Número 1329 | enero 22 de 2015 | Año X
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Nisman y la suspicacia de los perdedores
Ahora no quedan dudas:Nisman se suicidóJuan del SurConsiderar la idea de suicidarse —decidirlo, incluso— no es suicidarse. El que ha decidido suicidarse pero no se ha suicidado aún, en realidad está amenazándose con suicidarse. Esto viene a cuento de que se hace hincapié en que Nisman escribe una nota a su empleada sobre las compras que tiene que hacer y luego, ¡se suicida! Lo asombroso sería que escribiera esa nota después de suicidarse, no antes. Porque la persona que se suicida, una hora antes aún no se había suicidado. Quiere decir que algunas hebras la sujetaban aún al mundo de los vivos. Y esas hacían su juego, tendían sus anémicos zarcillos intentando aferrarse a la vida. Esas hilachas se cortan total y definitivamente en el momento en que el suicida actúa su decisión: cuando se dispara, cuando toma el veneno, cuando se arroja al vacío o al paso de un tren. No deben de ser pocas las personas que han vivido una larga vida después de tomar la decisión de suicidarse que, por la razón que fuera, no concretaron. Igualmente endeble es el dato de la falta de rastros de pólvora en la mano del suicida: quienes emprendieran una operación de semejante envergadura (recordemos: no un crimen simple, sino un asesinato disfrazado de suicidio) ese detalle es el que menor dificultad les ocasionaría resolver. Frente a estas y otras objeciones no decisivas hay varias comprobaciones muy contundentes: —la ausencia de signos de lucha en el cuerpo del occiso y en el departamento; —que el propio Nisman haya solicitado el arma que poco después le causó la muerte; —que los supuestos autores hubieran afrontado actuar en un edificio muy vigilado y acribillado por cámaras de seguridad; —que, puestos ya en el asunto, no arrasaran con los cartapacios y los discos rígidos de las computadoras. A quien se pronuncia por afirmar que no se trata de un suicidio, los dos primeros puntos lo colocan ante la inusitada figura de un asesinato consentido. O, para decirlo de un modo más formal, una muerte asistida de un estilo muy novedoso. Por los datos enumerados arriba, yo no creo en tales cosas. Pero, por si no fueran suficientes, la presidenta ha escrito hoy que está “convencida de que no fue suicidio”. Cartón lleno: si ella dice que no fue, fue
Suspicacia versus perspicacia
Según Barcia, perspicacia es ver superlativamente; suspicacia es pretender ver lo secreto, lo escondido. La perspicacia está en relación con el entendimiento: es intelectual. La suspicacia, en relación con la conciencia: es moral. Perspicacia es viveza. Suspicacia es malicia. En “La psicología de la anormalidad y la vida moderna” leemos que lo propio de la suspicacia es la desconfianza acerca de las motivaciones de los demás. Es una actitud paranoide: el suspicaz teme que se abuse de él y se mantiene en alerta constante. Pero esa actitud defensiva constante, además de hacer ardua e ingrata la vida, es inútil, porque basta ganarse la confianza del suspicaz para después poder venderle un tranvía. Si lo sabrán los políticos patronales, que apelan a factores emocionales a sabiendas de que el gran público tiene desactivado el análisis racional de lo que con derroche de sonrisas y besuqueo de niños se le promete o propone. La perspicacia supone una práctica y un conocimiento: puede ser perspicaz el que conoce el pastel y sabe cómo se lo cocina. Pero a quien ha dedicado su tiempo y sus energías a saber cómo formaba Racing del ’51, qué puestos tiene que reforzar Vélez y con quiénes y cuáles fueron los resultados de las semifinales del Mundial 90, a ese solo le queda la suspicacia: sospechar de todos… y volver a votarlos, una y otra vez.
Yo no soy Nisman. Ni lo quiero ser
El 80 % que cree que lo mataron percibe que en torno de la causa que llevaba Nisman (una escaramuza dentro de un conflicto que tiene dimensión planetaria) contienden intereses cuantiosos y que cada uno de ellos intenta prevalecer con métodos brutales. De modo que deducen que alguno de ellos lo han asesinado. No necesariamente: para eso alguien tiene que beneficiarse decisivamente con esa muerte. O creer que se beneficia, como Ferdinando Marcos creyó que matando a Benigno Aquino sacaba de en medio a quien podía derrotarlo, pero su cálculo fue equivocado. En suma, se mata a un enemigo porque puede hacer algo que otros no pueden: aglutinar y movilizar como dirigente, o testificar sobre algo que solo a él le consta, u otras situaciones de estructura análoga. No es el caso del fiscal: el poder de causar daño no estaba en su persona, sino en el expediente, en las pruebas que aparentemente reunió. Quien es inculpado por esas pruebas nada gana con matar al investigador si aquellas subsisten. En síntesis, Nisman, designado por Kirchner, trabajó alegremente codo con codo con la CIA, el Mossad y los chicos de Stiusso para responsabilizar a Irán por la voladura de la AMIA. Pero en medio del camino se encontró con el giro pragmático del kirchnerismo que, económicamente aislado, se vio en la necesidad de acordar con Irán. Nisman debió abrir un segundo frente para atacar al gobierno que se acercaba al “eje del mal”, pero le sacaron el apoyo en la Secretaría de Inteligencia y estaban a punto de sacarle la silla en la Fiscalía. Sus amigos se impacientaron: no iban a desperdiciar un trabajo de años: le dieron órdenes. Mirá si no le van a ordenar a un fiscal, los que armaron a Hussein y le ordenaron en 1980 que atacara a Irán, causando una de las guerras más horrendas del siglo XX. No hay ninguno de los grandes actores que mueven las piezas donde Nisman ponía la cara que no sea cabeza de un conglomerado de intereses concentrados o una camarilla mafiosa estatal o paraestatal. Todos ellos, tenaces enemigos de los pueblos. En ese juego Nisman seguramente estaba del lado de los más tenebrosos de los tenebrosos. Y sabiendo que los buenos nunca podrían salir triunfantes de esa partida. Porque ahí, buenos no hay juan-del-sur.blogspot.com @juandelsur2 Caso Nisman y demandas de la izquierdaRolando AstaritaA raíz de la muerte de Alberto Nisman –el fiscal que denunció a Cristina Kirchner por encubrimiento de los responsables del atentado a la AMIA- se vuelve a poner en primer plano el rol de los aparatos represivos del Estado, y más en particular, los de inteligencia. En esta breve nota quiero referirme a las demandas que ha levantado una parte importante de la izquierda marxista ante esta coyuntura. Centralmente, exige la apertura de los archivos secretos de la SIDE, la disolución de los organismos de inteligencia y la formación de una Comisión Investigadora independiente, tanto del atentado de la AMIA, como de la muerte (¿o hay que decir asesinato?) de Nisman. Puede haber algún matiz, pero esto es lo básico. Como he explicado en otras ocasiones, el problema con estas demandas es quién las va a instrumentar, y de qué manera se van a garantizar, en tanto el Estado capitalista continúe siendo un cuerpo institucional ajeno al control efectivo de la sociedad. Antes de entrar de lleno en el fondo de la cuestión, subrayemos que la presión y la movilización popular pueden abrir espacios democráticos. Además, cuando los organismos de seguridad del Estado son utilizados por la fracción de la clase dominante al frente del Gobierno para debilitar, chantajear o eliminar a otras fracciones, se abren importantes fisuras “en las alturas”. Esas tensiones y peleas pueden ser muy intensas (asesinatos y cualquier tipo de operaciones incluidas) cuando el dominio del Estado se convierte en palanca de acumulación –mediante negociados, coimas, lavado de dinero, etcétera-, en perjuicio de fracciones del capital que están desplazadas del control político. De manera que estas fisuras y fracturas pueden ser aprovechadas para arrancar conquistas democráticas. Por ejemplo, sectores de la oposición burguesa ayudaron a denunciar el espionaje K sobre activistas y dirigentes sociales. Pero de aquí hay un abismo a la concreción de una demanda del tipo de “disolución de los organismos de inteligencia” Para ver por qué, partimos de lo básico: una de las funciones centrales del Estado es garantizar la continuidad del orden social, esto es, de las relaciones de explotación del capital y de los mecanismos de dominio sobre la población trabajadora en general. Por eso, la clase dominante no puede gobernar sin una combinación de coerción, consenso-convencimiento y desmoralización organizada (esto último bajo el lema de “no hay alternativa de fondo a lo existente”). Para este fin, los organismos de inteligencia del Estado ejercen el control de los “inadaptados”, de los que buscan “subvertir el orden”, de los que rechazan el patrioterismo y la conciliación de clases, y semejantes. Por eso, cuando el Gobierno K envía a la Gendarmería a hacer inteligencia sobre los movimientos sociales y las luchas obreras, está respondiendo a su naturaleza de clase más profunda. De la misma manera que cuando defiende al represor Milani como jefe del Ejército; o cuando vota la ley anti-terrorista, a la par que aplica un plan de ajuste económico. Insistimos una vez más: hay que denunciar y luchar contra estas medidas. Tener conciencia del carácter intrínsecamente represivo del Estado no tiene por qué inducir a una posición abstencionista, o ultraizquierdista (del tipo, “hasta que no venga el socialismo, no podemos lograr nada”). Pero la reivindicación democrática no debe hacer perder de vista sus límites en tanto se mantengan las relaciones sociales básicas. Ningún Estado que se levanta sobre el antagonismo de las clases sociales eliminará jamás lo que es un componente esencial de su funcionamiento: la vigilancia y el registro de los “díscolos”. Para “bajar” a tierra lo que digo, pensemos en la aplicación de la consigna de disolución de los organismos de inteligencia: ¿quién los va a disolver? ¿Acaso la clase capitalista? ¿La alta jerarquía del Estado? ¿A quién se le pide semejante consigna? Supongamos por un momento que una movilización del pueblo arranque la promesa del gobierno de acabar con ese submundo infame de agentes de información y provocadores varios. ¿Quién garantizará que se concrete efectivamente? Respuesta: si el poder no pertenece al pueblo –y esto es lo que sucede en una sociedad capitalista- no hay manera de efectivizar tal “promesa”. Podrán disolver momentánea y formalmente algún organismo, para crear inmediatamente algún otro. Ningún Estado capitalista (pero tampoco uno no-capitalista) puede vivir sin su correspondiente personal de inteligencia. No hay que crear ilusiones, espejismos que no existen. Algo similar se puede decir de la publicación de listas del personal de inteligencia Aun en el muy hipotético caso de que un gobierno accediera a ello, ¿quién garantiza que esas listas sean las verdaderas? ¿Quién impide que la publicación de algunos nombres sea solo una tapadera de lo que realmente importa, o una maniobra para desprenderse de algunos que ya no le sirven al poder? Todo, en definitiva, conduce al mismo punto: para controlar, para disolver, para publicar, hay que tener poder. Y el poder no se lo tiene con declamaciones. Para verlo mejor, incluso una Comisión Investigadora independiente (aunque jamás podrá ser “independiente” de las clases sociales y sus expresiones políticas), debería tener poder para realizar allanamientos, interrogar, sacar a la luz la inmundicia. ¿Quién le va a dar ese poder? ¿Acaso el mismo Estado al que debe investigar? De nuevo, podrá haber algún avance parcial –y condicionado a que exista una intensa movilización, que por lo general es difícil de sostener en el tiempo- pero no mucho más. Como alguna vez planteé en mi blog, me parece muy bueno el consejo de Marx de “luchar sin ilusiones”. El rol de la crítica es desmitificar, porque “el pugnar por acabar con las ilusiones acerca de una situación, significa pedir que se acabe con la situación que necesita ilusiones” “Estos servicios no nos sirven”Rolando AstaritaCuando planteo mis críticas a la formulación de demandas del tipo “disolver los servicios de inteligencia” (casi invariablemente surgen críticos de izquierda que parecen ubicar la polémica en el plano de las divergencias tácticas. Es significativo, al respecto, que la mayor parte de las veces no refutan mi argumento central: “en tanto exista el sistema capitalista y su Estado es utópico pedir la disolución de las fuerzas represivas, incluidos los servicios de inteligencia”. Simplemente me dicen que “algo hay que decir frente a la conmoción social”, y ese “algo” no puede ser sino alguna consigna “concreta” (aun cuando el razonamiento demuestre que es abstracta). Por lo cual, el cruce parece siempre mantenerse en el plano de “¿cómo interviene usted en el debate público? ¿Cómo moviliza a la clase trabajadora?” (Como si la agitación de sinsentidos movilizara a alguien). Y así de seguido Pero en muchos casos (sospecho que en la mayoría) la divergencia no es solo “táctica”. Es que en el marco discursivo en que se fundamentan las demandas, yacen diferencias esenciales. Ayer, miércoles 21, viendo “Minuto Uno”, el programa conducido por el periodista Gustavo Sylvestre, tuve una comprobación bastante clara de lo que afirmo. Allí Vilma Ripoll, dirigente del Movimiento Socialista de los Trabajadores, y a propósito del debate sobre la muerte de Nisman, sostuvo que “estos servicios de inteligencia no nos sirven” (énfasis mío). Lo cual viene a significar que si se toman las medidas correctas –impuestas por la movilización de masas, faltaba más- podría haber servicios de inteligencia “para todos y para todas”. En definitiva, un mundo más o menos feliz, protegido por la gente de los servicios, entrenada en alguna democracia “de nuevo tipo”. Agrego que en un amplio espectro de la izquierda, un argumento como el de Ripoll pasa por “natural” ("algo hay que decir en el debate público", insisten). Puede dimensionarse entonces (remito de nuevo a la nota anterior) la distancia que me separa de la concepción de Vilma Ripoll (y del MST). Lo cual pone en evidencia, además, que tan importante como la consigna es el fondo conceptual (en este caso, ¿Estado de todos o Estado de clase?)sobre el que se levanta. Pero este es el tema que muchos quieren eludir cuando tratan de reducir la polémica a una cuestión de “formas tácticas”. NISMAN Y EL PODER DE LAS SOMBRASEl gobierno kirchnerista vive su crisis más grave después del levantamiento de la patronal agraria en 2008: la dudosa muerte de quien se atrevió a acusar a la presidente CFK de urdir un plan para absolver a Irán de su supuesta responsabilidad en los atentados contra la comunidad judía, perpetrados en el país en la década del 90, inculpando con pruebas plantadas a células fascistas locales.Pero esta crisis tiene una particularidad que, en esencia, la constituye en algo peor en lo institucional que aquélla: la de la burguesía del campo fue política, enfrentó a dos sectores de la explotación que se dirimió a favor de uno de ellos, y el país y el gobierno continuaron caminando por los caminos de la historia. La muerte del fiscal Nisman, en cambio, apunta al interior mismo de la estructura institucional del poder en su zona más oscura, la que opera más allá de los gobiernos formales, tejiendo los hilos mismos de la realidad para favorecer determinados intereses, siempre alejados de los intereses del pueblo. Y asestó al oficialismo un golpe devastador, del que le será muy difícil reponerse. El fiscal Nisman, como tal, era parte de la cara visible del Estado (burgués, capitalista), con una íntima relación con la cara oscura del mismo. Indudablemente, su función era la de defender la estructura legal que permite la explotación de millones de seres humanos por parte de una ínfima minoría en nuestro país. Y, dentro de ese marco, tenía un rol más específico aún: la de velar por los intereses del sionismo En el concierto internacional, Irán es un Estado creado por los intereses de las potencias coloniales. Los pueblos y naciones de la región son permanentemente agredidos por el imperialismo europeo y yanky, que en 1948 enclavaron su cabeza de playa para perpetuar la dominación: el Estado de Israel. Los países de aquella parte del mundo se formaron entonces en relación y contradicción con esa realidad que los oprime. Viven en una guerra permanente contra sus agresores, cuyas garras están esparcidas por todo el planeta ¿Es posible entonces que el Estado Iraní sea el responsable de las explosiones en la Embajada Sionista y en la sede de la AMIA? Sí, es posible ¿Está probado? No. En realidad, existe una cantidad indeterminada de grupos islámicos extremistas que podrían haber llevado a cabo semejante crimen. Pero al establishment mundial le conviene la acusación al gobierno iraní, porque este se constituye en un bastión antiimperialista poderoso contra sus intereses. La acción de la cultura impuesta por el colonialismo europeizante ha hecho que, desde los medios de difusión a los que controlan, se baje una línea que forma opinión entre vastos sectores de la sociedad. Entonces aparecen los iraníes como “los malos”, y los sionistas como los “buenos”, a pesar de su política fascista de exterminio en particular de Palestinos y Libaneses, y de todo lo que se le oponga en general. La Justicia y los servicios de inteligencia argentinos se han mostrado, como mínimo, inoperantes para resolver la autoría de los atentados. La cuestión es dilucidar si esa ineficacia es por incapacidad o responde a un plan. Más allá de quienes sean los verdaderos responsables de aquellas explosiones que se llevaron la vida de decenas de seres humanos, lo que demuestra todo el caso que tiene un punto culminante en la resonante muerte de Nisman, es la mugre existente en las entrañas de la superestructura social, que con este crimen mediático ha comenzado a derramarse como pus de una herida infectada. El fiscal Nisman fue nombrado por el ex presidente Kirchner, y no por casualidad ¿Qué quería decir el ex mandatario cuando le pedía en los estrados internacionales colaboración a las autoridades iraníes para resolver el caso? ¿no era semejante actitud involucrarlos directamente? El gobierno kirchnerista está preso de su propia filosofía política: como buenos pejotistas, adscriben a la conciliación de lo que no puede conciliarse. Conciliación de clases, conciliación de naciones enemigas por milenios, conciliación de lo irreconciliable…. Conciliación para que se mantenga siempre el estado de cosas, los explotados siempre explotados, los explotadores con sus privilegios. En vez de querer resolver el origen de los conflictos haciendo justicia, buscan mantener el status quo de las cosas tratando de que los oprimidos no se rebelen. Eso puede mantenerse durante un tiempo, pero no durante todo el tiempo. La política internacional K respecto de Medio Oriente apunta a mantener las relaciones con el Estado Sionista de Israel y, al mismo tiempo, reconocer al Estado Palestino y promover las relaciones con Irán. Es como agitar la nitroglicerina y pretender que no explote. Irán es un país influyente en la zona, enemigo declarado del sionismo. Y no se puede estar con dios y con el diablo al mismo tiempo. Nisman había asumido la postura de la vía de la culpabilidad iraní -y como tal, se había constituido en un instrumento de las potencias imperiales y el sionismo- recibiendo “pruebas” de parte de los servicios de inteligencia (la SIDE) con la colaboración de la CIA y la Mossad. A ver si entendemos de qué hablamos: había recibido datos de los tipos que pueden crear una realidad ficticia y proponerla como real. De tipos que pueden plantar pruebas para culpar inocentes, y borrar las que señalan a los culpables. Son tipos que no tienen identidad, o tienen infinidad de ellas, que andan por las telarañas de la cotidianeidad para encauzarla siempre a favor de los intereses para los cuales trabajan. Son sombras entre las sombras, oscuridades sin escrúpulos ¿Cómo confiar en semejante organización estatal, que escapa por su naturaleza a los controles de quienes administran el Estado? ¿Cómo estar seguros de las pruebas de las que tan convencido hablaba Nisman, si Stiusso –agente de inteligencia recientemente echado por el gobierno- se las dio, y le dio lo que Nisman quería escuchar? En el terreno donde el engaño es la forma y la esencia, la realidad se desvirtúa y se hace harto difícil reconocerla. Cuando se analizan hechos como el crimen en Le Parc, la pregunta esencial que se debe hacer es: ¿a quién beneficia la muerte del fiscal, justo un día antes de exponer en el Congreso su acusación contra la presidenta del país? Al gobierno, evidentemente, no (salvo que la acusación fuese conocida por la cúpula K, y que consideraran tan devastador su conocimiento público que prefirieran este escándalo a las consecuencias de su divulgación.) De todos modos, nada exculpa al oficialismo de su responsabilidad, porque fundamentalmente se demostró incapaz de proteger a un funcionario cuya salud debía cuidar a toda costa, porque cualquier cosa que le pasara le haría un daño irreparable a su imagen y credibilidad. El oficialismo se movió ante el crimen como un verdadero mamarracho. Berni apareció en el lugar del hecho antes que los funcionarios de la Justicia ¿qué hacía ahí? Y ya que estaba ahí ¿por qué no socorrió al fiscal, si él es médico y declaró que “no sabía si estaba muerto o vivo”? Estaba donde no debía, y no hizo lo que debía ya que estaba. Y después quiso explicar la cuadratura del círculo, de la manera patética que lo caracteriza. Parrilli desmintió que algunos de los hombres que figuraban en la denuncia fueran agentes de inteligencia, pero el líder de Quebracho, Fernando Esteche, lo desmintió con sencillez al contar que le habían presentado a uno de ellos, Bogado, en la mismísima Casa Rosada. D’elía, Larroque, Aníbal Fernández, Capitanich, basta que abran la boca para hacer el ridículo. Hasta la zona liberada por la custodia de la Prefectura a Nisman hace recordar por lo burda a la Armada Brancaleone. El carapintada y servicio espía-represor de obreros Berni fue el primero que abonó la teoría del suicidio, del que se colgó todo el kirchnerismo. Dijeron que Nisman estaba solo y que el lugar era un búnker inexpugnable, por lo que no cabía otra hipótesis. Pero resulta que no se encontró pólvora en su mano, que la pistola utilizada no era del difunto, y que el búnker no era tal, ya que un simple cerrajero pudo abrir la puerta en un santiamén y un pasillo “secreto” comunicaba con otro departamento, cuyo inquilino es un extranjero que justo en ese momento, no se encontraba. Al oficialismo le conviene imponer la teoría del suicidio porque basándose en ello, pueden impulsar el escenario de que el fiscal se dio cuenta de que sus pruebas no podían inculpar a CFK como lo había declamado, y ante el temor al ridículo masivo, prefirió pegarse un tiro en la sien. Raro final para quien había investigado la cuestión durante 8 años. El silencio presidencial es llamativo. CFK acostumbra a utilizar la cadena nacional por cuestiones que no la justifican, pero ante este terremoto institucional prefirió meter la cabeza en un hoyo en el suelo y expresarse por un medio tan trivial para su investidura como feisbuc, con dos cartas que dan vergüenza ajena. Ella va en contra de la línea que sostuvo el oficialismo en pleno: hoy, jueves por la mañana, denunció un plan para desestabilizar al gobierno, y que en ese marco, Nisman fue asesinado. Seguramente la tropa se alineará ahora con esta teoría. En definitiva, este caso demuestra la imparable decadencia del kirchnerismo, preso de sus propias contradicciones políticas, plasmada en hechos que no tienen nada que ver con el discurso. Querer hacer creer a las mayorías populares que se gobierna para ellas cuando se mantienen las estructuras políticas que fomentan lo contrario, no pueden llevar a otra cosa que al desbarranque que este caso ha expuesto. Sin embargo, el mal está mucho más allá de esta mediocre corriente política que ha gobernado durante 12 años el país, para entregarle nuestras riquezas al imperialismo: el problema está en el sistema mismo y sus instituciones, y en la propia consciencia de las masas, que viven ajenas pero sometidas a estos poderes ocultos. Este mal sólo podrá ser erradicado por una acción consciente de vastos sectores populares para cambiar de raíz el sistema de explotación y sus repugnantes instrumentos de opresión. Tarea nada sencilla pero absolutamente imprescindible si queremos concretar el mundo justo e igualitario que muchos soñamos Gustavo Robles
posta - postaporteñ@ 1329 - 2015-01-22
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Montevideo -VIERNES 18hs.
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MAS SOBRE CUBA
William Yohai dice: “Sólo diré ahora que estoy total y completamente convencido que Cuba fue, hasta el derrumbe de la URSS y la instauración del "período especial en tiempos de paz" un país socialista. Entendiendo por tal al período de dictadura revolucionaria del proletariado tal cual la define Marx en la "Crítica del programa de Gotha".” Esta afirmación es típica del marxismo leninismo, es decir del estalinismo en su apología del Estado cubano: para argumentar el “socialismo” distorsionan completamente a Marx y lo hacen decir lo que nunca dijo Marx nunca habló de país socialista. ¡Además si de socialismo de pudiera hablar ya no podría haber dictadura del proletariado porque no sería más necesaria: Marx solo aceptó la tesis de esa dictadura para imponer el socialismo, luego no puede haber ningún motivo para su existencia El concepto mismo de “país socialista” es un sin sentido para Marx como lo era para todos los revolucionarios de la época. Es como decir un “feudo capitalista”. De la misma manera que el capital no parte, ni existió país por país, porque es el resultado de un largo proceso de revolución en el mercado mundial hasta la dominación general del dinero que, en última instancia (es quien) se transforma en capital, el socialismo, el comunismo solo pueden existir que a nivel internacional, porque son la contraposición general y mundial al capital. La ley del valor no puede ser abolida que aboliéndola a nivel internacional. Jamás existió, ni puede existir un país que cambie solito de modo de producción y ello cualquiera sea la dictadura que en el mismo se imponga Fue el leninismo, es decir ese invento de Stalin que denominó “marxismo-leninismo” (¡no debe olvidarse que esa expresión fue acuñada por Stalin!), que inventa el concepto mismo de “país socialista”, como si un país pudiera cambiar de modo de producción en base a declaraciones políticas de sus dictadores. Sabemos el resultado que eso tuvo para el proletariado: trabajo forzado, campos de trabajo, campos de concentración y esclavitud a secas, como formas derivadas de la esclavitud asalariada Como William no parece un ignorante de este ABC no cabe la hipótesis de “yo no sabía”, por lo que ha elegido claramente defender la tesis estalinista de que el socialismo sería una cuestión de país o nacional En todo caso el propio Marx en ese mismo texto denuncia esa concepción limitadamente nacional de la transición: ni el capital es tan limitado para existir en un solo país. Marx aclara que la lucha del proletariado si bien es nacional por su forma (porque comienza en alguna parte) no lo es por su contenido que es directamente internacional. ¿si la lucha solo es formal o circunstancialmente nacional por su forma, como se pueden obtener soluciones de contenido en un marco que sólo es de su enemigo: el capital? ¿si el proletariado no tiene patria como puede cambiar la sociedad en un solo país? El internacionalismo de los estalinistas nunca fue más lejos que el de los liberales burgueses como decía Marx en esa Critica del Programa de los socialdemócratas alemanes (en realidad esta crítica es válida para toda la socialdemocracia incluido el leninismo) : “La profesión de fe internacionalista del programar queda, en realidad por debajo de la del partido librecambista”
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Esta manera de acoplar algo que Marx utilizaba para negar el programa socialreformista aprobado en Gotha con una invención estalinista de más de 5 décadas después es típica de la manipulación y la deformación de textos clásicos tan invariante y permanente en el estalinismo William puede declarar su amor por Cuba y justificar cualquier cosa en nombre de ese amor, que ha manifestado incluso públicamente (citado por Moyano). Es respetable el amor, la pasión ciega y desinteresada aunque nos moleste que sea por un Estado o una religión; lo que realmente no puede aceptarse y debe denunciarse es la utilización de Marx para justificar el invento estalinista del “socialismo en un país”, porque aquí no caben los amores sino que uno se sitúa de un lado o del otro de la explotación Si William quiere argumentar el supuesto socialismo en Cuba debiera comenzar por explicarnos como en Cuba crearon no ya el socialismo, sino al menos las bases indispensables de ello: lo primero que haría una dictadura proletaria sería justamente SUPRIMIR EL SISTEMA DE TRABAJO ASALARIADO. ¡Y DE ESO SI HABLA MARX! Concretamente ¿hubo algún índice de dicha supresión? Sólo sobre esta base sería legítimo citar la Critica del Programa aprobado en Gotha para hablar de Cuba: ¿es que se abolió el sistema de trabajo asalariado, la mercancía, el dinero….que sería un poco lo primero que puede y debe comenzar a hacer un “Estado” para poder ser en algún sentido “dictadura revolucionaria del proletariado”? Aclarando siempre que si fuera así, debiera ser al mismo tiempo un antiestado, o una Gemeinwesen ¡¿Pero quién se atrevería a afirmar que lo que hay en Cuba no es un Estado en el “sentido tradicional del término”!? Incluso más básicamente ¿con que legitimidad se cita a Marx para decir todo lo contrario a lo que él defendía? ¿En Cuba se fue reduciendo drásticamente la jornada de trabajo o se siguió aumentando como en toda la historia de la esclavitud asalariada? O como en TODA sociedad capitalista es mejor tomar esta otra cita de la Critica al Programa de Gotha: “que todo el sistema de producción capitalista gira en torno a la prolongación de este trabajo gratuito, alargando la jornada de trabajo o desarrollando la productividad, o sea, acentuando la tensión de la fuerza de trabajo, etc.; que, por tanto, el sistema del trabajo asalariado es un sistema de esclavitud” Concretamente en Cuba: ¿se redujo la jornada de trabajo o al contrario la esclavitud asalariada y la tasa de explotación siguió aumentando como denuncia Marx? ¿Es verdad que no se desarrolló mucho la productividad del trabajo, pero podemos decir lo mismo con la extensión del trabajo, con la cantidad de trabajo y explotación asalariada? ¿se puso en cuestión “el sistema de trabajo asalariado que es un sistema de esclavitud” o al menos se disminuyeron las horas de esclavitud directa? Es esto lo que debería intentar probar quienes sostienen, no ya la “dictadura del proletariado”, sino que desde el Gobierno hay al menos tentativas (¡REFORMAS!) para disminuir la explotación de los proletarios, cosa que no está para nada probado y que los propios proletarios no parecen sentir de esa manera lo que se traduce en el hecho de que el Estado sigue persiguiendo a los “saboteadores de la producción” Ricardo Sobre cuba(…adjunto este pedazo de mail que recibo de un compañero - Ricardo)“como sabés visité la isla en 1993, cuando tenía 23 años. Estuve en la Habana Vieja, y me hice amigo de varios jóvenes que habían estado presos por robar en diplotiendas y/o le habían aplicado lo de peligrosidad social, ley parecida a la internacionalmente conocido como de Vagos y maleantes. Me recordaban a mis compañeros insumisos, okupas y anticapitalistas de España. Estos amigos de Cuba y hasta la madre de uno de ellos me explicaban algo así como: ‘…desde siempre en Cuba hubo diferencias sociales, ya sea porque unos especulaban, tenían influencias gubernamentales o porque tenían familiares en Miami o Europa. Y es que el socialismo en un solo país rodeado de capital por todos lados es imposible, la ley del valor traspasa fronteras. Y aquí mismo en Cuba, estamos bajo la dictadura del mercado, pues el litro de aceite no vale lo que dice el gobierno, lo que dice en la cartilla de racionamiento, de ese aceite nunca hay; el precio del que hay, en el mercado negro, lo pone la oferta y la demanda. Porque en Cuba la cosa funciona como en todas partes, desde hace siglos y siglos, cuando unos aprovechados dijeron esto es mío, porque lo compré y lo conquisté, y nos quedamos sin recursos naturales, sin lugares donde plantar, cazar, pescar...obligándonos a toditos a trabajar, a depender de un salario, claro que en otros países el que te hace trabajar y se queda con la plusvalía es un patrón odiado y aquí es el Estado, "protector y compañero". Encima! Y luego como en otros lugares que si el patriotismo, el amor a la economía nacional, el enemigo de fuera, el peligro de guerra... Como en otros lares. En serio, qué tendrá de diferente esto que China? Bueno, que Japón o España? Algunos logros en la erradicación del analfabetismo y de la miseria extrema? ¿Tanto lío por eso que en otros lugares lo logró la socialdemocracia, el populismo o, directamente, el fascismo? Cuánto engaño, y todos aquí perdiendo la vida tratando de ganar algo con qué sobrevivir, como en otros lugares. Por eso como en otros lugares los jóvenes se rebelan y tratan de vivir fuera del sistema. Desertan del servicio militar y del trabajo asalariado. También de los mítines gubernamentales y en general de todos los lameculos del poder. Y es que aquí el poder es bravo, como por allí, pero por el contrario cuando uno habla de la necesidad de una revolución, de cambiarlo todo, de cambiar la vida la cosa es más complicada…’ Camilo
RICARDO
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EL QUE SE APURA PIERDE UN REALSepan que cx36 no pasan nada que aparece en POSTA PORTEÑA, xq dicen que NO ESTÁN DE ACUERDO! el pueblo NO PUEDE hablar en la 36. Leen a medias y algunos mensajes y ningún mail. Una pena para los que somos de izquierda responsable. SOLEDAD Respuesta de la UP a la propuesta del Dr. Tabaré VázquezSr. Presidente ElectoDr. Tabaré Vázquez El Coordinador Nacional de la Unidad Popular, reunido en el día de ayer, para considerar las propuestas por Ud. realizadas a nuestra delegación, en la reunión del pasado lunes 19, ha resuelto: 1) Que la convocatoria a la Unidad Popular-lema Asamblea Popular, representa un reconocimiento al papel de nuestra organización en la vida política del país y en el desarrollo del proceso de lucha de nuestro pueblo. Es también un reconocimiento al esfuerzo y compromiso de cientos de militantes y miles de votantes, que conquistaron la representación parlamentaria de la Unidad Popular. 2) Que valoramos como positiva la voluntad expresada por el Presidente Electo de mantener una permanente comunicación con la oposición, más allá de las diferencias políticas en el tratamiento de los grandes temas del país. Toda iniciativa que apunte a fortalecer la soberanía nacional, la defensa y fortalecimiento de los entes públicos, contra las privatizaciones y las tercerizaciones, a la defensa de los derechos humanos y a la lucha en contra de la impunidad, a la defensa de la tierra, el agua y el medio ambiente, a la lucha por el salario y las jubilaciones dignas, con un piso de media canasta familiar, contra las AFAP, a la defensa de la educación y la salud públicas, encontrará el apoyo de la Unidad Popular. De la misma manera que todo proyecto o iniciativa que apunte en un sentido contrario nos encontrará como siempre en una oposición firme y clara. 3) En cuanto al ofrecimiento realizado al conjunto de la oposición para ocupar cargos en la dirección de Entes Autónomos y Organismos Descentralizados, para participar de esa forma en la gestión del gobierno que Ud. presidirá, el Coordinador Nacional de la Unidad Popular ha resuelto declinar dicha propuesta Tal como lo expresamos en la reunión del pasado lunes, el doble discurso no es parte de la práctica política de la Unidad Popular. Son claras para todos las características contradictorias que existen entre el proyecto político que su gobierno se propone implementar, continuando y profundizando el modelo vigente, con el proyecto político y el modelo de sociedad por el que luchamos desde la Unidad Popular. Estas contradicciones hacen inviable que desde la Unidad Popular participemos, tal como se propone claramente en el documento que se nos entregó, de la gestión de su gobierno Desde nuestro lugar en el Parlamento ejerceremos el rol de contralor y de control de la gestión del gobierno, como así también desde ese ámbito y el de la lucha social impulsaremos las propuestas y proyectos que representen los intereses de nuestro pueblo y en cercanía con las organizaciones del mismo Atentamente: Por el Coordinador Nacional de la Unidad Popular, Eduardo Rubio Gustavo López Ricardo Cohen Montevideo, 22 de Enero de 2015 sobre Bonasso y su rápido recorrido de los “suicidios” dudosos en ArgentinaCARMEN
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Aquella lucha de Sendic y los cañeros por tierras y
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Ecuador
CARTA A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Los pueblos indígenas “…no planteen que el “Estado ecuatoriano es el otro”, sino que postulen un Estado incluyente…” si un pueblo no se gobierna a sí mismo es porque otro La CONAIE es una organización única ya por su relevancia histórica como por su propuesta política, su composición y funcionamiento democráticos, pero ahora es víctima de la miopía del gobernante, del desconocimiento de la teoría del Estado y el afán de borrar la memoria colectiva de los pueblos ecuatorianos. Un axioma de la ciencia política sostiene que “si un pueblo no se gobierna a sí mismo es porque otro lo está haciendo por él.” Los indígenas son pueblos sin Estado, lo que no impide que aspiren a gobernarse a sí mismos. Lo admirable es que no planteen que el “Estado ecuatoriano es el otro”, sino que postulen un Estado incluyente, una sola estructura con instituciones y leyes que respondan a la historia y la cultura de cada uno de los pueblos que conforman actualmente el país. La dominación, la explotación, la humillación no solo se expresan en la lucha de clases, sino también en los estados opresores que las ejercen sobre los pueblos que oprimen. ¿Por qué los indígenas no pueden dirigir la educación bilingüe si son los portadores de sus lenguas y culturas? ¿Por qué no manejan políticas de Salud Pública, si ellos han practicado su propia medicina durante miles de años? ¿Por qué no pueden tener espacios de reunión para manejar asuntos propios? Cuando se le concedió a la CONAIE el comodato del edificio que ocupa, nadie imaginó que algún mandatario, en el futuro, querría marginar a los indígenas del derecho a la ciudad y a un espacio con significado social, político y cultural. La CONAIE ha dado muestras de un manejo democrático en el relevo de funciones, nadie ha querido perpetuarse en la dirección rompiendo reglas implícitas en la organización. León Roldós al presentar el libro “Autonomías Indígenas”, sugirió hacerlo en la sede de la CONAIE. Cuando Eduardo Galeano vino a Quito pidió visitar la CONAIE; se impresionó con sus propuestas y le dedicó un texto muy hermoso en “Todos los fuegos, el fuego”. 600 pensadores, científicos, humanistas, artistas e intelectuales de muchos países, entre ellos Noam Chomsky, Aníbal Quijano, Adolfo Pérez Esquivel, Boaventura de Sousa Santos, Leonardo Boff, Frei Betto, Elsie Monge y el propio Galeano, han repudiado la decisión de despojar de su pequeña capital a la organización porque se dan cuenta que es una disposición de tinte colonialista, que revela el deseo de terminar con el postulado del Estado Plurinacional que figura en la Constitución de Montecristi. Hace ya algunos meses, el papa en una audiencia pública en Roma al darse cuenta de la presencia de ecuatorianos que portaban un cartel de identificación nacional, mandó un mensaje claramente destinado al gobierno: “cuiden de la Amazonía y de los Pueblos Indígenas”. La CONAIE no se formó como una junta de pobres, sino como lo que es: la Confederación de Nacionalidades Indígenas. Bien sabemos que la economía de los indígenas es en extremo precaria, como resultado de la secular explotación a la que han sido sometidos, pero los promotores de la CONAIE la pensaron en términos de reivindicación histórica y comunal, resaltando el origen y la especificidad étnico-cultural. Sin embargo, el presidente Correa en su última sabatina los tildó de adefesiosos. Estas calificaciones discriminatorias del gobernante contribuyen a que se avive el prejuicio racial secular de los hispano-ecuatorianos a pesar del algo grado de mestizaje que tenemos todos. Ya han aparecido grafitis en los que se dice: “longos, fuera de Quito”. Por qué el Ecuador debe ser a la medida de los intereses políticos y económicos de un gobernante? ¿Por qué para cumplir con estos deseos se le va a permitir que confunda paternalismo con justicia y ciudadanía con nacionalidad?
Pueblo Kitu Kara
Quito – Ecuador
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2015-01-22
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