. Creíamos que eran “fascistas criollos” ligados a
la JUP y no sabíamos que en realidad, la JUP como otros fachos y milicos de un
cierto nivel, habían sido formados para ello, por las grandes democracias
occidentales y que tenían planes sumamente elaborados y fuertes apoyos
internacionales.
Los
luchadores sociales radicalizamos la acción de grupos gremiales y estudiantiles
en la denuncia, en el enfrentamiento y el accionar concreto contra quienes
aparecían como la expresión visible de esos “fachos” que se aparentaban de
lejos o de cerca con ese “Escuadrón”. Durante meses a las bombas contra los
militantes respondieron bombas contra las casas de personajes siniestros del
régimen y de colaboradores abiertos. Según, decía Ángela y Mario, Sendic
siempre había advertido, sobre el peligro de la guatemalización y todos éramos
conscientes de que si se entraba a responder, muerte por muerte,ello
desencadenaría un proceso que nos llevaría a la ruina. Sabíamos que si el
enemigo seguía con los asesinatos y nosotros entrábamos en ese proceso, íbamos
al muere, que el responder muerte por muerte era catastrófico, pero todo lo
hecho hasta el presente, en denuncia y publicidad, había sido insuficiente,
para parar las muertes de nuestros compañeros. En todas las estructuras y
grupos nos planteábamos el “qué hacer”, nos encontrábamos desesperados por una
situación terrible de terror, de asesinato de compañeros y de amenaza
permanente.
Eso
sí lo discutimos bien con Sendic, y es lo que recuerdo mejor, como una buena
discusión. Sendic daba como ejemplo de lo que había que hacer lo que le
habíamos contado antes, la defensa de la gente por barrio en base a mecanismos
de alarmas colectivas, pero reafirmó que el matar a un facho porque mataban a
un militante sería catastrófico, que así no sólo no pararíamos nada sino que sería
un proceso interminable y sangriento que iba contra los intereses humanos en
general y que se beneficiarían ellos. Coincidimos en que la violencia
revolucionaria no es un fin, sino por el contrario, un medio que busca eliminar
para siempre la violencia del hombre contra el hombre; que mientras que era
normal que los fachos y milicos quieran ese tipo de sociedad de asesinos,
nuestro objetivo es muy diferente, y ganarían ellos y no nosotros, en embretarnos
en ese tipo de guerra sin fin.
Sostuvo
que por eso habían decidido no utilizar la supresión física,hasta que con ella
se lograra liquidar el centro y la cueva procreativa de esos asesinos. También
nos dijo que desde hace tiempo se buscaba conseguir la información necesaria y
que por eso no se había dicho nada. Nosotros más bien respondíamos con la
impaciencia y hasta reprochábamos que las energías se dilapidaran en cuestiones
electoreras y reformistas en vez de actuar. Nos parecía absurdo que el aparato
no sirviera ni para eso que era indispensable. Fue entonces que nos dijo algo
así como “ahora sí tenemos la información, ahora si actuaremos y realmente
verán que eliminaremos la raíz del problema”. El asunto nos sorprendía y nos
entusiasmaba mucho y quedamos evidentemente a la expectativa…Ángela tenía más
elementos, yo no.
Fue
sólo después del 14 de abril que entendimos lo que había querido decirnos y
desde el principio vimos que si bien se había acertado perfectamente al
objetivo técnico, se le había errado
al momento político. La decisión era
impecable, se eliminaba la causa del mal, se había golpeado en el centro mismo
del Escuadrón y terrorismo de Estado, pero se había hecho en función de las
posibilidades técnicas (en función de cuando se dispuso de la información y se
estuvo en condiciones de operar) y no del momento político. Esa acción era
totalmente lógica y socialmente legítima
como respuesta social y hubiese sido una excelente acción política luego de los
asesinatos de nuestros seres queridos. Resultó mucho más difícil de hacer
avalar socialmente, cuando se hizo dado que, por las declaraciones de paz de
los milicos y de guerra de los Tupas, aparecía como una acción ofensiva de declaración de guerra.
En
los hechos, el aparatismo había conducido a decidir esas operaciones haciendo
abstracción de las condiciones políticas y basándose únicamente en las
posibilidades técnicas del aparato. Con ello se estaba cerrando la trampa: ¡nos
estaban esperando! ¡Por eso hablaban de paz!
Tenían
todo preparado para hacer la guerra sin piedad al “Enemigo”, tal como definen
los libros de las Fuerzas Conjuntas a “los Tupamaros”. Sólo estaban esperando
que hiciéramos un acto que socialmente pudiese ser presentado como “acto de
guerra” del aparato, que despegara a
éste aún más de la población, para pasar a la guerra real y sin piedad
contra el mismo.
Yo
nunca más tuve la posibilidad de hablar con Sendic personalmente (cuando lo
hice en los años 80, las condiciones habían cambiado totalmente, había mucha
gente e intereses diferentes en el debate, y hablamos -y discrepamos- sobre
otros temas), pero estoy convencido de que tampoco tenía consciencia de que ese
acto desencadenaría todo lo que el enemigo esperaba y activaría la trampa, no
para la guerra, sino para justificar la masacre que vino después. Más, en
aquella discusión nos dejó toda la impresión que, como nosotros, él consideraba
esas acciones limitadas, y en realidad defensivas
y de respuesta contra la masacre de nuestros hermanos, como totalmente
diferente a las pretensiones de declarar la guerra que se bocineaba desde el
oficialismo (pero no retuve nada explícito de su parte en este sentido). En
efecto esta era una posición irresponsable e infantil que en última instancia
contribuyó a lo que el enemigo planificaba.
Es
verdad, que incluso entonces y a pesar de todas las contras ese acto, de
liquidación física de los jefes del Escuadrón de la Muerte, que había torturado
y asesinado a nuestros compañeros queridos, tuvo una enorme simpatía popular,
es verdad que ese acto tal vez todavía hubiese sido avalado socialmente y no
conducía en sí mismo, hacia el enfrentamiento exclusivamente entre aparatos.
Pero, como se diría hoy, ya estábamos en el horno (guerra aparato contra
aparato) pero todavía había una puerta abierta…, todavía el poder no podía
legitimar cualquier cosa….
Sin
embargo un mes después…¡cerraron la puerta del horno! El Estado, los milicos
presentaron los asesinatos que hicieron ese mismo 14 de abril de varios
queridos compañeros, como una respuesta, pero quedaba todavía demasiado
evidente que habían salido a defender “el ilegal” Escuadrón de la Muerte (el
resto del accionar terrorista del Estado democrático era todavía más o menos
legal) y el ejército no se sentía todavía unificado para salir a torturar a
mansalva como lo hizo después. Esto nos lo dijeron y confirmaron luego, cuando
estábamos presos, muchos soldaditos y algunos oficiales: ellos no querían salir
a reprimir y menos torturar a gente que hacía justicia…;”creíamos que la guerra
no era contra nosotros”
Pero
de los dos lados se hizo lo posible para cerrar la puerta del horno en el que
ya estábamos. De “nuestro lado” los Tupas seguían gritando a voces que ahora
querían “la guerra y que “había que pasar al ataque” (¡cuando el ABC de las
leyes de la guerra dicen lo contrario!) Del otro se seguía torturando y
masacrando, pero declarando y jurando que se respetarían los derechos de toda
la población.
Luego
vino la jugada maestra, que concluyó con la muerte de los cuatro soldados, que teatralizada
por el Estado (puesta en escena de la foto tomando mate para los medios),
sirvió para mostrarle a la tropa indecisa que la guerra era también contra
ella. Hasta la contradicción de clase en el seno ejército, que siempre juega en
contra del terrorismo de Estado abierto (ejemplo: revolución rusa o mexicana),
pasaba así a segundo plano. Desde “nuestro lado” hasta los propios documentos
que caían en vez de llamar a la lucha de clases, a desertar el ejército
represor y oponerse a los oficiales, llamaban a la guerra contra el ejército. Era
la otra pata del policlacismo frentista
que junto con el aparatismounificaban al
ejército contra la subversión: la destrucción de la guerrilla se hizo
inevitable.
Justamente
en esos días nuevos compañeros, que estaban en otras tareas pedían ingresar a
la “lucha armada”… Ángela a pesar de sentir que la cosa venia mal, siguió
integrando gente, algunos fueron para las tatuceras. Todo era vertiginoso no
discutimos mucho; yo tomé la responsabilidad, a contracorriente de decirle a varios
que esperaran, que no era el momento… e incluso paré a alguna integración que
Ángela había promovido (¡cosa que recién conocí, o me hicieron acordar, muchos
años después!). Algunos de aquellos compañeros se salvaron de la represión
otros ingresaron de una u otra forma en las estructuras armadas y fueron
reprimidos y muertos en los años subsiguientes, alguno se exiló y pudo zafar.
El
desastre social fue inevitable: a la derrota física siguió la derrota política.
El reformismo y la democracia burguesa, que habíamos combatido con todas
nuestras fuerzas, se transformaron en la única alternativa social posible. La
revolución social desapareció totalmente como perspectiva durante muchas
décadas. El Frentismo y el viejo programa de la izquierda burguesa y de los milicos
progresistas se impusieron como única posibilidad. Hasta muchos anarquistas
dejaron de serlo y se hicieron frentistas y el Frente Amplio pareció tener el
monopolio de la contestación social. El ciclo se cerró cuando, una vez salidos
de la cárcel, los mismos aparatistas y oficialistas de antes, junto con
torturadores impunes se hicieron con el monopoliodel poder del Estado y el
Capital. Ellos mismos escribieron la historia según la cual en este país sólo
se peleó en defensa de la democracia.
La
reaparición de la perspectiva revolucionaria se hará necesariamente contra
todos ellos.
BORRADOR 10: LA
CAIDA Y LA VERSIÓN DE LOS MILICOS: “LA GUERRILLA”
Desde
mediados de abril las caídas se generalizan, se empieza a saber que muchos
colaboran, que otros traicionan, se cortan los contactos, los desplazamientos
se hacen difíciles en todas partes... Alguno reconoce a tal o cual militante
vestido de milico en un jeep apuntalando compañeros…El desbande generalizado
comienza, muchos cruzan el charco… perdemos contacto, nunca sabremos si tal o
cual que habíamos tenido que dejar en el camino para que siguiera a pie, había
o no, llegado a contactar, con los compañeros…. Hasta las señoras viejas, del
barrio que están de nuestro lado, sabían que Amodio Pérez apuntalaba gente, y
hasta decían haberlo reconocido junto a milicos (“¡vi a Amodio en un jeep!”).
Todos tuvimos alguna propuesta de irnos pero ni lo pensábamos. En realidad
creíamos que a nosotros no llegarían,… en esa última fase habíamos sido
verdaderamente muy cuidadosos y no habían habido descompartimentaciones de
nombres, ni de lugares.
Cuando
crucé a Ángela, nos dijimos mutuamente, que no había elementos para llegar ni a
su casa, ni a la mía…porque casi nadie sabía llegar…, lo que no pensábamos era
que la batida podía venir de otra parte… En realidad la batida vino de unos del
“22 de diciembre”y más precisamente del Pocho Paiva y Jovita Silveira, que
habían estado al tanto de la cuestión de la coordinadora para “armar las
luchas”, sin que yo sepa al día de hoy, si participaron o no de las acciones, o
sólo batían de oídas. Lo que sí constaté es que, por suerte, conocían muy parcialmente
las cosas.
Los
hechos se suceden aproximadamente así. Un día (fines de mayo) allanan la casa
de Ángela…, sin que ellos estén presentes. Muchas veces habíamos hablado de esa
posibilidad y siempre habíamos acordado que Mario cargaría con la
responsabilidad de todo lo que ahí hubiera o pudiera atribuírsele; pero que
Ángela no tenía nada que ver. Era por eso que hacía un poco de cobertura, yendo todavía, al Comité del Frente. Para los otros
compas del barrio, el verso era evidentemente, que sólo iban por ahí porque
conocían a Ángela del comité y punto.
Ángela
y Mario al aproximarse a la casa atravesando el baldío del Clínicas constatan
el operativo y deciden que Ángela se presente y que Mario pase a la
clandestinidad. Saben que los milicos habrán encontrado armas, pero como
convenido será Mario que no está, que “las había traído”. Mario pasa a la
clandestinidad. Muy rápidamente se decidirá su traslado al interior para
incorporarse al Plan Tatú.
A Ángela los
milicos no la acusan de Tupa sino de pertenecer a otra organización “La Guerrilla”.
Los propios milicos no conciben la cosas de otra manera que en términos de
aparato y como las personas que dan información sobre Ángela, no son Tupas,
cuentan que hacían operaciones para “la guerrilla” no tupa y mencionan el
diario de Marighella, en donde se habla de “la guerrilla” por todas partes…,
los milicos y los colaboradores bautizan
ese grupo humano como si fuera una organización diferente.
Ni
para la historia oficial, ni para la policía tenía cabida el movimiento social
y sus expresiones, sino que sólo había aparatos y estructuras. Desde ese
momento los milicos buscarán a una quincena de compañeros más, para apresarlos,
torturarlos y procesarlos por pertenencia a “La Guerrilla”. En los meses
siguientes por lo menos una decena de compañeros serán acusados de pertenecer a
dicha “organización”, varios más pasarán a la clandestinidad o saldrán del país
por esa persecución. Otros no serán identificados nunca pero nos torturarán
para conocer sus nombres.¡Las Fuerzas Conjuntas emitirán varios comunicados
sobre esa nuevísima organización!
Ángela
no se esperaba que la punta que le saltó fuera tan pesada, por eso mismo se
había presentado. No se le había pasado por la cabeza que la acusación
concernía cosas “tan viejas” como las efectuadas un año antes o más. Hoy
parecerá ridículo, pero en ese entonces, con la velocidad que se producían los
acontecimientos, lo que habíamos hecho uno o dos años antes, parecía viejísimo
y bien enterrado. A ninguno de nosotros, que todos los días nos arriesgábamos
haciendo algo nuevo, nos parecía que lo que se había hecho un año antes estaba
ya olvidado y nadie lo traería a colación. No conocíamos para nada el mecanismo
de la tortura y de la colaboración.
Contrariamente
a lo que pensábamos, el delator no
dice lo que le preguntan, sino que una vez que empieza a colaborar va contando
todo lo que se acuerda, y sigue y sigue, contando cosas nuevas y viejas, cosas
que vio o que escuchó. También cuenta lo que otro le dijo y así llega a
proporcionar informaciones y hacer acusaciones hasta sobre lo que no conoce y
que sólo imagina. Llega al extremo de hacer méritos permanentemente llamando a
los interrogadores y contándoles lo que sospecha, lo que piensa que puede
servirles.
Ese
fue el caso de estos dos personajes, que llevaron a decenas de compañeros
presos de varias organizaciones y que acusaban a gente, incluso cara a cara,
como hicieron conmigo, por lo que otros, le habían contado que habían hecho. Lo
peor, cuando iban a careo con uno, diciéndole frente al torturador
“participaste en tal cosa”, como si fueran milicos, era que uno creía que
realmente lo eran, porque por ejemplo yo, a quien me acusaba, no lo recordaba
para nada: me cantaba por mentas.
Para
Ángela fue terrible, porque Jobita la conocía bastante bien, ella siempre
circulaba por el barrio y también tenía un cierto acceso a su propia casa. Fue
una traición horrible que Ángela sufrió enormemente. Aunque sea hasta
redundante porque nadie se salvaba de la tortura, quiero señalar en su honor,
que Ángela fue brutalmente torturada y logró que los milicos la odiaran más.
Desde
entonces yo no tuve muchos contactos directos con Ángela, pero en todas las
comunicaciones indirectas, como la única vez que nos vimos luego de la cárcel y
el exilio, Ángela subrayaba que la traición y colaboración habían sido totales
y horribles para ella y que esa persona siguió durante toda su detención
obrando de esa manera.Otros compañeros confirman que esos traidores, siguieron
colaborando abiertamente con los milicos durante toda su cana.
Claro
que esos dos personajes no sólo denunciaron a los que junto con los milicos
definieron como La Guerrilla, sino a compañeros del “22 de diciembre”, de los
Tupamaros, de la Comunidad del Sur…así como a otros, a quienes acusaron de
rebote y que pertenecían a otras organizaciones.También habían dado todo tipo
de datos del propio Mario, el compañero de Ángela, agregando detalles sobre su
persona y su participación en acciones, pero éste ya estaba clandestino. Caería
varios meses más tarde en una Tatucera. No tengo mucha idea de cómo fue su interrogatorio,
pero supongo que bastante complicado por haber pertenecido a tantas
organizaciones diferentes y haber tenido tantos seudónimos. Lo encontré como un
año después estando ambos en el Penal de Libertad, para un careo, ante la
Justicia Militar, por las contradicciones conmigo. En el que explicó que aquel
acusado del que hablaban los delatores en realidad, no era yo, lo que terminó
por limpiarme de lo que todavía me atribuían.
Muchos
de los denunciados y acusados por Paiva y Jovita, nos encontramos en el Quinto
de Artillería. A mí, me fueron a buscar como un mes y medio después, sin
grandes elementos concretos sobre mi persona. La verdad que tampoco lo
esperaba, pero pensé que la detención venía por las movilizaciones
estudiantiles.Pero estaba acusado, particularmente por Paiva, de haber participado
en tal o cual rapiña…lo que evidentemente complicó mucho mi vida y dificultó mi
declaración. Por debajo de la venda, pude ver a varios compañeros, que había
cruzado compartimentado un año antes, en todo aquel asunto de la coordinadora y
me confirmaron que habían admitido participación, tal como se había denunciado,
incluso la absurda acusación de pertenecer a “La Guerrilla” …Un compañero
agregaba: aunque aclaré que “yo no sabía que el grupo se llamaba así”.
Hasta
el día de hoy, me llama la atención que hayan realmente creído que hubo una
organización como tal que se llamaba así y que sin embargo nunca escribió
ningún comunicado, nunca hizo ninguna publicación como tal, nunca se hizo
conocer, ni pretendió reclutar con dicho nombre. ¡La supuesta organización
nunca se había querido hacer conocer como organización!
Pienso
que la explicación, se encuentra en el hecho, de que lo de la guerra aparato
contra aparatoes una ideología en la que realmente creían los milicos y
torturadores. Ellos no enfrentaban a un movimiento social con miles de
estructuras, cabezas y expresiones, con órganos que asumen tareas de la clase y
células que actúan en función de tal o tal necesidad resentida por la lucha.
¡Cuántas veces un grupo de fábrica o de estudio un comité de movilizaciones o
de organización, se organizó sólo para una acción puntual!Pero eso no es parte
de la Historia con mayúscula que escribieron los oficiales y oficialatas.
Ellos
hicieron la guerra contra organizaciones, contra aparatos, contra subversivos
que estaban organizados en grupos guerrilleros específicos. La riqueza del
movimiento, la militancia doble, triple, múltiple, los diferentes niveles, la
vida social misma, no existen en esos seres sin cabeza (que dan y obedecen órdenes), lo que existen son
los aparatos. Ni la gente misma existe, sólo existen los agentes de tal o tal
“organización subversiva”. Para ellos “la esencia misma del terrorista es no
tener más vida que la de su secta”. La propia propaganda de las Fuerzas
Conjuntas y sus tenebrosos comunicados exponen todo el mundo de esa manera, es
la manera milica de ver la historia.
Lo
que fue más grave es que el oficialismo Tupa también veía las cosas de esa
manera y consideró a “esa organización”, como una “micro” más, mostrando contra
los compañeros que habían sido acusados de pertenecer a ella, todo su
sectarismo, todo su aparatismo. No debe extrañarnos entonces que cuando
hablaban los oficiales de las Fuerzas Armadas con los oficialatas Tupas haya
habido siempre tanta comprensión: eran jefes de aparatos que usaban seres
humanos.
Desde
nuestro punto de vista lo bueno de esa acusación de pertenecer a “La Guerrilla”
fue que no buscaron otras pertenencias y acciones. Para los milicos Ángela era
militante de “esa organización” (y secundariamente del “22 de diciembre”)… y
sólo, cargaron y acusaron por eso. Como varios de nosotros, fue torturada e
interrogada sobre esa base, su importancia como militante social no interesaba
(todavía) a los milicos, tampoco fue acusada por Tupa. Los traidores, que la
habían denunciado, no conocían gran cosa del programa revolucionario por el que
Ángela luchaba, ni los fundamentos políticos de aquel intento de coordinadora.
Ellos mismos eran muy militaristas y bocamaros. Menos sabían de lo que los
diferentes compañeros habían continuado haciendo, el último año, sólo habían
escuchado hablar de tal o cual operación de antes y en base a esos habían dado
nombres y todos los detalles posibles.
No
digo que no nos hayan dado más de una patada o puñetazo preguntando por lo que
había pasado después, pero como no hubo entre esos compañeros acusados de La
Guerrilla ningún colaborador de los milicos nunca supieron gran cosa. Además,
incluso jurídicamente, eso nos beneficiaba a todos en la medida en que como los
hechos de La Guerrilla eran pocos y anteriores a la nueva ley de seguridad del
Estado, que agravaba todas las penas; por lo que la misma no podía aplicarse a
nuestros casos. Sólo a título de ejemplo “la asociación para delinquir” era de
acuerdo a la vieja ley excarcelable y
creo que “costaba” de 6 meses a dos años; pero lo mismo se llamaba ahora
“asociación subversiva” y costaba de 4 a 16 años y no era excarcelable.
Lo
malo era evidentemente que algunos milicos la consideraron como una
organización militar y peor “sólo militar” porque no había “política”, lo que
era totalmente absurdo para nosotros pero totalmente lógico en el pensamiento
milico. Incluso algunos de ellos
pretendieron que era una “organización de cuadros militares”
Por
eso aquello de que Ángela era “solo del
Frente” no marchó. Había sido denunciaba con acusaciones muy precisas en cuanto a participación en
acciones. Además, por razones ideológicas y morales propias a la misma
mentalidad milica, el Juez pasó a considerarla como ¡la más peligrosa de todas las personas arrestadas en esa organización!
Fue tan así la cosa que mis propios abogados me aconsejaron que no insistiera
más en que era amigo de ella y que ella como yo no teníamos nada que ver con
nada, porque eso en vez de limpiarme agravaba mi caso, porque sobre Ángela,
seguían apareciendo “agravantes”: “no
sabemos porqué, pero el Juez militar le tiene un odio increíble y se ha
ensañado con ella”, me decían.Yo sí había comprendido porqué.
Algunos
en negativa total sobre cualquier acción, otros en reconocimiento parcial, lo
cierto es que a los supuestos militantes de La Guerrilla nos condenaban a una
situación muy difícil como presos, de la que me consta que Ángela sufrió mucho:
nadie podía aclarar mucho porqué razón estaba preso. Éramos los únicos
compañeros que habíamos caído por una supuesta “organización” que no había existido como tal y que no había
escrito, ni explicado nunca sus acciones y que no reclamaba ni su existencia.Hasta
como presos éramos “raros”, porque habíamos participado en acciones de las
cuales nunca se reveló su razón de ser, y eso creaba un a priori desfavorable
en relación a otros presos.
Muy
pocos compañeros, externos a dicha experiencia, conocieron la verdad durante la
cana, en realidad nosotros no podíamos desmentir nada sin denunciarnos. Sólo
con el tiempo explicamos parcialmente algo de la realidad.¡Nos tuvimos que
callar la boca durante años!
De
más está decir que el sectarismo y el aparatismo Tupa largó varias campañas
contra esa fantasmática “microfracción” que ni siquiera se reivindicaba como
tal y cuyos “dirigentes” nunca aparecieron. ¡Hasta esto hacía de esa
organización algo sospechoso! En efecto, según la información proporcionada por
los traidores y en base a la clásica
visión milica de la historia, esa organización de malvados tenía jefes que eran
los más malvados de todos. Justamente según los comunicados de las Fuerzas
Conjuntas los “jefes de la guerrilla” eran: Navillat, O’Neill y Arazatí López.
Justamente
3 compañeros que nunca cayeron en Uruguay y que los comunicados de las Fuerzas
Conjuntas, como era habitual, acusaron de todo lo que se les ocurrió. Por eso
aprovecho también este escrito sobre Ángela, para restaurar algunas verdades sobre
esos compañeros queridos, que también fueron “olvidados” por la historia
oficial.
Borrador 11:
Sectarismo y Colaboracionismo Tupa
Entre
los Tupas hubo valerosos compañeros que no participaron de esa visión sectaria
y aparatista, ni contribuyeron a esas campañas contra “las micros” (que hubo absolutamente en todos los
cuarteles y cárceles y también en el exilio), pero es importante saber que esas
campañas de ninguneo fueron comunes y mayoritarias. Con seguridad ya en la cárcel, los
aparatistas se estaban vengando contra quienes, siempre habíamos criticado el
oficialismo y no tengo dudas de que bajaron la línea de proceder de esa forma
contra “nosotros”. Años después Ángela
me contará que se había enterado que algunas se soplaban en el oído: “tené
cuidado, esa no es una compañera” (lo que era la traducción aparatista y
sectaria de “no cayó por Tupa”).
Sin
embargo otros elementos que me aportaron recientemente, indican que en las
cárceles de mujeres, ese fenómeno no tuvo el peso que tuvo entre los hombres.
Supongo que ello se debió a que si bien entre las mujeres hubo varias “Amodio”
(utilizo esto para facilitar la comprensión y no como una muestra de adhesión
al mito “Amodio”) es decir colaboración individual, no hubo un verdadero Ñato,
es decir la capacidad de organizar la colaboración colectiva como continuidad
disciplinaria y organizada.
En
la cárcel de Libertad claro que hubo el “cuidado ese no es compañero”. Una
mayoría de los primeros presos funcionan así, se oponían a hablar de cómo se
habían portado en la tortura, se consideraba compañero al traidor, al
colaborador e incluso se lo promovía como fajinero, pero no al que calificaban
de “microfraccionalista”. Cuando esos mismos fajineros junto al milico, te
sacaban a prepo para trabajar diciendo que no era verdad que “estabas enfermo”
varios presos éramos conscientes de la similitud con el mecanismo de los Kapos
en los campos de concentración en Europa. Muchos de los fajineros estaban ya
más del lado de la botoneada que de los presos.
Yo
viví el sectarismo, desde los dos lados, en la propia cárcel de Libertad. Una
vez me llamaron a la Cantina para decirme “mirá que ese Lemos, con quien
hablás, no es compañero...., está preso por ‘la guerrilla’”. A lo que yo
respondí que “para mi, ese sí es un compañero y un gran compañero que no
entregó a nadie como, sí lo hicieron, muchos de tus jefes”. Denunciaba así el
silencio que habían impuesto sobre el tema de la máquina, así como la
protección sectaria del aparato, que cubría a comandos y subcomandos que se
habían quebrado y cantado a compañeros. Evidentemente eso fue muy mal
percibido, pero por suerte había bastantes presos demasiado discrepantes que ni
necesitaban hacer ese tipo de “declaraciones inconvenientes”para caer en
desgracia yser considerados como “no compañeros” por los oficialatas.
Quisiera
volver ahora a las compañeras que, hace unos meses, cuando muere Ángela,
escriben en este medio y denuncian a los traidores del gobierno por
abandonarla. Sí, tienen razón compañeras, son unos traidores. Pero como he
tratado de resumir en estos borradores, Ángela ya antes de la cárcel se llevaba
muy mal con los aparatistas, durante la cárcel ellos siguieron del otro lado
poniéndola en una casilla diferente y no compañera. No es de extrañar que luego
de tanto servir a los milicos, al Estado y al capitalismo, los Tupas
oficialistas ni se hayan inmutado por la muerte de Ángela. Ahora se entenderá
lo que había afirmado al principio de estos borradores, (¡que se me hicieron
tan largos!): no fue en los últimos años, sino que durante más de 40 años la militancia de Ángela se contrapuso a la
de los Gobernantes hoy. Por lo que hay
que ir más lejos que ese tema de la traición e insistir en lo que fueron
proyectos sociales antagónicos entre quienes lucharon contra el capitalismo y
quienes estaban siempre prontos a embarcarse en cualquier proyecto reformista
con quien sea.
Precisamente
eso fue lo que más nos separó como presos y muchos lo constatamos enseguida que
caímos, cuando conocimos la línea de la Dirección
de los Tupamaros de colaborar con los milicos en su proyecto social y político.
Más allá de la lucha contra los ilícitos económicos o las conversaciones con
los milicos, en la que independientemente de lo que se pensaba a los presos (y
hasta a los no presos como a Sendic) se les impuso como realidad (y hasta por
la fuerza) y frente a la que asumieron diferentes posiciones, lo que constituyó
el salto de calidad dado por Huidobro y la dirección oficial fue el de imponer a toda la organización, la
perspectiva de acción conjunta con los milicos como salida a la situación que
todos vivíamos y hasta como proyecto
social para todo el país.
No
es que el hecho de colaborar para reprimir juntos los ilícitos sea anodino, dado
que con esa línea, algunos llegaron, a cualquier extremo, sino porque los
ilícitos fue una verdadera hoja de viña que escondía que en realidad, los
dirigidos por Huidobro se unificaron con los oficiales, porque tenían fundamentalmente el mismo proyecto
social, proyecto que evidentemente era contrario a la lucha de siempre de
los proletarios contra el capital.Además, como luego esa colaboración quedó
suspendida, por el juego interfraccional en el ejército y el imperio, se
escondió esa colaboración mucho mayor y
global, que se puso en práctica en 1972 por la que Tupas y oficiales
progresistas pretendían arreglar el país
juntos.
Fue
en esa línea que empezaron a operar juntos desde el Florida y otros cuarteles
la dirección de los Tupas con una parte importante de las Fuerzas Conjuntas.
Ante la incredulidad de todos los otros presos, de las minorías, de compañeros
independientes, de las fracciones, de los anarcos… los Tupas oficialistas (e
incluso algunos discrepantes) salían y entraban en los cuarteles conjuntamente
con oficiales torturadores, defendían los acuerdos con ellos, incluidos los comandos conjuntos, investigaban e
interrogaban a “ilícitos” y sobretodo, elaboraron planes para “terminar la guerra y sacar al país de la
crisis”. Los propios milicos hacían discursos contra “la oligarquía y el
Imperialismo” (¡eso lo escuchamos todos los presos!) y el Ñato, principal
defensor de los comandos conjuntos, hacía correr la bola que era él que les
dictaba esta posición y que iban a salvar al país conjuntamente. También
contaban que tal discurso que decía un oficial en el círculo militar “había
sido redactado por nosotros”, es decir por el Ñato y sus secuaces.
La
organización y la disciplina de los Tupas, al menos en el 72/73 se mantenía
gracias a este mito, más o menos explicitado por algunos oficialatas “no
perdimos… sino que los dirigimos políticamente (lo que evidentemente “probaba”
que los milicos eran los giles y ellos los inteligentes), “son nuestros
enemigos, pero en base a esta maniobra táctica los hacemos luchar contra la
oligarquía y el imperialismo…”, o más fuerte y explícita todavía: “tal vez perdimos en lo militar, pero estamos
ganando en lo político”.
Los
oficialatas escribían discursos y proyectos, salían y entraban, decidían
quienes salían y quienes no estaban autorizados (no colaboraban lo suficiente),
imponían disciplina y reglas a todos los presos (se prohibió todo intento de
fugas) y sobretodo decidían lo que iba a ser “el futuro para todos”. Auguraban:
ahora si podemos afirmarlo ¡habrá patria para todos! ¡Ya entonces el Sr.
Huidobro funcionaba como parte del Ministerio de Defensa Nacional! O si se
quiere, por su discurso y por su práctica:
¡ya parecía (y funcionaba como) un Ministro!
Hubo
muchos viejos Tupas que no podían creer lo que estaba pasando, que no entendían
como se podía trabajar ahora con los milicos para “organizar juntos al país”.
Así por ejemplo, el valioso compañero Cruz,que había caído herido de bala y
todavía estaba bastante mal físicamente, pidió,de manera oficial, consultar a
la dirección sobre la colaboración. “Yo no tengo nada que perder”, decía, pido
ver a “mi dirección” para que me expliquen.
¡Nada
de esto fue secreto! ¡El compañero escribió oficialmente al Comandante del
Cuartel, que era de los que más hablaba “contra la oligarquía y el
imperialismo” en ese sentido! Pidió discutir con lo que consideraba “su
dirección”
La
respuesta fue sumamente positiva. Los llamados “milicos progresistas” trajeron
al cuartel adonde estábamos recluidos,a una tanda muy importante de dirigentes
oficialesy personajes conocidos ( entre otros recuerdo que trajeron a: Marenales,
Wasen, Manera, Wolf, Lopardo…),para que nos explicaran los “avances de las
negociaciones”, los futuros “acuerdos de liberación de los presos” y sobretodo
los acuerdos sociales y políticos sobre
el futuro del país desde la Reforma Agraria al plan de la Boya Petrolera en
Rocha. Debe aclarar que en esa lista de
dirigentes Tupas, pueden haber errores y hay con seguridad omisiones, porque,
no todos vimos a todos y porque alguno lo habrán traído por otras razones.
Además el hecho del traslado no implicaba que todos ellos estuviesen de acuerdo
con la política oficial de Huidobro y los Milicos progresistas.
Es
casi seguro que Ángela no tuvo toda esta información entonces porque, que yo
sepa, no hubo ese nivel de colaboración global en las mujeres: ¡los jefes eran
hombres!
Sin
embargo, todos los otros presos que habíamos caído en el Quinto de Artillería
que los milicos habían transformado en un verdadero encuentro de “micros”
(había compañeros del FARO, de la FAU/OPR, de “La Guerrilla”, del “22 de
diciembre”, de los Tupas, de la Comunidad del Sur, del FRT, colaboradores
independientes…, así como varios que habían pasado por esas organizaciones
varios años antes), acudimos a esos cursillos explicativos, en los que, en nombre
de la dirección Tupamara,nos explicaban sus acuerdos y avances junto a los
militares progresistas sobre la perspectiva para el país.Los mismos duraron más
de un mes y lo más increíble era que nunca se sabía bien si se hablaba de la
reforma agraria Tupa diseñada en Punta Carretas o lo que los “milicos progresistas”
ya habían aceptado, o algo intermedio “logrado”(sic) en las negociaciones. Recuerdo,
con cariño, a León Duarte preguntando: “pero esa Reforma Agraria es la de
ustedes o la que acordaron ustedes con los milicos”… ; a lo que se le respondía
algo así como: “Es la que habíamos preparado en Punta Carreta nosotros los
Tupamaros y que en las conversas hemos puesto sobre la mesa para discutir con
los militares progresistas y oponer a los milicos fachos”… Debo agregar que el
mismo que efectuaba la exposición sobre el futuro del país una vez “superado el
fascismo” (que era para ellos sinónimo de liberación de todos los presos en
menos de 2 años y sustituir algunos generales fachos por otros progresistas)
aclaraba que, en ese preciso momento, había habido un “parate” en las
negociaciones. Nosotros veíamos que se seguía torturando a compañeros que
seguían cayendo.
Sin
embargo los cursos mismos, durante toda su duración se desarrollaron con total
libertad, lo que muestra que oficiales y oficialatas buscaban convencer a todos
los presos. Durante los mismos los propios dirigentes Tupas que venían “de
visita” al cuartel nos insistían en que “se vive una situación privilegiada y
excepcional en este cuartel”. Tanto es así que todos los otros presos decidimos
organizar una especie de “contra cursos” y propusimos una lista larga de
charlas y discusiones, sobre el movimiento obrero (que por ejemplo dio León
Duarte), sobre el internacionalismo, sobre la economía…. Hubo también cursillos
de matemáticas, de álgebra de Boole y hasta discusiones sobre religión (había
algún Pastor), epistemología y ciencia. Los milicos rasos decían “son cursos de
comunismo”
Naturalmente
hubo una unificación entre las diferentes minorías y fracciones, dado que
todos rechazábamos esa posición que defendía el oficialismo Tupa y que
consideramos reformista y entreguista. Tuvimos la suerte de compartir la cárcel
y la tortura con compañeros históricos de la FAU (León Duarte, Pocho Mechoso,
Perro Pérez…), que a tantos años de los hechos, me parece importante decir con
total honestidad que fueron la oposición más coherente a la política de los
Tupas. Con esos compañeros planteamos que, debíamos contraponernos
conjuntamente a los milicos y tratar que las conversaciones sirvieran para
reclamar exigencias mínimas como presos: cese de la tortura, liberación de
rehenes –padres secuestrados para que se entregaran los hijos-, fin de la
incomunicación de los presos entre ellos y con las familias….Pero nos oponíamos
totalmente a todos los acuerdos de los Tupas con los milicos que afirmaban un mismo proyecto social.
En
todas las polarizaciones que hubieron entre ambas posiciones, y salvo
excepciones, estaban la mayoría de los Tupas seguidores del Ñato, que concebían
un proyecto social junto a los oficiales progresistas por un lado y del otro
lado el resto de los presos. Muchos tupas rechazaban el colaboracionismo, pero
lo que me parece más importante, a tantos años de sucedido, era que la colaboración abiertano fue cuestionada
orgánicamente y no hubo rupturas importantes de la estructura de mando
oficialista contra los traidores.
Sería
interesante que otros traten de explicarlo, pero para mí sólo puede tener una
explicación: la obediencia disciplinaria
y burocrática era más poderosa que el proyecto
social por el que siempre había peleado el proletariado. A la vez esto sólo
se puede explicar por la carencia de teoría y de proyecto revolucionario y por
la preeminencia del verticalismo administrativo típico de una organización sin
claridad programática.
Lo
que es increíble que este proceso, que implicó a decenas de milicos y a cientos
de presos, siga más o menos encubierto o disimulado, como una simple
colaboración, sobre los ilícitos, o negociación sobre los presos. Sin embargo,
cuando se comience a hablar enserio sobre todo lo que se ha ocultado se
comprenderá que el mismo arroja mucha luz no sólo sobre el pasado, sino de cómo
se fue gestando la actual colaboración y proyecto de país.
En
la cárcel de Libertad, en los años posteriores, ese colaboracionismo abierta y
pro milico, tendió a diluirse, esconderse u olvidarse (aunque por ejemplo se
volvió a manifestar en el apoyo de los Tupas oficialistas a los comunicados 4 y
7!), pero de una forma u otra el colaboracionismo continuó y la polarización
entre los presos, así generada, también siguió presente.De la misma manera que,
a pesar de la historia de los “rehenes”, se puede afirmar ahora, quemilicos torturadores y seguidores del Ñato,
siguieron coincidiendo en el mismo proyecto social.
Se
sabe, por testimonios varios, que Sendic nunca aceptó ese colaboracionismo. Cualquiera
sean las críticas que se le puedan hacer, me parece esencial afirmar que siguió
aferrado a la lucha de los de abajo. Antes de ser trasladado, desde la cárcel
de Libertad, a los cuarteles y pozos del interior, adonde pasaría muchos años
más, hace un intento desesperado de reorganizar los compañeros de confianza,
del que nunca más oí hablar en ninguna parte. Tampoco sé gran cosa del mismo,
salvo que pedía reconstituir “otra orga” con “gente de confianza”. No sé bien
quienes fueron contactados por ese proyecto, pero a mi me llegó ese pedido por
compañeros que habían caído conmigo. En realidad ese proyecto no prosperó, ni
podía hacerlo, no había en la cárcel la más mínimas condiciones para crear una
“red de confianza” que no estuviera pinchada por todo tipo de colaboradores,
oficiales y oficialistas. Yo, por ejemplo, respondí negativamente.
Pienso
que tampoco había condiciones sociales para ello como quedó evidenciado luego
con la caída de los otros grupos y organizaciones y particularmente la FAU y el
PVP.
Luego
de años de prisión y exilio, al fin pudimos encontrar la forma para vernos otra
vez con Ángela. Nos encontramos en Montevideo y me dijo fundamentalmente dos
cosas:
1) que
estaba asqueada del colaboracionismo y el sectarismo que durante toda la cana
habían hecho “los mismos de siempre”
2) que
Jobita había sido colaboradora, hembra y chupamedias de cuanto torturador había
durante todos los años sin parar un solo instante.
Espero
que ahora haya quedado claro, porqué ninguno de los que están en el Gobierno se
preocupó por la enfermedad y la muerte, de nuestra querida compañera Ángela. En
realidad nunca fueron sus compañeros, siempre hubo proyectos diferentes: el revolucionario y el reformismo
entreguista.
Es
por eso que nosotros tenemos que reivindicar su trayectoria y contraponerla a
la de todos estos cómplices del terrorismo de Estado que en nombre de los
Tupamaros están hoy en el Gobierno.
Al
mismo tiempo quiero señalar que Ángela Álvarez es un ejemplo de este ninguneo histórico,
pero que no es ni la sola, ni la única. En Punta Carretas muchos años antes ya
pasaba lo mismo. Se siguen muriendo compañeros que han dado su vida en la lucha
por la revolución social y que precisamente por eso, no hay ningún interés en
homenajear, recordar, reivindicar.
Seamos
coherentes: no esperemos que Huidobro, Mujica o Rosadilla homenaje en a ninguno
de los que fueran sus “compañeros” revolucionarios.No se
darán por enterados, ni aparecerán ante la muerte de ningún compañero. Y si se
animan a hacerlo, por ejemplo haciéndose presentes en un entierro,no lo
olvidemos:
¡Merecen un ESCRACHE!
La
coherencia de los Huidobro/Mujica está claramente del otro lado. Podemos estar
seguros que, ni se quieren acordar de los verdaderos compañeros nuestros.
Por
el contrario, ellos adhieren a los homenajes que se hacen a la gloria de los
desaparecedores y torturadores, son invitados de honor y de primera fila en los
desfiles de las Fuerzas Armadas, asesinas históricas de nuestras luchas.¡desde
hace 200 años!
Como ayer los Rivera, el Señor Huidobro es todo un ejemplo en
este sentido
RICARDO
NdeR = estos borradores fueron publicados en posta apartir de junio del 2012
La
querida compañera Ángel Álvarez,
falleció a principios de junio del 2012 y fue enterrada en Uppsala Suecia, la mañana 27 del
junio. Algunos compañeros y compañeras han recordado su memoria y
denuncian cómo esta entrañable compañera fue abandonada y traicionada por todos
los que hoy están en el poder. Se han publicado varias notas en este sentido
Eso
es verdad en el sentido de que la lucha de Ángela, como la de muchos
otros, contra el capitalismo y el poder
burgués, fue totalmente contrapuesta a lo que hacen hoy los representantes
oficiales del Frente Amplio y de los Tupamaros. No caben dudas de que estos son los mejores representantes de la
explotación y opresión, del capitalismo y el imperialismo.
Sin
embargo, esa única información no rinde suficiente homenaje a la vida y a la
lucha de nuestra compañera. No es que
los del actual gobierno, la olvidaron ahora, como escriben los compañeros, en
realidad nunca fueron verdaderos
compañeros de ella.
En
efecto, la contraposición entre Ángela y el Frente Amplio y el oficialismo
Tupamaro es mucho más vieja y no comenzó porque el Frente Amplio se pudrió y
porque el Ñato, el Pepe, la Tronca y los otros se vendieron al capitalismo en
los últimos años o cuando, colaboraron y
pactaron en el 72 con los milicos. Fue mucho antes.
Yo
conocí a Ángela hace más de 40 años y ella ya se oponía a la dirección del
Frente Amplio y su militancia transcurría en oposición a la dirección
oficialista de los Tupamaros. Ya entonces ella explicaba que su militancia
discrepaba totalmente con la impulsada por las direcciones oficiales de ambos
aparatos y por eso había buscado otras vías y había empezado a participar en
otras tentativas de organización y lucha desde abajo. Por decirlo muy
crudamente Ángela nunca aceptó hacer propaganda electoral por el Frente,
siempre consideró a Seregni como, lo que fue, un milico represor y desconfiaba
totalmente de toda la dirección y la línea de los Tupas desde, por lo menos
1970.
¡Ángela
no fue apresada por militante frentista, ni por Tupamara! Aunque si sea cierto
que haya integrado dicha organización en diferentes períodos, no fue por eso
que fue torturada y apresada durante tan largos años.
La
historia oficial ningunea toda práctica que no corresponda a las grandes
organizaciones, por eso es tan difícil reconstituirla. Es una tarea de los
compañeros. El problema es que ese tipo de historia es por naturaleza muy
parcial. Por el hecho mismo de la compartimentación histórica de la militancia
todos conocemos una partecita, nadie la totalidad y es ahí donde nos recagan.
Agradezco
a todos los que han utilizado este medio de Posta Portenia u otros como el Blog
del Muerto, para romper con el monopolio oficial y realmente ha habido
contribuciones buenísimas en los que se denuncia el entreguismo frentista y
tupa desde hace décadas: por lo menos desde el Cuartel Florida. Soy consciente
que sin todas esas contribuciones no sería capaz de escribir esto hoy. Al mismo
tiempo pienso que sin estos escritos a contracorriente, sólo seguiremos de
desilusión en desilusión (como expresan con total honestidad la compañera Lidia
Camacho –Pelusa- o Mary) y resultaría imposible comprender porqué es el Frente
y los Tupas que cierran el ciclo enviando a los milicos uruguayos a reprimir a Haití y abriéndoles el culo a los propios milicos
yanquis para que vengan al Uruguay (¡cosa que ni Pacheco se animó a hacer
oficialmente!).
Con
respecto a la vida y militancia de Ángela, como de muchos otros compañeros,
quedan pocos que puedan reconstituir su historia y pienso que no hacerla y
dejar que su memoria sea confunda con la de una buena y sumisa militante del
Frente y de los Tupas sería justamente traicionar su vida y su lucha.
Por
eso, desde que me enteré de su muerte, me largué al fin a escribir unos
borradores sobre lo que compartí con ella, que quisiera que sirvieran para no
dejarla morir “reformistamente” y que podamos afirmar a nuestra compañera como
lo que fue: una verdadera militante revolucionaria.
Pero
no he avanzado lo que quería, al contrario he constatado que muchos recuerdos y
anécdotas, se me mezclan con historias contadas o escuchadas mucho después y
necesito consultar a otros viejos compañeros. Además no tiene sentido hacer
sólo una contrahistoria de ella, sin hablar de otros compañeros con los que
ella luchó y que también están muertos como MARIO NAVILLAT, FERNANDO O’NEILL (Zapicán),
BERNARDO ARNONE, ARAZATÍ LOPEZ LOPEZ, ALEJANDRO MOSCA… y tantos otros entre los
que merece destacarse al propio RAÚL SENDIC (¡evidentemente padre!).
Ello
evidentemente supera mis capacidades, conocimientos y posibilidades pero junto
con otros compañeros, que todavía están vivos y que desde hace tiempo
reflexionan y han hecho algunos borradores sobre el tema, tengo la esperanza de que se pueda dar a
conocer algo de esas historias personales detrás de la cual se esconde esa gran historia de la lucha revolucionaria,
minoritaria y a contracorriente, que
tanto se ocuparon en ocultar. También hay muchos otros que todavía están y que
no han dicho nada, que no se han
manifestado, que no han contado gran cosa de todo lo que saben, en cuanto a la
lucha de tendencia y las otras tentativas organizativas y que no sé adonde están, ni tengo contacto con
ellos y a quienes llamo a contribuir.
Ricardo
Ángela Álvarez
MILITANTE
REVOLUCIONARIA, NUNCA OFICIALISTA
El
hecho de que haya hecho circular estos borradores, entre algunos compañeros que
tenían posibilidades de criticarlos, ha hecho que los mismos se ampliaran, se
hayan hecho más complejos y sobretodo que haya extendido las pretensiones
iniciales. Ahora ya no son sólo borradores sobre la vida de Ángela, escritos
como homenaje ante su muerte, sino algo más amplio que toca la contraposición
de siempre entre el oficialismo tupa, que hoy está de parabienes en el Gobierno
y los compañeros que buscaron otro camino y que hoy siguen luchando contra el
capitalismo. También por eso he demorado mucho esta entrega que había prometido
hace como 2 meses.
BORRADOR 1 Sobre
el Frente Amplio
Muchos luchadores habrán conocido a la negra Ángela
mucho antes que yo, cuando las marchas cañeras, en las estructuras embrionarias
de los Tupas, junto al Bebe, o en los equipos de sanidad, o compartiendo
espacios en el Ateneo del Cerro o con la Comunidad del Sur. Yo la conocí como una década después, en circunstancias
especiales que he decidido hoy, ante su muerte, darlas a conocer, porque
realmente considero que la pinta entera como militante, porque creo que subraya
mejor que nada su persona. Y porque además me permite introducir de alguna
manera, su tan poco conocida trayectoria, así como la de tantos otros
militantes anónimos que dieron su vida en la lucha contra el capitalismo.
Sería
más o menos el mes de abril del año 1971, luego de una cansada jornada de
militancia y trabajo llego al Comité de Base del Frente Amplio del Parque
Batlle. Ya, era bastante tarde, se respiraba un ambiente burocrático pautado
por peroratas electoreras de los partidos reformistas y de otros dirigentes
independientes. Se habla exclusivamente de hacer campaña y pegar afiches con
las caras de los dirigentes del frente. Casi al final de la larga lista de
oradores, toma la palabra Ángela, a quién yo no conocía físicamente (aunque
después fui consciente que ya tenía referencias de ella por el barrio y también
orgánicas), y dice en forma muy modesta algo así como: “yo vengo al comité de
barrio porque lo considero una buena oportunidad para desarrollar las luchas de
base, pero no para participar en las elecciones”. Y agrega ante las primeras
preguntas que se le hacen: “no participaré ni en afiches electorales, ni saldré
a pegarlos, porque no creo que esa sea la solución”
¡Ni
la dejan terminar! Varios dicen que ese planteo no se puede hacer ahí, otros le
gritan que ¿qué otra cosa viene a hacer al comité?.... ¿de que otra lucha
habla?! Es ahí, que otras voces se levantan, entre ellas la mía, “no, no hay
que hacer campaña electoral, no saldremos a apoyar al General Seregni”, los
comités surgieron para otra cosa, para la lucha.
Para
la Mesa (constituida principalmente por el PC, el PS, una señora que era
secretaria de Villar y que era la Presidenta del comité, más algunos
independientes entre los cuales el delegado del 26 de marzo),lo dicho ya pasaba
lo tolerado: le arrancó la palabra a Ángela, que pedía continuar con su
intervención, y anunció que había que volver al orden del día. En el fondo, era
una terrible maniobra para descalificar a esa compañera, porque a renglón
seguido la misma mesa anunció que había una lista de anotados para responderle.
Hablaron varios, todo en un terreno insultante y descalificatorio: al comité se
venía a preparar las elecciones, los que venían al Comité debían aceptar las
normas del Frente, que era una coalición electoral, el pretender imponer otras
tareas era totalmente divisionista y opuesta a la “unidad del pueblo necesaria
para vencer a la reacción”. Por otra parte que ¿otra cosa se podría venir a
hacer al Frente si no era para contribuir al esfuerzo electoral? Es decir, se
utiliza el legalismo mezclado con el prepotente ¿qué proponés de concreto?
(forma apenas velada de embretar al militante que no puede decir abiertamente
que se trata de una relación de fuerzas, cuya resolución será por la violencia)
para poner entre la espada y la pared a quien cuestiona el electoralismo: o te
denunciás como subversivo y te dejan pegado o metés violín en bolsa. Es un
viejo método represivo de la burocracia.
A
esa altura, era obvio que los de la mesa, no le devolvían la palabra a Ángela
para retrucar y que lo único que buscaban era descalificarla. Luego de cada
intervención alguien de la mesa señalaba al estilo broche de oro, que lo que
había dicho Ángela estaba totalmente
“desubicado”, que “no tiene nada que proponer” y que sólo podía servir
para desunir.
Yo,
luego de haber intentado, a gritos y sin éxito, imponer el derecho de Ángela a
responder, me había resignado a anotarme
en la lista de oradores…Pero como yo ya había estado preso por subversivo, y
alguno de la mesa ya me conocía, me pusieron lo más al final posible. Cuando al
fin me dieron la palabra, ya habían aclarado que no se podía salir del orden
del día y que ese tipo de intervenciones era además de no correcta
políticamente, improcedente.
A
pesar de eso empecé saludando la posición de la compañera, a quien no conocía,
y que valerosamente, contra lo que buscaba el Estado de encerrar al movimiento
social en el modelo electoral y frente populista, iba al Comité a impulsar que
el mismo se transformara en una herramienta de lucha contra el capitalismo y el
Estado. Me interrumpieron varias veces gritando ¿qué era lo que proponía en
concreto? Y de la mesa me amenazaron de que me quitaban la palabra, si no decía
concretamente lo que proponíamos…., porque ya nos habían aclarado que ese tipo
de posiciones era improcedentes.
Si,
compañeros, el Frente Amplio nació así, con mucha burocracia de arriba y una
lucha de los partidos electoreros por imponer a prepo su planteo en los
comités. Y es verdad que muchos de nosotros íbamos a los comités no porque
creyéramos en esos partidos que constituían el Frente, o en el hecho de que el
General que había reprimido, el movimiento social durante años, se hubiera
vuelto ahora nuestro candidato electoral, sino en la búsqueda de un organismo
de unificación de la revuelta para luchar contra el poder del Estado.
Ante
la increpancia de que no teníamos nada concreto que proponer Ángela, algún otro
compañero y yo mismo respondíamos “participar en la lucha concreta”,
“constituirse en comité de apoyo de los gremios en lucha”, hasta que alguno de
nosotros agregó consecuentemente lo que sería el punto central de la discordia:
“luchar por la libertad de los presos políticos”.
Por
si algún joven no lo entiende ahora (¡cuando hice circular el borrador me
pidieron que aclarara esto!), el Gobierno y todos los partidos políticos,
incluido el Frente Amplio consideraban que no había presos políticos, sino que
los subversivos eran presos comunes.
Cuando
en mi intervención yo señalo que era vergonzoso que se reuniera un comité y se
dedicara a pegar la jeta de un general y no se preocupara de los compañeros
nuestros que “están presos por luchar”, la censura se hace total, la Presidenta
del comité me prohíbe seguir hablando. Me corta y dice que esos temas están
totalmente excluidos de la vida del comité, porque son temas que dividen. Si
compañeros, el Frente Amplio prohibía entonces hablar de presos políticos
porque ese tema era considerado divisionista. Como el Estado y el General
Seregni, la Mesa ejecutiva del comité consideraba que en el Uruguay sólo había
presos por delincuentes, subversivos y terroristas. Los únicos presos políticos
que el Frente admitía como tales eran los presos sindicales arrestados en el
marco de las medidas prontas de seguridad; los otros considerados terroristas,
subversivos y conspiradores, por haber asumido la necesidad de la lucha
violenta y armada contra el capitalismo, no eran reconocidos como presos
políticos.
A
esta altura no recuerdo si había un micrófono que circulaba pero evidentemente
me lo habían quitado y yo subí mucho la voz y seguí hablando cada vez más,
grito contra grito, en oposición a toda la mesa ejecutiva del Comité que me
decía que “¡no tenés la palabra!”. De las palabras se pasó a la agresión física
y recuerdo que a mi me agarraron en forma violenta para que no siguiera
hablando, que alguno me golpeó y otro compañero me defendió y separó de los
agresores, no impidiendo sin embargo que pudiera gritarle en la jeta a la
responsable de la represión (la señora presidenta del comité): “Oportunista y
reaccionaria”.
En
la ida a las manos hasta inventaron que “nosotros” habíamos venido juntos, que
estábamos organizados y armados, pero lo cierto es que decidieron disolver la
asamblea general aduciendo que la mesa tenía que deliberar dada la gravedad de
“la situación ocasionada por los insultos proferidos contra la
presidenta”. Luego de más de media hora
de deliberación la Mesa anuncia que ha resuelto:
-
expulsar a los compañeros que vinieron
organizadamente a provocar con temas divisionistas (presos políticos) y que
además insultaban en las Asambleas.
-
Comunicar dicha expulsión a los partidos
y órganos directivos del Frente Amplio para que tomara las medidas correspondientes
contra los responsables.
Se
vuelve a reunir la asamblea, la Mesa lee “la resolución”, así como varios
“considerandos” y quiere imponer que se vote enseguida para aprobar la
resolución de la Mesa… Por supuesto los “expulsados” reclamamos poder defendernos,
por lo que al fin, nos dieron algún minuto para explicarnos. Recuerdo que hasta
me sugerían que yo retirase esos “insultos” sobre la jefa del comité, que así
no expulsarían a nadie. Por supuesto que yo utilicé el minuto que me dieron, no
para disculparme de nada, sino para explicar que la Presidenta era
efectivamente oportunista y reaccionaria.
Reaccionaria
por negar que hubiera presos políticos, oportunista por utilizar su posición de
privilegio para imponer su política reaccionaria; oportunista y reaccionaria
por maniobrar desde el poder contra la expresión de la lucha revolucionaria e
impedir que los que tuvieran otra posición se expresaran.
Pero
por supuesto que esto sólo podían escucharlo alguno que estuviera cerca, el
sabotaje de un verdadero debate político era total y lo imponían a prepo…
Ángela que estaba enojadísima por la negación de la existencia de presos
políticos, por el silencio de casi todas las organizaciones (¡incluida una
lavada de manos nada gloriosa del 26 de marzo!) que luego del cuarto intermedio
resolutivo, había quedado en la otra punta de la Asamblea también gritaba, su
acallada verdad, junto con otros compañeros.
Al
fin, la mesa impone la votación y lo increíble se produce, la Mesa se topa con
el fantasma de una organización que no existía. La Mesa bajo cuerda nos había
acusado de haber montado una especie de complot, para asustar a la gente
dijeron que Ángela estaba armada, que yo también tenía un arma en el portafolio
y que aparecíamos e interveníamos separados pero que en el fondo se trataba de
una verdadera provocación organizada. Nosotros que no lo estábamos, nos
sentimos como parte de una misma cosa, de la lucha real contra la liquidación
electoral, de la lucha por nuestros compañeros presos…contra los oportunistas y
reaccionarios y vimos que poco a poco la mesa quedaba desautorizada. Bueno lo
más increíble fue que por imposición de la Mesa se vota, uno a uno y toda la
asamblea se polariza…a pesar de la abstención de algunos independientes y el
representante oficial del “26 de marzo” siempre jugando el nefasto papel de
centrista, que sólo al final y por la discusión que se da en el intermedio,
aceptan rechazar la moción de la mesa. Se cuentan los votos y estamos casi en
un empate: cuando varias personas que aparecen como más o menos neutrales
(recuerdo algunas señoras muy viejas) dicen que para adoptar posiciones quieren
saber la verdad y solicitan hacernos preguntas a las personas más
cuestionadoras… De hecho esos vecinos quieren saber si somos o no una banda
organizada de provocadores y preguntan:
“¿Están
armados?” Mostramos que no portamos armas. Le preguntan a Ángela sobre si ella
había o no militado con los cañeros, a lo que responde afirmativamente… Por
último como yo había mencionado el comité por los presos me preguntan si yo
concurría y si yo mismo había sido preso político a lo que también respondo
afirmativamente.
Se
reanuda la votación y todo el sector indeciso desaprueba la moción de la Mesa,
por lo que la Asamblea en su conjunto rechaza la propuesta de expulsión que la
Mesa quería imponer… Para nosotros, los inorganizados, los independientes protestarios
fue un verdadero triunfo contra la burocracia del Frente y en general contra el
electoralismo que el Estado necesitaba para separar y reprimir por separado a “los
subversivos, a los guerrilleros”. Para el comité mismo fue una excelente
experiencia: luego hubo otros encontronazos en los que la polarización siguió
siendo la misma.
BORRADOR 2: SOBRE EL 26 DE MARZO
Luego
de esa confusa y espontánea entrada en escena pública, como era obvio quisimos
conocernos mejor y ver que podíamos hacer juntos. Muchos de los que habían apoyado
a Ángela, en el comité del Frente Amplio, y ella misma se consideraban “independientes”
y como tales, reclamaban que el “26 de marzo” que se suponía que los representaba
lo hiciese realmente, que era absurdo que el “26” fuese tan oficialista y filo
PC.
El
compañero de la mesa del 26, terminó por reconocer que su posición no había
sido la mejor. El propio 26 a nivel nacional, se enteró del lío que se había
armado en el comité y había propuesto que los compañeros independientes, que en
el fondo “tenían razón” fueran a discutir con la dirección nacional para
integrarse al trabajo conjunto.
Es
decir mientras un sector totalmente reformista había definido que la propia
base del frente era casi su enemiga y había que disciplinarla a prepo, el “26”
considera que esos compañeros expresan una posición correcta pero que deben ser
“encuadrados” para que no sigan creando problemas.
La
reunión se lleva a cabo unos días después y en la misma participa por un lado
Ángela y un conjunto de compañeros jóvenes (entre los cuales mi compañera
entonces, Amaya) y por el otro el delegado del 26, respaldado por varios de la
dirección nacional, entre los cuales el propio RUBEN SASSANO.
En
resumen, la dirección nacional del 26 sostiene que no se pueden ir a plantear “esas
cosas” a los comités porque dividen y llevan a grandes polarizaciones, pero que
esos compañeros tienen razón y que para eso deben organizarse en “La Orga” (es
decir en los Tupamaros). “Tienen razón en las posiciones, pero las mismas no se
pueden llevar adelante en los comités”.
Pero
entonces, decían Ángela y el grupo de jóvenes que ella había llevado, “los
comités de base se los regalamos a los bolches”! ¡Eso le hace el juego al
reformismo, a la burguesía! “Nosotros queremos que los comités sean comités de
lucha revolucionaria, que sea la organización del barrio, para apoyar los
gremios en lucha y para la lucha por los presos por luchar”.
La
dirección del 26 argumentaba así: “un frente supone compromisos, nosotros para
mantener la unidad, no podemos declararle la guerra a todos los reformistas
porque eso no es nuestro estilo, nosotros sólo podemos mostrarnos mejores que
ellos en la práctica”. “La verdadera política nuestra no la podemos hacer en el
Frente, sino en organizaciones específicas creadas para ello”…
Ángela
formulaba claramente que el someterse a la disciplina que quería imponer en el
“26” era renunciar al clasismo y a la lucha revolucionaria en nombre de un
Frente policlasista y electorero que terminaría aislando a las organizaciones
armadas.
Y
en realidad era eso lo que se jugaba. Sería más o menos el mes de mayo de 1971,
las grandes luchas sociales de los años anteriores (frigoríficos, cañeros,
bancarios, estudiantes, o las concentradas en tal o tal fábrica –TEM, Seral, FUNSA,
Bao…contra los aumentos de la UTE…) habían sido las mayores en la historia del
país, pero no habían logrado consolidar estructuras territoriales y barriales
propias capaces de imponer una opción de poder. Aunque si había habido
embriones de esas estructuras que surgían para apoyar las luchas proletarias
como sucedió con las venidas de los cañeros a Montevideo, la lucha en el Cerro
y la Teja para la defensa de los 2 kilos de carne,...hasta el desarrollo de
comités para resistir a los aumentos de UTE y el préstamo compulsivo…en donde
se organiza la gente en los barrios para pelear y resistir. Muchos compañeros
ya éramos más o menos conscientes de que para el Estado uruguayo era mucho más
fácil el triunfo si se embretaba al pueblo en el frentismo y en el
electoralismo y se destruía la tendencia revolucionaria que se había ido
haciendo fuerte en los años anteriores.
En
la reunión no hubo acuerdo sobre la perspectiva, porque la contraposición de
fondo era muy importante, pero como la mayoría de los que se decían
independientes, siguieron diciéndose del 26, aunque no ocultaban sus
diferencias con los “oficialatas”, subsistieron más o menos ambas tendencias,
como también subsistieron en todos los niveles y organizaciones incluido en el
seno de los Tupamaros.
Había
algo que nos unificaba, más allá de las posiciones diferentes y era la
solidaridad contra el enemigo común y a pesar de ese desacuerdo entre por un
lado la clásica posición de la Tendencia Revolucionaria y por el otro los
aparatistas (y frenteamplistas del 26). La realidad empujaba siempre a aquella
frase, que también nos llevó a la ruina y la derrota: “los hechos nos unen, las
palabras nos separan”.
Yo
sólo entendí la gravedad de dejar la discusión teórica y programática, como secundaria
y privilegiar la unidad con los “que se estaban jugando las pelotas” mucho
después. En ese momento Ángela, como
muchos otros y yo mismo (sin darle demasiado peso a las consecuencias de las
rupturas que se habían producido entre la tendencia revolucionaria y el
aparatismo y lo que significaba en realidad aquel “estilo tupa”)privilegiábamos
la “unidad” con todos aquellos que habían empuñado las armas, sin darnos cuenta
hasta que punto, esa “unidad” sin principios llevaba al triunfo del frentismo y
del aparatismo, y consecuentemente al plan del enemigo de desarmar la energía
social del proletariado, a través del frentismo, para reprimir a los grupos
guerrilleros por separado.
En
aquel momento, esa solidaridad elemental primaba tanto que hizo posible que, en
cuanto a lo de los presos políticos, se lograse un salto cualitativo. El tema
para nosotros era vital, porque nuestros compañeros más queridos y jugados,
estaban presos o clandestinos y que los comités del Frente no se ocuparan del
tema, era para nosotros insoportable y ninguno de nosotros veíamos ningún
interés en un Comité en que ni siquiera se pudiera luchar por ellos. Hay que recordar que el 26, era todavía más
independiente que lo que después fue, como brazo político de los Tupas, y más
bien guardaba tanto las formas, para que no se pudiera verificar que en
realidad tendía a ser eso, que en el Comité por la libertad de los presos, que
funcionaba desde hacía algún tiempo, no tenía participación oficial como
organización y no la tuvo hasta mucho después. Ángela había introducido el tema
además porque (explicaría después en varias reuniones con otros compañeros), no
tenía ninguna confianza ni en el Frente, ni en el 26, ni en la dirección que
estaba afuera de los Tupas… para pelear enserio por la libertad de nuestros
compañeros presos.
Por
mi parte, yo había concurrido a varias
reuniones y participado en diferentes acciones de propaganda y solidaridad con
los presos y puedo testimoniar que en esas primeras reuniones no tuvieron el
apoyo que merecían ni por parte del 26 (evidentemente los Tupas no podían
aparecer como tales en ese comité) ….En efecto, en esas reuniones participaban
mayoritariamente padres y familiares de los presos (recuerdo a la madre de los
Cabrera como una de las más consecuentes), varios ex presos, el MRO (Ariel Collazo
era su figura más visible), Alba Roballo o algún representante de esa
agrupación, algún delegado del grupo de Erro y del grupo de Michelini,
delegados de diferentes gremios en lucha que tenían compañeros presos,
compañeros estudiantes del FER, principalmente del IAVA o el nocturno, así como
miembros de otros grupos chicos… Pero sobretodo era una actividad muy
minoritaria y marginal y además muy mal vista por los legalistas y reformistas.
Por
eso tuvo importancia que Ángela lograse el compromiso, por parte de la
dirección del 26 de apoyar lo que ellos pudieran hacer en la lucha por los
presos. El mismo compañero que había estado oscilando en la mesa como delegado
del “26”, a partir de esa fecha, asumiría concretamente esa lucha como algo
indispensable. Claro que, eso también obedecía a una línea que se impuso desde
“la Orga”, por la que poco a poco, se empezaron también a ocupar de los presos.
Pero
si exceptuamos ese punto lógico y saludable, esa tendencia política no se
distinguía en gran cosa del reformismo burgués del Frente y por ello no nos
sentíamos en absoluto representados. Ángela como los compañeros que luego me
iría presentando y en general los que seguíamos considerándonos de la Tendencia
considerábamos al Frente como un conglomerado de Partidos burgueses, cuyo
programa era integralmente reformista, que buscaban utilizar y canalizar la
energía revolucionaria de las masas y ponerla al servicio del Estado. Por eso rechazábamos igualmente el apoyo
crítico hecho oficialmente por los Tupas. Si había una cosa que teníamos claro
era que ese frente reformista no nos representaba, porque se necesitaba LA
REVOLUCIÓN.
BORRADOR 3: BARRIO, TUPAMAROS Y DISCREPANCIAS ORGANIZATIVAS
En
realidad Ángela, su compañero Mario y sus tres hijos eran nuestros vecinos
cercanos, en el barrio del Hospital de Clínicas. Mis 2 hijos (un poco más
chicos) jugaban con sus hijos…y nosotros poco a poco nos fuimos conociendo…
También se compartía el cuidado de los niños y hasta el trabajo. Amaya mi
compañera de entonces, se formaba como enfermera y trabajaba en el Clínicas y
con varias otras personas tenían además de esa coincidencia en el trabajo, militancia
gremial y también política con Ángela. Recuerdo también, con mucho cariño, a
Silvia Cuello (y algunas otras cuyos nombre no recuerdo), que era de esas
mujeres aguerridas tanto en su actividad gremial y política pública como
constituyendo grupo de apoyo a compañeros que asumían un trabajo clandestino.
Poco
a poco, por otros compañeros, fui sabiendo que en esa casa, desde hacía muchos
años, había reuniones importantes de la Orga y una militante vieja, aguerrida y
querida del barrio también me contó, que muchos de los que salían en los
diarios como más buscados, habían vivido en esa casa, o pasaban por ella y que
por años, ella los consideró vecinos amables… Que hasta el propio Bebe Sendic
no sólo venía seguido, sino que había sido “vecino” en algún período.
Ángela
y su compañero Mario, me explicaron que como Tupas, estaban muy descontentos
con como se estaba llevando la cosa en los últimos años, que la Orga era una
burocracia infernal. Agregaban: que cómo siempre dice el Bebe “somos un
elefante en el desierto”, demasiado pesado como aparato…y en vez de que cada
vez más gente se una a la lucha, la gente entra y se les da tareas pajeras del
aparato…, incluso se saca gente de los gremios en lucha para ponerlos en
servicios…, en vez de armar a la gente que lucha te piden todos los fierros
para el aparato que luego manipulan sólo algunos tipos”. Con el tiempo también
fui conociendo a otros “amigos” y compañeros, en general bastante mayores que
yo, con mucho más experiencia en las luchas proletarias, que afirmaban lo mismo
y que contaban hechos precisos al respecto. La propia Ángela, por su
experiencia, edad y compromiso militante, era escuchada con mucho respeto por
la banda de jóvenes que éramos nosotros.
La
crítica era a la vez radical, importante y sorprendentemente simple. La misma
hacía eco en varios de nosotros que habíamos llegado a críticas similares por
una vía mucho más intelectual. Todos los que habían sido parte del proceso de
fraccionamiento de los Tupas (que llevan a la división del FER y a la constitución
de otras varias estructuras diferenciadas de la Orga, como el FRT, el 22 de
diciembre….) habían llegado a conclusiones parecidas. Los que veníamos del
sector estudiantil, docente, bancarios…la cosa había pasado por elementos más
teóricos:
-
crítica del foquismo y defensa de la
necesidad de un partido de cuadros
-
lucha de masas y lucha por la
insurrección proletaria como perspectiva
-
crítica de la “liberación nacional” y
del proyecto reformista (veíamos que la falta de crítica a los bolches había llevado
a ser en los hechos una especie de brazo armado del reformismo)
Por
otra parte la participación en gremios en lucha así como la influencia de las
luchas internacionales (contra la guerra de Vietnam, la de los negros en Estado
Unidos, la de los obreros y estudiantes en Francia, Italia, México…) nos habían
impregnado de posiciones revolucionarias y todo lo que venía del PC, del PS y
del sindicalismo oficial lo considerábamos reformista, reaccionario. No sólo
nos enfrentábamos cotidianamente en las luchas con los agentes de los “bolches”
que nos reprimían, sino que rechazábamos totalmente sus consignas reformistas
(nacionalizaciones o reformas agrarias), contraponiéndoles consignas
revolucionarias: abolición de la propiedad privada y del salario, revolución sexual, destrucción del Estado,
lucha contra el trabajo, crítica de la moral burguesa, etc. Cuando ellos
gritaban “unidad” te daban un garrotazo en la cabeza y cerraban las puertas de
la Universidad para que no nos refugiásemos en la misma cuando nos corrían los
milicos. Decían querer preservar la autonomía de la universidad, nosotros en
lucha abierta contra ellos sosteníamos que dicha autonomía no servía para nada
sino la ejercíamos protestando y peleando contra el Estado.
Por
eso los elementos que Ángela y otros compañeros, que fuimos conociendo,
aportaban nos resultaron tan complementarios con lo que mis compañeros más
próximos pensaban. No sólo criticaban la concepción foquista que predominaba en
los Tupas, sino la concesión a los bolches que significaba hacerle el juego a
la alianza electoral frentista. El partido llamado “comunista” estaba para
nosotros del otro lado de la barricada y defendía un proyecto social
reaccionario.
Muchos
de nosotros recibíamos entonces la repugnante propaganda rusa (¡decenas de
revistas por semana casi gratis!) que era una inmunda apología del trabajo y de
la organización de la sociedad en función del mismo, que veíamos como la cara
pública de la militarización del trabajo a nivel nacional y que nos permitía
afirmar que de socialismo en ese país, no había nada. La propaganda de los bolches criollos de que
lo de los campos de concentración era un invento de la reacción nos parecía
sencillamente ridícula y la denunciábamos a menudo. Si bien no sabíamos todavía hasta que
punto era un país abiertamente
capitalista, sosteníamos claramente que no era socialista y en las polémicas
que había se hablaba de un modo de
producción diferente al socialismo (teoría de la burocracia como “nueva clase
social”) y al capitalismo, con una clase explotadora y violentamente opresora.
Por otra parte algunas publicaciones hechas por el MRO y por Abran Guillén
probaban claramente que Rusia funcionaba como una potencia militarista e
imperialista en todo el bloque y el COMECOM (Mercado Común de los países de
Europa del Este). Ángela se decía “libertaria” y compartía con nosotros esa
visión de que los “bolches” representaban una fuerza tan enemiga como el propio
gobierno nacional.
En
base a esas coincidencias básicas, Ángela y sus compañeros próximos , nos
fueron explicando elementos sobre el aparato de los Tupas que desconocíamos.
Así nos dijeron que el Bebe, que desde hace años era clandestino, “varias veces
tuvo que agarrar sus cosas y marcharse”, que incluso “estuvo a monte varios
meses”, que “hasta pasó mal por no tener donde dormir y porque no le daban
medios…y que hasta “estuvo laburando en la construcción como simple peón”.
Así,
sin conocer mayores detalles fuimos sabiendo que ellos, desde que Sendic había
sido apresado (caída de Almería) se habían opuesto al funcionamiento que
querían imponerles, y que habían seguido actuando y haciendo acciones directas
en forma autónoma. Que la Orga les había pedido que entregasen las armas, pero
que no sólo no lo habían hecho, sino que se habían encontrado con otros grupos
de compañeros que pensaban, más o menos lo mismo, y que seguían desarrollando
su propia estructura en forma autónoma en relación a los Tupas. Incluso que
varias veces los Tupas oficialatas loshabían amenazado pero que no aflojaron.
Así fuimos entendiendo que las posiciones de Ángela sobre el Frente tenían una
base más completa y que teóricamente había también una ruptura con el Frentismo
y el aparatismo dominante en los Tupas.
Con
el tiempo, nos pasaron algunos documentos escritos elaborados por compañeros
que “estaban en la misma situación que ellos”.
Luego supimos que su autor era el “comeuñas”, Mario Navillat, otro de
los fundadores de los Tupas, que en base a Los Grundrisse o Elementos fundamentales para la crítica de la economía
política de Marx había elaborado unos borradores, en los que
recuerdo se afirmaba la necesidad del proletariado de llevar adelante la guerra
social al mismo tiempo ocupando y haciendo funcionar la producción.Hablaba de
“autogestión”, pero esa palabra ha sido tan desvirtuada que me parecería desvirtuar
el trabajo mismo, de esos valiosos compañeros, el utilizarla hoy sin otra
explicación. Desconozco si ese documento fue o no conservado, pero recuerdo
vagamente que se explicaba que asumiendo la producción y la distribución
directamente, el proletariado iniciaba la superación del trabajo alienado.
Insistía en que, en ese proceso, el proletariado va viendo y mostrando que
tanto el patrón como el sindicalismo y el sindicato (que, con su burocracia, se
basa en la separación y alienación del trabajo) no son indispensables y que se
muestran como lo que son: una traba en la defensa de sus intereses. Agregaba
que los lugares de trabajo ocupados y produciendo, debía defenderse hasta con las
armas en la mano y extender, dicho proceso, a toda la producción social, para
ir generando la sociedad futura que se concebía como un proceso, y a la vez,
como resultado de la guerra social. Era una concepción estratégica global.
Sin
embargo, el acuerdo que más unificaba a esos compañeros “inorgánicos” y cada
vez más contrapuestos con “la Orga oficialata” (era así que los críticos denominábamos
a los mandamases que entonces rodeaban al “Ñato”) era la convicción de que el
aparatismo centralista iba a la catástrofe, que “ninguna organización
estructurada en forma piramidal puede enfrentar la represión” y quien mejor
había expuesto esto había sido Carlos MARIGHELLA
Algunos
compañeros me han señalado que parece incoherente que Marighella, que pasó a la
historia como el extremo del foquismo y el militarismo (y que por eso su ruptura
con el reformismo burgués sea relativa), haya podido influenciar a compañeros
que en los hechos se afirmaron en rotura con esas concepciones. La respuesta
está en que de Marighella el único documento que realmente era conocido era el
Mini Manual del Guerrillero Urbano, en el cual se critica explícitamente la
estructura tradicional de la organización, inidentificable con el oficialismo
Tupa y se preconiza la acción de los grupos guerrilleros actuando descentralizadamente,
desarrollando infraestructura y actuando con total autonomía con respecto al
centro. En estas afirmaciones los compañeros habían encontrado los mejores
elementos para contraponerse a la centralización burocrática Tupamara.
Sólo
a título de síntesis cito a continuación uno de los pasajes más representativos
de Marighella en la cual queda clara esa concepción:
“…es esencial el evitar cualquier rigidez en la organización para permitir la mayor cantidad de iniciativa posible por parte del grupo de fuego. El viejo tipo de jerarquía, el estilo del izquierdista tradicional no existe en nuestra organización.Esto significa que, a excepción de la prioridad de objetivos designados por el comando estratégico, cualquier grupo de fuego puede decidir en asaltar un banco, secuestrar o ejecutar un agente de la dictadura, una figura, identificada con la reacción, o un espía norteamericano, y puede llevar acabo cualquier tipo de guerra de propaganda o de nervios en contra de un enemigo sin la necesidad de consultar con-el comando general. Ningún grupo de fuego puede permanecer inactivo esperando órdenes de arriba. Su obligación es de actuar. Cualquier guerrillero urbano que quiere establecer un grupo de fuego y empezar acción puede hacerlo y de esta forma hacerse parte de la organización.
“…es esencial el evitar cualquier rigidez en la organización para permitir la mayor cantidad de iniciativa posible por parte del grupo de fuego. El viejo tipo de jerarquía, el estilo del izquierdista tradicional no existe en nuestra organización.Esto significa que, a excepción de la prioridad de objetivos designados por el comando estratégico, cualquier grupo de fuego puede decidir en asaltar un banco, secuestrar o ejecutar un agente de la dictadura, una figura, identificada con la reacción, o un espía norteamericano, y puede llevar acabo cualquier tipo de guerra de propaganda o de nervios en contra de un enemigo sin la necesidad de consultar con-el comando general. Ningún grupo de fuego puede permanecer inactivo esperando órdenes de arriba. Su obligación es de actuar. Cualquier guerrillero urbano que quiere establecer un grupo de fuego y empezar acción puede hacerlo y de esta forma hacerse parte de la organización.
Por
eso, explicaba Ángela y los otros compañeros, el modelo tiene que ser el de los
grupos independientes que actúan en base a decisiones del grupo mismo, y en eso
estaban. No había que esperar nada de una estructura central, que además
trababa la acción, sino comenzar a actuar. El
concepto mismo de la organización, como conjunto coordinado de grupos de
acción independientes, era rotundamente
opuesto a “La Orga” de los oficialatas.
Esa
realidad, de los grupos independientes, fue al principio, socialmente mucho más
importante de lo que recoge la historia oficial, como ha pasado en todas partes
del mundo, pero ni los dirigentes de las “orgas” lo consideraron importante (en
la prácticalo despreciaron y fueron sectarios con los compañeros que actuaron
de esa manera), ni los milicos que en todo veían, una estructura militar y
centralizada tal como ellos funcionaban, fueron capaces de entenderlo. Los
mismos medios de comunicación sólo veían las acciones en términos de aparato y
también contribuyeron a ocultar dicho fenómeno y a consolidar la historia tal
como mejor convenía a la represión: como una lucha de aparato contra aparato.
Los
CAT (comando de apoyo Tupamaro), los GAF (grupo de acción en formación), el
fenómeno de los CAT denominados “silvestres”…, fueron también una forma aparatista
de interpretar, canalizar, visualizar y encerrar una realidad mucho más amplia
y compleja, por la cual el proletariado tendía a organizarse para la pelea.
Según dicha visión y canalización todo iba hacia los Tupas o se hacía en su
apoyo; en los hechos el aparatismo fue liquidando o cooptando el accionar
autónomo por diferentes procedimientos.
A
tantos años, de nuestra gran derrota, resulta importante recordar que
justamente, en los años de mayor lucha, el fenómeno de autonomización y de la acción
(mal llamada)“inorgánica” tuvo un gran desarrollo, hasta que falta de una
perspectiva revolucionaria propia, comienza a desgastarse. La fuerza de dicho
fenómeno va decayendo durante todo el año 71, en la misma medida que la
protesta se la va encerrando en el electoralismo y el aparatismo, hasta
liquidarla totalmente en los años siguientes.
Incluso
antes de que se teorizara la autonomía de los grupos de acción, principalmente
en los años 1968 y 69, al mismo ritmo que nadie más creía en que las cosas pudieran
solucionarse por vía electoral, era cosa de todos los días el organizarse para
luchar, en las fábricas, lugares de estudio, barrios, oficinas, en la salud,… La
gente veía que el nivel público de organización era insuficiente y con total
normalidad se creaba un nivel de organización semiclandestino que se compartía
sólo con algunos. En todas partes había varios niveles de organización y pelea,
a veces tres o cuatro en el mismo lugar de trabajo o gremio. Así habían surgido
grupos que hacían acciones (asustar a algún carnero, tirar unas bombas de
alquitrán, alguna molotov con temporizadores, miguelitos…) y que también leían,
discutían y se formaban, en base a alguno con mayor experiencia, en el manejo
elemental de las armas o en las cuestiones teóricas de la revolución…En esos
años ese tipo de agrupación en el medio obrero, en los bancarios o en las
agrupaciones estudiantiles era cosa cotidiana y la autonomía era un hecho.
Fue
después que, ese riquísimo proceso de afirmación de la clase, se fue canalizando
hacia el aparato. Hoy pienso que lo que más contribuyó a ese proceso de
canalización fue la relación de fuerzas entre las clases, el hecho de que a
pesar de todo, las luchas se perdían (en el sentido del resultado inmediato:
los cañeros recibían palo y no tierra, los obreros frigoríficos perdían los 2
kilos de carne, la UTE seguía aumentando y cobrando sus tarifas, los planes de
austeridad pachequistas habían logrado bajar brutalmente el salario real de
todos los asalariados del país) y ello generaba un sentimiento social de que la
represión podía más. El movimiento mismo no sabía como dotarse de una
estrategia ofensiva que llevara al triunfo.
Al
mismo tiempo, como contradiciendo esa serie de derrotas, las acciones centrales
llevadas a cabo por los Tupas, caían siempre como los “muchachitos de la
película”, no sólo eran muy buenas y simpáticas, sino que ganaban y creaban la
impresión de que al final : tenían que ganar.
Con
Ángela y otros compañeros siempre comentábamos que muchos obreros o gente de
barrio decía: “que voy a hacer yo si no sé ni tirar un tiro y me cago todo”, “a
mi no me reclutan porque soy un animal”, “no vamos a andar tirando molotov
cuando la cosa se resuelve con bazucas”, “los Tupas son unos cracks”. Evidentemente que la prensa, la televisión y
las propias fuerzas represivas empujaban a ver las cosas en este sentido, los
responsables siempre eran los “innombrables”, los “subversivos”…, las acciones
era siempre con ingenio e ingeniería y, como además no se podían nombrar, todos
pensaban en “los Tupas” (o a veces en algún otro aparato).
Poco
a poco,la clase misma iba perdiendo
protagonismo frente al mundo de los aparatos y la espectacularización del
accionar armado. Poco a poco la población se fue sintiendo impotente para
actuar y más espectadora de una pelea que la superaba y a la cual sólo podía
asistir como espectadora. Lo cierto fue que ya durante el año 70/71 el
encuadramiento aparatista se iba imponiendo y resultaba cada vez más difícil en
el medio obrero, estudiantil o barrial, mantener estructuras autónomas de
organización proletaria y se fue creando la sensación de que frente a la
represión organizada y centralizada, sólo una organización como los Tupas podía
hacerle frente. Lo que por supuesto llevó a que muchos sólo se sentían capaces
de aplaudir a quien hiciera el mejor gol y que sin que nos diéramos cuenta, se estaba
allanando el terreno, para que la represión pudiese actuar, sin obtener más,
que una reprobación que también, sería pasiva.
Cuando
nos conocimos con Ángela y se dio esa confluencia entre grupos de diferentes
experiencias, aquella actividad real barrial de los grupos de acción
independiente ya tenía menos importancia social, ya se lo estaban comiendo las
polarizaciones tal como estaban planteadas oficialmente y gracias al
espectáculo.
Con
frentismo policlasista y aparatismo ya íbamos al muere. ¡Aunque conocí alguno
que lo dijo, que lo predijo, la mayoría de nosotros creíamos que el partido
recién empezaba y que todavía estaba todo por hacer!
BORRADOR 4: ACCION AUTONOMA Y CORDINADORA
Justamente,
en 1970, cuando Ángela y su círculo más próximo de compañeros actúa en forma
autónoma con respecto a “la Orga”, ya se encuentran (nos encontramos) a
contracorriente. Si en los años 68/69 los Tupas aparecían como una expresión
más (tal vez la más potente, pero con seguridad la más espectacularizada) de la
resistencia a la dictadura de Pacheco, que se la enfrentaba por doquier,
durante los años 70/71… se fue imponiendo socialmente la idea de que sólo
quedaba la alternativa electoral o la Tupa (y secundariamente las otras
organizaciones armadas). Hasta personajes como Fidel Castro con sus
declaraciones contribuían a ese proceso, por el cual el proletariado mismo se
desdibujaba: ¡o el Frente o los Tupas! Declaraba Fidel desde Chile, suscitando
un gran escándalo.
Pero
es preciso señalarlo que fue un fenómeno que nos superó a todos: socialmente la
visibilidad de la revolución social se fue opacando y sólo aparecía como
alternativa el frentepopulismo y el aparatismo (que estaba de parabienes, ¡es
el apogeo de la Columna 15!).
Las
estructuras de base agrupacionales, de fábrica, de estudiantes (¡incluso el querido
FER!), de barrio, etc. van perdiendo fuerza en relación a las “organizaciones
políticas” (¡cómo si las otras no lo fuesen!), y cuando subsisten los grupos de
acción, luego de la tormenta se plantean de una u otra forma “integrarse” a las
“fuerzas combatientes”, lo que se va haciendo cada vez más sinónimo de ingreso
al aparato. Socialmente aquellas estructuras no conciben el salto de calidad en
lo armado por sí mismas (como por ejemplo sucedió en Rusia con los Soviets o
con las UHP, Uníos Hermanos Proletarios, en España), sino renunciando a su
propio accionar.
Las
armas mismas que circulan son cada vez menos, por la creciente represión,
porque el terrorismo de Estado va imponiendo el monopolio de las mismas, pero
también porque los Tupas piden hacer inventario de poseedores de armas y
lugares de depósito para expropiarlos o poder utilizarlas en un momento dado, y
después porque se pide a todos sus contactos y colaboradores que por las vías
que se puedan, hagan que todas las armas vayan a parar a “La Orga”. Justamente
esta era otra discrepancia general entre los oficialistas y aparatistas y todos
los grupos de acción independientes de cualquier tipo. Pero repito, en esto
quienes iban ganando eran los aparatistas. Tanto es así que esa línea triunfaba
también en los organismos de masa: “aquí no se viene a hacer política”, “en el
sindicato no se puede organizar la violencia, para eso está la organización
política de cada uno” e inclusive: “este que viene con ese discurso incendiario,
no es del sindicato, para hacer la revolución que se haga guerrillero” Sí
además, se filtraba la noticia hacia el aparato que tal o cual estaba
organizando un “grupo armado diferente”, se hacía una campaña contra el mismo y
muchas veces, la Orga misma, se encargaba de enchastrar a los compañeros
concernidos.
Es
decir que por todas partes se reprimía que la clase se constituyera como clase
en fuerza contra la fuerza y represión del Estado.
Los
comités barriales hubiesen podido ser algo diferente. Los partidos del frente
los temieron y trataron de impedir su funcionamiento al principio. Cuando la
realidad los superó y los comités se desarrollaron contra su voluntad, aquellos
partidos, que no los querían ni reconocer, se largaron a imponerles la línea
electoralista y a oponerse a que fueran cualquier otra cosa. Por eso los
comités del Frente fueron electoralistas, algunos desde el principio y otros
poco a poco, la tendencia revolucionaria no tenía cabida dentro de esas
estructuras y fue perdiendo fuerza. Así como la Tendencia Revolucionaria fue
perdiendo peso social (la posición ambigua de los Tupamaros y casi
colaboracionista con el Frente Amplio contribuyó a eso), en los comités mismos
resultó imposible organizar la resistencia a la dictadura de Pacheco. La
estructuración de una fracción que organizara la violencia minoritaria de clase
fue saboteada por todos los partidos políticos del Frente Amplio (a excepción
de grupos minoritarios de militantes
independientes, el MRO, las juventudes de Michelini, Roballo, algún compañero
del grupo de Erro, parte del 26 de marzo, etc.)
Hubo
conflictos de todo tipo entre quienes querían concentrar el armamento y quienes
nos oponíamos… Conocí y viví varias experiencias nefastas en este sentido, y
Ángela, Mario, y varios otros compañeros a los que fui (fuimos porque también
yo fui acercando otros compañeros de otros horizontes) conociendo junto a ellos
ya estaban tan enojados con el tema, que habían decidido actuar abiertamente
contra ese tipo de prepotencia aparatista. Además decían “el Bebe está con
nosotros contra todos estos, más de una vez nos envía mensajes desde Punta
Carreta diciendo que no había que aceptar esa línea”
Es
así que se concibe un proyecto mucho más general que consistió no sólo en
oponerse al desarme de los grupos autónomos para armar el aparato Tupa, sino
por el contrario en armar a “la gente que lucha”. Algunos compañeros lo
expresaban más explícitamente “no hay que aceptar desarmar al proletariado para
armar al aparato, sino al contrario poner la fuerza de todos los aparatos para
armar al proletariado”
Ya
a esa altura había un conocimiento mutuo entre varios grupos que hacían sus
acciones en sus respectivos lugares de militancia y que se reunían para
apoyarse, para asegurar por ejemplo el servicio de sanidad o para prestarse
armas, pero que se reconocían como autónomos de cualquier “organización
política” u “organización centralizada”. En ese contexto Ángela y 3 compañeros
más nos presentan un proyecto de operar juntos, varios grupos autónomos, con el
objetivo declarado, de “armar las luchas”. Explícitamente nos dicen “no se
trata de hacer otra organización, tampoco de conseguir armas para nosotros”,
sino de “contrarrestar la tendencia actual de llevar las armas hacia el
aparato” con un proyecto que consiste en “expropiar
armas para armar a la gente que pelea”. Armar las huelgas, armar los
gremios en lucha, armar las bases que pelean, armar los cantegriles y otros
barrios proletarios.
La
argumentación era bastante más desarrollada y profunda, se sostenía
explícitamente que las armas en los locales tupas, se usaban ahora sólo para
acciones grandes y que el resto del tiempo quedaban paralizadas, que así cuando
caen, caen cada vez más rápido y más juntas…, que se estaba traicionando aquel
principio de base de años anteriores de la descentralización logística…, que
ahora la centralización burocrática y oficialata había degenerado en una
centralización de infraestructura y operativa lo que, decían con razón, es
“directamente liquidacionista, no sólo porque es cada vez más pesado hacer
operaciones si no las aprueba la burocracia, sino porque es a largo plazo
suicida frente a la represión”.Además, se decía, lo que están haciendo los que
mandan ahora en los Tupas, es justo lo contrario. El aparato centralizado
quiere controlar y dirigir todo y eso es suicida, como fue probado en Argelia
(todos habíamos visto la película prohibida en Francia: “La batalla de
Argelia”).
Lo
que se necesita es la independencia de acción y de logística de cada grupo de
compañeros, como lo había defendido Marighella. El diario del Guerrillero que
hacían circular Ángela y otros compañeros discrepantes decía:
“Ningún grupo de fuego puede permanecer inactivo esperando ordenes de arriba. Su obligación es de actuar. Cualquier guerrillero urbano que quiere establecer un grupo de fuego y empezar acción puede hacerlo y de esta forma hacerse parte de la organización. Este método de acción elimina la necesidad de conocer quien esta llevando acabo que acciones ya que hay libre iniciativa y el único punto de importancia es aumentar sustancialmente el volumen de la actividad guerrillera para desgastar al gobierno y obligarlo hacia la defensiva. El grupo de fuego es el instrumento de acción organizada. Con él, las operaciones de la guerrilla y las tácticas son planificadas, lanzadas, y llevadas acabo con éxito… La organización es una red indestructible de grupos de fuego, y de coordinaciones entre ellos, que funciona simple y prácticamente con el comando general y que también participan en los ataques; y organización que existe con el único propósito, simple y puro, de acción revolucionaria”
“Ningún grupo de fuego puede permanecer inactivo esperando ordenes de arriba. Su obligación es de actuar. Cualquier guerrillero urbano que quiere establecer un grupo de fuego y empezar acción puede hacerlo y de esta forma hacerse parte de la organización. Este método de acción elimina la necesidad de conocer quien esta llevando acabo que acciones ya que hay libre iniciativa y el único punto de importancia es aumentar sustancialmente el volumen de la actividad guerrillera para desgastar al gobierno y obligarlo hacia la defensiva. El grupo de fuego es el instrumento de acción organizada. Con él, las operaciones de la guerrilla y las tácticas son planificadas, lanzadas, y llevadas acabo con éxito… La organización es una red indestructible de grupos de fuego, y de coordinaciones entre ellos, que funciona simple y prácticamente con el comando general y que también participan en los ataques; y organización que existe con el único propósito, simple y puro, de acción revolucionaria”
Nos
proponen concretamente enviar 2 delegados para participar en una acciones de
pertrechamientoy apoyo a los grupos de acción.... Dicha coordinadora asegurará
antes que nada un servicio de sanidad y planificará y llevará a cabo algunas
expropiaciones de dinero para comprar un gran número de armas. Del pequeño
grupo de jóvenes compañeros (del cual yo formaba parte) fuimos a esa
coordinadora Alejandro Mosca (compañero ya muerto) y yo.
La
coordinadora en realidad ya estaba funcionando, así como el aparato de sanidad
con Navillat y otros médicos compañeros y la propia Ángela que tenía gran
experiencia como nurse. Durante años habían constituido equipos de sanidad en
los Tupas y también habían curado a combatientes que no estaban en la Orga.
Ahora veían que cada vez era más difícil para combatientes no centralizados por
la Orga ser recurridos sanitariamente y se habían organizado y actuaban para
ello.
Tal
vez, en ese sentido, la coordinadora haya surgido antes por la necesidad de
organizar un equipo de sanidad con compañeros no aparatistas y sólo luego, haya
impulsado acciones militares de pertrechamiento por las mismas razones.
A
tantos años de lo sucedido me parece importante subrayar esto que fue, a mi ver
la única tentativa de armar al proletariado, en vez de armar a su propia
organización, que hubo en el Uruguay, o si se quiere, de contrarrestar una
tendencia aparatista que nos llevaba a la ruina.
En
realidad ya era muy tarde, ya la cuenta atrás se había iniciado, pero a tantos
años de lo que sería nuestra gran derrota y la liquidación durante décadas de
la lucha revolucionaria del proletariado en nuestro país, me parecía importante
dar a conocer este precedente histórico, por el que muchos compañeros que ya no
están, pelearon y dieron lo mejor de ellos, como la Negra Ángela, Mario Navillat,
Fernando O’Neill, Arazatí López López, Alejandro Mosca, Bernardo Arnone… y
muchos más cuyos nombres no conozco y que tal vez nunca serán conocidos.
Cabe
señalar que entonces yo no conocía los nombres de muchos de estos compañeros
que ahora menciono. Los fui averiguando muchos años después de que hubieran
muerto o hayan sido asesinados como Arazatí Lopez en Chile en 1973, Bernardo
Arnone en 1976 Argentina…y que fueran enterrados como Tupas o militantes de la
FAU.
Borrador 5: REFORMA O REVOLUCIÓN
Es
así que, aproximadamente entre los meses de abril y julio de 1971, aquella
coordinadora, que Ángela y otros compañeros habían forjado, impulsa varias
tentativas de apropiar armas con el objetivo de “armar la gente que
lucha”. Pero las condiciones eran cada
vez más difíciles y poco a poco los compañeros que coordinaban llegaron a la
conclusión que el control sobre todos los depósitos de armas en el país era
total y que la única forma de dar un salto de calidad era recurrir a importar
varios miles de armas que, en contraposición a lo que se estaba haciendo de
concentrar en los locales de los Tupas, debían ser entregadas a los proletarios
en lucha. Para lo cual comunicaban, los compañeros más veteranos, habían los
contactos necesarios en el exterior, pero teníamos que reunir los fondos
necesarios.
A
tales efectos una parte de los compañeros que coordinaban se pusieron a la obra
y seleccionaron objetivos y comenzaron a hacer algunas acciones. Pero la
heterogeneidad del equipo que se decidió que actuara era terrible. Había
compañeros con una gran experiencia y otros demasiado jóvenes e inexperimentados,
había algunos consecuentes y otros irresponsables…, pero por sobre todas las
cosas muy rápidamente el grupo que operaba, no tenía la coherencia de una
disciplina común. Muchas veces discutí con Ángela y otros compañeros y luego
discutimos con Sendic, de esa otra cara de la autonomía que se revelaba problemática cuando se debía
asumir tareas arriesgadas. Dichas tareas requerían una disciplina estricta, que
era difícil improvisar, en una coordinadora o un grupo que sólo se reunía para
operar.
En
ese período decisivo cada grupo o compañero seguía con sus actividades, con su
militancia en el lugar de trabajo, de estudio o barrial y en algunos casos con
su colaboración con otros grupos y organizaciones “políticas”, porque eso se
consideraba primordial, y al mismo tiempo, se hacían esas tareas,
instrumentadas por esa coordinación de grupos con el objetivo de “armar
masivamente a la gente que pelea”.
En
cuanto a la coordinación misma, si bien alguna de las operaciones efectuadas
fue positiva, en el sentido de que se hizo la expropiación y se obtuvo algo de
dinero, también hubo grandes problemas en las acciones que se intentaron, por
errores, por irresponsabilidades, por falta de coherencia ente los compañeros…y
el proyecto general no se concretó en los plazos establecidos.
También
hubo choques importantes entre compañeros sobre criterios de seguridad,
utilización de los fondos expropiados, etc. Lo cierto es que poco a poco la
coordinadora funcionó cada vez menos, cada uno de los grupos y compañeros continuaron
con su actividad anterior, salvo los compañeros más próximos a Navillat,
O’Neill y Arazatí López que habrían seguido con él, hasta que, habiendo sido
denunciados e identificados (más de una año después) logran salir del país.
Incluso
entre los compañeros del barrio hubo un cierto distanciamientos por un conjunto
de factores diferentes., incluso personales. Tuvimos nuestras diferencias y
distanciamientos con Ángela y sobretodo con su compañero Mario. El hecho
culminante de ese distanciamiento fue el hecho de que ellos comenzaron a
trabajar y le abrieron las puertas a “compañeros” que algunos los veíamos como
un peligro, por lo BOCAMAROS que eran. ¡Como Jovita Silveira que contaba a todo
el barrio sus hazañas Tupamaras!
A
tantos años de lo sucedido, lo que más interesa subrayar, cuando se habla de
aquella tentativa no es tal o cual acción, operativo, o “hazaña” específica de
tal o tal compañero o grupo de compañeros, sino por el contrario la
contraposición total entre dos proyectos, que por otra parte superan nuestras
experiencias particulares: el reformista
y el revolucionario. La derrota logró hacer desaparecer a éste último de la
escena política en Uruguay durante décadas. Descuartizado el movimiento
revolucionario, en el período 71/76 por el terrorismo de Estado, nadie más
cuestionaba el capitalismo. Toda la oposición fue dominada por el frentismo y
el reformismo, hasta los “fraccionalistas” y “anarquistas” fueron destruidos
como organización autónoma y/o cooptados hacia el frentismo (PVP).
Por
eso mismo, hoy que se vuelve a hablar de revolución, de planteo y estrategia,
de volver a poner sobre el tapete los fundamentos revolucionarios, tan
olvidados, me parece esencial decir que era por eso que peleábamos todos
nosotros y no por cambiar algunas jetas en el gobierno por otras. Volvamos
entonces a la Negra Ángela para volver a poner aquellos fundamentos al orden
del día.
¡No
tiene gollete y es insultante, que se pretenda hacer creer que miles de
luchadores sociales que dieron su vida,luchaban para entronar un Seregni, un Vázquez,
un Mujica, un Huidobro…que como era de esperar hacen la misma política que un
Chicotazo o un Pacheco Areco!
Luego
de la fase, en la que participamos en esa coordinación de grupos, los
encuentros con Ángela fueron menos seguidos, en la medida en que no hacíamos
una actividad específica juntos, pero los pocos que hubo no fueron menos
fructíferos, en el plano de comprensión mutua y de acuerdos globales. Fue
entonces que tomamos más tiempo para leer, intercambiar y discutir hasta muy
tarde. También influenciados y contribuyendo con algún compañero del FRT se
hicieron algunas estructuras de, formación e intercambio,en las que algunos
participábamos.
Con
el correr de los meses, nos fuimos dando cuenta que lo que el fenómeno del
frente había aparecido como sustituto y hasta de consolador del conjunto de
estructuras de lucha de masas que había antes. Ya no había proletarios
organizados por sus intereses en la fábrica, el centro de estudio, el barrio,
en todas partes luchando contra el régimen; sino sólo “masas frentistas”. En
esas reuniones más informales y teóricas comprobábamos que al mismo tiempo que
se había ido diluyendo la polarización entre revolución y contrarrevolución se
fue imponiendo una división en términos de derecha e izquierda, que en vez de
unificar a la gente la dividía por ideologías burguesas. Además,constatábamos,
que lo que iba ganando a las masas frentistas era un proyecto ideológico
totalmente democrático burgués,que no nos interesaba para nada. ¡Nadie agarraba
las armas para cambiarle la jeta al régimen como querían los programas del
Frente!
Como
docente en Ciencia Política en Derecho, incluso recibí una propuesta del Frente
de integrar la comisión de redacción del programa del Frente, pero nunca la acepté,
ni pensé que se podía reformar el reformismo.
El
reformismo, para nosotros (es decir todos los que nos sentíamos unificados por
la lucha revolucionaria internacional), no era el menor de los males como nos decían
los aparatistas (los más fierreros no se daban cuenta que eran los más
conciliadores en lo programático con el reformismo), sino bien por el
contrario, la careta más cínica del capitalismo y de la contrarrevolución. No
nos interesaba para nada una lucha para mejorar un poco el capitalismo con
alguna u otra reformita.
Ángela
decía clara, calma y públicamente, que ella se consideraba libertaria y
contraria al reformismo; nosotros seguíamos defendiendo la tendencia
revolucionaria y empujando en todas partes su organización.Las consignas venían
de las manifestaciones mismas por ejemplo del FER “queremos al ministro tal
colgado con las tripas de tal burócrata del Pc”, “no habrá revolución hasta que
el último capitalista no sea colgado con las tripas del sindicalista tal o cual”
(¡en general incluían un bolche!), etc.
El
rechazo de la izquierda y derecha del sistema y de los imperialismos yanqui y
ruso era la tendencia internacional de lo que fue el gran movimiento de los
años 65/68 y con ella nos identificábamos. El proyecto social que
vislumbrábamos se había ido gestando internacionalmente en contraposición al
reformismo y para nosotros estaba expresado en un movimiento mundial del que nos considerábamos parte: las revueltas del
proletariado negro en USA, la lucha contra la guerra de Vietnam en todas partes,
la revolución cultural en China, las revueltas proletarias en Córdoba, México,
Paris, Italia…,la “primavera Checa” y el enfrentamiento a los tanques rusos…
En
todas esas revueltas la izquierda del sistema, socialdemócrata o “bolche” había
mostrado su carácter contrarrevolucionario. Todos queríamos al Che y su lucha,
aunque no nos cerraba mucho que haya confiado nada menos que en los bolches, y
nos decíamos ¡qué otra cosa que la traición podía haber esperado de ellos!
Ninguno de nosotros haría confianza a Monje, ni a Arismendi y nos preguntábamos
desconsolados: ¿cómo el Che había caído en esa trampa?¿cómo era posible que el
Che no supiera que eran sus enemigos?
La
historia oficial ha dividido la cosa como si la única diferencia entre la
izquierda burguesa y los revolucionarios fuera, que la primera estaba por las
reformas sindicales y la salida electoral y los segundos estábamos por la lucha
armada. La diferencia era mucho más profunda y cualitativa. Pero sobre la misma
se ha escrito muy poco. Aunque no se trataba de una estrategia acabada, los que
nos decíamos revolucionarios sabíamos que los caminos eran totalmente
diferentes. A nosotros no nos interesaba reformar, ni nacionalizar nada, y las
consignas de ese corte nos parecían conformistas, cómplices con el capitalismo.
La revolución era para nosotros un cambio total de la vida del ser humano que
comenzaba por la destrucción de la “sociedad mercantil generalizada” (que es
como Marx define el capitalismo).
Sin
gritar estas verdades, no se entendería lo que quiero decir con el título:¡hasta
que punto la lucha de Ángela al ser revolucionaria, no podía ser nunca
oficialista Tupa!
La
lucha contracorriente fue, en aquellos años, muy común en muchísimos compañeros
tanto adentro como afuera de los Tupas. Fue una verdadera Tendencia
Revolucionaria del proletariado en este rincón del mundo, que se levantaba
junto con esa misma tendencia a la destrucción del capitalismo que conmovió al
planeta desde Córdoba a Pekín, desde
Praga a Paris...
Con
el lavado de cerebro a la población, con la desaparición de compañeros, con la
tortura y masacre, el Estado hizo también lo posible por hacer desaparecer la
memoria hasta del “porqué luchábamos”. El Museo de la Memoria en Uruguay es una
burla sobre todo eso y podríamos llamarlo “museo de la organización del
olvido” o de la distorsión histórica.
La
derrota hizo que después hasta se olvidara socialmente el por que luchaba toda
una “generación” de luchadores sociales: en la que había veteranos octogenarios
y botijas que recién entraban al liceo. Durante años, a los pocos locos que
siguieron luchando contracorriente se los ninguneó y marginó, diciendo que todo
eso era utópico y predominaba la política de lo posible, el Frente Amplio, el “hay que ser realista” y el “mal menor”.
Hoy
a tantos años está quedando en evidencia que lo utópico no es la revolución, sino al contrario imaginarse que el
capitalismo se puede mejorar y que esa política de “lo posible”, del
“realismo oportunista, del mal menor, que ya entonces defendían los Tupas
oficialatas, termina adonde debía terminar:
en contrarrevolución; en los basurales
de la historia.
Vuelvo
al 71. Es paradójico que fuera en ese período, que hacíamos menos cosas juntos,
que nos fuimos dando cuenta de lo importante que eran los acuerdos globales,
que ligaban a los compañeros que luchaban por la revolución, en contraposición
con quienes defendían el reformismo. Tal vez porque ya nos sentíamos más
minoritarios y a contracorriente que antes, cuando nos veíamos luchando junto a
todos en la calle. En el 68/69, nos sentíamos capaces de todo por la fuerza que
imponía el movimiento social; a fines del 71, ya teníamos ese sentimiento de aislamiento,
que nos llevaba al matadero físico y también a nuestra liquidación como opción
social revolucionaria.
Organizativamente
Ángela, Mario y el puñado de compañeros más próximos a ellos siguieron siendo,
durante esos meses, un grupo militante relativamente autónomo, hasta luego del
Abuso y la discusión con Sendic. A pesar de ello fue durante esos meses que
actuaron bastante coordinadamente con la organización “22 de diciembre”, aunque
también sé que, como siempre, también colaboraban con estructuras de los Tupas.
BORRADOR 6.
TUPAS, FILO BOLCHES Y SECTARISMO
Cuando
se produjo Estrella, la fuga de las presas de la cárcel de Cabildo, hubo un
pedido general de ayuda para contribuir de muchas formas a la “nueva fase” de
la vida de las compañeras fugadas. Ángela me vino a buscar y a pedir apoyo y de
mi parte largamos por todas las vías posibles el pedido, se necesitaban ropas,
abrigos, vehículos y sobretodo locales o al menos lugares adonde las presas
pudieran pasar el peor momento. Independientemente de lo que cada uno estaba
haciendo ese tipo de apoyo y solidaridad era para nosotros indispensable y
contribuir a la necesaria clandestinidad de las compañeras era para nosotros
elemental. Sé que Ángela hizo de todo para dar apoyo en los días más
necesarios, juntó varios compañeros para ello y puso un vehículo que tenían a
disposición. En ese entonces a nadie le importaba “su fraccionalismo”, que ella
siguiera reivindicando divergencias con los aparatistas, que siguiera incluso
contribuyendo a “otra organización” como era entonces el “22 de diciembre”, ni
siquiera que la infraestructura utilizada hubiese sido forjada con aquel
esfuerzo de coordinar “grupos inorgánicos”.
Es
importante subrayar esta contraposición total de actitudes. Los burócratas y
aparatistas consideraban casi como enemigos a la gente que los había criticado,
a quienes no se sometían a su disciplina y especialmente a quienes se habían
opuesto a entregarles las armas. En cambio Ángela y el puñado de compañeros
próximos consideraban, a todos los que estaban en confrontación con el Estado
burgués, como compañeros y actuaban consecuente y solidariamente con ellos.
Dicha contraposición de prácticas fue evidentemente más violenta aún, cuando
después nos encontramos como presos.
Concretamente
la mayoría de la dirección de los Tupas había sido sumamente sectaria y
represiva con todos los discrepantes. Se los descalificaba y se les inventaba
historias y se utilizaba el descalificativo de “microfraccionalista” para todo
compañero crítico.
Se
trataba de una brutal maniobra política porque se aplicaba el descalificativo
que utilizaba Fidel, Raúl Castro, el Gobierno cubano contra la infiltración y
maniobra de Escalante (ex secretario general del PC cubano oficialista) para
poner “la revolución” al servicio de Rusia. Raúl Castro había hecho su informe
sintetizando todas las pruebas del complot proRuso, dirigido por Escalante,
incluso con complicidad de la embajada de ese país (ver Informe Raúl Castro)Para
nosotros era el Ñato y compañía que correspondían más al microfraccionalismo en
Cuba, por servir objetivamente a los bolches, a la línea de Moscú, y él nos
aplicaba ese calificativo a nosotros que no teníamos ninguna simpatía por los
bolches para descalificarnos y falsificar la realidad.
Ya
entonces el factótum de esta maniobra fue Huidobro: el aparato te condenaba en
nombre de lo que ellos realmente estaban haciendo: aceptar la ideología del PC
al someterse a un Frente popular. Ya entonces Huidobro y sus seguidores estaban
en la ideología de lo que sería luego los comunicados 4 y 7, del frente
populismo, posición idéntica a la del PC y acusaban a quienes más denunciaban
al reformismo y al PC, justamente de “microfraccionalismo”, para subirse a la
moda cubana y falsificar la realidad. Unos años después, ese mismo y repugnante
individuo,Huidobro, escribiría su pretendida “autocrítica” usando el mismo
procedimiento de falsificación de todo e inversión de conceptos: según él
siempre fueron los otros, los más “marxistas leninistas” (estalinistas); en los hechos su estalinismo consecuente los llevó a abrazarse con los capitalistas
represores.
Lo
bueno era que con Ángela teníamos fuentes de información muy dispares y lejanas
y podíamos cotejarlas. Mis compañeros más próximos eran justamente de muchos
grupos divergentes, desde el “movimiento becario” a las agrupaciones
estudiantiles radicales, del FER al Nocturno, de los cantegriles a la Juventud
Pregón, de los compañeros de Bellas Artes a compañeros del FRT. Ella se había
reencontrado con compañeras presas al mismo tiempo que renovado contacto con
algún cañero y otros tupas viejos y conocía la militancia radical de todo el
sector de la salud. Además en las luchas coincidíamos con compañeros
anarquistas de diversas tendencias (Roe, Bellas Artes, individualistas…) que
aportaban su visión clasista y consecuentemente muy crítica del frentismo. A
pesar de ese impulso de solidaridad frente a la represión que se produjo a
partir de la fuga de la Cárcel de Cabildo y la concreción de ciertas
posibilidades de acción directa, la polarización entre oficialistas y críticos
se había seguido desarrollando. De todas esas fuentes llovían los cuentos y
anécdotas sobre el sectarismo y el aparatismo: se amenazaba a compañeros por no
entregar las armas y sobretodo por organizarse en forma independiente. En
algunos gremios se denunciaba a tal o cual por crear una estructura armada en
“forma silvestre”… Incluso se había arrestado a compañeros y se los había
dejado encerrados varios días en un local (“cárcel del pueblo”) y en otros se
había llegado a amenazar con la muerte.
Algunos
jefezuelos tupas, además de alcahuetes de los bolches, eran verdaderos
patoteros y amenazaban de muerte a los discrepantes. Si no hay pruebas de que
Rosencof haya sido siempre agente del PC y la URSS, aunque muchos compañeros lo
sostienen,sí hay todavía compañeros que están vivos, y que han denunciado haber
sido amenazados de muerte por este sujeto. A 40 años de esos hechos cualquiera
puede comprobar que esos “valientes” estalinistas,
defensores del “socialismo en un solo país”, son en general los mismos que
colaboraron con los milicos progresistas primero y que luego terminaron como
los mejores agentes del Estado burgués y el imperialismo en el mismísimo
Gobierno del Frente.
El
método estalinista de acusar de agente del enemigo, a los militantes más
consecuentes y discrepantes, fue evidentemente utilizado muchísimo en esos años
en Uruguay, al igual que se había hecho en todas partes del mundo. Pero no sólo
por los bolches criollos,sino también por los estalinistas Tupamaros.
Un
ejemplo importante de ese método fue cuando el PC uruguayo en la FEU acusó
formalmente a Heber Godoy,dirigente del movimiento becario y gran compañero de
agitaciones y manifestaciones, aduciendo que luego presentaría “pruebas
detalladas”, de ser, ni más ni menos que, “agente de la CIA”. El PC enfrentaba
así a un compañero muy querido que se
hubiese podido llevar mucha gente en su ruptura. No fue un hecho pequeño o que
pasara desapercibido, fue una denuncia formal reiterada decenas de veces y que
motivara muchas reuniones del consejo federal de la FEU. Incluso las
agrupaciones estudiantiles se posicionaran públicamente a favor o en contra de
esa acusación durante meses y años. Hasta llegó el caso de que compañeros
fueron interrogados en Jefatura por poseer volantes que decían que Godoy no era
agente de la CIA. Los milicos no entendían gran cosa de esos locos que
defendían a alguien con el argumento de que no trabajaba para ellos.
Lo
peor fue que oficialmente los
Tupamaros respaldaron esa infundada e inmunda acusación con la que persiguieron
a ese valioso compañero durante décadas. Años después, se le pidió cuentas a Sendic
de ese procedimiento estalinista y el mismo reconoció que no sabía explicar el
origen de esa grotesca y mentirosa acusación que contribuyeron a difundir. No caben
dudas de que eso muestra la influencia que tenía el estalinismo, como contenido y como método, dentro del aparato de los
Tupas.
Pienso
que fue, más o menos entonces, que una tarde que nos encontramos por casualidad
en el Comité del Frente Amplio con Ángela (que a esa altura ni ella ni yo
frecuentábamos muy seguido), nos fuimos para afuera a seguirla con un grupo de
frentistas desconformes. Recuerdo que discutimos hasta que punto el programa
del Frente, de los partidos que lo constituían, de los sindicatos era en
realidad un programa reformista de mierda y reafirmamos, con otros compañeros,
que nosotros luchábamos CONTRA eso y por la revolución social. Comprobábamos
que lo mejor que pasaba en el comité, ya no pasaba adentro del mismo, sino en
las discusiones que todavía había afuera. Tal vez no teníamos demasiado claro
todo lo que significaba entonces “revolución” para nosotros, pero si
afirmábamos y dejábamos claro que el asunto no era de reformas, de nacionalizaciones
y otros proyectos progresistas;sino, bien por el contrario de expropiación y
revolución.Nos gustaba afirmar públicamente que estábamos contra toda reforma
incluida la agraria y afirmábamos que sólo la expropiación generalizada de la
tierra y todos los medios de producción podían abrir la puerta a una sociedad
socialista; que todo lo demás eran ilusiones reformistas.
Lo
más importante era el demarcarse del proyecto de los bolches, que no sólo
considerábamos reformista sino contrarrevolucionario. Como ya dijimos, para la
juventud que luchaba contra el gobierno durante esos años, Rusia era todo lo
contrario a un modelo de revolución. Sabíamos que la explotación del hombre por
el hombre seguía existiendo en ese país y que los rusos habían sido los mejores
aliados de los yanquis en la guerra y la represión de la revolución
internacional. Para nosotros el sindicalismo bolche era algo así como gris
sobre fondo gris, como lo era la apología del trabajo que hacían circular los
bolches en centenas de pasquines que venían de Rusia. El socialismo
revolucionario por el que nosotros peleábamos, los tenía a ellos también como
enemigos. Como en muchos países en dichos años, la juventud consideraba con
razón, que el sistema capitalista era mundial, que tenía una derecha y una
izquierda (local e internacional) y se consideraba a si misma como ANTISISTEMA
y en contraposición con todo el capitalismo, con su derecha y su izquierda.
No
sé si fue en ese o en algún otro retorno que hicimos al “comité de base” a “ver
si pasaba algo” que hubo otra gran pelotera entre los oficialistas del Frente y
la base. Lo que recuerdo es que otra vez la mesa decidió funcionar sola y
decidir un cuarto intermedio para deliberar a puertas cerradas. Más importante
de lo que pasaba en el comité, recuerdo que en ese cuarto intermedio
presenciamos una discusión entre dos viejos militantes españoles uno frente
populista y del PC y otro que denunciaba al Frente Popular y el PC español por
contrarrevolucionario y por haber secuestrado, torturado y masacrado a
“anarquistas”. Este último decía que los estalinistas en España tenían todo un
conjunto de casas en donde torturaban a la gente y habían utilizado
sistemáticamente el método de desaparición de personas. Para nosotros esa fue
toda una revelación, luego de eso buscamos información y comprobamos que eso de
la represión de la revolución por parte
del PC había sido también la clave de la contrarrevolución en España. Para
varios compañeros que oímos esa denuncia clave eso fue muy importante para terminar
de entender, hasta que punto el PC y el Frente amplio eran enemigos de la
revolución a escala mundial.
Borrador 7: CON SENDIC
Durante
esos agitados meses del 71 nos veíamos muy esporádicamente con Ángela y con
compañeras y compañeros que había conocido por ella. Me consta que en esos
meses, hasta el Abuso (el gran escape de la cárcel de Punta Carretas) y el
reencuentro con Sendic, ellos siguieron contribuyendo y aportando todo tipo de
apoyo (incluso económico gracias a las expropiaciones realizadas), a los Tupas,
tanto para preparar “la que se viene” (sin dudas prepararon el Abuso), como
para asegurar la clandestinidad de las fugadas de Cabildo y otros
compañeros. Al mismo tiempo continuaron
su militancia junto con compañeros del “22 de diciembre”. De más está decir que
los equipos de sanidad funcionaban permanentemente y Ángela y otras nurses y
enfermeras, así como un puñado de médicos, seguían pecando por ayudar a compañeros
de todos los grupos y organizaciones.
Que
yo sepa, el propio Navillat seguía, con un puñado de compañeros, su proyecto de
coordinación y expropiaciones con el objetivo de comprar unas 2000 armas para
“armar la clase y no un aparato”, en forma claramente contrapuesta a los
oficialistas Tupas, tanto desde el punto de vista teórico como organizativo. Pero
al mismo tiempo contribuyó, cada vez que se requirió, en la atención medica de
las que acababan de salir así como de otros compañeros clandestinos.
Es
decir se seguía actuando anti sectariamente a pesar de que desde la Orga, cada
vez se le hacía más la guerra a esas alternativas y en general a cualquier otra
estructura de pelea que no fuera la que los aparatistas controlaban. Querían el monopolio de la lucha armada
y algunos así lo reivindicaban. Eso era casi una excepción en el movimiento
social de entonces. No sucedía así con las otras organizaciones o estructuras
de la Tendencia, ni tampoco con los anarcos (de diversos horizontes, desde la
FAU a los de Bellas Artes) que mostraban solidaridad y apertura a todo trabajo
conjunto.
Poco
a poco, en toda la tendencia (“inorgánica”) se iba asimilando el oficialismo
tupa, el aparatismo, como lo más filo bolches y consecuentemente como
liquidadores de la Tendencia revolucionaria en beneficio del FrenteAmplismo
acrítico.
El
“26 de marzo”, a pesar de que en su seno militaron entrañables y queridísimos
compañeros revolucionarios, como organización consolidada, nunca asumió una
práctica clasista y comprometida que se demarcara del reformismo burgués
frenteamplista. No criticaban públicamente a los partidos burgueses del Frente,
ni tampoco apoyaban a quienes hacíamos dicha crítica. Al contrario, repetían
esa ideología del “estilo tupa”, “los hechos nos juntan y las palabras nos separan”,
para llamarte a silencio. Aunque en los hechos se llegaba a una contraposición
general con los sindicatos y estructuras oficiales, se oponían sistemáticamente
a denunciar el carácter contrarrevolucionario de las organizaciones del PC, así
como de la política entreguista de la CNT, la FEUU, la CESU…
Sintetizando:
la política Tupa oficial “antisectaria”, con los reformistas y
contrarrevolucionarios, era en realidad(por su empirismo y silencio
programático),hocicante con ellos.
Simultáneamente era totalmente sectaria con los revolucionarios.
Un
día, Ángela viene a buscarme relativamente temprano a mi casa por algo
“importante” y me lleva a su casa. Estaba ella y un solo compañero más, a quien
no conocía, sin más presentaciones, charlamos de todo, respetando como siempre
los elementos de compartimentación elementales. El compañero no pedía, ni
proponía nada concreto, sino que intercambiamos ideas, propuestas, pareceres,
en un cuadro de confianza que Ángela nos garantizaba mutuamente.
Hablamos
de los problemas suscitados por la centralización de armas en la Orga y
coincidimos en que era jodido y suicida. También de que se contradecía aquel
principio histórico de centralización política y descentralización logística. Hablamos
del barrio, el Clínicas y Parque Batlle que conocía bien, de la polarización
existente socialmente en el mismo. Habían caído muchísimos compañeros y locales
en la zona y al mismo tiempo había en el mismo bastiones de los milicos,
vecinos que colaboraban abiertamente y denunciaban, así como bombas que
explotaban en la noche contra militantes revolucionarios o presumidos tales.
¿Cómo
se podía paralizar la acción facha y colaboracionista de la gente con los
grupos represivos?
Recuerdo
que hablamos del asesinato de Ramos Fillipini que habían secuestrado en su
casa, a unas pocas cuadras de ahí. Le contamos con Ángela que algunos habíamos
ido al comité del Frente, para proponer acciones frente a ello y que habíamos
propuesto que cambiaran el nombre del Comité que se llamaba “18 de mayo” y
pusieran como nombre del Comité “Ramos Fillipini”. Por supuesto nuestra
propuesta fue rechazada por la burocracia. Unas semanas despuésesos de la
burocracia, pasaron vergüenza cuando Alba Roballo cuando visitó el comité dijo
que debieran no tener miedo de ponerle el nombre de un “luchador social” como
Ramos Filippini. La crítica de la Doctora daba en el clavo ardiente, aunque
evidentemente tampoco podía ganar como propuesta. En el Frente sólo pocas voces
asumían esa lucha solidaria, y para el frentismo, los compañeros muertos no
eran más que “sediciosos”.
Ángela
le explicó al compañero los últimos allanamientos y represiones de varios de
nosotros por denuncias de gente del barrio y también de que yo, como expreso
legal, era una víctima potencial del escuadrón de la muerte. Hablamos de la
autodefensa, de la imperiosa necesidad de defenderse a tiros y de estar
armados. Evidentemente que varios compañeros en el barrio estaban armados, pero
que en mi caso no era posible porque me allanaban a menudo y me venían a buscar
bastante seguido (4 veces ese año). Al Bebe, le resultó sumamente positivo el
hecho de que en el barrio algunos vecinos (¡evidentemente que Ángela había
estado en la cosa!) me habían propuesto instalar una red de timbres. Se pondría
un timbre al interior de mi casa que yo tocaba y automáticamente sonaba en la
casa de 4 o 5 vecinos más, que salían de su casa con lo que tenían para
defender y simultáneamente por medio de todo tipo de ruido y música a todo lo
que daba, se despertaban a todo el barrio cosa de que si, a pesar de todo, se
llevaban a alguien haya la máxima cantidad de testigos posibles. Era un lindo
proyecto y todos dijimos que debería impulsarse en todos lados, que era un
ejemplo de lo que podía y debía hacer la gente, para que no te agarraran sólo,
para parar al escuadrón de la muerte e identificar a sus ejecutantes. El
compañero subrayó que era algo que impulsaba la autorganización desde abajo.
Coincidimos en que ese tipo de cosas era lo que más faltaba, que había que
difundir el ejemplo y que la Orga no había realmente impulsado ese tipo de
cosas.
Sin
embargo la aceleración de los acontecimientos sociales hizo que ese, como tantos
otros proyectos, no hubo ni tiempo, ni posibilidades de llevarlo adelante, la
nefasta vorágine aparatista nos seguía deglutiendo.
Ángela
y el compañero siguieron hablando de varios temas, estructuras y compañeros
concretos y quehaceres, pero yo por respeto no escuché mucho y no recuerdo nada
más; salvo que luego me dijeron si podía
disponer de un vehículo para llevar al compañero para que no anduviera en la
calle. Hubo que salir a pedir prestado, pero esa noche se logró solucionar la
cosa y después de dar varias vueltas lo dejé en algún lugar de Montevideo.
Yo
no conocía al Bebe más que las fotos que había en los diarios, por lo que no lo
había reconocido. Si era el mismísimo Bebe…, pero hablamos como si no fuera…, él
no se había puesto ningún cartel y yo no había preguntado…ni cuando lo dejé en
la calle sabía que lo era. Además en toda la conversa había actuado como no
oficialista patrocinando la organización y el armamiento de grupos
independientes y de barrio. No tengo claro ni la fecha aproximada en la que
tuve ese primer encuentro pero supongo que sería a fines del 71.
Luego
supe que inmediatamente después del Abuso, había habido alguna primera
comunicación de Ángela y sus compañeros más próximos con Sendic y que otros
“abusos” habían contactado con ellos. Sin embargo esas conversas no habían
permitido ni clarificar la situación, ni hacer cambios cualitativos en términos
organizativos. Incluso Mario y Ángela habían hecho alguna ida al interior del
país para “aclarar cosas” con viejos compañeros pero vinieron bastante
desilusionados y no sé gran cosa de esas “aclaraciones”.
Desde
el Abuso, pasaron algunos cargadísimos meses antes de que Sendic reapareciera
con cierta regularidad. Sólo entonces y más allá de las divergencias
recomenzamos a laburar juntos con él, contribuyendo, de diversas maneras, a lo
que él llamó “esfuerzo general para asumir las circunstancias más allá de los
problemas anteriores”
Me
cuesta mucho recordar ahora como se fue dando ese proceso, porque se me
confunden bastante los hechos, pero puedo afirmar que Rufo se fue enterando de nuestros
esfuerzos organizativos que se habían desarrollado, durante el año y pico, que
ellos habían estado presos. Me consta que entendió perfectamente ese proceso y
que le pareció totalmente coherente que se luchara por armar las luchas del
pueblo en vez de armar a la Orga. Conociendo los compañeros y las
contradicciones, le pareció correcto que los compañeros siguieran en esa línea
de acción.
De
hecho legitimó la rebeldía contra los oficialatas, de quienes se habían opuesto
al encuadramiento y el desarme que la “Orga” había intentado. Incluso lo
primero que hizo fue preguntarles si necesitaban más armas y también, me consta,
que hubo una mejora en los viejos fierros que tenía Ángela y los compas más próximos.
Simultáneamente y consciente de la gravedad de la situación, que se estaba
preparando, no le resultaba en absoluto contradictorio en llamar a contribuir
con la Orga en ese proceso general que se está preparando y que muchos llaman “la guerra”.
Borrador 8: HACIA LA SUPUESTA “GUERRA”
Después
de esa primera reunión con Sendic hubo varios encuentros más. Alguna vez él no
venía, pero se mantenía la continuidad con un contacto en la calle o por una
compañera que venía en su nombre; otras veces Ángela lo veía en otras partes.
Discutimos
varias veces con Ángela sobre la necesidad de plantearle más claramente
nuestras divergencias con la Orga en la actualidad, por su reformismo, por su
aparatismo, por sus concesiones a los bolches, pero tuvimos muy pocas
oportunidades de discutirlas con él. Ángela siempre que charlábamos me decía
que yo debía plantearle tal o tal otra cuestión a Sendic, “porque los otros no
saben responder”, “dale planteale, no te achiques”…, “hay muchos compañeros
detrás nuestro que piensan lo mismo y no lo
dicen”, pero a mí no me resultaba fácil y nunca se dieron las
circunstancias ideales.
Alguna
vez expuse muy brevemente (y con
seguridad en forma confusa) nuestra crítica del Frente Amplio, critiqué
al oficialismo en defensa de las fracciones revolucionarias, incluso esbocé la
crítica del foquismo. Si bien había acuerdo en que el Frente en vez de unificar había provocado una gran división, que
lo electorero había liquidado la
unificación real de la gente luchando por su necesidades (que si bien
entiendo, por cosas que me han explicado otros compañeros que lo conocieron
bien, era lo que él llamaba “Frente Grande”),no logré ninguna definición clara
de su parte, ni siquiera oí con mis oídos, lo que los otros compañeros le
atribuían al Bebe, como crítica explícita
del aparatismo y del oficialismo.
Más
bien se callaba, rehuía la discusión, diciendo formulas del tipo “siempre habrá
problemas de personas”, “siempre habrá burócratas”, “no es nuestra línea el
concentrar todas las armas, pero sé que hay compañeros que exigen eso”, “la
Orga no son esos compañeros sino una realidad mucho más rica”…Lo que pasa que
yo no me animaba mucho a cuestionar porque aunque no era para él, lo tomaba un
poco de esa manera. Además yo era demasiado pendejo frente a alguien con tanta
experiencia y hasta mis propias palabras me sonaban un poco “teóricas” frente a
su manera tan terrenal y basada en la experiencia de tratar las cosas.
Era
sin dudas la fuerza de Sendic, su instinto clasista, su consecuencia, su
experiencia, pero era también una debilidad de toda la gente que peleaba en el
momento: el empirismo. El desprecio de
la teoría revolucionaria era la norma de esa generación de luchadores,
incluso de los que fueron más coherentes. La ideología dominante en los Tupas
(“estilo tupa”) fue su mayor expresión. Hoy resulta evidente que eso no sólo
nos llevó a la derrota, sino a la incapacidad de hacer un balance histórico de
la misma y a que fuera el enemigo quien
escribiera la historia.
Nunca
logramos hacer con Sendic una verdadera discusión, ni siquiera cuando venía
explícitamente para ello. Siempre se intercambiaban ideas rápido en medio de
algo que “había que hacer”.Por ejemplo una compañera largaba una gran
afirmación y la discusión desviaba hacia lo que había que hacer de inmediato, o
bien yo le preguntaba sobre la oposición entre el frente electoral y el frente
social, en el auto cuando lo llevaba, y él estaba en otra cosa y respondía con
media frase de fondo entrecortada con el trayecto que había que seguir….”dá
otra vuelta y me dejás después yendo para el lado opuesto de la calle” o “date
otra gran vuelta y volvemos en media hora”
Estaba
notoriamente absorbido por la que se venía, por la “guerra” que se iba
imponiendo. Era frente a una realidad que nos superaban que actuábamos en común.
Poco a poco, casi todos nosotros fuimos contribuyendo en un proceso y un
proyecto que en el fondo no entendíamos
bien. O dicho de otra forma “no la veíamos”, pero seguíamos en la cosa.
Ello abarcó a los Tupas y por extensión a toda estructura armada y también las
condujo a la ruina. Nadie comprendió con total cabalidad que se estaba
provocando una guerra militar y entre aparatos, totalmente perdida de antemano. Claro que habíamos leído algunos documentos
recientes sobre el Plan Tatú y compañía, que nos resultaban bastantes turbios,
pero no había muchas posibilidades, ni aperturas para la discusión. El empirismo generalizado nos continuaba
embretando.
Me
consta que Ángela y Mario le habían informado a Sendic que todos nosotros
habíamos militado en otras estructuras, que seguíamos teniendo varias
militancias que considerábamos imprescindible continuar. Sendic no sólo tuvo
total respeto y consideración con lo que cada uno había realizado y seguía
realizando en otras estructuras, sino que dejó claro que él consideraba eso
como indispensable y que la lucha contra el régimen requería todos esos
niveles. En este sentido Sendic funcionaba contra
la corriente oficial de la Orga; pero agregaba, “con más razón todavía,
debemos unir todas las fuerzas para apoyar la radicalización de la lucha que
esta llevando adelante la Orga” (cito de memoria).
Decía
algo así: si bien la Orga es parte de algo mucho mayor, lo que “estamos
proponiendo ahora debe ser apoyado por todos porque se jugará el futuro de
todos nosotros”. Muy naturalmente varios compañeros que habían participado en
la coordinadora “para armar las luchas” comenzamos también a asumir lo que Sendic iba proponiendo… Se organizaron
entrenamientos, desplazamientos, operativos para infraestructura y se prepara
gente para ir a las tatuceras. Yo nunca participé en una discusión, ni tenía
nada claro lo que implicaba el Plan…pero fue tan natural la implicancia en el
mismo de Ángela, de Mario, de otros compañeros,… que, en la medida que tampoco
exigía exclusivismo, yo también lo asumí como continuidad natural con toda la
militancia anterior.
En
ese cortísimo período la actividad fue frenética. Sin dejar de hacer nada de lo
que cada uno estaba haciendo antes en lo gremial, en lo organizativo, en lo
formativo… se hicieron cada vez más tareas juntos. Yo que como estudiante y
como docente participaba en el comité de movilizaciones y en esos días locos, no
había un solo día en que no hubiera una manifestación…, pero igualdespejaba
tiempo para organizar la ida de compañeros al interior. Los viajes eran
difíciles, había caídas todo el tiempo y controles en todas las rutas. Había
que eludir los controles en las carreteras y pasar por el campo; los compañeros
conocían mal las rutas, y de todas maneras caímos en pinzas y controles que era
muy difícil pasar…Al fin los milicos también conocían lo de las compañeras simulando
embarazos y aunque tuvieran los documentos en regla, las pinzas se ponían muy
pesadas. Muchas veces los vehículos se rompían, las provisiones no daban y
había que abandonar a los compañeros para que siguieran a pie en búsqueda del
contacto, mientras se buscaba como reparar el auto.
Cuando
volví a encontrar a Sendic sólo había tiempo para hablar de lo indispensable.
Ante los hechos decía: “si, cada traslado
es ahora una operación”. Recuerdo que nos daba bastante más dinero que el
inmediatamente necesario para asegurar los traslados, para que los autos
aguantaran el ritmo y el campo y para que a los compañeros no les faltara nada.
Evidentemente que además, una noche sobre dos, había que alojar alguno que
andaba a monte o que no quería dormir en su casa por si lo venían a buscar. Era
paradójico pero uno no podía decirle que no a un compañero de cualquier
estructura so pretexto de que uno también estaba haciendo otra cosa “importante”
para la Orga. Simplemente no se decía y a veces no daban abasto las poquitas
casas de confianza del barrio para alojar a la gente y se tenía que
descompartimentar, en la misma casa, a gente que en principio no se debiera
hacerlo y que hasta eran de “orgas” diferentes.
A
la propia Ángela le había sucedido que le habían pedido como “colaboradora” el
guardar algunas noches a un compañero. Nunca se le ocurrió decir “no puedo
porque estoy haciendo esto que es más pesado”. Claro que la historia oficial de
“La Orga”, la oficialata y aparatista, desconoce y oculta la riqueza de estas
vivencias y de esta real organicidad de
lo que consideraban “inorgánico”.
Al
fin sólo crucé alguna vez más a Sendic. Sólo para que me diera directivas o
cosas materiales (como dinero) o para llevarlo a una zona de Montevideo.
Siempre era más o menos por la misma zona pero nunca hacíamos el mismo
trayecto, me hacía ir para un lado y luego para el otro, , a veces dos veces, a
veces tres…, a veces por olfato no la sentía para bajar del auto…y me pedía que
diera una vuelta más o nos quedábamos paseando media hora más. Recuerdo que me
pareció muy contradictorio que con la imagen de la fuerza de la organización
que se estaba dando, cuando me dijo que usaban cada vez más caños de eternit
para que los clandestinos, y él mismo, pasaran alguna noche.
Todo
se iba haciendo más difícil y no había un cuestionamiento de lo global, se
seguía en lo concreto haciendo las cosas lo mejor que se podía, pero la falta de perspectiva global impregnaba la
realidad. En esos cruces rápidos con Sendic,sólo pude tener algún cambio de
ideas rápido, pero no recuerdo nada más importante.
En
cambio recuerdo, la última vez que
discutimos con presencia de Ángela y otra compañera, que sólo vi pocas veces,
porque esa vez si que me marcó.Con seguridad estábamos ya a fines de marzo o en
abril (¡muy cerca del 14…, porque luego no apareció más!)Y planteamos la
cuestión del peligro de la destrucción total de la Orga. Concretamente la otra
compañera basada en el viejo análisis de que una organización con estructura
piramidal no puede durar frente a la represión, como se había visto en Argelia
y como afirmaba Navillat, criticó el aparatismo y oficialismo que decía y hacía
lo contrario. Ángela secundó ese planteo, recordando otra de las tesis de
Navillat: el Uruguay es tan chico y nos conocemos todos, que una verdadera
compartimentación es además imposible.
Esa
vez Sendic nos hizo una respuesta bastante aparatista. Nos dijo que teníamos ese
temor porque no conocíamos la fuerza y poderío organizativo actual. Cuando
Ángela le respondió con elementos de su pasado anterior, insistiendo en lo poco
consecuente que era la compartimentación, Sendic le dijo “no conocés lo que ha
cambiado en la organización”; “hablás por tu conocimiento anterior, pero todo
eso ha cambiado totalmente, la Orga no es la misma”. E incluso utilizó una
fórmula que no recuerdo bien para afirmar que, ahora sí, podían asegurar que la
organización era indestructible. Ángela quedó chocada y la otra compañera
también porque no se la esperaban.
A
mi reconozco que eso me desilusionó bastante y como enseguida, se mostró como
un total error de apreciación, durante años yo supuse que Sendic había aceptado
esa tesis aparatista que condujo a la derrota. Hoy gracias a otras vivencias y otros
relatos de compañeros que lo conocieron mucho más, pienso que fue un error de
apreciación pero que ello no implicó en absoluto una concesión a los fundamentos
del oficialismo Tupa, porque independientemente de ello Sendic siempre fue un “loco”
para el oficialismo. Cuanto más pasa el tiempo y se conocen pormenores del
oficialismo, más se puede afirmar que la política de Sendic era en los hechos
fraccionalista con respecto a la oficialidad Tupa (la misma que luego se
abrazaría con la oficialidad no Tupa), que nunca hubiese tolerado esas
estructuras paralelas e “inorgánicas” con las que Sendic funcionaba. Había
muchos otros compañeros que conocían dicha práctica, por lo que no era
ignorancia: si no se lo acusaba de fraccionalista era porque hubiese sido
demasiado groso, burdo el acusar a Sendic de eso. Por el contrario, el
oficialismo cultivó su imagen por oportunismo.
También
las actitudes contrapuestas entre la dirección oficial de los Tupas y Sendic
durante la caída y luego de la salida de la cárcel, permiten afirmar que Sendic
siguió siendo un desalineado y un “loco”. Justamente por eso hubo luego, varias
y consecuentes, campañas de los oficialatas, descalificándolo como loco, lo que
permite afirmar que siempre su crítica molestó al oficialismo.
Sean
cuales sean sus errores de apreciación, me parece importante señalar que en lo
realmente importante, Sendic nunca aceptó la colaboración con los milicos y en
general con el Estado y el Imperialismo que el oficialismo, del Ñato y compañía,
inauguraron hace 40 años en el Cuartel Florida y que hoy siguen practicando. Lo
que evidentemente debe hacernos pensar, hasta que punto, así como hay una
unidad programática entre frente populismo y aparatismo, entre electoralismo y
estalinismo, entre militarismo y subordinación a los milicos; la hay entre
organizar lo “inorgánico”, el no sectarismo típico del dirigente cañero y otra
concepción de la unidad de la clase o del frente (“grande”), que nada tiene que
ver con la de los señores que hoy gobiernan.
El
antagonismo no puede ser más grande entre estos y el Bebe. De una forma o de
otra el Bebe siguió con “soy RUFO y no me entrego” y dio así el ejemplo para
una minoría que también siguió y sigue en la lucha consecuente, aunque dicha
minoría siga muy dispersa y careciendo de teoría revolucionaria. Mientras que
Amodio primero y luego la dirección oficial, con el Ñato a la cabeza, pusieron
todo el aparato al servicio de los milicos y el capitalismo. El aparatismo
mismo y el verticalismo facilitaron esa sumisión, de la mayor parte del
aparato, a dicha dirección contrarrevolucionaria.
BORRADOR 9: LA
ENCERRONA
Socialmente
se habían producido cambios que entonces no entendíamos en toda su dimensión.
En
los años 68/69 se había vivido las primeras fases de una guerra social entre la
burguesía atacando y el proletariado resistiendo. Luego de la potentísima
campaña electoral y la consecuente dispersión y reducción de la masa, a mera
espectadora, sumado al triunfo del partido gubernamental en 1971, todo va
convergiendo hacia una guerra de aparato contra aparato. La gente que había
gastado sus energías en lo electoral sólo se asumía como espectadora de un
partido que entraba ahora en su fase decisiva: los penales. El encierro que
había logrado el Estado burgués era tal, que si no aceptabas el papel de
espectador, sólo te quedaba entrar en el aparato y esperar órdenes para
enfrentar al aparato militar de la burguesía. La frase del Che “el deber de
todo revolucionario es hacer la revolución” se interpretaba de forma limitada y
restringida, como la necesidad de entrar al aparato, y contribuía a la
encerrona final. Aunque no nos diéramos cuenta, ya se había cumplido la batalla
decisiva del plan estratégico general del capitalismo, del imperio y de las
Fuerzas Conjuntas, tal como efectivamente se había planificado (ver libro
realizado por las Fuerzas Conjuntas en donde el primer punto de la estrategia
de liquidación era asegurar/imponer el circo electoral). Ahora sólo quedaba
ponerle el punto final, el más fácil para ellos, liquidar el aparato armado.
Las
decenas de miles de proletarios ya no peleaban con su clase contra el poder.Al
contrario como clase sólo esperaban tal o cual acción del aparato contra todo
lo que consideraban injusto, mientras que individualmente, eran solicitados
para tal acción o colaboración en el aparato. Si antes la represión no había
podido acallar a los proletarios en lucha, sino que había incitado a más lucha
aún; ahora luego de la división electoral, luego del festín y carnaval
ciudadano, realizado por el Estado, lo único que quedaba para “oponerse a la
derecha golpista” era el “aparato armado”. Ya la encerrona era total, todo
convergía no hacia una guerra de clases, sino hacia un enfrentamiento entre
aparatos que estaba perdido de antemano. La batalla no podía ser más desigual:
todo el aparato represivo del Estado (¡no sólo nacional sino internacional del
capitalismo!), contra dos o tres pequeños aparatos armados que contaban a lo
sumo con algunas decenas de mujeres y hombres con buena voluntad, pero muy mal
armados y con bajo entrenamiento militar. Hasta los “proletarios con uniforme”
que tantas contradicciones habían tenido (¡en el 68/69 había habido cuerpos
represivos paralizados por el miedo o por sus contradicciones!), se iban
unificando detrás de las órdenes de los represores.
Ya
era “papita para el loro”. Pero además para mejor preparar la guerra, el Estado
hablaba de paz y de perdón y la encerrona resultó total cuando quienes hablaban
de guerra y de solución militar eran los aparatistas, los oficialistas Tupas….,
muchos de los cuales, luego de los primeros golpes represivos, pasarían a
colaborar con el ejército y el Estado uruguayo.
Resulta
sin embargo imprescindible reconocer que en este asunto de la guerra implicaron
a todo el mundo y que nunca hubo claridad contra ello. Tal vez por aquella
creencia, en la indestructibilidad del aparato, tampoco Sendic se opuso y hasta
hubo una declaración formal de guerra acompañando algunas acciones (en
Paysandú), que se presentan como prueba del desencadenamiento de la misma bajo
su responsabilidad directa.
Como
muchos militantes entonces, con Ángela, y otros compañeros (incluyendo a
Sendic) hablamos varias veces de “la guerra”. Hoy pienso que ninguno de nosotros entendía bien de qué guerra se
trataba, o dicho de otra manera, que la guerra que nosotros imaginábamos no
podía desarrollarse, porque el Estado ya había impuesto la guerra entre
aparatos y nosotros no éramos conscientes hasta que punto lo habían logrado. El
mayor triunfo de la burguesía ya había
tenido lugar: ya no había un empate social producido por la respuesta
masiva y clasista a los ataques de la burguesía y el Estado; sino que la gran
mayoría de la población estaba abombada y dispersada por el electoralismo y
sólo se vislumbraba la respuesta a “la dictadura” en base a “los Tupas”.
Antes,
nosotros hablábamos y concebíamosuna guerra social entre los opresores y los
oprimidos, entre explotadores y explotados, entre el poder y la gente; pero
aquella contraposición, poco a poco, había cedido lugar al tira y afloje entre
los milicos y la Orga. E incluso en esta mala postura, en el mismo momento que
quienes estaban con el dedo en el gatillo (preparando submarino y picana),
contra nosotros, hacían discursos de PAZ y concordia nacional, había quienes,desde
los Tupas, seguían cacareando como ganadores. ¡No tenían ni idea de lo que era
una guerra, por eso cacareaban tanto acerca de la misma! ¡La primera de las
leyes de guerra, es precisamente que la gana, quien más habla de paz! ¡Ejemplo:
todas las guerras mundiales!
Otra
cosa que indudablemente hizo el poder, para esa transformación de la guerra
social, en guerra de aparatos, fueron los Escuadrones de la Muerte. Desde el
principio de nuestras charlas y trabajo común con Ángela nos planteamos la
lucha contra esos aparatos, como se lo planteaban entonces todos los
compañeros. Nos sentíamos personalmente amenazados. Evidentemente que entonces
no sabíamos que era un método general de la contrarrevolución que había sido
utilizado en todas partes tanto por los Estalinistas, como por las potencias
occidentales (Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Israel…) y que ya
estaban operando en Uruguay. Creíamos que eran “fascistas criollos” ligados a
la JUP y no sabíamos que en realidad, la JUP como otros fachos y milicos de un
cierto nivel, habían sido formados para ello, por las grandes democracias
occidentales y que tenían planes sumamente elaborados y fuertes apoyos
internacionales.
Los
luchadores sociales radicalizamos la acción de grupos gremiales y estudiantiles
en la denuncia, en el enfrentamiento y el accionar concreto contra quienes
aparecían como la expresión visible de esos “fachos” que se aparentaban de
lejos o de cerca con ese “Escuadrón”. Durante meses a las bombas contra los
militantes respondieron bombas contra las casas de personajes siniestros del
régimen y de colaboradores abiertos. Según, decía Ángela y Mario, Sendic
siempre había advertido, sobre el peligro de la guatemalización y todos éramos
conscientes de que si se entraba a responder, muerte por muerte,ello
desencadenaría un proceso que nos llevaría a la ruina. Sabíamos que si el
enemigo seguía con los asesinatos y nosotros entrábamos en ese proceso, íbamos
al muere, que el responder muerte por muerte era catastrófico, pero todo lo
hecho hasta el presente, en denuncia y publicidad, había sido insuficiente,
para parar las muertes de nuestros compañeros. En todas las estructuras y
grupos nos planteábamos el “qué hacer”, nos encontrábamos desesperados por una
situación terrible de terror, de asesinato de compañeros y de amenaza
permanente.
Eso
sí lo discutimos bien con Sendic, y es lo que recuerdo mejor, como una buena
discusión. Sendic daba como ejemplo de lo que había que hacer lo que le
habíamos contado antes, la defensa de la gente por barrio en base a mecanismos
de alarmas colectivas, pero reafirmó que el matar a un facho porque mataban a
un militante sería catastrófico, que así no sólo no pararíamos nada sino que sería
un proceso interminable y sangriento que iba contra los intereses humanos en
general y que se beneficiarían ellos. Coincidimos en que la violencia
revolucionaria no es un fin, sino por el contrario, un medio que busca eliminar
para siempre la violencia del hombre contra el hombre; que mientras que era
normal que los fachos y milicos quieran ese tipo de sociedad de asesinos,
nuestro objetivo es muy diferente, y ganarían ellos y no nosotros, en embretarnos
en ese tipo de guerra sin fin.
Sostuvo
que por eso habían decidido no utilizar la supresión física,hasta que con ella
se lograra liquidar el centro y la cueva procreativa de esos asesinos. También
nos dijo que desde hace tiempo se buscaba conseguir la información necesaria y
que por eso no se había dicho nada. Nosotros más bien respondíamos con la
impaciencia y hasta reprochábamos que las energías se dilapidaran en cuestiones
electoreras y reformistas en vez de actuar. Nos parecía absurdo que el aparato
no sirviera ni para eso que era indispensable. Fue entonces que nos dijo algo
así como “ahora sí tenemos la información, ahora si actuaremos y realmente
verán que eliminaremos la raíz del problema”. El asunto nos sorprendía y nos
entusiasmaba mucho y quedamos evidentemente a la expectativa…Ángela tenía más
elementos, yo no.
Fue
sólo después del 14 de abril que entendimos lo que había querido decirnos y
desde el principio vimos que si bien se había acertado perfectamente al
objetivo técnico, se le había errado
al momento político. La decisión era
impecable, se eliminaba la causa del mal, se había golpeado en el centro mismo
del Escuadrón y terrorismo de Estado, pero se había hecho en función de las
posibilidades técnicas (en función de cuando se dispuso de la información y se
estuvo en condiciones de operar) y no del momento político. Esa acción era
totalmente lógica y socialmente legítima
como respuesta social y hubiese sido una excelente acción política luego de los
asesinatos de nuestros seres queridos. Resultó mucho más difícil de hacer
avalar socialmente, cuando se hizo dado que, por las declaraciones de paz de
los milicos y de guerra de los Tupas, aparecía como una acción ofensiva de declaración de guerra.
En
los hechos, el aparatismo había conducido a decidir esas operaciones haciendo
abstracción de las condiciones políticas y basándose únicamente en las
posibilidades técnicas del aparato. Con ello se estaba cerrando la trampa: ¡nos
estaban esperando! ¡Por eso hablaban de paz!
Tenían
todo preparado para hacer la guerra sin piedad al “Enemigo”, tal como definen
los libros de las Fuerzas Conjuntas a “los Tupamaros”. Sólo estaban esperando
que hiciéramos un acto que socialmente pudiese ser presentado como “acto de
guerra” del aparato, que despegara a
éste aún más de la población, para pasar a la guerra real y sin piedad
contra el mismo.
Yo
nunca más tuve la posibilidad de hablar con Sendic personalmente (cuando lo
hice en los años 80, las condiciones habían cambiado totalmente, había mucha
gente e intereses diferentes en el debate, y hablamos -y discrepamos- sobre
otros temas), pero estoy convencido de que tampoco tenía consciencia de que ese
acto desencadenaría todo lo que el enemigo esperaba y activaría la trampa, no
para la guerra, sino para justificar la masacre que vino después. Más, en
aquella discusión nos dejó toda la impresión que, como nosotros, él consideraba
esas acciones limitadas, y en realidad defensivas
y de respuesta contra la masacre de nuestros hermanos, como totalmente
diferente a las pretensiones de declarar la guerra que se bocineaba desde el
oficialismo (pero no retuve nada explícito de su parte en este sentido). En
efecto esta era una posición irresponsable e infantil que en última instancia
contribuyó a lo que el enemigo planificaba.
Es
verdad, que incluso entonces y a pesar de todas las contras ese acto, de
liquidación física de los jefes del Escuadrón de la Muerte, que había torturado
y asesinado a nuestros compañeros queridos, tuvo una enorme simpatía popular,
es verdad que ese acto tal vez todavía hubiese sido avalado socialmente y no
conducía en sí mismo, hacia el enfrentamiento exclusivamente entre aparatos.
Pero, como se diría hoy, ya estábamos en el horno (guerra aparato contra
aparato) pero todavía había una puerta abierta…, todavía el poder no podía
legitimar cualquier cosa….
Sin
embargo un mes después…¡cerraron la puerta del horno! El Estado, los milicos
presentaron los asesinatos que hicieron ese mismo 14 de abril de varios
queridos compañeros, como una respuesta, pero quedaba todavía demasiado
evidente que habían salido a defender “el ilegal” Escuadrón de la Muerte (el
resto del accionar terrorista del Estado democrático era todavía más o menos
legal) y el ejército no se sentía todavía unificado para salir a torturar a
mansalva como lo hizo después. Esto nos lo dijeron y confirmaron luego, cuando
estábamos presos, muchos soldaditos y algunos oficiales: ellos no querían salir
a reprimir y menos torturar a gente que hacía justicia…;”creíamos que la guerra
no era contra nosotros”
Pero
de los dos lados se hizo lo posible para cerrar la puerta del horno en el que
ya estábamos. De “nuestro lado” los Tupas seguían gritando a voces que ahora
querían “la guerra y que “había que pasar al ataque” (¡cuando el ABC de las
leyes de la guerra dicen lo contrario!) Del otro se seguía torturando y
masacrando, pero declarando y jurando que se respetarían los derechos de toda
la población.
Luego
vino la jugada maestra, que concluyó con la muerte de los cuatro soldados, que teatralizada
por el Estado (puesta en escena de la foto tomando mate para los medios),
sirvió para mostrarle a la tropa indecisa que la guerra era también contra
ella. Hasta la contradicción de clase en el seno ejército, que siempre juega en
contra del terrorismo de Estado abierto (ejemplo: revolución rusa o mexicana),
pasaba así a segundo plano. Desde “nuestro lado” hasta los propios documentos
que caían en vez de llamar a la lucha de clases, a desertar el ejército
represor y oponerse a los oficiales, llamaban a la guerra contra el ejército. Era
la otra pata del policlacismo frentista
que junto con el aparatismounificaban al
ejército contra la subversión: la destrucción de la guerrilla se hizo
inevitable.
Justamente
en esos días nuevos compañeros, que estaban en otras tareas pedían ingresar a
la “lucha armada”… Ángela a pesar de sentir que la cosa venia mal, siguió
integrando gente, algunos fueron para las tatuceras. Todo era vertiginoso no
discutimos mucho; yo tomé la responsabilidad, a contracorriente de decirle a varios
que esperaran, que no era el momento… e incluso paré a alguna integración que
Ángela había promovido (¡cosa que recién conocí, o me hicieron acordar, muchos
años después!). Algunos de aquellos compañeros se salvaron de la represión
otros ingresaron de una u otra forma en las estructuras armadas y fueron
reprimidos y muertos en los años subsiguientes, alguno se exiló y pudo zafar.
El
desastre social fue inevitable: a la derrota física siguió la derrota política.
El reformismo y la democracia burguesa, que habíamos combatido con todas
nuestras fuerzas, se transformaron en la única alternativa social posible. La
revolución social desapareció totalmente como perspectiva durante muchas
décadas. El Frentismo y el viejo programa de la izquierda burguesa y de los milicos
progresistas se impusieron como única posibilidad. Hasta muchos anarquistas
dejaron de serlo y se hicieron frentistas y el Frente Amplio pareció tener el
monopolio de la contestación social. El ciclo se cerró cuando, una vez salidos
de la cárcel, los mismos aparatistas y oficialistas de antes, junto con
torturadores impunes se hicieron con el monopoliodel poder del Estado y el
Capital. Ellos mismos escribieron la historia según la cual en este país sólo
se peleó en defensa de la democracia.
La
reaparición de la perspectiva revolucionaria se hará necesariamente contra
todos ellos.
BORRADOR 10: LA
CAIDA Y LA VERSIÓN DE LOS MILICOS: “LA GUERRILLA”
Desde
mediados de abril las caídas se generalizan, se empieza a saber que muchos
colaboran, que otros traicionan, se cortan los contactos, los desplazamientos
se hacen difíciles en todas partes... Alguno reconoce a tal o cual militante
vestido de milico en un jeep apuntalando compañeros…El desbande generalizado
comienza, muchos cruzan el charco… perdemos contacto, nunca sabremos si tal o
cual que habíamos tenido que dejar en el camino para que siguiera a pie, había
o no, llegado a contactar, con los compañeros…. Hasta las señoras viejas, del
barrio que están de nuestro lado, sabían que Amodio Pérez apuntalaba gente, y
hasta decían haberlo reconocido junto a milicos (“¡vi a Amodio en un jeep!”).
Todos tuvimos alguna propuesta de irnos pero ni lo pensábamos. En realidad
creíamos que a nosotros no llegarían,… en esa última fase habíamos sido
verdaderamente muy cuidadosos y no habían habido descompartimentaciones de
nombres, ni de lugares.
Cuando
crucé a Ángela, nos dijimos mutuamente, que no había elementos para llegar ni a
su casa, ni a la mía…porque casi nadie sabía llegar…, lo que no pensábamos era
que la batida podía venir de otra parte… En realidad la batida vino de unos del
“22 de diciembre”y más precisamente del Pocho Paiva y Jovita Silveira, que
habían estado al tanto de la cuestión de la coordinadora para “armar las
luchas”, sin que yo sepa al día de hoy, si participaron o no de las acciones, o
sólo batían de oídas. Lo que sí constaté es que, por suerte, conocían muy parcialmente
las cosas.
Los
hechos se suceden aproximadamente así. Un día (fines de mayo) allanan la casa
de Ángela…, sin que ellos estén presentes. Muchas veces habíamos hablado de esa
posibilidad y siempre habíamos acordado que Mario cargaría con la
responsabilidad de todo lo que ahí hubiera o pudiera atribuírsele; pero que
Ángela no tenía nada que ver. Era por eso que hacía un poco de cobertura, yendo todavía, al Comité del Frente. Para los otros
compas del barrio, el verso era evidentemente, que sólo iban por ahí porque
conocían a Ángela del comité y punto.
Ángela
y Mario al aproximarse a la casa atravesando el baldío del Clínicas constatan
el operativo y deciden que Ángela se presente y que Mario pase a la
clandestinidad. Saben que los milicos habrán encontrado armas, pero como
convenido será Mario que no está, que “las había traído”. Mario pasa a la
clandestinidad. Muy rápidamente se decidirá su traslado al interior para
incorporarse al Plan Tatú.
A Ángela los
milicos no la acusan de Tupa sino de pertenecer a otra organización “La Guerrilla”.
Los propios milicos no conciben la cosas de otra manera que en términos de
aparato y como las personas que dan información sobre Ángela, no son Tupas,
cuentan que hacían operaciones para “la guerrilla” no tupa y mencionan el
diario de Marighella, en donde se habla de “la guerrilla” por todas partes…,
los milicos y los colaboradores bautizan
ese grupo humano como si fuera una organización diferente.
Ni
para la historia oficial, ni para la policía tenía cabida el movimiento social
y sus expresiones, sino que sólo había aparatos y estructuras. Desde ese
momento los milicos buscarán a una quincena de compañeros más, para apresarlos,
torturarlos y procesarlos por pertenencia a “La Guerrilla”. En los meses
siguientes por lo menos una decena de compañeros serán acusados de pertenecer a
dicha “organización”, varios más pasarán a la clandestinidad o saldrán del país
por esa persecución. Otros no serán identificados nunca pero nos torturarán
para conocer sus nombres.¡Las Fuerzas Conjuntas emitirán varios comunicados
sobre esa nuevísima organización!
Ángela
no se esperaba que la punta que le saltó fuera tan pesada, por eso mismo se
había presentado. No se le había pasado por la cabeza que la acusación
concernía cosas “tan viejas” como las efectuadas un año antes o más. Hoy
parecerá ridículo, pero en ese entonces, con la velocidad que se producían los
acontecimientos, lo que habíamos hecho uno o dos años antes, parecía viejísimo
y bien enterrado. A ninguno de nosotros, que todos los días nos arriesgábamos
haciendo algo nuevo, nos parecía que lo que se había hecho un año antes estaba
ya olvidado y nadie lo traería a colación. No conocíamos para nada el mecanismo
de la tortura y de la colaboración.
Contrariamente
a lo que pensábamos, el delator no
dice lo que le preguntan, sino que una vez que empieza a colaborar va contando
todo lo que se acuerda, y sigue y sigue, contando cosas nuevas y viejas, cosas
que vio o que escuchó. También cuenta lo que otro le dijo y así llega a
proporcionar informaciones y hacer acusaciones hasta sobre lo que no conoce y
que sólo imagina. Llega al extremo de hacer méritos permanentemente llamando a
los interrogadores y contándoles lo que sospecha, lo que piensa que puede
servirles.
Ese
fue el caso de estos dos personajes, que llevaron a decenas de compañeros
presos de varias organizaciones y que acusaban a gente, incluso cara a cara,
como hicieron conmigo, por lo que otros, le habían contado que habían hecho. Lo
peor, cuando iban a careo con uno, diciéndole frente al torturador
“participaste en tal cosa”, como si fueran milicos, era que uno creía que
realmente lo eran, porque por ejemplo yo, a quien me acusaba, no lo recordaba
para nada: me cantaba por mentas.
Para
Ángela fue terrible, porque Jobita la conocía bastante bien, ella siempre
circulaba por el barrio y también tenía un cierto acceso a su propia casa. Fue
una traición horrible que Ángela sufrió enormemente. Aunque sea hasta
redundante porque nadie se salvaba de la tortura, quiero señalar en su honor,
que Ángela fue brutalmente torturada y logró que los milicos la odiaran más.
Desde
entonces yo no tuve muchos contactos directos con Ángela, pero en todas las
comunicaciones indirectas, como la única vez que nos vimos luego de la cárcel y
el exilio, Ángela subrayaba que la traición y colaboración habían sido totales
y horribles para ella y que esa persona siguió durante toda su detención
obrando de esa manera.Otros compañeros confirman que esos traidores, siguieron
colaborando abiertamente con los milicos durante toda su cana.
Claro
que esos dos personajes no sólo denunciaron a los que junto con los milicos
definieron como La Guerrilla, sino a compañeros del “22 de diciembre”, de los
Tupamaros, de la Comunidad del Sur…así como a otros, a quienes acusaron de
rebote y que pertenecían a otras organizaciones.También habían dado todo tipo
de datos del propio Mario, el compañero de Ángela, agregando detalles sobre su
persona y su participación en acciones, pero éste ya estaba clandestino. Caería
varios meses más tarde en una Tatucera. No tengo mucha idea de cómo fue su interrogatorio,
pero supongo que bastante complicado por haber pertenecido a tantas
organizaciones diferentes y haber tenido tantos seudónimos. Lo encontré como un
año después estando ambos en el Penal de Libertad, para un careo, ante la
Justicia Militar, por las contradicciones conmigo. En el que explicó que aquel
acusado del que hablaban los delatores en realidad, no era yo, lo que terminó
por limpiarme de lo que todavía me atribuían.
Muchos
de los denunciados y acusados por Paiva y Jovita, nos encontramos en el Quinto
de Artillería. A mí, me fueron a buscar como un mes y medio después, sin
grandes elementos concretos sobre mi persona. La verdad que tampoco lo
esperaba, pero pensé que la detención venía por las movilizaciones
estudiantiles.Pero estaba acusado, particularmente por Paiva, de haber participado
en tal o cual rapiña…lo que evidentemente complicó mucho mi vida y dificultó mi
declaración. Por debajo de la venda, pude ver a varios compañeros, que había
cruzado compartimentado un año antes, en todo aquel asunto de la coordinadora y
me confirmaron que habían admitido participación, tal como se había denunciado,
incluso la absurda acusación de pertenecer a “La Guerrilla” …Un compañero
agregaba: aunque aclaré que “yo no sabía que el grupo se llamaba así”.
Hasta
el día de hoy, me llama la atención que hayan realmente creído que hubo una
organización como tal que se llamaba así y que sin embargo nunca escribió
ningún comunicado, nunca hizo ninguna publicación como tal, nunca se hizo
conocer, ni pretendió reclutar con dicho nombre. ¡La supuesta organización
nunca se había querido hacer conocer como organización!
Pienso
que la explicación, se encuentra en el hecho, de que lo de la guerra aparato
contra aparatoes una ideología en la que realmente creían los milicos y
torturadores. Ellos no enfrentaban a un movimiento social con miles de
estructuras, cabezas y expresiones, con órganos que asumen tareas de la clase y
células que actúan en función de tal o tal necesidad resentida por la lucha.
¡Cuántas veces un grupo de fábrica o de estudio un comité de movilizaciones o
de organización, se organizó sólo para una acción puntual!Pero eso no es parte
de la Historia con mayúscula que escribieron los oficiales y oficialatas.
Ellos
hicieron la guerra contra organizaciones, contra aparatos, contra subversivos
que estaban organizados en grupos guerrilleros específicos. La riqueza del
movimiento, la militancia doble, triple, múltiple, los diferentes niveles, la
vida social misma, no existen en esos seres sin cabeza (que dan y obedecen órdenes), lo que existen son
los aparatos. Ni la gente misma existe, sólo existen los agentes de tal o tal
“organización subversiva”. Para ellos “la esencia misma del terrorista es no
tener más vida que la de su secta”. La propia propaganda de las Fuerzas
Conjuntas y sus tenebrosos comunicados exponen todo el mundo de esa manera, es
la manera milica de ver la historia.
Lo
que fue más grave es que el oficialismo Tupa también veía las cosas de esa
manera y consideró a “esa organización”, como una “micro” más, mostrando contra
los compañeros que habían sido acusados de pertenecer a ella, todo su
sectarismo, todo su aparatismo. No debe extrañarnos entonces que cuando
hablaban los oficiales de las Fuerzas Armadas con los oficialatas Tupas haya
habido siempre tanta comprensión: eran jefes de aparatos que usaban seres
humanos.
Desde
nuestro punto de vista lo bueno de esa acusación de pertenecer a “La Guerrilla”
fue que no buscaron otras pertenencias y acciones. Para los milicos Ángela era
militante de “esa organización” (y secundariamente del “22 de diciembre”)… y
sólo, cargaron y acusaron por eso. Como varios de nosotros, fue torturada e
interrogada sobre esa base, su importancia como militante social no interesaba
(todavía) a los milicos, tampoco fue acusada por Tupa. Los traidores, que la
habían denunciado, no conocían gran cosa del programa revolucionario por el que
Ángela luchaba, ni los fundamentos políticos de aquel intento de coordinadora.
Ellos mismos eran muy militaristas y bocamaros. Menos sabían de lo que los
diferentes compañeros habían continuado haciendo, el último año, sólo habían
escuchado hablar de tal o cual operación de antes y en base a esos habían dado
nombres y todos los detalles posibles.
No
digo que no nos hayan dado más de una patada o puñetazo preguntando por lo que
había pasado después, pero como no hubo entre esos compañeros acusados de La
Guerrilla ningún colaborador de los milicos nunca supieron gran cosa. Además,
incluso jurídicamente, eso nos beneficiaba a todos en la medida en que como los
hechos de La Guerrilla eran pocos y anteriores a la nueva ley de seguridad del
Estado, que agravaba todas las penas; por lo que la misma no podía aplicarse a
nuestros casos. Sólo a título de ejemplo “la asociación para delinquir” era de
acuerdo a la vieja ley excarcelable y
creo que “costaba” de 6 meses a dos años; pero lo mismo se llamaba ahora
“asociación subversiva” y costaba de 4 a 16 años y no era excarcelable.
Lo
malo era evidentemente que algunos milicos la consideraron como una
organización militar y peor “sólo militar” porque no había “política”, lo que
era totalmente absurdo para nosotros pero totalmente lógico en el pensamiento
milico. Incluso algunos de ellos
pretendieron que era una “organización de cuadros militares”
Por
eso aquello de que Ángela era “solo del
Frente” no marchó. Había sido denunciaba con acusaciones muy precisas en cuanto a participación en
acciones. Además, por razones ideológicas y morales propias a la misma
mentalidad milica, el Juez pasó a considerarla como ¡la más peligrosa de todas las personas arrestadas en esa organización!
Fue tan así la cosa que mis propios abogados me aconsejaron que no insistiera
más en que era amigo de ella y que ella como yo no teníamos nada que ver con
nada, porque eso en vez de limpiarme agravaba mi caso, porque sobre Ángela,
seguían apareciendo “agravantes”: “no
sabemos porqué, pero el Juez militar le tiene un odio increíble y se ha
ensañado con ella”, me decían.Yo sí había comprendido porqué.
Algunos
en negativa total sobre cualquier acción, otros en reconocimiento parcial, lo
cierto es que a los supuestos militantes de La Guerrilla nos condenaban a una
situación muy difícil como presos, de la que me consta que Ángela sufrió mucho:
nadie podía aclarar mucho porqué razón estaba preso. Éramos los únicos
compañeros que habíamos caído por una supuesta “organización” que no había existido como tal y que no había
escrito, ni explicado nunca sus acciones y que no reclamaba ni su existencia.Hasta
como presos éramos “raros”, porque habíamos participado en acciones de las
cuales nunca se reveló su razón de ser, y eso creaba un a priori desfavorable
en relación a otros presos.
Muy
pocos compañeros, externos a dicha experiencia, conocieron la verdad durante la
cana, en realidad nosotros no podíamos desmentir nada sin denunciarnos. Sólo
con el tiempo explicamos parcialmente algo de la realidad.¡Nos tuvimos que
callar la boca durante años!
De
más está decir que el sectarismo y el aparatismo Tupa largó varias campañas
contra esa fantasmática “microfracción” que ni siquiera se reivindicaba como
tal y cuyos “dirigentes” nunca aparecieron. ¡Hasta esto hacía de esa
organización algo sospechoso! En efecto, según la información proporcionada por
los traidores y en base a la clásica
visión milica de la historia, esa organización de malvados tenía jefes que eran
los más malvados de todos. Justamente según los comunicados de las Fuerzas
Conjuntas los “jefes de la guerrilla” eran: Navillat, O’Neill y Arazatí López.
Justamente
3 compañeros que nunca cayeron en Uruguay y que los comunicados de las Fuerzas
Conjuntas, como era habitual, acusaron de todo lo que se les ocurrió. Por eso
aprovecho también este escrito sobre Ángela, para restaurar algunas verdades sobre
esos compañeros queridos, que también fueron “olvidados” por la historia
oficial.
Borrador 11: Sectarismo y Colaboracionismo Tupa
Entre
los Tupas hubo valerosos compañeros que no participaron de esa visión sectaria
y aparatista, ni contribuyeron a esas campañas contra “las micros” (que hubo absolutamente en todos los
cuarteles y cárceles y también en el exilio), pero es importante saber que esas
campañas de ninguneo fueron comunes y mayoritarias. Con seguridad ya en la cárcel, los
aparatistas se estaban vengando contra quienes, siempre habíamos criticado el
oficialismo y no tengo dudas de que bajaron la línea de proceder de esa forma
contra “nosotros”. Años después Ángela
me contará que se había enterado que algunas se soplaban en el oído: “tené
cuidado, esa no es una compañera” (lo que era la traducción aparatista y
sectaria de “no cayó por Tupa”).
Sin
embargo otros elementos que me aportaron recientemente, indican que en las
cárceles de mujeres, ese fenómeno no tuvo el peso que tuvo entre los hombres.
Supongo que ello se debió a que si bien entre las mujeres hubo varias “Amodio”
(utilizo esto para facilitar la comprensión y no como una muestra de adhesión
al mito “Amodio”) es decir colaboración individual, no hubo un verdadero Ñato,
es decir la capacidad de organizar la colaboración colectiva como continuidad
disciplinaria y organizada.
En
la cárcel de Libertad claro que hubo el “cuidado ese no es compañero”. Una
mayoría de los primeros presos funcionan así, se oponían a hablar de cómo se
habían portado en la tortura, se consideraba compañero al traidor, al
colaborador e incluso se lo promovía como fajinero, pero no al que calificaban
de “microfraccionalista”. Cuando esos mismos fajineros junto al milico, te
sacaban a prepo para trabajar diciendo que no era verdad que “estabas enfermo”
varios presos éramos conscientes de la similitud con el mecanismo de los Kapos
en los campos de concentración en Europa. Muchos de los fajineros estaban ya
más del lado de la botoneada que de los presos.
Yo
viví el sectarismo, desde los dos lados, en la propia cárcel de Libertad. Una
vez me llamaron a la Cantina para decirme “mirá que ese Lemos, con quien
hablás, no es compañero...., está preso por ‘la guerrilla’”. A lo que yo
respondí que “para mi, ese sí es un compañero y un gran compañero que no
entregó a nadie como, sí lo hicieron, muchos de tus jefes”. Denunciaba así el
silencio que habían impuesto sobre el tema de la máquina, así como la
protección sectaria del aparato, que cubría a comandos y subcomandos que se
habían quebrado y cantado a compañeros. Evidentemente eso fue muy mal
percibido, pero por suerte había bastantes presos demasiado discrepantes que ni
necesitaban hacer ese tipo de “declaraciones inconvenientes”para caer en
desgracia yser considerados como “no compañeros” por los oficialatas.
Quisiera
volver ahora a las compañeras que, hace unos meses, cuando muere Ángela,
escriben en este medio y denuncian a los traidores del gobierno por
abandonarla. Sí, tienen razón compañeras, son unos traidores. Pero como he
tratado de resumir en estos borradores, Ángela ya antes de la cárcel se llevaba
muy mal con los aparatistas, durante la cárcel ellos siguieron del otro lado
poniéndola en una casilla diferente y no compañera. No es de extrañar que luego
de tanto servir a los milicos, al Estado y al capitalismo, los Tupas
oficialistas ni se hayan inmutado por la muerte de Ángela. Ahora se entenderá
lo que había afirmado al principio de estos borradores, (¡que se me hicieron
tan largos!): no fue en los últimos años, sino que durante más de 40 años la militancia de Ángela se contrapuso a la
de los Gobernantes hoy. Por lo que hay
que ir más lejos que ese tema de la traición e insistir en lo que fueron
proyectos sociales antagónicos entre quienes lucharon contra el capitalismo y
quienes estaban siempre prontos a embarcarse en cualquier proyecto reformista
con quien sea.
Precisamente
eso fue lo que más nos separó como presos y muchos lo constatamos enseguida que
caímos, cuando conocimos la línea de la Dirección
de los Tupamaros de colaborar con los milicos en su proyecto social y político.
Más allá de la lucha contra los ilícitos económicos o las conversaciones con
los milicos, en la que independientemente de lo que se pensaba a los presos (y
hasta a los no presos como a Sendic) se les impuso como realidad (y hasta por
la fuerza) y frente a la que asumieron diferentes posiciones, lo que constituyó
el salto de calidad dado por Huidobro y la dirección oficial fue el de imponer a toda la organización, la
perspectiva de acción conjunta con los milicos como salida a la situación que
todos vivíamos y hasta como proyecto
social para todo el país.
No
es que el hecho de colaborar para reprimir juntos los ilícitos sea anodino, dado
que con esa línea, algunos llegaron, a cualquier extremo, sino porque los
ilícitos fue una verdadera hoja de viña que escondía que en realidad, los
dirigidos por Huidobro se unificaron con los oficiales, porque tenían fundamentalmente el mismo proyecto
social, proyecto que evidentemente era contrario a la lucha de siempre de
los proletarios contra el capital.Además, como luego esa colaboración quedó
suspendida, por el juego interfraccional en el ejército y el imperio, se
escondió esa colaboración mucho mayor y
global, que se puso en práctica en 1972 por la que Tupas y oficiales
progresistas pretendían arreglar el país
juntos.
Fue
en esa línea que empezaron a operar juntos desde el Florida y otros cuarteles
la dirección de los Tupas con una parte importante de las Fuerzas Conjuntas.
Ante la incredulidad de todos los otros presos, de las minorías, de compañeros
independientes, de las fracciones, de los anarcos… los Tupas oficialistas (e
incluso algunos discrepantes) salían y entraban en los cuarteles conjuntamente
con oficiales torturadores, defendían los acuerdos con ellos, incluidos los comandos conjuntos, investigaban e
interrogaban a “ilícitos” y sobretodo, elaboraron planes para “terminar la guerra y sacar al país de la
crisis”. Los propios milicos hacían discursos contra “la oligarquía y el
Imperialismo” (¡eso lo escuchamos todos los presos!) y el Ñato, principal
defensor de los comandos conjuntos, hacía correr la bola que era él que les
dictaba esta posición y que iban a salvar al país conjuntamente. También
contaban que tal discurso que decía un oficial en el círculo militar “había
sido redactado por nosotros”, es decir por el Ñato y sus secuaces.
La
organización y la disciplina de los Tupas, al menos en el 72/73 se mantenía
gracias a este mito, más o menos explicitado por algunos oficialatas “no
perdimos… sino que los dirigimos políticamente (lo que evidentemente “probaba”
que los milicos eran los giles y ellos los inteligentes), “son nuestros
enemigos, pero en base a esta maniobra táctica los hacemos luchar contra la
oligarquía y el imperialismo…”, o más fuerte y explícita todavía: “tal vez perdimos en lo militar, pero estamos
ganando en lo político”.
Los
oficialatas escribían discursos y proyectos, salían y entraban, decidían
quienes salían y quienes no estaban autorizados (no colaboraban lo suficiente),
imponían disciplina y reglas a todos los presos (se prohibió todo intento de
fugas) y sobretodo decidían lo que iba a ser “el futuro para todos”. Auguraban:
ahora si podemos afirmarlo ¡habrá patria para todos! ¡Ya entonces el Sr.
Huidobro funcionaba como parte del Ministerio de Defensa Nacional! O si se
quiere, por su discurso y por su práctica:
¡ya parecía (y funcionaba como) un Ministro!
Hubo
muchos viejos Tupas que no podían creer lo que estaba pasando, que no entendían
como se podía trabajar ahora con los milicos para “organizar juntos al país”.
Así por ejemplo, el valioso compañero Cruz,que había caído herido de bala y
todavía estaba bastante mal físicamente, pidió,de manera oficial, consultar a
la dirección sobre la colaboración. “Yo no tengo nada que perder”, decía, pido
ver a “mi dirección” para que me expliquen.
¡Nada
de esto fue secreto! ¡El compañero escribió oficialmente al Comandante del
Cuartel, que era de los que más hablaba “contra la oligarquía y el
imperialismo” en ese sentido! Pidió discutir con lo que consideraba “su
dirección”
La
respuesta fue sumamente positiva. Los llamados “milicos progresistas” trajeron
al cuartel adonde estábamos recluidos,a una tanda muy importante de dirigentes
oficialesy personajes conocidos ( entre otros recuerdo que trajeron a: Marenales,
Wasen, Manera, Wolf, Lopardo…),para que nos explicaran los “avances de las
negociaciones”, los futuros “acuerdos de liberación de los presos” y sobretodo
los acuerdos sociales y políticos sobre
el futuro del país desde la Reforma Agraria al plan de la Boya Petrolera en
Rocha. Debe aclarar que en esa lista de
dirigentes Tupas, pueden haber errores y hay con seguridad omisiones, porque,
no todos vimos a todos y porque alguno lo habrán traído por otras razones.
Además el hecho del traslado no implicaba que todos ellos estuviesen de acuerdo
con la política oficial de Huidobro y los Milicos progresistas.
Es
casi seguro que Ángela no tuvo toda esta información entonces porque, que yo
sepa, no hubo ese nivel de colaboración global en las mujeres: ¡los jefes eran
hombres!
Sin
embargo, todos los otros presos que habíamos caído en el Quinto de Artillería
que los milicos habían transformado en un verdadero encuentro de “micros”
(había compañeros del FARO, de la FAU/OPR, de “La Guerrilla”, del “22 de
diciembre”, de los Tupas, de la Comunidad del Sur, del FRT, colaboradores
independientes…, así como varios que habían pasado por esas organizaciones
varios años antes), acudimos a esos cursillos explicativos, en los que, en nombre
de la dirección Tupamara,nos explicaban sus acuerdos y avances junto a los
militares progresistas sobre la perspectiva para el país.Los mismos duraron más
de un mes y lo más increíble era que nunca se sabía bien si se hablaba de la
reforma agraria Tupa diseñada en Punta Carretas o lo que los “milicos progresistas”
ya habían aceptado, o algo intermedio “logrado”(sic) en las negociaciones. Recuerdo,
con cariño, a León Duarte preguntando: “pero esa Reforma Agraria es la de
ustedes o la que acordaron ustedes con los milicos”… ; a lo que se le respondía
algo así como: “Es la que habíamos preparado en Punta Carreta nosotros los
Tupamaros y que en las conversas hemos puesto sobre la mesa para discutir con
los militares progresistas y oponer a los milicos fachos”… Debo agregar que el
mismo que efectuaba la exposición sobre el futuro del país una vez “superado el
fascismo” (que era para ellos sinónimo de liberación de todos los presos en
menos de 2 años y sustituir algunos generales fachos por otros progresistas)
aclaraba que, en ese preciso momento, había habido un “parate” en las
negociaciones. Nosotros veíamos que se seguía torturando a compañeros que
seguían cayendo.
Sin
embargo los cursos mismos, durante toda su duración se desarrollaron con total
libertad, lo que muestra que oficiales y oficialatas buscaban convencer a todos
los presos. Durante los mismos los propios dirigentes Tupas que venían “de
visita” al cuartel nos insistían en que “se vive una situación privilegiada y
excepcional en este cuartel”. Tanto es así que todos los otros presos decidimos
organizar una especie de “contra cursos” y propusimos una lista larga de
charlas y discusiones, sobre el movimiento obrero (que por ejemplo dio León
Duarte), sobre el internacionalismo, sobre la economía…. Hubo también cursillos
de matemáticas, de álgebra de Boole y hasta discusiones sobre religión (había
algún Pastor), epistemología y ciencia. Los milicos rasos decían “son cursos de
comunismo”
Naturalmente
hubo una unificación entre las diferentes minorías y fracciones, dado que
todos rechazábamos esa posición que defendía el oficialismo Tupa y que
consideramos reformista y entreguista. Tuvimos la suerte de compartir la cárcel
y la tortura con compañeros históricos de la FAU (León Duarte, Pocho Mechoso,
Perro Pérez…), que a tantos años de los hechos, me parece importante decir con
total honestidad que fueron la oposición más coherente a la política de los
Tupas. Con esos compañeros planteamos que, debíamos contraponernos
conjuntamente a los milicos y tratar que las conversaciones sirvieran para
reclamar exigencias mínimas como presos: cese de la tortura, liberación de
rehenes –padres secuestrados para que se entregaran los hijos-, fin de la
incomunicación de los presos entre ellos y con las familias….Pero nos oponíamos
totalmente a todos los acuerdos de los Tupas con los milicos que afirmaban un mismo proyecto social.
En
todas las polarizaciones que hubieron entre ambas posiciones, y salvo
excepciones, estaban la mayoría de los Tupas seguidores del Ñato, que concebían
un proyecto social junto a los oficiales progresistas por un lado y del otro
lado el resto de los presos. Muchos tupas rechazaban el colaboracionismo, pero
lo que me parece más importante, a tantos años de sucedido, era que la colaboración abiertano fue cuestionada
orgánicamente y no hubo rupturas importantes de la estructura de mando
oficialista contra los traidores.
Sería
interesante que otros traten de explicarlo, pero para mí sólo puede tener una
explicación: la obediencia disciplinaria
y burocrática era más poderosa que el proyecto
social por el que siempre había peleado el proletariado. A la vez esto sólo
se puede explicar por la carencia de teoría y de proyecto revolucionario y por
la preeminencia del verticalismo administrativo típico de una organización sin
claridad programática.
Lo
que es increíble que este proceso, que implicó a decenas de milicos y a cientos
de presos, siga más o menos encubierto o disimulado, como una simple
colaboración, sobre los ilícitos, o negociación sobre los presos. Sin embargo,
cuando se comience a hablar enserio sobre todo lo que se ha ocultado se
comprenderá que el mismo arroja mucha luz no sólo sobre el pasado, sino de cómo
se fue gestando la actual colaboración y proyecto de país.
En
la cárcel de Libertad, en los años posteriores, ese colaboracionismo abierta y
pro milico, tendió a diluirse, esconderse u olvidarse (aunque por ejemplo se
volvió a manifestar en el apoyo de los Tupas oficialistas a los comunicados 4 y
7!), pero de una forma u otra el colaboracionismo continuó y la polarización
entre los presos, así generada, también siguió presente.De la misma manera que,
a pesar de la historia de los “rehenes”, se puede afirmar ahora, quemilicos torturadores y seguidores del Ñato,
siguieron coincidiendo en el mismo proyecto social.
Se
sabe, por testimonios varios, que Sendic nunca aceptó ese colaboracionismo. Cualquiera
sean las críticas que se le puedan hacer, me parece esencial afirmar que siguió
aferrado a la lucha de los de abajo. Antes de ser trasladado, desde la cárcel
de Libertad, a los cuarteles y pozos del interior, adonde pasaría muchos años
más, hace un intento desesperado de reorganizar los compañeros de confianza,
del que nunca más oí hablar en ninguna parte. Tampoco sé gran cosa del mismo,
salvo que pedía reconstituir “otra orga” con “gente de confianza”. No sé bien
quienes fueron contactados por ese proyecto, pero a mi me llegó ese pedido por
compañeros que habían caído conmigo. En realidad ese proyecto no prosperó, ni
podía hacerlo, no había en la cárcel la más mínimas condiciones para crear una
“red de confianza” que no estuviera pinchada por todo tipo de colaboradores,
oficiales y oficialistas. Yo, por ejemplo, respondí negativamente.
Pienso
que tampoco había condiciones sociales para ello como quedó evidenciado luego
con la caída de los otros grupos y organizaciones y particularmente la FAU y el
PVP.
Luego
de años de prisión y exilio, al fin pudimos encontrar la forma para vernos otra
vez con Ángela. Nos encontramos en Montevideo y me dijo fundamentalmente dos
cosas:
1) que
estaba asqueada del colaboracionismo y el sectarismo que durante toda la cana
habían hecho “los mismos de siempre”
2) que
Jobita había sido colaboradora, hembra y chupamedias de cuanto torturador había
durante todos los años sin parar un solo instante.
Espero
que ahora haya quedado claro, porqué ninguno de los que están en el Gobierno se
preocupó por la enfermedad y la muerte, de nuestra querida compañera Ángela. En
realidad nunca fueron sus compañeros, siempre hubo proyectos diferentes: el revolucionario y el reformismo
entreguista.
Es
por eso que nosotros tenemos que reivindicar su trayectoria y contraponerla a
la de todos estos cómplices del terrorismo de Estado que en nombre de los
Tupamaros están hoy en el Gobierno.
Al
mismo tiempo quiero señalar que Ángela Álvarez es un ejemplo de este ninguneo histórico,
pero que no es ni la sola, ni la única. En Punta Carretas muchos años antes ya
pasaba lo mismo. Se siguen muriendo compañeros que han dado su vida en la lucha
por la revolución social y que precisamente por eso, no hay ningún interés en
homenajear, recordar, reivindicar.
Seamos
coherentes: no esperemos que Huidobro, Mujica o Rosadilla homenaje en a ninguno
de los que fueran sus “compañeros” revolucionarios.No se
darán por enterados, ni aparecerán ante la muerte de ningún compañero. Y si se
animan a hacerlo, por ejemplo haciéndose presentes en un entierro,no lo
olvidemos:
¡Merecen un ESCRACHE!
La
coherencia de los Huidobro/Mujica está claramente del otro lado. Podemos estar
seguros que, ni se quieren acordar de los verdaderos compañeros nuestros.
Por
el contrario, ellos adhieren a los homenajes que se hacen a la gloria de los
desaparecedores y torturadores, son invitados de honor y de primera fila en los
desfiles de las Fuerzas Armadas, asesinas históricas de nuestras luchas.¡desde
hace 200 años!
Como ayer los Rivera, el Señor Huidobro es todo un ejemplo en este sentido
RICARDO
NdeR = estos borradores fueron publicados en posta apartir de junio del 2012
Como ayer los Rivera, el Señor Huidobro es todo un ejemplo en este sentido
RICARDO
NdeR = estos borradores fueron publicados en posta apartir de junio del 2012
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