* Nº 280 Febrero 10 de 2010 - Año 5 -
ACLARACIÓN FUNDAMENTAL
a Hebert Mejías Collazo
Muy estimado compañero:
Me das una gran satisfacción con tu carta, pues es la respuesta de un reconocido luchador. Agradezco más las merecidas críticas que los inmerecidos elogios, porque de eso se trata este diálogo, o se debería tratar.
Dos son los elementos de mi nota que señalás como descalificaciones inconvenientes de mi parte en las expresiones que uso: "izquierda fundamentalista", y "culto a los muertos".
Sobre lo segundo, lo único que corresponde es pedir disculpas a todos, se trató de una expresión impropia. Podrá haber en los usos y costumbres de nuestra izquierda radical cosas con la que mi sensibilidad no se lleva muy bien, pero debo respetar la sensibilidad de los demás.
Ahora bien, sobre el otro tema, lo que yo llamo actitud fundamentalista dentro de la izquierda, hay allí un elemento conceptual que es demasiado importante para dejarlo de lado, ni tampoco para tratarlo a la pasada como hice en mi nota. Voy a tratar de explicarme.
Las ideologías son respuestas a situaciones históricas dadas, cuando un bloque de fuerzas sociales propone de esa forma una salida a una crisis estructural, se asigna el objetivo de transformar la sociedad y formula un proyecto social diferente. Cuando triunfa, la sociedad cambia y se instala un nuevo orden. Pero este nuevo orden despliega nuevas contradicciones sociales que estaban enmascaradas en la fase en que se combatía al viejo orden, las fuerzas hasta entonces unidas se bifurcan, la ideología revolucionaria ahora traducida en poder se reinterpreta y pasa a ser una expresión retardataria. La historia sigue su rumbo y la maduración de las nuevas contradicciones llevará a otra crisis social, nuevas propuestas de cambio y nuevos enfrentamientos.
"El esquema aquí propuesto describe simplemente la actitud del racionalismo ante la historia", dice Samir Amín (que es de quien saqué los conceptos anteriores, nadie piense que me los inventé yo solito), y sigue: "Nada en él es definitivo, todo cambia, y esos cambios deben ser explicados. No se trata de un enfrentamiento entre el bien y el mal, sino de la actividad de fuerzas sociales que mantienen intereses, estrategias, y puntos de vista diferentes".
Y yo agrego: cuando el intento de cambio social es derrotado, también esa derrota deberá ser explicada. No se trata de que "el mal triunfase sobre el bien" sino de que en algún punto hubo un divorcio entre la necesidad social y la propuesta revolucionaria. Cuando las fuerzas sociales emergentes se recuperan de la derrota (porque nadie se recupera instantáneamente) las fuerzas que mantienen el poder ya habrán dado un paso más y la realidad habrá cambiado agregándose un nuevo elemento a eso de que nada es definitivo. El proyecto social revolucionario deberá ser reformulado por esas dos razones: porque tiene que aprender de la derrota pasada y porque tiene que acompañar el cambio de la realidad.
Sigue Amín (Fundamentalismo o racionalismo: dos actitudes frente a la historia de las sociedades, en La Desconexión): "La actitud de espíritu del fundamentalismo contempla a la historia desde un punto de vista que habla otro lenguaje". Propone una visión de la sociedad capaz de resolver -para siempre- los problemas sociales y humanos. Rechazar esa visión es preferir el mal. "No parecen los fundamentalistas estar demasiado interesados por saber por qué las cosas han sido y son las que son. Lo que en realidad les interesa es saber en qué punto dichas cosas se han separado de sus principios fundacionales. Y esa metodología la aplican con tanto vigor (no rigor) que su primer examen pasa por su propia historia".
También coincido plenamente con Amín cuando dice: "Todas las ideologías de transformación social, cuando surgen y se organizan como fuerzas materiales de combate, mantienen una tendencia a expresarse en términos fundamentalistas". Y en los dos ejemplos que pone: la ideología de la Revolución Francesa, y el marxismo.
Los revolucionarios nos presentamos ante la historia como RACIONALISTAS en el sentido de que cuestionamos la irracionalidad del orden existente y proponemos una salida que es una construcción conceptual en base a la razón, y todos los elementos de la política revolucionaria (programa, estrategia, táctica, metodología, plan de lucha, etc. etc.) son apelaciones a la razón. Pero siempre tenemos la tendencia al FUNDAMENTALISMO que ocurre en toda IDEOLOGÍA DE COMBATE. La lucha exige flexibilidad y cambio, pero a "los fundamentalistas... les preocupa más la posible traición a sus principios que la explicación de la misma". También el marxismo ha tenido su maniqueísmo, su dogmatismo, su macartismo, su enajenación como ideología del poder, etc. Ante estas realidades, es moneda corriente que muchos combatientes revolucionarios vean allí la traición (y así es), el apartamiento de los principios fundacionales, y que sea prioritario para ellos rechazar esto (que lo es) antes que explicarlo.
Por la razón que sea, de chiquito salí EXAGERADAMENTE RACIONALISTA, lo que ha sido motivo en mi vida desde conversaciones de boliche hasta sesiones de terapia. Tomen los compañeros esto como de quien viene, el aporte, para lo que pueda servir para comprender lo que nos pasa, de un racionalista obsesivo.
En los 60 y 70 hubo en América Latina un auge de la lucha revolucionaria. Fuimos derrotados. Eso trajo muchas heridas y secuelas. En un cierto momento pudimos recomponernos (a medias) y presentar nuevos combates. Fuimos traicionados. La mayor parte de nuestros propios compañeros abandonaron los principios revolucionarios. Dimos una batalla política contra esa entrega. Fuimos derrotados.
No siempre el dolor y la bronca son buenos consejeros, pero allí están.
AFERRARSE a las viejas ideas, a las viejas actitudes, a las viejas prácticas, como quien se aferra a un madero en medio de un naufragio, es una actitud defensiva elemental ante la tragedia, y te salva la vida (en un primer momento). Pero llega un momento en que es necesario ENCARAR OTRA COSA. Es necesario tener la amplitud mental suficiente como para DESPEGARSE de las viejas ideas, prácticas y actitudes. Someter el viejo proyecto a la crítica de la razón, no solo porque la realidad ha cambiado, también porque ya ha sido sometido a la crítica de los hechos Y NO PASÓ LA PRUEBA. El combatiente que no se deja aplastar por la derrota y tampoco cooptar por los vencedores, tiene la reacción de "apretar los dientes y seguir", lo que es extraordinario. Pero cuando nos torean con el mismo trapo y entramos, cuando nos damos una y otra vez la cabeza contra la pared, cuando llevamos de nuevo a la gene a las mismas encerronas, allí ya no nos parece seguir aplaudiendo esa actitud.
Yo siempre pienso, de loco que soy, que EL ERROR ES MI LUGAR EN EL MUNDO. Me explico. Todo lo que hay en la vida se divide en dos: las cosas que no dependen de mí y que no puedo cambiar, y las cosas que sí dependen. Esas también se dividen en dos: lo que hice o hago bien (que puedo cambiar y empezar a hacerlo mal, pero mejor que no), y lo que hice o hago mal. Y eso es LO QUE ME DEBE IMPORTAR ANTES QUE NADA. Me señalás un error: caigo en expresiones inconvenientes y descalificatorias en lo que escribo. Es un error, y lo puedo cambiar. Entonces, eso es lo que debe preocuparme.
¿Qué ocurrió con la guerrilla? ¿Por qué fue derrotada? ¿Qué errores se cometieron? ¿Qué podría haber sido diferente? Cuarenta años es mucho tiempo. Hay un MOMENTO en que es necesario SOLTAR la tabla de salvación. Tenés toda la razón cuando decís que "cultivar la memoria que merecen aquellos compañeros caídos en pie de lucha es un deber revolucionario irrenunciable". Pero una voz adentro mío me dice: ¡Pero no es suficiente!!
En mi nota cité un trabajo de un compañero que conocí, y tú mucho más. Raúl Cariboni, que hizo ¡EN CALIENTE!! un análisis crítico de aquella experiencia. No digo que sea la única visión crítica posible, digo solo que esas visiones críticas no abundan y que esta es de lo mejor que he encontrado. Pero no ha habido mucho interés en conocerla o discutirla. Esto es solo un ejemplo de los temas que están pendientes de discusión.
Cariboni, luego de tratar en general sobre la lucha revolucionaria en Uruguay y la disputa ideológica con el reformismo, y luego de abordar también en general el problema de la guerrilla en América Latina, se refiere específicamente a la guerrilla tupamara, de la que hace un análisis político e ideológico, y también de su metodología militar y sus aspectos operativos. Tengamos en cuenta que él también tenía su experiencia en este terreno.
Su conclusión más general es que la metodología aplicada en ese caso tiene más que ver con la lucha ANTICOLONIALISTA y por la liberación nacional (una lucha que podría englobar a sectores burgueses) que con la lucha social por el socialismo (que no podría). O sea: una metodología de lucha que se corresponde más con el nacionalismo burgués que con el socialismo obrero. En sí, esa no sería una conclusión demasiado asombrosa si se refiere a un movimiento llamado de Liberación Nacional, lo interesante es que Cariboni extraiga de ello consecuencias en lo referente a la metodología política, el trabajo de masas, los métodos organizativos, etc., y que luego de ello comience a mostrar las consecuencias que eso tiene en los distintos aspectos no solo políticos sino además técnicos de la lucha armada: apoyos logísticos, momentos de repliegue y ofensiva, infraestructura de locales, etc. Lo que dice Cariboni es que hay una insuficiencia en el accionar de la guerrilla tupamara que, hacia atrás en la cadena causal, se debe a sus definiciones políticas confusas en materia social (la falta de prioridad en la definición socialista y clasista), y hacia adelante a su vez, en sus consecuencias, es crucial para explicar la derrota de la guerrilla. ¿Por qué razón? Hay una razón de fondo, que el nacionalismo burgués no puede prosperar en un país donde el CAPITALISMO NACIONAL no puede prosperar.
Pero Cariboni hace un balance positivo de la INAUGURACIÓN dela lucha armada en Uruguay más allá de la derrota. Por la cantidad de combatientes, la extensión de las acciones, el tiempo en que la guerrilla se sostuvo, saca la conclusión: "Es en terreno de los hechos donde se ha demostrado la viabilidad de la lucha armada, ya incorporada definitivamente a la estrategia política de las organizaciones evolucionarias".
En mi opinión, hay que hacer una precisión. MILITARMENTE, la guerrilla en Uruguay no tuvo casi ninguna relevancia. No constituyó nunca ningún peligro serio para el aparato represivo. Su importancia fue demostrar un POTENCIAL. Pero POLÍTICAMENTE tuvo un impacto muy grande, que tampoco fue totalmente positivo, pero terminó contribuyendo fuertemente al desarrollo de la izquierda A PESAR de la derrota. Yo estaba en aquel momento en el MUSP. Creo que cometimos un GRAVE ERROR al subvalorar la importancia política de la aparición de la guerrilla, una especie de "militarismo invertido". Aún derrotada la guerrilla hizo un corte en la historia de nuestra izquierda, tan serio que les fue necesario RECURRIR A LA MISMA GENTE para cerrar esa grieta y restablecer la mitología democrático-burguesa.
El impacto político de la guerrilla modificó aquel contexto en aspectos POSITIVOS y NEGATIVOS, e hizo lo mismo también en alguna medida con nuestra historia posterior. Lo que es positivo para nosotros, es negativo para ellos. Me refiero obviamente a la contradicción principal de nuestra lucha de clases. Pero de todo lo que era negativo para ellos, se recuperaron. De lo negativo que tuvo para nosotros NO NOS HEMOS RECUPERADO.
Cuando vemos la reconversión de estos guerrilleros de ayer en promotores hoy del capitalismo, cuando vemos que hoy son portavoces de la burguesía que SE PRETENDE (o más bien ELLOS pretenden que sea aún en contra de lo que expresamente dicen y hacen los voceros directos de esa clase) "NACIONAL", nos preguntamos si no hay una ligazón orgánica entre la reconversión pro-capitalista de Mujica y su gente y los límites NACIONALISTAS que siempre tuvieron en su política. Simplemente conservaron lo de BURGUÉS y redujeron lo de nacionalista a lo folclórico, pasaron del nacionalismo burgués al cipayismo burgués. ¿Por qué? Porque el nacionalismo NO ESTÁ en el horizonte de la burguesía uruguaya como clase social por una razón estructural, como se ha explicado innumerables veces. Por supuesto que cuando decimos aquí "nacionalismo burgués" nos referimos tan solo a un TINTE de la guerrilla tupamara de aquel entonces operando DE PLENO en el campo popular, y es Cariboni quien supo sacar de ese aparente matiz todas sus conclusiones operativas en la lucha guerrillera misma. Y cuando nos referimos hoy a eso, nos referimos a un proyecto político que está DE PLENO en el campo de la burguesía y que es "nacional" solamente en ese TINTE.
Pero si hay una ligazón orgánica entre los límites ideológicos, políticos y programáticos de la guerrilla y los problemas operativos que llevaron a su derrota, esta ligazón es resultado de la anterior: sub-valorar la necesidad de arraigo clasista de la lucha revolucionaria, de la necesidad de su trabajo político declaradamente socialista desde el principio, y apuesta al "atajo" de la acción. SON LAS DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA.
Por otra parte, en lo personal, le debo a Cariboni el aporte conceptual que me permitió romper con el último resabio de nacionalismo burgués que quedaba en la TERMINOLOGÍA - y nada más que en eso, pero quedaba - que el MUSP había heredado del útero del Partido Socialista en el que se gestó, y de la concepción de Trías de las "fases", en la que hay una FASE NACIONAL Y POPULAR en la que la clase obrera "completa las tareas no cumplidas de la revolución burguesa". Digo hoy: ¿por qué debería realizar la clase obrera "tareas" que le son completamente ajenas? Es el prejuicio del paradigma del estado-nación, y hoy me resulta mucho más clara y más útil la idea de Cariboni.
Hasta aquí, y muy brevemente, lo que pienso de la derrota de la guerrilla debido a los ERRORES cometidos. Involucraban, a mi modo de ver, un error de CONCEPCIÓN.
Ahora vayamos a lo que yo llamo "fundamentalismo".
Llamo FUNDAMENTALISTA a la actitud del combatiente que privilegia sobre todo REIVINDICAR LA VIEJA IDEA y resistir toda revisión. Llamo RACIONALISTA a la actitud que quiere el BALANCE de lo viejo y una nueva construcción conceptual porque NO ESTÁ CONFORME con lo anterior. Los dos tipos de comportamiento (también el fundamentalista) entran en la "sopa" en que se cuecen las nuevas ideas, las nuevas prácticas, y las nuevas organizaciones. "También", pero no pueden ser EL INGREDIENTE PRINCIPAL!!!!
Una corriente política centrada en el fundamentalismo, que reivindique la formulación política anterior con el único argumento de que ES LA FORMULACIÓN POLÍITICA ANTERIOR, jamás podrá emprender las nuevas tareas, llegar a las nuevas generaciones, resolver los nuevos problemas. Ni siquiera logra hacer un balance crítico del pasado, ni siquiera acepta PLANTEAR LA NECESIDAD de ese balance crítico. Si no discutimos críticamente el pasado (el pasado de todos y cada uno de nuestros antecedentes) NO TENDREMOS FUTURO. Esa resistencia espiritual a tomar distancia de nuestro propio pasado (una distancia AFECTIVA y CONCEPTUAL) ha sido muy importante para resistir, pero hoy es un obstáculo para construir.
Pero NO ESTAMOS HABLANDO de dos grupos de PERSONAS, estamos hablando de dos tipos de actitud, o métodos, que están al alcance de todos nosotros, y que todos tenemos la opción de tomar o dejar. Todos tenemos tendencia al fundamentalismo, y todos podemos superar esa actitud. En la medida en que la supere, el mayor "fundamentalista" puede contribuir con la mejor visión crítica. A su vez, el mayor racionalista puede volverse fundamentalista, alcanza con que acierte una y se entusiasme demasiado con ello y quede encerrado en un planteo unilateral. ¡Y como ocurre que todos alguna vez acertamos, el acierto puede ser un problema! Podemos llegar a tener (¿o ya tenemos?) Un extenso diálogo de sordos entre todos los que alguna vez embocamos. Como decíamos, toda ideología combatiente tiende naturalmente a eso. Todos tenemos esa tendencia, a veces concientemente pero muchas no, y hasta a veces estando muy convencidos de que hemos superado todo eso. Estamos cuestionando aquí un MÉTODO y una ACTITUD, no a las personas. De lo contrario, si empezásemos a plantear la cosa como de personas.... seríamos unos fundamentalistas.
Voy a suprimir del párrafo en cuestión de esa nota mía las expresiones "izquierda fundamentalista" y "culto a los muertos". ¿Qué queda?
Si sufrimos derrotas, si se cae eso que pretendía ser "socialismo", si las guerrillas son derrotadas, tenemos que ponernos a trabajar, investigar, encontrar los errores y producir nueva teoría. ¿Cómo se hace ciencia, si no? No vamos a salir adelante con el método de repetir hasta el hartazgo las viejas consignas como si fuesen verdades inmutables. No vamos a lograr convocar a la gente a la lucha por el socialismo si no sometemos a la crítica a las experiencias socialistas fracasadas, y NO VAMOS a resucitar las guerrillas derrotadas si no comprendemos en qué estaban equivocadas. Hay aquí una deuda muy grande que tenemos con nosotros mismos.
Hay allí, o quise que hubiese, una PROPUESTA DE TRABAJO, una propuesta para RECUPERAR a la vieja izquierda revolucionaria de este país, pero recuperarla para el futuro y no para el pasado. Donde decía: "NO VAMOS a resucitar las guerrillas derrotadas si seguimos aferrados al culto a los muertos y no comprendemos en qué estaban equivocadas" debió decir: "NO VAMOS a resucitar las guerrillas derrotadas si SOLAMENTE recordamos a los muertos y no comprendemos en qué estaban equivocadas". (En qué estaban equivocadas LAS GUERRILLAS, se entiende).
Y lo que dice sobre "el método de repetir hasta el hartazgo las viejas consignas como si fuesen verdades inmutables", es que es EL MÉTODO DE LA IZQUIERDA FUNDAMENTALISTA, el método propio de lo que comienza como una actitud defensiva y una reafirmación de la identidad revolucionaria, PERO SE TERMINA CONVIRTIENDO EN UN OBSTÁCULO. No estoy proponiendo aquí una guerra santa contra los fundamentalistas, porque eso es lo propio de los fundamentalismos. Lo que digo es que nuestra guerra contra las defecciones ideológicas, contra la traición, contra la entrega, no debe ser hecha con el MÉTODO de repetir hasta el hartazgo las viejas consignas como si fuesen verdades inmutables. POR MÁS QUE el abandono definitivo de ese método nos deje la impresión de que estamos abandonando nuestra identidad.
Decía Lenin en abril: "... tenemos miedo de nosotros mismos. No nos decidimos a quitarnos la camisa sucia a que estamos habituados y a la que hemos tomado apego... Mas ha llegado la hora de quitarse la camisa sucia, ha llegado la hora de ponerse ropa limpia".
Por supuesto, no lograremos TAMPOCO cumplir las nuevas tareas si no mantenemos también el respeto por esa tradición a la que debemos someter a la crítica. La crítica no debe vulnerar el respeto. En eso también se pueden cometer errores, y de esos errores se debe aprender.
Por suerte tenemos para ello la valiosa ayuda de la crítica de los amigos.
Gracias, salud.
Fernando Moyano
postaporteñ@_______________________________________
Bs As: CONVOCATORIA A EX DELEGADOS SINDICALES DE LOS AÑOS 70
Compañeros:
A raíz de una propuesta de varios militantes sindicales de la década del 70, se están reuniendo los delegados y comisiones internas que fueron víctimas durante el terrorismo de Estado en la última dictadura militar.
El motivo es, impulsar el enjuiciamiento de las empresas multinacionales que al amparo de la represión generalizada en el país, entregaron a la dictadura militar las listas de las comisiones internas con los nombres de los compañeros que posteriormente fueron desaparecidos.
Hasta el momento se están reuniendo: Ex trabajadores de MERCEDES BENZ, TENSA, ASTARSA, FORD, CHRISLER, PERKINS, FIAT, ACINDAR, etc.
La convocatoria es amplia y abarca a todo el sindicalismo que luchaba y lucha contra la burocracia sindical y las empresas explotadoras que se beneficiaron y se benefician aún hoy con altas tasas de ganancias a costa del hambre del pueblo , la precarización laboral y salarios de miseria.
La idea es empezar a juntarnos para llegar a una reunión nacional en un lugar a designarse de común acuerdo.
Para ms información comunicarse con Julio Dalessandro, ex trabajador de Mercedes Benz. juliodalessandro0@hotmail.com
postaporteñ@_______________________________________
ARGENTINA Documental Sobre Campo de Mayo
Compañeros: Estamos trabajando en un proyecto documental que requiere de la solidaridad y militancia de todos los que siempre nos acompañaron.
La película "Buscamos Vida" (Los crímenes del Ejército Argentino en Campo de Mayo)
La película será proyectada en todo el país en colegios, universidades, organizaciones sociales, partidos políticos, asambleas, movimientos de desocupados y todos los lugares donde se pueda realizar un debate posterior con los afectados directos y el pueblo en general.
Por consiguiente y para poder terminar la película, hemos diseñado una manera simple de apoyar la producción de este documental sacando a la venta anticipada el DVD con el valor solidario mínimo de $ 50. Quienes lo deseen, pueden adquirir más de un DVD o contribuir con un aporte solidario superior.
Los compañeros encargados de recaudar los fondos son: Laura Lagar, Gisela Castro, Eduardo Brizuela, Julio Dalessandro y Aldo Getino, quienes les darán un recibo numerado.
Para los compañeros que están lejos de Buenos Aires, está habilitada la cuenta bancaria de la compañera Laura Lagar: Banco Santander Río, Sucursal: 085 cuenta N° 366796 9 CBU: 0720085488000036679690, cuit: 27-16930474-8
Si nos quieren hacer llegar sugerencias, comentarios e ideas que nos ayuden a llevar adelante este proyecto, nos pueden escribir a proyectocampodemayo@gmail.com o al teléfono celular 1561496290
Esperamos contar con la solidaridad de todos. Un fuerte abrazo. Aldo Getino - Documentalista
Mascaró,cine americano es una herramienta estratégica para promover la participación de la sociedad en los juicios contra los genocidas represores-desaparecedores de la última dictadura cívico-militar, apoyar a los compañeros que están testimoniando contra los jerarcas de Campo de Mayo y también para impulsar los juicios que ex- trabajadores de los años 70 están promoviendo contra las empresas multinacionales que, al amparo del terrorismo de Estado, entregaron las listas de los obreros que militaban en las comisiones internas en las fábricas. Conceptualmente, podemos resumir la lista de complicidades entre los genocidas y quienes se beneficiaron y lo siguen haciendo hoy con la implantación de un sistema económico, político y social represivo, para obtener máxima ganancia a costa de la vida de miles de compañeros que luchaban por un mundo digno para todos.
Nuestras películas anteriores: (para ver avances, se puede entrar a estos links:)
Gaviotas Blindadas (historias del PRT-ERP)
Primera parte http://www.youtube.com/watch?v=X0jIbnMR_KI
Segunda parte http://www.youtube.com/watch?v=w62cfr8nces
Tercera parte http://www.youtube.com/watch?v=jrhc-LMoOyM
Uso mis manos, uso mis ideas http://www.youtube.com/watch?v=Xp0w1vHz2LE
Convocatoria: Este jueves 11 de Febrero a las 9.30 hs en Hipólito Irigoyen 4595 a tres cuadras de la estación Florida, provincia de Buenos Aires, la querella dar su alegato para condenar a los responsables de Campo de Mayo, lugar donde estuvo detenido-desaparecido el compañero Hctor Ratto, ex trabajador de Mercedes Benz y testimoniante en este juicio.
Es importante concurrir, organismos de derechos humanos, organizaciones sociales, partidos políticos y especialmente los compañeros obreros para darle apoyo moral a este hermano de clase que viene luchando desde siempre por el castigo a los culpables de la desaparición de miles de compañeros en Campo de Mayo.
Cuando finalice la jornada habrá una reunión entre los sindicalistas de ayer y de hoy, para impulsar el juicio contra las empresas multinacionales, principales enemigos de la clase obrera.
Solo es necesario llevar documento DNI para entrar al juicio.
postaporteñ@_______________________________________
Compañeros,
Entiendo que quieren cambiar las cosas, pero hay algo que tienen que entender: todo está interrelacionado y es esa dependencia entre las cosas que hace que los cambios no se den cuando uno quiera sino cuando nosotros, tomando en cuenta las correlaciones y las coyunturas económicas, políticas y sociales del país y entre el país y el mundo, tomamos determinaciones oportunas y correctas en dirección a irnos acercando a nuestro objetivo, que es el bien común.
Los modelos nunca se ajustan a ningún otro país, ya que cada país es único desde el punto de vista histórico, social, cultural, económico. Sin embargo, los modelos sirven efectivamente para ver qué resultados tuvieron determinadas decisiones y si fueron funestos, comparar dicha situación con nuestro medio y no caer en el mismo error. Igualmente, si fueron positivos, tomarlos en cuenta en el caso de una situación similar a la que pudiera adaptarse una decisión semejante.
Lean un poco a Lenin, ese visionario, economista, científico, político, cuyas ideas aún siguen vigentes, ya que utiliza sabiamente el materialismo dialéctico, al considerar la realidad como un proceso dinámico. Lamentablemente él también tuvo que transigir con un gobierno autoritario y vio muchas de sus ideas descartadas para desgracia de sus contemporáneos y de los hijos de sus hijos.
La realidad es mucho más compleja de lo que parece, y debemos ser objetivos, humildes y honestos y no dejarnos llevar por el sentimiento de frustración cuando no se llega rápidamente al objetivo que pretendemos . La paciencia y la honestidad, junto con la constancia, hacen la fórmula perfecta para el éxito. Además, debemos tener claro que somos apenas un punto insignificante en el universo y en la historia, y que posiblemente muchas de las cosas que consideramos que deberían darse llegarán mucho después de nuestra muerte, y no es así necesariamente por nuestra apatía o por nuestra indiferencia, sino porque de acuerdo con todo lo que mencioné antes, eso va a ser así.
Entonces, a estar claros, a no amargarse, a poner el hombro para avanzar, a ser positivos y a apoyar a los que están haciendo esfuerzos para avanzar.
Una compañera
Mireya Delgado
postaporteñ@_______________________________________
AGONÍA (cuento)
El golpe y el grito me despertaron repentinamente en la madrugada.
Instintivamente busqué en la mesita de luz, el interruptor de la portátil, antes de recordar que no había en esa habitación inmunda, ni portátil, ni interruptor, ni mesita de luz. Apenas un cajón de verduras parado al costado del catre, donde depositaba el vaso de agua por las noches. Busqué a tientas sobre la improvisada mesita, la linterna de leds que dejaba al lado del vaso, en prevención de tener que realizar alguna incursión nocturna al cagadero. La blanca luz, huérfana de haz, difusa como un sueño apenas recordado, iluminó el conjunto de objetos anodinos sobrevivientes apenas del reciente naufragio de mi ruina. Un par de cajas de cartón con ropa amontonada de cualquier manera sobre ellos, un perchero que encontré apoyado en un contenedor de basura y que reparé de cómo pude, de donde cuelga mi gabardina añeja como un ahorcado, abandonado en el lazo para ejemplarizante horror de potenciales delincuentes, mis zapatos polvorientos y una radio portátil que sólo capta sin ruidos la Sport 890 por la mañana, como si hubiera hecho un pacto electrónico con Da Silveira.
El corazón me palpitaba de puro sobresalto, pero sólo silencio y polvo cohabitaban en el aire de la habitación apenas iluminada. Supuse que el susto había sido ocasionado por un mal sueño como sucede a veces cuando el último estertor de una pesadilla parece prolongarse en la vigilia, me giré en el catre derruido que un eufemístico dotado de una no menor dosis de optimismo podría haber llamado cama, y me dispuse a seguir durmiendo rezando para que ninguna pulga persistente me lo impidiera.
Como si mi intención de dormir provocara el escándalo, ni bien acomodé mi cabeza en la almohada, un grito alcohólico y potente, atravesó la noche como un trueno:
-¡Hija de puta, la concha tu madre, salí del baño hija de puta salí de ahí con ese guacho que me clavaste cuando estaba en cana!-
Inmediatamente después, el sonido inconfundible de un puño furioso estrellándose contra una puerta cerrada.
Me incorporé en la cama una vez más con la linterna encendida sin saber ni como ni cuando había llegado ésta a mis manos. Antes de que hubiera siquiera terminado de pararme, otro grito, esta vez de mujer:
¡Dejame, andate y dejanos en paz! ¡Andate antes de que hagas otra vez lo que ya sabés!-
-Hija de puta, abrime la puerta o te voy a matar, abrime te digo!-
Más golpes, rabiosos, desesperados.
-¡Andate borracho, merquero de mierda!- ella.
Mierda pensé, lo único que me faltaba, un llanto de niño, tal vez poco más que un bebé.
Y al fondo, un susurro como si la madre intentara arrullarlo, consolarlo o tan sólo hacerlo callar.
Los gritos provenían decididamente del apartamento que estaba a la derecha del mío, la siguiente puerta de un pasillo oscuro cuyos confines difusos jamás había visto claramente. Me había cruzado sólo ocasionalmente con algún vecino en la escalera, pero nunca en el pasillo de mi propio piso. No tenía como ponerle cara a esas voces que me llegaban desde el otro lado.
Sin embargo se las puse.
El seguramente un hurgador y chorro de a ratos, o un vendedor minorista de pasta, probablemente peludo, desdentado, con la camiseta de peñarol y todo el alcohol posible circulándole por las venas.
Ella, probablemente prostituta - había una casa tres pisos más arriba donde se prestaban ese tipo de servicios- seguramente bonita con esa belleza efímera de los 18 o 20 años mal usados, olería a perfume barato dulce y penetrante como el de un jazmín machacado con canela, y tendría en sus brazos, a un niño de dos años, con el cabello pobremente rubio, apelmazado contra el cráneo por la escasez de encuentros con el agua.
Ambos estarían apretados uno contra el otro en el extremo más alejado de la puerta, del baño derruido. Ella probablemente buscaría con desesperación, un arma cualquiera con la cual defenderse del invasor si éste lograba vencer al fin la resistencia dudosa de la puerta.
Supongo que la escena imaginada, estaría fuertemente en duda con el Resplandor, aquella vieja película con Jack Nicholson, pero protagonizada en mi imaginación, por actores mucho más prosaicos y tercermundistas.
Los golpes continuaban sincopados como si el perpetrador siguiera un ritmo dictado por su rabia. Ella seguía gritándole que se fuera, que los dejara en paz y repentinamente cesaron los intentos del sujeto como si éste al fin hubiera reconsiderado la conveniencia de su furia y se hubiera tranquilizado.
A todo esto, yo ya había recorrido los escasos pasos que me separaban de la pared lindera, aún con la linterna en la mano y buscando por la cocina desvencijada, lo que recién se me ocurrió era un arma. ¿Un arma para qué? me pregunté y me contesté al instante con un dudoso "por las dudas" sin entrar a considerar por las dudas de que. Me serví agua en el otro vaso y me quedé recostado al los tablones que hacían las veces de mesada.
Del otro lado de la pared, se escuchaban pasos furiosos que iban y venían por la habitación y el estrépito inconfundible de los cajones de una cómoda que se estrellaban contra el suelo desnudo. De fondo, como la música de una película de terror concebida por un director demente, los lamentos constantes del niño y el llanto agudo de la mujer acorralada. Ahí me di cuenta de dos cosas, una que tenía miedo, la otra, que no tenía la más puta idea de que hacer.
¡Laconchatumadre, hijadesietemilputas, ya vas a ver cuando encuentre el fierro!¡Te vas a arrepentir de haberte pasado cogiendo con el Bartolo mientras yo estaba en el comcar!
Ahora sí, podía quedarme mucho más tranquilo. El borracho estaba armado y aparentemente desbarataba la habitación en busca del revolver. Cerré los ojos y recé para que la mujer lo hubiera sacado de la casa, se lo hubiera tirado a la mierda o él mismo lo hubiera perdido al sevelé o lo hubiera cambiado por pasta, recé por cualquier cosa que me evitara escuchar el sonido definitivo de los tiros que me sabía perfectamente tan incapaz de impedir como de soportar.
Los gritos de la mujer eclosionaron como huevos de miedo a los que le ha llegado su momento y ascendieron una escala o dos tanto en agudeza como en volumen ni bien el tipo concluyó la última frase.
Ambos sabíamos ahora, él y yo, que el arma estaba definitivamente en algún lugar del apartamento.
¡Qué cagada!
El sujeto al otro lado de la pared, redobló sus esfuerzos exploradores con un ahínco cada vez más cargado de furia. Se le notaba en los pasos presurosos que repercutían en todas las paredes como truenos en miniatura, en la saña con la que pateaba los cajones caídos y arrastraba la cama de un lado a otro mientras el mueble se quejaba con un chirrido de maderas agonizantes. La intensidad de los gemidos de la mujer, ascendía más y más y me pregunté cómo era posible, ¿cuál era el límite de esa garganta aterrada más allá del cual se rompería como la cuerda de una guitarra desgastada por infinitos punteos, como una campana de cristal cuyo badajo se agitara más y más con la incansable y perentoria necesidad del estallido final?
Parecía imposible que esos gritos no se escucharan desde cinco cuadras a la redonda y me pregunté por que no venía nadie en tren de socorro o aunque fuera para callar los gritos y proseguir el sueño en paz. Era impensable que el escándalo no hubiera despertado absolutamente a todo el edificio, y sin embargo, ningún sonido de pasos se auscultaba desde el pasillo o la escalera.
Del otro lado, se oyó una especie de explosión de madera y vidrio. Probablemente, un aparador que se estrellaba contra el piso. Platos de loza, cubiertos, algún elefantito de porcelana con un billete añejo hecho un canuto dentro de la trompa.
El tipo aulló ¡Aaaaaaaay, me corté, hijadeputa, me corté por tu culpa laconchatuvieja! e inmediatamente después una inconfundible corrida a través del apartamento un fuertísimo golpe contra una puerta, probablemente, el tipo se había lanzado furioso con el hombro para intentar de una vez por todas penetrar en ese baño que le parecería inexpugnable. La mujer gritó "¡hijo de puta, ojalá te hubieras cortado la garganta!" y el hombre, mientras modulaba sonidos ininteligibles, golpeaba la puerta con algo que, definitivamente, no eran sus puños. Los golpes sonaban sólidos como si pegara el la puerta con un palo. Tal vez una silla de caño y cármica.
Paralizado por el pánico, tenía los dedos agarrotados de aferrarme al tablón de la cocina. Me pregunté si gritar serviría de algo, probablemente no, me dije. Dudo que mis gritos pudieran atravesar, no tanto la pared, sino sobre todo el otro muro, el de aullidos desesperados, golpes furiosos e insultos vociferados con la pastosa cadencia del borracho que ha cortado el último cabo que le sujeta a la cordura.
¿Golpear la pared? Eso podría funcionar. Los golpes en la pared parecen tener una frecuenta especial que los hace audibles aún en las circunstancias menos propicias. A punto estaba de empezar a golpear la pared con un cucharón, que seguramente no habría resistido íntegro más de tres o cuatro intentos, cuando pensé que los golpes tenían la desventaja de que denunciarían al destinatario, mi presencia al otro lado del muro.
La puerta del baño donde se refugiaban la mujer y el niño, parecía ser lo bastante sólida como para resistir, al menos hasta ahora, los embates del energúmeno, es más, probablemente resistieran hasta que el tipo se agotara por el esfuerzo y la bebida, pero mi propia puerta, apenas si podía llamarse así con propiedad. La original había sido seguramente robada tiempo atrás y la suplente, era apenas un pedazo de duraboard sujeto al marco por dos bisagras minúsculas y como toda defensa a la privacidad, un pasador apenas más grande que las bisagras. El vecino furibundo atravesaría con seguridad esas menguadas defensas, no con un golpe, sino con un soplido. La única arma que tenía a mano, era un Tramontina cuyos dientes habían desaparecido tiempo atrás desgastados en su lucha contra los platos. Ah, y el cucharón que aún sujetaba mi mano indecisa aunque tampoco es que pudiera hacer mucho para defenderme con semejante adminículo.
Los gritos y los golpes continuaban al otro lado.
Yo ni siquiera tengo una silla para apartarlo como hacen los domadores, pensé incoherente. Estaba aterrado. El celular no tenía saldo, ni tampoco carga. Ocasionalmente lo dejaba cargando en el bar de la esquina, pero ayer, fatigado hasta el desaliento por la búsqueda infructuosa de un empleo durante el día entero, había olvidado llevarlo. Aún estaba seguramente hibernando como un oso, dentro del bolsillo de la gabardina ahorcada.
Seguía aún preguntándome que hacer, sin dejar de atender los sonidos provenientes del apartamento vecino. Ahora el hombre había dejado de aporrear la puerta, otra vez los pasos de león enjaulado, otra vez la búsqueda del revólver matizada con insultos y lo que ya no eran amenazas de muerte, sino certezas.
Se me ocurrió asomarme a la ventana del dormitorio, la más alejada de la pared lindera y pedir socorro a través de ella. Me pareció una buena idea sobre todo porque no era demasiado arriesgada. Fui hasta allí y deslicé la hoja móvil sin ninguna dificultad. Era de las pocas cosas que funcionaban en ese nido de okupas.
Me asomé hacia la calle y miré en una y otra dirección. Nadie se veía de una a la otra esquina. Sólo un perro que intentaba abrir con sus patas y sus dientes, una bolsa de supermercado abandonada negligentemente contra un plátano vetusto. A una cuadra y media, por 18 de julio, ocasionales autos transitaban con la mansedumbre de quien trilla. Por San José y por Soriano, no pasaba un alma. El aire estaba frío y el viento que soplaba del sur sin mucha convicción, arrastraba entre sus dedos reminiscencias del río con un toque de olor a creolina.
Mientras seguía buscando alguien a quien pedir auxilio, me percaté de que los gritos habían disminuido hasta casi desaparecer. Volví a introducir el medio cuerpo que tenía afuera. Tal vez el borracho derrotado por la resistencia de la puerta y el oportuno disimulo del revólver, hubiera cejado en su intento homicida y caído a fin dormido sobre el colchón que seguramente reposaría fuera de la cama tirado de cualquier manera como un animal cansado.
Mis esperanzas se demostraron totalmente vanas.
Los gritos y los golpes continuaban si es posible, con aún mayor intensidad y violencia ni bien mi cabeza estuvo otra vez dentro del dormitorio. Nunca pensé que la aislación acústica del edificio fuera tan eficiente, volví a mirar hacia la calle. Se me ocurrió que si debido a la aislación, nadie de fuera escuchaba los gritos bien podría gritar yo a través de la ventana abierta pidiendo socorro. Me daba un poco de vergüenza, pero tal vez lograría que algún vecino normal, llamara a la policía.
Era evidente que mis marginales vecinos que habitaban el edificio de okupas, habían decidido unánimemente prestar oídos sordos a los desesperados aullidos de la mujer acorralada.
Pero al primer intento, que no fue precisamente llevado adelante con todo el esfuerzo posible y necesario me sentí tan absurdo gritándole a la noche, que decidí esperar a que algún transeúnte noctámbulo estuviera a tiro para escucharme.
Desde atrás y a la derecha, desde el apartamento donde transcurría esa guerra doméstica de resultado incierto, se escuchó un nuevo grito masculino. Esta vez no era de furia, no era de dolor como cuando el energúmeno se cortó. Era decididamente un grito de triunfo. La embriaguez parecía haberse esfumado repentinamente en ese alarido victorioso.
Inmediatamente después, cuatro o cinco pasos veloces como el galope de un caballo, una carcajada a la vez cuerda y demente y los tiros.
Uno, dos, ... tres, cuatro... cinco.. seis, ... siete, ocho, nueve. ¿Cuántas balas lleva un arma? ¿Habré perdido la cuenta?, pensé inconexo y aterrorizado mientras el telón caía con un décimo y definitivo balazo.
En el silencio que persistió tras la tormenta, ahí pude gritar. Ahí sí grité.
Ahí sólo mis gritos desgarraron la noche de otoño a través de una ventana abierta a la calle silenciosa durante un lapso de tiempo inconmensurable, hasta que la sirena de un patrullero deteniéndose bajo la ventana, le puso fin a mi propia agonía de cobarde.
Germán
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